Me Llamo Lori...


Un one que salió de un meme que vi.

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Me Llamo Lori...

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"Te he dicho que no mires atrás, porque el cielo no es tuyo.

Tenemos que empezar despacio, a deshacer el mundo."

-¿Que eso no es de una muy vieja canción, papá?

-Muy vieja, no sé, pero si era algo que escuchaba cuando era joven. En ese tiempo era nuestro pasatiempo cazar canciones de la radio para grabarlas en un casete. Recuerdo que pasé media tarde esperando que sonara.

-¿Hablas de las cintas esas que tienes guardadas? ¿Y cómo los grababas?

- Era todo un evento, Lincoln; esperábamos con el dedo en el botón de grabar hasta que el locutor anunciara la canción, luego, presionábamos y la capturábamos. Era nuestra. De esa manera podías hacerte de un casete con música especial que escuchar con tus amigos.

-La verdad, no logro imaginarlo, papá. Ahorita la música se consigue muy fácil; podemos escuchar lo que sea.

-Lo sé, Lincoln. Yo solo...estaba divagando.

Los dos únicos varones de la familia continuaron acomodando las empolvadas cosas del ático. Ese sábado habían subido a buscar unas zapatillas que Rita había usado en la preparatoria y que Leni había visto en Amazon a precio de coleccionista.

"Es por la marca y el defecto de fábrica, mamá. Están valuadas en 1,500 dólares aún en medio uso ya que solo se hicieron 150 con ese detalle. Claro que tienen que estar en buen estado."

Según la matriarca de la familia, solo había usado ese calzado en un par de ocasiones ya que el defecto de fabrica provocaba que se torciera el tobillo.

"Si están en algún lado, están en el ático, cariño." Le había dicho a su esposo. De manera que Lynn padre y Lincoln, ahora hurgaban en las cosas más viejas de aquel cavernoso lugar.

-¿Aun no encuentran nada?- Se asomó Rita.

-No, cariño, quizá se fueron en alguna venta de garage.

La rubia terminó de subir las escaleras del ático y se acercó esquivando algunas telarañas. -No lo creo, realmente las enterré en alguna caja vieja después de que me caí en aquel baile. Déjenme ayudarles por que se ven muy lentos.

-Excelente cariño, entre más manos mejor.

-Si, mamá, además papá se entretiene a cada rato con sus casetes y esos discos enormes de plástico.

-Bueno, Lincoln, -Dijo Rita.- Esos discos de vinilo realmente no son de nosotros; son del abuelo. Nosotros usamos los CD's. Pero a quien le importa.- Finalizó riendo.

Luego de eso los tres volvieron a poner manos a la obra.

Casi de inmediato Rita se dio cuenta que su esposo no salía de su caja de sus viejos elementos musicales, e imaginó que no le había sido de mucha ayuda a Lincoln.

Sonrió. Por cosas como esas era que lo amaba.

Pasado un rato, el trío estaba en silencio, cada uno ensimismado en los recuerdos almacenados que les había tocado revisar.

Lincoln tenía una sonrisa traviesa. Había encontrado en una caja lo que parecían ser viejas cartas de amor de sus padres.

Corazones de cartón, tarjetas musicales que ya no sonaban, carpetas manilas completamente decoradas con dibujos y recortes de revistas e inclusive, una que otra foto.

No quiso invadir más, procedió a cerrar la caja y colocarla en su lugar, pero una vieja hoja mal doblada en la esquina le llamó poderosamente la atención. Era la única que no estaba almacenada en orden. De entrada, le pareció algo que no pertenecía a la caja, pero que se quedó allí; como aquel sobre de chicle o el pedazo de periódico que se fue entre las hojas.

Lo tomó y desdobló con cuidado, lo apisonó un poco para escurrir las arrugas. Descubrió que era una hoja con adornos dorados en las esquinas que le deban un aspecto muy elegante.

Del otro lado del cuarto, Lynn seguía revisando los discos de vinil del abuelo mientras Rita movía vieja ropa de un baúl.

Entre la ropa que Rita sacaba, de pronto y sin querer, levantó un viejo baby doll negro que había usado hacía muchos años para impactar a Lynn después de un concierto al que habían asistido.

Asustada de que Lincoln pudiera verlo lo regresó con rapidez al baúl y volteó a ver a su pequeño.

