CAPITULO 28
Narra Sabina
Dicen que los sueños son solo eso, sueño, no reales, solo importantes dentro de tu mente.
Pero yo lo sabia, sabia que habia sido real, que aquella puñalada directa al corazon habia sido real.
Jurian me habia matado, habia enterrado esa daga de fresno en mi pecho, y no habia arrepentimiento en su mirada.
--¿Bina?
Su dulce voz, la dulzura con que saboreaba mi nombre.
Lentamente abri mis ojos, inclinado sobre la cama, Azriel me obsrvaba con preocupacion genuina, su cabello desaliñado, muy por detras del guerrero Ilyrio imperturbable que recordaba.
La tenue luz del sol acentuaban sus rasgos, la tension en sus alas.
--¿cuanto paso?-- susurre, mi voz rasposa pasando por mi garganta.
Acomodo un cuenco de agua fresca para ofrecerme, casi gemi de alivio cuando el agua calmo el fuego en mi garganta.
--tres dias-- susurro.
Tomo mi mano con lentitud, el calor empezo poco a poco a llenarme el pecho
Tres dias...
Eso significa que...
--la corte de las pesadillas-- exclame un lamento.
Me habia perdido la visita a la corte de las pesadillas y con ello la oportunidad de negociar con Keir por el espejo.
--Feyre intento negociar con Keir por el espejo--explico, se había sentado a un costado de la cama
--hay un pero verdad.
Hizo una mueca, sabía muy bien que detestaba esa corte tanto como Mor.
--ese espejo es especial, Keir dió una condición a aquel que quiera poseerlo -- le mire espectante--debe reflejarse en el.
Me encoji un poco.
--no suena tan...
--la última persona que miro en el espejo enloqueció.
Ah...
--Keir es un...--ahogue mi rabia.
Era una manera odiosa mente inteligente de acabar con mis esperanzas de hacerme con el maldito espejo.
--al menos dime qué accedió a combatir con nosotros en la guerra.
Que sirviera de algo aquella visita, si al menos no tenemos el espejo entonces al menos ganamos un aliado
-- lo hizo, pero...-- evito mirarme directamente--lo que Keir pidió a cambio no te va a gustar.
La manera en que tenso la mandíbula, la ira camuflada en su facción imperturbable.
Oh no.
--¿Que pidió?-- no contesto, silencio--Azriel, ¿Que pidió a cambio?
Tomo aire, preparándose para soltar la bomba
--acceso a la ciudad, y Rhysand acepto.
--¿¡Que hizo que!?
Hice amague de levantarme pero el mareo que removió mi cabeza desde el interior me detuvo, Az se inclino hacia mi, su rostro preocupado me calmo un poco.
--era necesario, aunque nos disguste y no estemos de acuerdo...
Bufe, claro, sabía lo que estaba en juego, lo que había que sacrificar para mantenernos en pie.
--bueno, al menos dime que no hay una parte del trato que impida que le de una patada a Keir para sacarlo de la ciudad-- bufe, tenerlo en Velaris sería lo peor que podría pasar, el peor escenario.
Al fin sonrió un poco, la tensión y el cansancio habían generado que su porte decayera, mire al costado la incomoda silla que había, ¿Estuvo estos tres días velando mi sueño?
--¿Que viste?-- susurro, casi no queriendo soltar aquello.
Se me estrujó el corazón.
Pero no podía mentirle, no después de tanto.
El recuerdo me golpeó con dureza, podía sentir nuevamente el sabor de la sangre en la boca.
--es como había dicho Rhys, no es tan fácil adquirir de nuevo esos recuerdos, solo pude ver mi último recuerdo, cuando Jurian me asesino.
Su rostro se crispo, una ligera rabia recorrió su mirada antes de recostarse a mi lado y acunarme entre sus brazos.
¿De verdad había amado a Jurian en mi vida pasada? ¿Porque no me sentí traicionada cuando me enterró aquella daga de fresno?
Levanté mi mirada hacia el, aún entre sus brazos.
--¿Cómo nos conocimos?
Levantó una ceja.
Casi me río por su expresión.
--me refiero a hace quinientos años, en la guerra-- acaricie su rostro --¿Fue cuando decidí cambiar de bando,?
Sus hermosos ojos avellana brillaron con lo que parecía ser un recuerdo lejano pero hermoso.
--fue antes-- un amago de sonrisa aparecio-- intenté matarte en el campo de batalla pero entonces te vi...
Nego absorto, como dentro de un hechizo.
--habia escuchado rumores del angel de la muerte de Hybern, una de sus comandantes más fieros-- continuo-- te temían con una avidez que no había visto nunca entre los Ilyrios, pero no desistí, me dije que si estaba ante aquel angel lo mataría con mis propias manos, su con ellos lograba que tú camino jamás se cruzará con Cassian o Rhysand, quería proteger a mis hermanos.
Y lo entendía, estábamos en una guerra, bandos contrarios, era su enemiga.
--me viste y que paso?
--tu olor, era lo más dulce que jamás había sentido y tú rostro-- nego-- sentí el lazo de inmediato y me detuve, pensé que me devolverias el favor cortando mi cuello pero no fue así.
Me miró con adoración, con una mezcla de añoranza que volvió añicos mi corazón.
--¿Entonces porque...?
porque había escogido a Jurian, ¿Porque tome el caldero y lo escondí? ¿Porque tú no lo sabías?
¿Que había pasado había quinientos años?
--pasaron demasiadas cosas, Jurian y tú empezaron a formalizar y decidí desistir, si eras feliz no iba a involucrarme.
--suenas como Rhysand-- exclamé con horror
Soltó una leve risa.
