CAPITULO 35

Narra Clythia.

Observé con desenfado la discusión para nada madura que tenían estos dos.

--te digo, que si fuese por lo menos más decente te diría su majestad-- le pincho Jurian

Dione se inclino hacia adelante cruzandose de brazos, su vestuario, una túnica suelta y pantalones era de gran escándalo para una señorita como ella.

--el que me vista cómodamente no me hace menos dama-- farfullo ella con indignación -- Clythia usa armadura.

--Clythia, es una guerrera,educada para la batalla -- expreso el con obviedad.

Rodee los ojos fastidiada, estos dos se la pasaban en estás, un día en que no discutieran era una extrañeza.

--Clythia es una dama-- expreso Dione colocándose a mi lado, sus rizos rubios se iluminaban con el amanecer matutino.

--una dama capaz de cortarte ese lindo cuello-- guiño safandose de nosotras.

Casi sonreí, los últimos meses en el campamento de guerra a pesar de la lucha había sido placenteros para mí, y para mí desgracia también me habían cambiado.

Los humanos ya no parecían desagradables, había empezado a luchar con ellos codo a codo, y empecé a ver la realidad por fuera de Hybern.

Jurian y Dione parecían ser mis... Amigos.
Algo extraño y lejos de ser costumbre en Hybern.

Jurian sabía que algo había cambiado, pero no lo decía directamente, había dejado de frecuentar su cama y todas mis energías se habían dirigido en la guerra, en ganarla, en acabar con lo que alguna vez me fue preciado.

Pero era lo correcto.

Dentro de mi lo sabía.

--estas pensativa-- me gire sobresaltada había Dione.

La reina humana había sido la razón principal por la que había cambiado de parecer, revelandome a los deseos del rey.

--no es nada.

--¿Aún pensando en el caldero?-- sonrió al ver lo tensa que el tema me colocaba.

Mire alrededor alterada.

--es solo una leyenda-- había desistido de buscarlo, después de decidir que traicionaria Hybern.

--si es una leyenda, ¿Porque las reinas humanas tenemos el libro?-- sonrió ante mi interés-- Hay cosas... Que no se que tan buena idea sea que salgan a la luz.

La mire directamente...

Tal vez tuviese razón.

Habían cosas inexplicables, en un mundo de magia nada dejaba de sorprenderte, inconscientemente me gire hacia un costado, a la carpa de espionaje.

--y ahí vas otra vez-- ronroneo Dione.

--¿Eh?

La chica de cabellos dorados lanzo una mirada hacia la carpa.

--¿Que hay entre el cantor de sombras y tú? 

El calor subió por mis mejillas.

Era complicado, ante los ojos de los demás Azriel y yo solo éramos compañeros, como espía la información que nos traía cada cierto tiempo era sustancial.

Pero había algo más que eso, todas las noches antes de la batalla, cuando los humanos bailaban ante la fogata, Azriel me acompañaba a disfrutar de la música.

Era extraño, como el corazón me martillaba con fuerza añorando ese momento de la noche

-- no hay nada ahi-- menti de forma descarada aún mirando hacia la carpa.

(...)

La batalla siempre era brutal, la sangre, la desesperación, el dolor, los soldados caídos.

Exhausta observé a mi batallón hacerse espacio hacia la llanura, lentamente el ejército de Hybern retrocedió.

Jurian estaba al otro lado del puente, emergiendo un batallón a sus espaldas para ganar terreno.

Cansada, deje caer la espada bañada de sangre, Hybern había empezado a usar destructor de sangre y varias de mis heridas juntos con las del batallón habían dejado de curarse.

Tal vez había sido el cansancio, las horas de pelea que evitarán que notará al guerrero de Hybern que se me abalanzó.

Pude haberlo esquivado pero... Tras mío un barranco sin fondo se extendía. 

--¡La traición se paga con sangre!

Su grito apenas y llegó, sentí el viento rozar mi espalda.

Cerré los ojos, lista para el impacto.

Y entonces lo sentí, envolviendo me entre sus brazos.

¿Alas?

(...)
No sabía que esperar realmente, cuando a pleno atardecer mis ojos lentamente se abrieron deje caer un gruñido, me dolía la cadera y una pierna, pero no parecía grave, era algo de lo que fácilmente podría sobrevivir.

No era normal esas pocas heridas para una caída tan brutal.

Y entonces lo ví, justo bajo mi cuerpo, amortiguando mi caída.

El cantor de sombras aún con los ojos cerrados.

Mierda, mierda, mierda.

Coloque mi rostro en su pecho tranquilizandome al escuchar su corazón, estaba vivo, débil pero vivo.

Sus alas extendidas a cada costado.

Azriel era fuerte, pudo haberme levantado y evitado la caída fácilmente, entonces porque...

Entendi de inmediato, la sangre escurría en una herida a su costado.

