CAPITULO 37

Narra Sabina.

El ambiente de la prisión era tan frío como aquella primera vez que había venido, Azriel a mi lado aún me tomaba de la mano.

El tallador de hueso me observo con detenimiento, a mis ojos rojos del llanto y al espejo que llevaba en mi mano libre.

--lo que pediste.

Azriel a mi lado se tenso, miro al tallador y después a mi, como si intentará espabilarse

El tallador observo complacido el espejo.

--¿Cómo?

--¿Importa?

A diferencia de la última vez no se visualizaba como Amarantha, el mismísimo rey de Hybern me observaba con retinencia.

--imagino que viste algo interesante-- expreso con claro interés

--no te imaginas-- farfulle entre dientes--si esto era todo, levántate y ven, tenemos una guerra que combatir.

(...)

Azriel me llevo de vuelta al campamento de guerra, la situación se había empeorado

El pequeño resumen que pudo darme mientras regresábamos volando me había aclarado que aunque solo había pasado un día desde que me marche, muchas cosas habían sucedido.

La batalla cada vez era más brutal, Cassian estaba gravemente herido después de lanzarse a las filas para rescatar a sus hombres, pudo ser un suicidio, Azriel había llegado con el sosteniendole las tripas del estómago.

Apenas aterrizamos, Feyre y Rhysand nos esperaban en la entrada, Feyre pálidas y cansada mientras que el rostro de Rhys era de un tormento y preocupación que me helo.

--Bina...-- susurro.

Camine hacia Feyre y la abrace, no solo porque pensé en la despedida que no tuvimos ante mi decisión de marcharme sin más, sino... Porque lo necesitaba, necesitaba el abrazo de mi amiga  

--esta bien-- susurré girandome hacia Rhys-- todo estará bien.

Entre en el campamento, el montón de heridos colocados en cada esquina, tome aire sintiendo el poder expandirse hacia cada rincón, desde que había vuelto, desde que había recordado todo sabía cómo aprovechar de mejor manera el poder de la sanación, no iba a desaprovechar ese conocimiento.

--¿Dónde tienen a Cass? -- cuestione.

Atonico Rhys observaba a sus hombres levantarse, los de heridas más leves observaban sorprendidos como el dolor y las cortadas se suturaban sin esfuerzo.

Nesta quien había caminado hacia nosotros con la mirada ida me tomo de la mano, apurada me llevo hacia una de las carpas.

La preocupación le pintaba el rostro.

--¿Cuantas espadas te atravesaron? -- mire entumecida como intentaban tratar la herida colosal en su pecho.

Cass apenas consiente sonrió.

--el otro quedó peor.

-- ya lo creo-- camine hacia el de mal humor-- cuando te cure, te daré una paliza.

Cass ladeó la mirada divertido.

--¿No puedes simplemente abrazarme y alegrarte de que siga vivo?

--esperas mucho de mi, idiota-- coloque los manos sobre su pecho, la sanadora se hizo a un lado.

Su risa se convirtió en una tos, Azriel y Rhys se mantuvieron en la carpa mientras le curaba, cuando finalice y ya la herida estaba cerrada Cassian se había quedado dormido.

Suspiré, no podía pasar un solo día sin que alguno este a punto de morir.

--dejenlo descansar-- les indique, Nesta estaba en el marco de la entrada, pendiente a cada una de las respiraciones del macho a mis espaldas-- si quiere mañana lanzarse a la batalla sin haberse permitido sanar, tomad si es necesario cadenas y esposenlo a un árbol.

Esa herida había Sido brutal y no solo por el tajo de lado a lado sino por el arma que se le había ocasionado, la magia emanaba de sus tejidos.

--gracias...-- murmuró Rhys con los ojos brillantes

Le sonreí ligeramente.

--no voy a darle la espalda a mi familia.

Por qué si, eso era lo que eran, había encontrado mi familia en esta corte de desadaptados.

Lo ojos de Azriel brillaron ante la afirmación.

--¿Cuánto nos queda antes de que Hybern llegue hasta nosotros?

Cuánto tardarían en movilizar sus ejércitos hacia la masacre...

--dos días

Asentí sintiendo la tensión subirme por la garganta...

Dos días... Tendríamos que acabar con esto en dos días... Se decidiría que pasaría, si sobreviviriamos o solo habrá cenizas.

Asentí, intentando que no visualizara la preocupación que me pintaba la cara.

--Bina...-- Feyre esperaba fuera de la carpa.