--bueno, si hubiese sabido que Jurian era un homicida sin escrúpulos le hubiese roto las manos antes de que te tocara solo un cabello-- añadió con fiereza y no lo dude--solo con verte en aquel batallón de infanteria me hacía sentir aliviado.
--¿Acaso me cuidabas en secreto?-- murmuré algo adormilada.
Sus manos hicieron un camino desde mis hombros hacia mi cadera, acariciando con lentitud.
--era tu culpa-- sonrió -- era imposible alejarme de ti.
Y como lo dijo, como mi cuerpo reaccione, las palabras fluyeron demasiado pronto.
--te ame-- susurre-- estoy segura de que incluso en esa vida te ame.
La adoración reflejada en sus ojos, se inclino hacia adelante buscando mis labios.
Una imagen fuzgas apareció en mi cabeza, Azriel en cuero Ilyrio dándome la mano, acercándose a mi, y yo... Justo a su lado vestida en armadura, con aquellas peculiares orejas puntiagudas fae.
Le sonreí, le sonreía genuinamente, era exactamente la mirada que hoy le regaló cada día.
Así es, incluso hace quinientos años siendo la general de Hybern, el angel de la muerte tan temido... Lo ame, aún con el poco tiempo que tuvimos, aún cuando todo estaba en contra, lo ame.
(...)
Dos días más había logrado salir de cama, Rhysand se negó a volver a intentar entrar en mi mente para descifrar las incógnitas de mi pasado y con ellos el misterio que nos lleva al caldero.
Mire a Elain intranquila mientras sacaba las malezas.
Feyre y Nesta estaban en la biblioteca y como buena amiga me ofrecí a cuidar de Elain mientras ellas no estaban.
Salir al jardín era lo máximo que había hecho para mejorar los ánimos.
--va a llover-- le indique desde mi extremo-- deberías entrar.
Elain no se giró, simplemente dijo.
-- da igual, no voy a morir de un resfriado, no ahora.
Suspire.
Claro, cada cosa que decía le recordaba su nueva condición y claramente la odiaba.
Odiaba lo que era ahora.
Y por muy maldita que pareciera la envidiaba y odiaba por ello.
Ser Fae, volver a ser poderosa, poder acompañar en fila a la guerra siendo el ángel de la muerte que todos temian, la inmortalidad y la promesa de una larga vida con Az...
Si, añoraba aquello que Elain detestaba.
--eso no quiere decir que no te enfermas, ven-- me acerque a ella.
En cuanto coloque una mano en su hombro se giró hacia mi.
--te ví en sueños -- añadió, no era la primera vez que empezaba a murmurar cosas sin sentido --al otro lado del muro, cantando, riendo... El cantor de sombras desde la oscuridad observando, y entonces...
Iba a continuar diciendo, paso demasiado rápido, me lance sobre Elain para que la lanza que venia hacia ella no la alcanzará.
El soldado de Hybern sonrió macabro.
¿Cómo había penetrado la ciudad? ¿Cómo había llegado hasta aquí?
--traidora asquerosa-- ronroneo sacando una espada.
Elain temblando apenas y pudo ponerse de pie.
--corre.
--¿Q-que?
La empuje.
--¡Vete!
La lance hacia la entrada de la casa, saque una daga de entre las faldas, agradezco eternamente que Cassian me hubiese insistido en llevar algunas armas encima.
Le lance la daga hacia el pecho fallando lo suficiente para darle en una mano
El soldado gruño enojado, fue suficiente para que su atención se centrará en mi.
Elain echo a correr hacia la casa y yo por mi parte corri en dirección opuesta atrayendolo.
Sopese mis posibilidades, era cierto que Cassian me había entrenado y de cierta forma sabía defenderme, pero estaba en desventaja, era mortal, y eso me hacia en contra.
Luchar sin armas, en vestido y contra un guerrero sanguinario de Hybern no resultaría bien.
Solo me quedaba correr.
--¡Agh!-- caí de frente al sentir la daga en la pierna.
Sonriendo macabramente el soldado se acercó.
--te lo devuelvo-- sonreia como si acabará de atrapar a su mejor presa-- ¿A dónde crees que vas dulzura?
Lo mire con ira.
--vete al infierno-- gruñi.
La sangre empezaba a empapar el suelo, y la pierna entumia apenas y reaccionaba
-- tan fiera como siempre, esa misma expresión de desagrado hacías ante tus inferiores, Clythia-- ronroneo acercándose lentamente. --¿Ahora quien está por encima de quién?
No perdi el tiempo, saque la segunda daga de entre el muslo y aprovechando la cercanía del soldado la clave a su costado, soltó un grito atronador, no lo solté, hundi el arma con más fuerza haciendo el mayor daño posible.
Desesperado el soldado lanzo un golpe directo hacia mi rostro, no pude evitarlo, sentí la sangre llenar mi boca y el impacto lanzarme hacia atrás, pero no solté la daga.
La sangre se calentaba en mi cuerpo ante la adrenalina, me aferre a la daga húmeda en mi mano, me gire con la intención de pelear, de acabar con mi oponente, como si mi instinto de guerrera me guiará.
Pero ya no era solo mi adversario.
Azriel tomaba del cuello al soldado, la frialdad de su mirada apaciguó mi fiereza.
Trague seco.
Ese tipo de mirada sería capaz de hacer temblar a los demonios.
--¡Az! ¡Espera! -- le grite antes de que empulara su daga.-- no lo mates...
Me miró sorprendido, el soldado peleando por mantenerse consciente me miró casi esperanzado.
--pagara con sangre lo que te hizo...-- expreso entre dientes.
-- me refería...-- cojie hacia el, mirando con cierta ironía al soldado-- ...a qué no lo mates... Aún.
La sonrisa macabra que mi compañero me regaló fue exactamente aquello que hizo que el soldado de Hybern se desmayara, no sabía lo que le esperaba.
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