Ritos con unción infanto adolescente
Con mi familia nos habíamos trasladado a la ciudad de Río Cuarto, provincia de Córdoba. Al momento de escribir esto, vivo en la ciudad Capital con mi mujer e hijos, a los que no hago partícipes de esto, especie de "À la recherche du temps perdu". Es que como decía C, a las tribulaciones se las vive con pudor.
El primer cuaderno tenía una de exposición de fines y motivos que se puede englobar en la pregunta: "¿cuál fue el camino que C transitó para cometer o con mejor decir, tener la predisposición para realizar un asesinato de características terribles?". C no alcanzó a dar la respuesta pues su último cartapacio estaba por la mitad y se detenía justo antes del asesinato, su relato o recuerdos para buscar la solución a su dilema, terminaban mientras acontecía la fiesta que se daba para agasajar a los cazadores, que por una semana anduvieron en las alturas del Campo del Cazador, en los 4.000/5.000m del Aconquija, expedición de la que formó parte C. Estaba todo lo que pasó en la fiesta y los próximos hechos no escritos ni analizados, se ubicarían a continuación y bajo este sugestivo título, "Acto de Fe", pero no nos adelantemos.
Manifesté que todos los años concurro a las festividades de la Virgen del Valle de Catamarca (hay una Virgen del Valle en la Isla Margarita, Venezuela, pero nada tiene que ver con la forma que la Virgen Morena se manifestó en esta provincia del noroeste argentino), festividades que son en abril y noviembre de cada año. Mientras no tuve la edad suficiente lo hice con mis padres y mis hermanos, luego lo hice con ellos cuando pude y la mayoría de las veces solo o con mi esposa e hijos.
Así que por varios años lo vi a C, manteníamos la lejanía que daba su indiferencia y mi marcada tirria hacia él. Sin embargo era un sujeto distinto el que yo con hostilidad observaba por esos años; entre los nueve y los diecisiete. Cumplía funciones de monaguillo!!!!!!! y no solo eso. Hasta el año 1.965 fecha en que se clausuró el Concilio Vaticano II, la misa era en latín y él se la sabía de memoria. Es que el monaguillo debía interactuar con el cura oficiante respondiéndole a las plegarias que entonaba en su primera parte con la fracción que completaba el salmodio.
Su voz fue siempre gruesa y fuerte, como si le quisiera hacer saber al mundo que dentro de ese cuerpo mediano y esmirriado había un titan, una voluntad de acero. Con esa voz contestaba alto y claro en un latín aprendido en el oficio ya que las escuelas no lo enseñaban; al contrario de los otros monaguillos que levantaban la voz en la primera y última palabra del latín hablando un jeringozo murmurado en el medio.
El Tamtum Ergo, dos últimas estrofas del Pange lingua, escrito por santo Tomás de Aquino, resonaba en su voz desentonada lo que poco importaba, pues la de los curas a los que acompañaba en el canto no eran la de tenores u otra voz del bel canto precisamente. Aún hoy resuenan en mis oídos.
El resonar de esa hermosa oración que ahora la escribo implorando por C.
La vida continuaba y junto con su reciente actividad terminaba sus estudios primarios y avanzaba por los del secundario. Es cierto que esos años no pasaron desapercibidos para nadie que estuviera cerca de C. Su carisma aumentaba en manera inversamente proporcional a la empatía que despertaba en sus compañeros. Tenía la desgracia de hablar como un cosmopolita y no como unos provincianos limitados a un argot que los alejaba de la lengua cervantina. Pero ese hablar muchas veces incomprensible en el sentido de los precisos términos que usaba, era su arma más poderosa.
Lo digo sin ofender. El lenguaraz de la tribu. Al que se recurría cuando había que peticionar menos amonestaciones para uno, la justificación para otro, etc. Eso lo llevó a la presidencia del Club estudiantil de la escuela, una especie de sindicato de alumnos y de allí a hacerle una huelga de estudiantes de toda la provincia a la ministra de educación de Catamarca, sí, así como suena, ya en los inicios del 1.970.
Su poder estudiantil se acrecentó. Era el director, editor periodista estrella junto a algunos de sus compinches de la revista de la escuela. Por las suyas había aprendido a escribir a máquina, implicó que el papel ya perforado con la máquina de escribir para dejar pasar la tinta del mimeógrafo, lo manejaba él teniendo el corte final de lo que se escribía y la firma de su amigotes, a los que nunca puso en problemas.
Como frutilla al postre éste liderazgo se amplió cuando en Catamarca se inició el intercolegial de teatro para escuelas de toda la provincia. "El juez de los divorcios" de Cervantes, "Las preciosas ridículas" de Molière, "Los árboles mueren de pie" de Alejandro Casona, "El lustrador de manzanas" de Cesar Tiempo... pasaron por el arte de la compañía de teatro de la escuela, la que tuvo tanto prestigio que pronto se le pidió – exigió – que actuara fuera del torneo e incluso hiciera giras a otras provincias. Monaguillo y actor. Un C sosegado respetado pero más envidiado, ser actor galardonado con la medalla de oro al mejor actor y periodista, en la niñez adolescencia era un imán irresistible para las chicas a pesar que su figura sin ser... no era la de un galán.
Mis idas a las fiestas de la Virgen del Valle, siguieron observando a un C comprometido. Al lado de la catedral estaba una construcción levantada por la curia y los fieles para hospedar los peregrinos. C trabajaba junto a sus amadas tías en la cocina para alimentar a aquéllos. Un C pleno, que no podía sino prenunciar un cambio brusco. Ya dije tenía personalidad exploratoria. Mientras era como un templario que ayudaba a los peregrinos.
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