Para su suerte, Lincoln estaba entretenido leyendo una vieja hoja arrugada; así que colocó algunas batas sobre la erótica prenda y suspiró aliviada.

Queriendo disimular la pena que le había caído de pronto por el hecho y la prenda (que sabía que no debería ya que es algo normal, pero no podía evitarlo) se dirigió a él.

-¿Qué lees con tanto interés, Lincoln?

El chico se sobresalto y bajó la hoja.

-Na-nada, una...vieja carta, pero...-

-Oh, si, tu padre era muy romántico, aun lo es. Me envió siempre cartas muy hermosas. ¿Verdad, cariño?- dijo mientras le quitaba la hoja a su hijo dispuesta a leer un poco y hacerle pasar un momento bochornoso a su pequeño.

Lynn por fin sacó la cabeza de la caja de sus cosas de música y volteó a ver a su esposa e hijo.

-Desde luego, conquisté a tu madre con toda la fuerza del amor y las letras.- Dijo sonriendo; sin embargo, se le fue la sonrisa tan rápido como apareció.

Rita leía una carta. 

El problema no era la hoja...era el borde...

-Rita...espera, cariño...-

-No recuerdo esta carta, Lynn.- Dijo la mujer confundida.

-Rita...- Dijo Lynn poniéndose de pie y caminando con prisa hacía su esposa quien, sin dejar de leer, se movió con rapidez hacía el fondo del ático escapando de su esposo, con el rostro cada vez más serio.

-¡Rita, espera!

La mujer por fin se detuvo. Volteó a ver a su esposo con los ojos muy abiertos y una cara de completa incredulidad.

Lincoln también había leído la carta e igual se encontraba confundido. ¿Qué significaba todo eso?


***

"Lynn Loud:

Seré breve. Para cuando leas esto sé que estarás a tan solo días de tu boda. Esa que no me tocó a mí por cosas del destino. Destino al que yo llamo "distancia", pues eso fue por lo que ella me ganó si quieres sinceridad.

Sabes que nuestro verdadero final era estar juntos, como lo prometimos en la Torre de Londres, ¿recuerdas? Cuando nos escabullimos a la habitación de un antiguo rey y dejamos su cama echa un desastre. 

Nos prohibieron la entrada para siempre.

Bella historia imposible de borrar.

Ahora te pierdo por distancia, Lynn. Lo acepto.

Pero hay mas tiempo que vida y quiero que sepas que siempre estaré aquí. Siempre tendremos un lugar conmigo porque nos pertenecemos en alma, como me dijiste ayer en lo que será nuestra última conversación en mucho tiempo.

Volveremos a ser libres, Lynn, amor mío. Solo es cuestión de esperar.

Y así, lo esperaré siempre.

Te amo como nadie nunca lo hará jamás.

Atentamente

Lourdes Limantour

Tu siempre, Lori

***

-Lincoln, ve abajo con tus hermanas, por favor.

La voz de su madre había sonado en calma, pausada, casi inofensiva si no fuera porque no le quitaba la vista a su padre.

Era una mirada fría, seria, pétrea de un rostro rubio inamovible.

Lynn, por su parte, se llevó una mano al rostro comenzando a darse un masaje en la frente y en las sienes, como cuando no alcanza para las cuentas o alguien de la casa se mete en un problema fuerte.

-¿Me escuchaste, Lincoln?

-Si, te escuché, mamá.- Dijo el albino con tristeza y se retiró sin más, pensando en cómo un día alegre estaba a nada de irse por la basura.

Sentía, también, un extraño temor cercano a la culpa. Bajó con lentitud los escalones hasta llegar al piso.

Rita, luego de asegurarse de que su hijo había bajado, respiró fuertemente.

-¿Qué es esto, Lynn?- Dijo agitando la carta.

-Es eso exactamente, Rita, una carta de una exnovia que no tengo idea de cómo sigue aquí.

-Según la fecha y lo que dice, esto fue a días de nuestra boda. Días. Tenías contacto con una mujer que fue tu pareja, a días de nuestra boda.

-Estaba cerrando ciclos. Esa carta no debería estar aquí, se supone que la tiré. Rita, esto es algo muy del pasado.

-Lynn, me contaste siempre de tus ex's, yo también lo hice, se supone que siempre hablamos con libertad de ello. Dime, ¿por qué no conocía a esta mujer que a días de nuestra boda le dijiste que se pertenecían en alma?

