CAPITULO 34

Narra Sabina

El campamento Ilyrio estaba en un silencio atronador, la sensación de la guerra alcanzandolos ponía pensativo incluso a los guerreros más salvajes.

La tensión se sentía en el ambiente pero nadie era capaz de romperlo, por nuestro propio bien era mejor así.

Incluso entre la carpa que compartía con Azriel, ahora era al revés, estaba sentada en el pequeño colchón con Az recostado en mis piernas, acariciaba ligeramente su camello mientras tarareaba aquella nana que tanto me gustaba.

Una tenue sonrisa decoraba su rostro, aún con los ojos cerrados disfrutando de mi contacto.

--¿Que pasa?-- susurré.

Un hoyuelo apareció en su mejilla.

--la música, siempre te ha gustado tanto.

Era una afirmación.

--bueno, me educaron junto a los instrumentos...

Nego levantándose al fin, sus ojos impactaron con los míos cuando al fin quedó a la par.

--no, no es solo eso-- su mano llegó a mi mejilla, cerré los ojos al sentir su tacto-- tu sola esencia es melodía...

Aquel brillo en su mirada me sonrojo, como si estuviese mirando atraves de mi... Decifrandome 

--¿Y eso te gusta? -- sonreí ligeramente.

--cada parte de ti parece estar diseñada para gustarme -- se inclino hacia adelante a pocos centímetros de mis labios-- mi corazón se mueve al son de tu melodía.

Me incline hacia el cerrando el espacio que había entre ambos, porque sabía, entendía que no había nada más, no había nadie más con quién pudiese sentirme más completa que con el, porque lo amaba, porque era aquel pedazo de mi alma que sentía que me faltaba que aunque no lo sabía, estaba buscando.

Sentí su peso sobre mi mientras sus labios devoraban los míos, me deje caer en la cama presionando me contra el, entregando no solo mi cuerpo, mi alma mi ser... Mi corazón.

Todos ellos eran suyos, sabía que los resguardaria como un tesoro.

Así que en la mañana cuando aún dormía y me escabulli de la cama, lo mire por ultima vez

A aquel hombre que me había esperado por quinientos años y aún así no había renunciado a mi.

Le dejaba mi corazón... Mi melodía.

--en otra vida, ¿Verdad?...-- susurré antes de dar media vuelta y no mirar atrás.

(...)

No contaba con la magia fae así que el trayecto a caballo había sido horrible, contaba con poco tiempo antes de que Az se levantará, que notará mi ausencia y lo que pretendía hacer.

Pero para ese entonces ya estaría hecho.

Entre en la habitación con lentitud fijandome en la sabana que tapaba aquel espejo.

El ouroboros.

Saque la tela de un tiron. 

Estaba preparada para ello, debía resistir a mi pasado y reclamar el espejo...

Solo así habría posibilidad de ganar está guerra.

Tome aire y lentamente di un paso hacia adelante.

Y entonces ví mi reflejo.

(...)

Narrador omnisciente.

Las primeras imágenes fueron leves, su niñez en Hybern, su padre y hermana, su entrenamiento como soldado, las palizas ganadas por el hombre que decía haberle dado la vida.

No se detuvo en ningún momento, dejo fluir toda la información que pudo solo deteniéndose en ciertos hechos... Los hechos que la condenaron.

La habitación de piedra estaba casi a oscuras, el castillo de Hybern.

Y a su lado... El rey sonreía con clara maldad.

Le dió una misión, solo una.

Infiltrarse en tierras humanas, seducir a su comandante y de esa forma encontrar el caldero.

Todo por el fin de ganar esa guerra.

(...)

Narra Clythia.

"Tachate como traidora, no me interesa, si me traes el caldero... Todo lo que pidas de este reino será tuyo".

Con esas palabras en mente puse mi plan en marcha.

Deje mi ejército, y me coloque en una posición vulnerable.

Me deje capturar, y entonces entre los muchos interrogatorios apareció quien demande con tanto ímpetu.

El comandante humano camino hacia mi con la mirada fiera, frío como el hielo, sin ninguna expresión visible.

Me visualizo de arriba abajo, debía tener un aspecto terrible, golpeada y amordazada.

--el angel de la muerte en nuestras garras-- murmuró Jurian acercándose como un lobo-- demandaste mi presencia, ahora habla o muere, no tenemos tiempo para tus caprichos.

Claro, me habían mantenido viva hasta entonces, estaban desesperados.

Evite lo que pude la sonrisa, debía actuar. 

--Vine por voluntad-- gruñi.

Sonrió de lado, aquella sonrisa aterradora que hacen los hombres cuando saben que van a darse un festín.

--¿Pretendes que te demos asilo? ¿A ti?

--deje Hybern-- exprese de inmediato--puede que no quieres creerme pero así es, dejame colaborar con vosotros...

De un fuerte estruendo dejó caer la silla a mi lado, le sostuve la mirada fiera, ni un deje asustada por su agresividad.

Era una comandante fae, un humano no me asusta aun si estaba atada y amordazada.

Mi orgullo no me lo permita.