--tu no te salvas-- la apunte de forma acusadora--¿Cómo es eso de que entraste a la cabaña de la tejedora otra vez?

Hizo una mueca.

-le ofrecí a Ianthe para que cenará.

Hice todo mi esfuerzo para no sonreír.

--creeme que pensar en Ianthe siendo devorada me hace la existencia pero... Eso no quita que estuviste en peligro y que no contenta con eso te infiltraste en los campamentos de hybern-- me cruce de hombros--¿Estás loca?

Se mordió el labio intentando evadir mi mirada

--de eso te quería hablar, ¿Vienes?

Observe a Azriel que simplemente asintió y camino hacia la carpa donde estaba Cass, camine hacia ella y le permitió guiarme hacia una esquina del campamento.

El secretismo me ponía nerviosa.

--¿Que ocurre?

Feyre tomo aire, como si lo que estaba a punto de decir fuese demasiado malo.

--vi a Tamlin en el campamento de Hybern.

Mi corazón nuevamente me traicionó, un dolor punzante me hizo apartarme de los recuerdos buenos de la corte primavera.

-- está con el enemigo entonces.-- solté con acidez.

Feyre para mi consternación nego.

-- es un espía, le pasó a aHelion la información necesaria-- expreso, la mire detenidamente-- me ayudó a escapar.

Solté aire.

--no se que tiene que ver Tamlin en esto-- ya había cortado ese lazo hacia unas semanas, en la cumbre de reunión de los lords

-- mucho-- se sacó el collar que hasta ahora me había fijado que traía

El dije, ese era el especial, parecía un contenedor pequeño de vidrio con una sustancia que brillaba como galaxia.

Era... Hermosa y aterradora.

--el y Jurian le sacaron información al rey, creen... -- me miró con lentitud, como si esperara que lo que estaba a punto de decir me derrumbara-- creen que si bebes agua del caldero puedes pelear por lo que es tuyo, por aquello que el caldero te quito hace tanto.

Las palabras cayeron con potencia en mi interior.

--eso es imposible-- susurre.

Feyre coloco el dije entre mis manos, la preocupación pintando su rostro.

--es peligroso, si el caldero es más fuerte... No sabemos que puede hacerte pero... Tu también eres fuerte.-- explico con lentitud dándome el panorama completo-- ya una vez se le arrebato algo al caldero en contra de su voluntad.

Nesta...

Cerré entre mis dedos sintiendo el tacto frío del cristal, no sabía que pretendía Tamlin dándome esto, dando la molestia de averiguar esto... De darme una oportunidad.

--una vez lo desafíe...-- murmuré con la mirada perdida, recordado el grito de dolor desgarrador de mi pareja, jamás podría sacarme de la mente ese sonido-- no termino bien.

(...)

Era media noche cuando entre en la carpa que compartia con Azriel, había ido de sitio en sitio ayudando a los sanadores en los casos más preocupantes, el 80 porciento de los soldados heridos podrían combatir mañana mismo si se lo proponían.

Rhys me dió las gracias otras tres veces en las que Mor y Feyre lo alejara para que me diera mi espacio para trabajar, pero más que nada me había quedado trabajando hasta esa hora para no pensar, para mantenerme ocupada.

No quería pensar en las motivaciones de Tamlin, de Jurian lo entendía, nunca fuimos enemigos... Había Sido un amigo fiel hasta el final que sacrificó incluso tanto como yo en aquella guerra.

Pero Tamlin... No lo entendía.

Y no quería entenderlo.

Camine hacia la cama, dónde el cantor de sombras dormitaba sin camisa, solo di un paso hacia adelante para que se pusiera alerta, cuestión de segundos para que desenfundara su daga y se lanzara hacia mi.

Imaginaba que la tensión de la guerra lo ponía alerta a cada movimiento sea aliado o enemigo.

Mire la daga, el que dice la verdad en mi cuello, alce una ceja.

--siento un dejavu curioso-- Az bajo la daga

--me es extraño que recuerdes todo...

--¿Que pueda compartir contigo lo que hemos vivido?

Auch, si dolía.

Nego ligeramente.

Lo seguí hacia la cama, mirando con detenimiento la daga.

¿Acaso era...?

--si es la misma daga-- sonrió ligeramente dándole la vuelta donde estaban las palabras escritas-- nuestro primer encuentro fue... Extraño.

--casi me rebanas el cuello-- apunte.

El nego aún sonriendo, me encantaba verlo así, tan fresco, como si el hecho de recordar, de hablar de esta manera de un recuerdo precioso para el lo llensra de paz. 

