¿Me lo Merecía?


Continuación de Comedy Centra Loud. Simplemente no me lo pude callar.

- ¿Me lo Merecía? -


...Rita es estúuupida...Rita es estúuupida...-Suenan sus voces...voces de niños otra vez...

...no sabe sumar...no sabe restar...-eran tantos...con caras deformes...hace tanto tiempo...

Son solo problemas de concentración, la niña es perfectamente normal...es normal...

Dele tiempo, señor, no la castigue así...

...Rita no va a ser nada en la vida... nada...

¿Volvió a sacar malas notas? Mira, con que termine la escuela media...

...Rita es tonta...es tonta...

...Ayudante de tránsito...con esas caderas...

Dios bendiga a las rubias pendejas.

***

-¡Respeto! ¡Es lo que tienes que aprender!- Gritó Rita para luego apretar los dientes con furia y dejar caer una vez más aquel cinto de cuero, acompañado de un zumbido aterrador.

-¡No! ¡No mamá, por favor, no! ¡Papá!- Rogó, pero nada detuvo el impacto, y luego otro y otro.

-¡No puedes ir por allí hiriendo a la gente! ¡Tienes que aprender!- Aseveró sin detenerse un instante.

El sonido de una voz tras de la puerta sacó a Rita de un extraño ensueño, entonces fue que reaccionó y vio a su hija en el suelo temblando de dolor y sollozando como un niña pequeña. Su cabello estaba totalmente desarreglado y se tomaba de los costados insistentemente.

Rita la vio, un recuerdo muy viejo salido de quién sabe dónde le golpeó el cerebro, y de inmediato sintió un inmenso rencor. Juró por Dios que deseó continuar el castigo; pero alguien ya había llamado a la puerta.

-¿Mamá?- Fue la voz de Lori.

-¡Dije que esperaran en su cuarto!- Luego se dirigió a Luan.- No sé si alguna vez vas a entender que esto es por tu bien. Puede que me odies y me culpes; pero no dejaré que con tus actitudes, hagas que tus hermanos te terminen detestando.-

Como respuesta solo estuvo el sollozo de una joven que no tenía demasiado de haber dejado de ser niña; se había arrastrado hacía la pared del fondo escondida detrás de su cabello castaño, el cual estaba ya totalmente suelto.

Rita levantó la cabeza con solemnidad, la observó por un instante y dio media vuelta para salir.

Antes de abandonar la habitación se detuvo.

-Y no quiero ver que estés asustando a tu hermana Leni con esa araña de plástico. Sabes que ella cree que esa cosa es verdadera, y sabes el motivo por el que lo cree. Lo sabes.

En vez de que la ayudes, la jodes.-

Y la puerta se cerró.

***

El agua de la regadera se proyectaba directamente sobre su cuerpo, mientras pequeños movimientos de nariz, demostraban que el agua causaba dolor a su piel herida al puro contacto.

Se había revisado con insistencia. Tenía que admitir que su madre sabía cómo hacer las cosas: cero marcas en zonas visibles.

Tomó el jabón entre sus manos y comenzó a frotarlo para hacer espuma. Luego lo devolvió al recipiente de plástico y pegó los brazos a su incipiente pecho, sintió un frío inusual. En su mente buscó hacer memoria si alguna vez, a alguno de sus hermanos le habían castigado físicamente, como esa noche a ella.

La respuesta era No. Y dolía más de lo que ardía su espalda. Sintió el amargo en su garganta nuevamente y se apoderó de ella una pesada resignación.

-Igual... y ni te quieren.- Se dijo. -Nadie vino... papá no vino... -la garganta se le cerró en su totalidad- papá... no vino a ayudarme.- Luan se dejó caer sentada en la bañera, mientras el agua se escapaba junto a su inmensa tristeza, por el desagüe.

***

-¿Luan? ¿Cariño? ¿Estás bien? Ya llevas algo de rato en el baño.- La voz del señor Lynn rebotó en los mosaicos. Había abierto un poco la puerta para que su voz se escuchará por sobre la regadera.

-¿Luan?- El hombre sintió de pronto un susto nacido por la falta de respuesta, lo que le llevó a ingresar al cuarto de baño sin más preámbulos.

-Luan, hija.- y se asomó por la cortina.

Allí la vio, sentada en la bañera, con su cabeza entre sus rodillas; y con seis intensas marcas rojas en su espalda, ahora inflamadas.