--¿Creerle a la asesina que acabo con más de mis soldados que puedo contar? ¿Es tu manera de pedir piedad?

Le sostuve la mirada, tenaz.

--cree lo que quieras, es tu decisión escuchar o no lo que tengo que decir.

Y entonces solté todo, datos cruciales de los puestos de ataque de Hybern, los puestos de bando y los horarios esenciales.

Jurian me escucho, cada una de mis palabras.

Cuando termine no dijo nada, simplemente me miró gruño por lo bajo y se fue.

Casi sonreí por su actitud, sería todo un reto.

(...)

No me permitieron beber ni comer nada, permanecí atada hasta dentro de tres días, cuando Jurian con la mirada ida ordenó a los que me custodiaban que me soltaran. 

Cuando mi débil cuerpo casi cae contra el suelo sus manos me detuvieron, sus frías palabras se colocaron en mi como hielo.

--no se a que estás jugando, pero si con ello puedo usarte en contra de Hybern lo haré-- levanté la mirada cohibida hacia el, sus ojos llamaron, volvió su vista de nuevo a mis guardias-- apartir de hoy, está bajo mi vigilancia.

Y ahora fui yo la que sonrió.

Un reto muy interesante tenía al frente.

(...)

Tarde en ganarme su confianza, Jurian era demasiado estricto con lo que hacía y los secretos, sabía que no me contaría todo solo por acostarme con el.

Así que intente algo más profundo.

Aún con nuestro mal inicio habíamos empezado una... Digamos amistad.

Pero debía actuar, debía mostrarme enamorada capaz de lo que sea por el, de jamas traicionarlo para que confiara en mi.

Primero con las miradas de adoración, las risitas sin sentido, la actitud de una dama que empieza a caer enamorada poco a poco, debía hacerlo creíble.

Y Jurian como el comandante que es no lo dejaría pasar, lo tomaría a su favor y me usaria... Sin saber en realidad que era yo quien lo usaba a el.

Pero habían más complicaciones.

Observé desde lo alto del balcón a la sala de comando al campamento, había algo diferente este día, lo sentía en la piel, en cada parte de mi.

La legión de Ilyrios de la corte noche había llegado, un centenar de machos habían empezado a llenar el campamento, pudo ser un día como cualquier otro, pero allí estaba...

--¿Pasa algo?-- Jurian se deslizó a mi lado, acariciando mi mano sobre el barandal, un gesto común que había empezado a hacer para demostrar nuestra cercanía.

--nada importante-- pero yo ya estaba bajando las escaleras con una rapidez única.

Ese olor atrayente lo conocía... Sabía quién era incluso antes de que se girará hacia mi.

El Ilyrio me miró de arriba abajo desencajado.

No esperaba mi presencia.

--cantor de sombras-- canturrie mirándolo detenidamenre, estaba bien, entero y sin heridas-- ¿Sorprendido?

No dijo nada, estaba aún absorto, me imagino que no pensó volverme a ver.

--estas viva-- murmuró.

Así que había escuchado que me habían capturado. 

--somos aliado murcielaguito-- desvíe un poco la mirada, era incómodo que su rostro fuese tan... Bello-- así que guarda tu daga para otros, ya no estoy en tu lista.

Me gustaba dejarlo en claro de una vez, después de todo no extrañaria que tuviera rencor hacia mi después de haber combatido.

Nego ligeramente como si acabará de decir un disparate.

--¿Siempre eres tan expresiva?

Parpadee sorprendida.

De todas las cosas que podía decirme...

--¿Que esperabas?

Levantó una ceja en mi dirección, no estaba segura si quería escuchar la respuesta.

-- no estoy seguro-- volvió a tomar su daga y demás pertenencias, su batallón se estaba retirando.

Visualice con cierta sorpresa sus alas, imponentes y hermosas. 

Sus combinación tan interesante.

Baje mi vista hacia sus manos, las cicatrices brutales demasiado antiguas como para ser de la guerra, las conocía muy bien, mi padre era experto en crearlas, marcas de niñez...

Justo cuando estaba alejándose susurro algo.

--me alegra volver a encontrarte.

Absorta lo observe marchar.

Un calor había empezado a llenar mi cuerpo.

Un sofoco extraño.

¿Había subido la temperatura?

(...)
Los días continuaron y mi plan dió frutos, mi papel de enamorada había sido perfecto, casi todos en el campamentos juraba que amaba con locura a su comandante, y Jurian... Jurian estaba seguro de que daría la vida por el.

--las legiones vuelven mañana para el ataque al sur-- murmuro dejándose caer en la cama.

Lo mire de reojo, era atractivo era cierto, pero no a un nivel que me cautivará por completo.

--¿Y la legión de la corte invierno?-- me ajuste a su lado, tapándome con la sábana.

--no llegarán hasta dentro de tres días.

Acaricie su pecho y lo mire sonriente.

--¿Que tiene de especial las legiones Ilyrias?

Me acerco a el abrazándome de un brazo.

--no las legiones en especial, hay cierto espía que viene con información

--¿Un espía?