-Eso no...-

-¡Aquí lo dice textual, Lynn!- Rita comenzó a llorar, pero su rostro seguía firme a pesar de que sentía un nudo tan fuerte en la garganta que creía le lastimaba.

-Tú...tú sabes como soy, Rita...cuando hablé con ella le rompí el corazón porque le dije que te amaba a ti por sobre todas las cosas, lo que es verdad y lo sabes. En ese momento dije cosas sin pensar para tranquilizarla...

-Sin pensar...- Rita volvió a inhalar con fuerza, no sabía ni que sentir.

-Bien...esta bien, si sé como eres. Es más, lo entiendo. Hasta allí, te creo. - Rita se acercó a él y le pegó un fuerte empujón. -Pero explícame...- exclamó con una voz que le costaba dejar salir por su garganta cerrada- De verdad, explícame, ¿Cómo te atreviste? ¡¿Cómo pudiste?!- Le pegó un fuerte golpe en el pecho. Lynn aguantó y desvió la mirada.

-Le pusiste Lori a nuestra primera hija. Porque fue tu idea, ¿te acuerdas?, yo te había propuesto ponerle mi nombre...y preferiste ponerle, así, como le decías a esa en la carta, a "tú siempre, Lori".

Eso, Lynn...¿Eso que significa? Explícame, por favor, porque no lo entiendo...¡¿Qué significa, Lynn?!-

-El nombre de Lori siempre me gustó, no tiene nada que ver con esa persona.- Dejó salir Lynn de manera monótona mientras miraba a su esposa de manera fría.

Rita miró al hombre que amaba, luego se soltó a llorar llevándose las manos al rostro.

Bajó las escaleras del ático con rapidez, luego bajó a la sala donde, sin detenerse ante las miradas sorprendidas de algunos de sus hijos, se dirigió a su habitación cerrando la puerta tras de sí.

Se sentó en su cama llorando por un sentimiento muy raro, algo que no podía nombrar, pero que le dolía demasiado.

No pasó mucho tiempo antes que alguien tocara la puerta.

-Mamá, ¿estas bien?- Se escuchó.

La voz de Lori la hizo detener el llanto un momento, con la respiración agitada se puso de pie y le abrió la puerta haciéndola pasar y cerrándola de nuevo.

Entonces abrazó a su hija mayor con fuerza y se dejó llorar en ella.

-Mamá...por dios dime que tienes.- Dijo Lori quien ya estaba apunto de llorar también de solo ver a su madre.

Rita se separó con la respiración agitada y le dijo que no era nada, cosas de pareja que se iban a solucionar.

-Los he visto discutir antes y nunca te he visto así. Dime por favor que tienes, mamá.- Dijo la joven rubia quien ya también sollozaba asustada.

Su madre la miró, le acarició el rostro. Su hija era tan hermosa. Su hermosa niña, Lori...

Frunció los labios.

-Serás perro, Lynn....Pensó.

-No, no, no llores, no llores, mi amor. -Le dijo y luego le dio un dulce beso en la frente.- Te lo voy a decir, bien, pero prométeme que lo vas a tomar como la joven adulta que ya eres.- Le dijo sonriendo levemente.

-Si, mamita, te lo prometo, dime ¿Qué pasó?.-

Y ambas mujeres se sentaron al borde de la cama.

****

Aun en el ático, Lynn, padre de once, no podía creer su mala suerte.

Caminaba de un lado a otro pensando que se había desecho de esa carta hacía años. Muchos años. Tantos que ya no recordaba de qué manera lo había hecho.

¡Maldita sea! -pensó mientras se volvía a tallar el rostro con fuerza. Tantos años de matrimonio bien llevados, ocultando esa situación sin problemas y, a sabiendas que podía haber pasado toda una vida sin que ese polvo se removiera; la vida se volvía de pronto una perra.

Y hacía lo que quisiera con uno de la forma más inverosímil.

Como pudo pasar esto, ¡maldita sea!

Luego, escuchó algo de alboroto abajo y, antes de que algo mas pasara, sacó su celular y con velocidad envió un mensaje.

Luego, bloqueó un número.

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Tendrá un segundo capítulo y listo.

Saludos a todos y gracias por leer.

Gendo.

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