¿Cuántos recuerdos habia contenido para darme mi espacio? Me dolía el corazón solo de pensarlo.

--al día siguiente elegí colocarle este grabado.

--"el que dice la verdad"-- susurré intentando encontrarle sentido.

--mi verdad inicio ese dia-- se giro hacia mi -- jamás nada fue más claro.

Levanté mi mano hacia su mejilla acariciando su rostros con ternura. 

El brillo en sus ojos parecía tragarme por completo, estaba tan tentada en perderme en sus labios.

--cumpliste tu promesa-- susurre-- me diste un maldito piano.

Casi me rei ante la ironía de ellos, quinientos años después había cumplido con ello, su regalo de apareamiento.

Llevo su mano hacia mis dedos acariciandolos.

--esta a preparado para sufrir de dolor de oído pero me sorprendiste... -- añadió con gracia.

Rei ligeramente negando ante su descaro.

--en dos días eso puede ya no importar-- murmuré.

Podíamos tener los días contados, todos nosotros.

Menos yo.

Tomo ambas de mis manos, la textura de sus manos fueron familiares y acogedoras.

Beso mis nudillos con dulzura, lentamente.

--habra valido cada momento, cada segundo a tu lado fue más de lo que pude desear.

Me acerque a el, bese sus labios con lentitud, un tacto dulce y doloroso.

El no se movió, sintió cada una de mis emociones, mi miedo y confusión.

Cuando me aparte me miró preocupado, casi en una pregunta.

Pero yo ya había tomado una decisión, yo sabía lo que quería.

--hay una manera... Puedo romper el ciclo-- aún no estaba segura pero... Era una posibilidad, Az se tenso ante mis palabras-- hay una manera...

El nego inmediatamente, porque sabía... Lo había notado, ese pero no dicho.

--Bina...

--puedo hacerlo-- saque mi collar, dónde la pequeña pieza de agua del caldero descansaba -- puedo pelear contra el caldero y ganar.

--¿Es eso lo que quieres? Ya luchaste una vez con esa maldita cosa y...

Me maldijo, acabo conmigo y con quién más amaba.

--en aquella ocasión había aceptado mi muerte, pensé que era la única manera de ganar esa maldita guerra. Yo dejé que ganara-- le aclare, mi mirada firme -- y ahora que tengo la oportunidad de luchar, de luchar por ti...

--Bina...

Las sobras a su alrededor estaban inquietas.

--me habría conformado con esto, porque solo tenerte en un momento fugaz... Cualquier cosa contigo es como un sueño, pero si tenemos la posibilidad de estar juntos sin tener que sufrir una y otra vez la ruptura... Que tengas que verme morir una y otra vez.

No podía volver a escuchar su llanto, no era lo suficiente fuerte como para permitir que sufriera de esa manera, no por mi

Lo mire a los ojos, intentando demostrar todo aquello que deseaba y que sabía que el igual, una larga vida juntos en velarys, trabajar en la corte noche, pasar los festivos y demás días con nuestros amigos, y tal vez en algún momento crear nuestra propia familia.

-- por ti, por mi... Por nosotros--abri el pequeño frasco-- lucharé por eso Az, no pienso perder.

No iba a renunciar a el, nunca.

Me miró a los ojos, entendiendo lo que estaba en juego, lo que para ambos significaría, no dejaria ir aquello sin pelear.

--te amo-- le asegure-- y ese maldito caldero puede hacerme morir mil y una vez y siempre, en cada ocasión sin importar lo que sea... Mi corazón te pertenecerá a ti, mi ser completo siempre será tuyo.

Levanté el recipiente hasta mis labios, me detuvo de inmediato, iba a protestar cuando lo ví.

Azriel tomo el frasco y lo llevo a su boca, sorprendida observe como el líquido dejaba el recipiente.

Casi protesto cuando sus labios llegaron a los mios, su boca en sincronía con la mía me derritió, sentí el líquido llenarme poco después, permitió que pasara, que bajara por mi garganta mientras me agarraba a el, me perdí en su beso mientras el caldero rugia a muchos kilómetros.

Retrocedio apenas un poco para decir contra mis labios.

--vuelve mi amor y te prometo que cada día de nuestra eternidad será digna de tu música.

Un par de lágrimas cayeron por mis mejillas, intenté abrir los labios para contestarle, para decirle que así sería, que era lo que más deseaba pero ya no podía.

Un rugido estalló, mi cuerpo en llamas me traicionó

Me perdí en la nada.

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