-- un cantor de sombras-- expreso-- quisiera que hablaras con el mañana, tu conocimiento en Hybern podría ayudarlo.

Me miró directamente en súplica, esa mirada que dice dame lo que quiero. 

Sonreí para mis adentros.

--¿Eso quieres?

--me haría muy feliz que lo hicieras...

Casi suspiré, sabía que entre ambos nos estábamos usando, pero de cierta forma empezaba a tenerle cariño, no del todo romántico pero....

--esta bien, lo haré-- le sonreí.

Me devolvió la sonrisa, triunfante. 

Me levanté de la cama colocándome una bata, tendríamos un día atareado, está segura

--hablando de quienes vienen-- le di la espalda, asegurándome de que no veía mi expresion-- escuché que las reinas humanas visitarían el campamento en unos días.

--aja, Dione nos visita 

Me gire hacia el, suponiendo estar emocionada.

--¿Podrías presentarme la?

Levantó una ceja, extrañado por mi petición

--estar rodeada de machos 24/7 no me hace bien-- suspiré-- solo quiero un respiro, una chica en el campamento... Me gustaría conocerla.

El solo asintió no muy convencido.

Pero lo haría, para mantenerme feliz... Por su papel de principe azul.

Y entonces mi plan avanzaria.

(...)

Los primero días en compañía de Azriel habían sido... Extraños.

Había algo en ese macho Ilyrio que me ponía nerviosa, sus sombras o su actitud demandante

Su sola aura me atraía y eso me enojaba, me enojaba no poder tener el control.

Y cuando estaba aquel cantor de sombras mi cuerpo y emociones no parecían tener control.

La noche antes de la batalla era mi favorita, los humanos a pesar de ser tan vulnerables tenían una actitud festiva muy llamativa.

Las noches que precedía las batallas creaban una hoguera en el centro del campamento y llenaban el lugar de música y bebida.

Y como Jurian se unia en reuniones antes de ello, tenía la noche para mí, la pasaba en una esquina alejada pero lo suficiente cerca para escuchar la música, sentada sobre una roca que sobresalía.

Cerraba los ojos y dejaba que las melodías me llenaran
Era una paz extraña. 

Solo hasta que una rama a mi costado se partió note al macho que me acechaba

Rápidamente lance la daga que siempre guardaba en mi pierna. 

Se clavo en el árbol, rozando la mejilla del cantor de sombras.

--¿Ibas a matarme?

--falle-- dije con calma

Tomo la daga con una mano, mirandome de reojo.

--si fuese cualquier otro, se la hubieses clavado en el ojo-- dijo

Sonreí, era justo donde había apuntado.

--sabia que eras tu, lo ibas a esquivar-- lo había visto luchar, conocía sus capacidades 

Se sentó a mi lado, ofreciéndome mi daga, la tomé con sigilo siempre alerta, había algo en el que no me permitia estar tranquila.

La música seguía, las risas se filtraban entre todos el jaleo.

A la distancia veía las sombras de quienes bailaban.

--¿Cómo pueden celebrar si mañana pueden morir?-- susurré.

Azriel dirigió su mirada hacia los humanos que cantaban a todo pulmón.

--es la escencia de ser humanos, su vida es corta, aprenden a vivir cada día como el último.

Casi sonreí ante eso.

--suena... Trágico.

Se mantuvo pensativo un momento, como si sopesara las posibilidades. 

Y entonces, me extendió su mano.

Una invitación silenciosa.

Pude negarme, pude simplemente irme.

Pero no.

Tome su mano, mi cuerpo entero reaccionó a su solo tacto.

Podría darme un descanso, vivir como si este fuese el último día... Que más da.

El cantor de sombras me levanto guiandome, no sabía cómo se hacía, en Hybern jamás fui a bailes, rodeada solo de batallas nunca me di un tiempo para siquiera vestir un vestido de gala.

Pero fue automático, guiando mis pasos el cantor de sombras me hacia girar, y entonces su brazos se centraron en mis caderas acercándose a mi.

La música se filtraba por mi cuerpo, cerré los ojos dejándome guiar, y justo cuando la suavidad de las melodías me marcaba su cuerpo choco con el mío, su aliento en mi oreja cuando dijo.

--te gusta la musica.

No era una pregunta, era una afirmación. 

Como si hubiese descubierto mi peor secreto levanté la mirada hacia el

Pero aquellos ojos avellana no juzgaban...

Trague en seco.

No había manera de mentirle.

--si...

Tal vez si me hubiesen criado de otra manera, si hubiese tenido la oportunidad de elegir... Mis manos estarían ocupadas por instrumentos y no por espadas.

--me gusta... Me gusta demasiado-- lo dije, lo dije en voz alta.

Al fin se lo había dicho a otra persona, ni siquiera a mí supuesto amado había revelado algo tan íntimo, esa debilidad no digna de una guerrera.

"la música, siempre te ha gustado tanto."

Y por una extraña razón sonreí, Azriel me hacía sonreír.

¿Que me estás haciendo cantor de sombras?

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