Lynn, al ver las heridas sintió que un puño le crecía en la garganta y que amenazaba con romperle la tráquea. Sintió que la boca se le atoraba en una mueca imposible, cerró la cortina, y salió.

Una de las marcas estaba reventada.

-¡Luna!- Gritó en el pasillo. La chica se presentó apurada; su padre jamás gritaba, ni de esa forma, ni en ese tono.

-¿Que pasa papá? ¿Por qué gritas?-

-Luna, traes una toalla y ayudas a tu hermana Luan a salir de la bañera.-

-¿Le pasa algo?-

-Solo escúchame, la llevas a su habitación y tomas el botiquín de emergencias, le vas a aplicar en la espalda una crema que hay allí. Que Lori te ayude, ella sabe cuál es. Nadie más entra a su habitación. Date prisa.-

La chica, aun con los nervios que le causaba ver a su padre en esa actitud, no dudo un segundo y entró al baño.

El resto de los chicos, ante el grito inusual, habían salido. Por lo que su padre se dirigió en general.

-Todos, a sus cuartos. Tienen prohibido salir hasta que les indique.-

-Pero papá, ¿Qué pasa? Escuchamos...- Increpó Lincoln, pero fue interrumpido.

- Repito, no estoy jugando, a sus cuartos ¡ahora!-

La seriedad nunca antes vista en su padre fue suficiente para que todos se encerraran. Ya de por sí el día había estado muy intenso con el castigo de Luan.

Lynn, una vez que el pasillo estuvo vacío, volteó a ver un poco al baño y vio a Luna hablando con Luan. Cerró los puños y bajó las escaleras, rumbo al cuarto que compartía con su esposa.

***

Luna corrió la cortina y vio a su hermana hecha ovillo en la bañera; cualquier cosa que fuese a decir se le atoró en la garganta al ver las heridas. Cerró la regadera de inmediato.

-Luan, manita, ven, ya llevas rato aquí.- La cubrió lentamente con la toalla tratando de no rozar mucho las heridas. Aun así la sintió temblar.

Luan no hizo por levantarse, en cambio la volteó a ver y Luna descubrió su rostro hinchado de llorar así como una vista muy lastimada por el agua. Luna supo que no podía hacer otra cosa para consolarla, más que ponerse a llorar también.

-Ay, manita. Ven vamos, vamos.-

***

Lynn cerró la puerta detrás de él. Sus ideas estaban colapsadas y sentía una sensación de asfixia. El corazón le latía muy duro.

Su esposa estaba sentada en la orilla izquierda de la cama sin voltear a verle, mientras mantenía un semblante que el hombre no pudo descifrar.

Eso dificultó aún más la pregunta.

-Rita...- Lynn movía la cabeza de un lado a otro tratando de ajustar un correcto juego de palabras para la situación, pero simplemente, no las encontraba.

-Rita...que...- Apretó un puño. Ella agachó un tanto la cabeza. Lynn respiro profundamente, e inició.

-Rita, ¿Qué fue lo que hiciste?- Dijo acercándose.

-Lo que tú tenías que hacer.-

El hombre se llevó las manos a la cabeza. -Pretendías... ¡¿Acaso pretendías que YO hiciera ESO?! -Lynn simplemente no podía entenderlo.

-Rita, ¡¿Desde cuándo somos padres de castigos físicos?! Y no solo físicos, ¡Dios! ¡De maldita brutalidad! ¡¿Sabes que le dejaste marcas en la espalda?! ¡¿Siquiera supiste la gravedad del daño que le hiciste?!-

-Nos van a escuchar.- Dijo Rita.

-¡No me importa! Quiero que me respondas porque te ensañaste con Luan.-

Rita se puso de pie y enfrentó a su esposo.

-Lo único que sé es que Luan lo va a pensar dos veces antes de volver a faltarle al respeto a cualquiera en esta casa. Necesitaba un escarmiento fuerte para que entienda que las cosas no giran alrededor de sus gustos.-

-¿Así es como llamas a lo que hiciste? ¿Escarmiento?- El hombre no podía creer lo que escuchaba.

-Tenemos niñas con problemas, Lynn, no podemos darnos el lujo de que estos empeoren por sus burlas y chistes crueles. Luna, Lori... en especial Leni.

-¿Y qué hay de sus problemas, Rita? ¿Crees que esta es la solución? ¡¿A partir de ahora vamos a masacrar a nuestros niños cuando hagan algo que no nos gusta?!-

-A veces la lección tiene que ser dura, es mejor corregir ahora que llorar después.-

Lynn contuvo la respiración. Su frente comenzó a enfriarse tanto que le causo dolor; no reconocía a la mujer frente a él.