--insensato-- susurré.

Desgarre parte de mi túnica para intentar un vendaje.

Cuando precione solto un gruñido gutural.

Sus hermosos ojos avellana alerta miraron alredor intentando evaluar su situación.

Apretó los dientes cuando ajuste el vendaje.

--debiste dejarme caer...-- lo mire acusadora.

Nego en una mueca de dolor.

--nunca-- expreso entre dientes luchando con un grito.

--debemos ocultarnos-- mire a mi alrededor buscando alternativas, cruzando la cascada se encontraba una cueva.-- si los soldados de Hybern nos encuentran...

El asintió, la situación era crítica.

--sostente de mi-- le ayude a levantarse, yo había sufrido golpes a comparación de el. 

Posiblemente una de sus piernas estuviera rota ya que con cada paso el dolor reflejado en su rostro habitualmente inofensivo me lo indicaba.

--si estabas herido...-- mascuye cuando nos instalamos en la cueva--...¿Porque viniste por mi? Pudiste haber muerto.

Recostado en el musgo, me miró levemente.

--te ví caer--susurro débilmente-- pensé que...--nego.

--fue un soldado de Hybern, me grito traidora.-- casi me rei, pero era cierto, era una traidora.

Aquella mentira que había generado el rey ahora era la realidad.

Traicionare a Hybern, jamás entregaré el caldero... Ganaré la guerra por el bando que crea...

--debe ser duro, que tus compañeros ahora intenten matarte.

Evite su mirada, recostada contra la pared de la cueva, el frío de la noche empezaba a colarse.

--en Hybern no existen los compañeros... Solo soldados.

No dijo nada, sigui recostado respirando con calma, intentando calmar su estado.

Y yo más que nadie sabía que no estaba bien, incluso cuando la noche empezó a caer eh intentaba fingir que no se moría de frío lo supe.

Si Az no pasaba la noche para que en la mañana cuando el destructor de la sangre saliera de mi sistema y pudiese curarlo... Posiblemente no sobreviviera.

--¿Clythia?

Incluso su voz era un débil susurro para ese entonces.

Me acurruque a su lado, envolviendo lo con mis brazos, estaba helado.

--calor corporal, con esas heridas no pasarás la noche-- lo abrace con fuerza-- duerme un poco.

--no puedo dormir...

Solté un suspiro, claro que no podía, debía de estar sufriendo terrible y solo por mi maldito descuido.

--¿Que puedo hacer para que logres descansar...?

No esperaba que me respondiera, pero lo hizo.

--cantame.

Temblé ante el tacto de su mano con mi hombro desnudo.

--no me se ninguna canción-- añadi.

Nego, su barbilla movió mi cabello con el movimiento.

--esa nana que siempre murmuras cuando estás sola...-- expreso con lentitud-- es dulce pero melancólico.

Entreabri los labios.

--¿Cómo sabes de esa canción?

Era un dulce recuerdo, una nana que mi madre me cantaba al dormir antes de que muriera y se me impusiera la orden de entrenarme.

--te observo...-- añadio con lentitud.

Era un espía realmente bueno, debía de estar al pendiente de pequeños detalles

Entre ellos esa canción

Tome aire.

--si canto para ti, ¿Podrás descansar?

No lo veía pero podría estar segura de que sonreía

--puede ser.

Casi bufe, pero se lo debía, por poner mi vida por encima de la suya, el haberme salvado sin siquiera pensarlo, el como se había lanzado a por mi a pesar de sus heridas.

Deje que las melodías surgieran, en tenues susurros tranquilizadores para que durmiera.

Pero aún así, sentí su firme mano bajar por mi hombro, en una caricia apenas notable, pero la sentía... Como si lava ardiente recorriera por cada paso que sus dedos dejaban en mi piel.

Intenté seguir, susurrando la Nana con dulzura, pero sus manos inquietas siguieron el movimiento.

El calor empezaba a llenar mis venas, y entonces cuando casa caricia parecía ser mi perdición me levanté de golpe mirándolo a los ojos.

Me contuve.

El reflejo de su mirada era de adoración absoluta, no por algo físico sino por la melodía que acababa de interpretar.

Expuesta y absorta ante ello.

Jamás nadie me había mirado de esa manera.

--d-dijiste que descansarias-- tartamudee, algo impropio de mi.

Una mano se levantó había mi, su mano cicatrizada acaricio mi mejilla con lentitud, moviendo los mechones rojizos rebeldes que salían de la trenza.

--tu me haces sentir despierto-- y entonces baje el rostro.

Fue una estupidez, lo sabía, sabía que tenía responsabilidades, que había elegido mi camino y debía anteponer michas cosas por encima de mi querer.

Pero solo por esta noche pensé en mi, en lo que quería....

Me incline y bese al cantor de sombras.

Y no me arrepentí de ello.

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