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Feyre:
Fue la primera vez que no tuve miedo en aquella corte, después de que se me arrancara de la cabaña de mi familia por un estúpido tratado concebido incluso antes de que yo naciera. Pero claro, entre mis opciones estaba permanecer en custodia de estos altos lords o morir.
Incluso con esa amenaza latente me encontré fuera de mi habitación, el único lugar al que podía sentirme mínimamente segura. Atraída por el sonido mas puro de paz y dulzura que habia escuchado en mi vida, la tonalidad era suave, armónica como un arrullo y entonces escuche su voz.
Como si la miel se pudiese escuchar.
Tal vez lo era, y yo como un pequeño insecto me estaba acercando hacia la enorme taza de miel que usarían para atraparme.
Pero aun asi segui moviéndome hacia aquel corredor.
Podía ser una trampa, podía encontrarme con una de esas criaturas del bosque que estaría feliz de arrancarme la piel y tomarse su tiempo para devorarme.
Pero no lo pensé, deje guiarme por la voz dulce que se filtraba en aquella habitación, tal vez solo era mi instinto en busca de seguridad, aquella paz y seguridad que la melodía de la música y aquella voz femenina me irradiaban.
Abri la puerta y la vi, no sabia que esperaba. Pero no era esto para nada.
Una chica, no mas joven que yo, sentada pulcramente ante un piano, sus dedos se movían con fluides en el instrumento, como si fuese tan fácil como lo era respirar.
Su voz se apago, dejando al aire el eco de la canción de cuna que no conocía, posiblemente solo oídas en las tierras inmortales.
La chica bajo las manos, girándose hacia mi con una sonrisa en sus labios, eran hermosa.
Posiblemente la hembra mas hermosa que habia visto, pude confundirla con una inmortal, pero ahí estaba, sus mejillas levemente sonrojadas, su cabello cayendo en risos de un rojo sangre hasta sus hombros.
Aquellos ojos azules me escrutaron compasivos.
Debía ser la razón por la que supe lo que era, y aun asi, recordaba las palabras de Tamlin, no confíes en tus sentidos, en este mundo inmortal podían engañarme, hacerme ver lo que yo deseaba para confundirme.
Y lo quería, quería que fuera real.
--¿eres humana?
La sola pregunta me quemo la garganta, ¿Cómo era posible que además de mi... otra como yo...?
La pelirroja sonrio, sus labios eran abultado y perfectos, y cuando hablo, su voz de campanita endulzo todo el lugar.
--bienvenida a la corte Primavera Feyre.—indico, mi nombre mezclándose en una cantarina melodía—seremos buenas amigas.
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