-¿Es que siempre has pensado así?-

-Mi padre es un exmilitar, Lynn.-

-No me salgas ahora que por que tu crianza fue dura, vamos a golpear a nuestros hijos. Tenemos once niños, llevamos casi dos décadas de matrimonio y ¿ahora te salen las ganas de educar así?-

-¿Qué puedes saber tú de eso? Mientras tu padre fumaba marihuana, mi padre me enseñaba a sumar y restar a punta de golpes, y si no sabía, si no respondía, era peor.-

-¡Eso no excusa para que te hayas sobrepasado con Luan!-

-Me viste tomar el cinturón, ¡si realmente no querías que esto pasara me hubieras detenido en ese momento!-

-Rita, ¡es que jamás te creí capaz de reventarle la espalda a tu hija!

-¡Ella tiene que aprender a que no puede burlarse de los problemas de los demás!- Rita se acercó a su esposo y comenzó a apuntarle el pecho con su dedo índice.-

-¿Sabes lo espantoso que es que se burlen de uno por que te consideran inferior? ¿Qué te digan que eres retrasada? ¿Qué te humillen por eso?-

-¿Que tu padre te golpee por tus malas notas?-

-¡¿Qué te digan "rubia estúpida"?!-

Lynn observó a su esposa un momento, luego se llevó las manos a la cara para tallarse los ojos y agarrarse el cabello. Una sensación ácida se expandió en su pecho.

-Te desquitaste con Luan.- El hombre camino lentamente alrededor de la cama para sentarse en el otro extremo, dándole la espalda a su esposa.

-Lynn... yo...-

-Escuchas a la niña hacer chistes de sus hermanas, de sus defectos. Y los tomaste para ti.-

-Lynn, eso no...-

-¿Sabes? Es verdad que los chicos se enfadan entre ellos. Es verdad que Luan se pasa a veces; y es verdad que necesita un correctivo. Pero entre ellos se perdonan, y si alguien sobrepasa límites, entramos nosotros a poner orden.-

-Lynn...yo...- Dijo Rita y comenzó a sollozar.- Es que...-

-Pero nunca, Rita, nunca, los culpamos a ellos por nuestros problemas. Por nuestros traumas.- La rubia comenzó a llorar abiertamente.

-No tengo idea desde cuando estás cargando ese rencor, pero lastimaste a Luan de una manera que no has considerado por que viste en ella, algo que te lastimó hace mucho tiempo. Dios...- El hombre se cubrió la cara con ambas manos.

Rita simplemente se deslizó de la cama al suelo, donde se dedicó a llorar mientras decía entre dientes, que lo sentía, que lo sentía mucho.

***

Luna deslizaba sus dedos con mucha lentitud y apenas rozando la espalda de su hermana. La sentía moverse al pasar sobre áreas de piel más rojizas que otras y sobre todo en aquellas que había tenido que pasar algodón; pero fuera de eso, Luan apenas hacía ruido. Acostada boca abajo en su cama vestida solo con un bóxer, seguía con un semblante vacío.

Lori entró a la habitación. En una mano llevaba un vaso de agua, en la otra, lo que serían un par de analgésicos. Los colocó en el suelo, y se sentó al lado de la cama, junto a Luna.

-Luanita, te traje pastillas para el dolor. Sé que debe dolerte mucho, te van a ayudar.-

Luan movió los ojos para ver a su hermana y Lori la sintió muy diferente, muy vacía de ella; le acarició el cabello.

La verdad es que las hermanas no sabían que decirle, como consolarla, lo que había pasado ese día no tenía precedentes. ¿Qué excusa para tan cruel castigo? ¿Mamá estaba de malas? ¿En sus días? ¿Le rechazaron el libro? Simplemente, no había nada.

Fue entonces que Luan se movió un poco. Volvió a voltear a ver tanto a Luna como a Lori.

De su vista sin parpadear se acumuló el agua hasta desbordarse y caer en el momento que, con una voz rota y débil, les preguntó:

-Yo... ¿Me lo merecía?-

Y sus hermanas, presas en llanto y sentimiento, se fueron sobre ella con cuidado de no tocarle la espalda.

-No, mi linda. Por supuesto que no...-

***

Buenas noches. Espero que les haya gustado este shot. Por esta semana será todo. Espero que la próxima sea igual de productiva. Un saludo a esos chicos que leen.


Gendou Uribe

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