CAPITULO 15
SABINA
—Los humanos quieren pruebas de nuestras buenas intenciones. De que pueden confiar en nosotros.
La atención de Amren se desvió hacia Feyre.
—¿Feyre no fue suficiente?
—Ella es más que suficiente —dijo Rhys con calma letal, levante una ceja en su dirección, seria una ciega si no supiera que ahí pasa algo—. Son tontas. Peor todavía..., son tontas asustadas. —Estudió el suelo de nuevo como si el musgo seco y la piedra formaran un esquema, un mensaje que nadie conseguía entender excepto él.
—Podemos..., podemos deponerlas —dijo Cassian—. Conseguir reinas nuevas, más inteligentes. Que quieran negociar.
Rhys meneó la cabeza.
—Uno: llevaría demasiado tiempo. Y no lo tenemos. —Y era verdad, disponíamos de muy poco tiempo como para llevar a cabo tal azaña—. Dos —siguió Rhys—: quién sabe si eso puede impactar en la magia de esa mitad del Libro. Ellas tienen que entregarlo libremente. Es posible que la magia sea tan fuerte que sea una magia capaz de ver nuestras estrategias. —Hizo un ruido con la boca—. Las necesitamos a ellas.
—Podríamos volver a intentarlo —dijo Mor—. Yo puedo hablar con ellas, permíteme volver a ese palacio...
—No —dijo Azriel. Me encogi de solo escuchar su voz, no podía mirarlo a la cara después de lo que habia decubierto, no tenia le valor aun —. No vas a poner ni un pie en los reinos humanos.
—Yo luché en la Guerra, sería bueno que recordaras eso...
—No —dijo Azriel de nuevo y se negó a dejar de mirarla. Ignore el creciente dolor en el pecho, por el caldero, que demonios me pasaba—. Te atarían y te convertirían en un ejemplo.
—Tendrían que atraparme primero.
—Ese palacio es una trampa mortal para nuestra especie —replicó Azriel, con la voz baja y ronca—. Construido por manos Fae para proteger a los humanos de nosotros. Si pones un pie ahí, Mor, no vuelves a salir. ¿Por qué crees que nos cuesta tanto entrar ahí?
Recorde los días en que estuvimos en esa cabaña, la frustración en su mirada en cada salida sin éxito. Yo mas que nadie sabia sus esfuerzos.
—Si entrar en ese territorio no es una opción —interrumpí Feyre, colocándose a mi lado, casi como si notara de inmediato que necesitaba un apoyo—, y si el engaño o la manipulación mental pueden hacer que la magia arruine el Libro... ¿Qué prueba podemos ofrecer? —Rhys levantó la cabeza—. ¿Quién es..., quién es esa Miryam? ¿Quién fue para Jurian y quién es ese príncipe del que hablaste... Drakon? Tal vez ellos podrían usarse como prueba. Aunque fuera para que vean la persona que eres en realidad.
El calor murió en los ojos de Mor y ella puso el pie contra el musgo y la piedra.
Rhys apoyó las manos en las rodillas antes de decir:
—Hace quinientos años, después de la Guerra, hubo un reino Fae al sur del continente. Era un reino de arena que rodeaba el delta fértil de un río. La Tierra Negra. No había lugar más cruel para nacer como humano porque, en ese reino, ningún humano era libre. Todos eran esclavos, obligados a construir grandes templos y palacios para los altos fae que regían ese reino. No había escape, ninguna forma de comprar la libertad. Y la reina de la Tierra Negra... —El recuerdo le tocó la cara.
—Comparada con ella, Amarantha era tan dulce como Elain —explicó Mor con una voz teñida de suave veneno.
—Miryam —siguió Rhys— era media Fae, porque había nacido de madre humana. Y como su madre era esclava y la concepción había sido... contra la voluntad de su madre, también Miryam nació con grilletes; como la consideraban humana..., le negaron todos los derechos como Fae.
—Deja la historia completa para otro momento —interrumpió Amren
—. Lo esencial —Rhys se dirigía principalmente a Feyre— es que Miryam fue regalo de casamiento de la reina a su prometido, Drakon, príncipe Fae extranjero. Él estaba horrorizado y le permitió escapar. Aterrorizada por la rabia de la reina, Miryam huyó por el desierto, a través del mar, cruzó otro desierto... y ahí la descubrió Jurian. Ella se metió en los ejércitos rebeldes y se convirtió en amante del general y sanadora de los guerreros. Hasta que después de una batalla devastadora, atendió a los nuevos aliados de Jurian, incluso los Fae, y ahí estaba el príncipe Drakon. Miryam le había abierto los ojos con respecto al monstruo con quien iba a contraer matrimonio y él había roto el compromiso, había llevado sus ejércitos a la alianza con los humanos, y hacía ya tres años que buscaba a su hermosa esclava. Jurian no tenía idea de que su nuevo aliado deseaba a su amante. Estaba totalmente concentrado en ganar la Guerra, destruir a Amarantha en el Norte. Dejó que esa obsesión lo dominara, se cegó y no vio que Miryam y Drakon se enamoraban a sus espaldas.
Feyre tomo mi mano y la apreto, sabia lo que sentía cada que una parte de aquel pasado se abría ante mi, el miedo...
—No fue a sus espaldas —ladró Mor—. Miryam terminó todo con Jurian antes de poner un dedo sobre Drakon.
Amren se encogió de hombros.
—Para decirlo en dos palabras, muchacha, cuando Jurian murió a manos de Amarantha, y durante los largos siglos que siguieron, la reina le contó lo de su amante. Que ella lo había traicionado con un macho Fae. Todo el mundo creyó que Miryam y Drakon habían muerto liberando a su pueblo de la Tierra Negra al final de la Guerra..., también Amarantha lo creía.
—Y no murieron —dijo ella, afiemandolo, Rhys y Mor asintieron—. Entonces, fue una forma de escapar, ¿no es cierto? ¿Para empezar en otra parte con los pueblos de los dos? —Otro par de movimientos de cabeza—. ¿Y por qué no mostrarles eso a las reinas? Tú empezaste a decirles...
—Porque —dijo Rhys—, además de no probar nada sobre mi carácter, y es mi carácter lo que más les molesta, sería una grave traición a nuestros amigos. Su único deseo fue permanecer escondidos..., vivir en paz con sus pueblos. Lucharon y sangraron y sufrieron suficiente para conseguir eso. No voy a meterlos en este conflicto.
--tu también luchaste en esa guerra, nos concierne a todos si también les afecta—exprese.
—El ejército aéreo de Drakon —musitó Cassian— era tan bueno como el nuestro. Tal vez necesitemos llamarlo en algún momento.
Rhys meneó la cabeza. Fin de la conversación. Genial.
—¿Qué podemos ofrecer entonces? —pregunté, ya de por si me fastidiaba pensar en las reinas humanas—. ¿Qué vamos a mostrarles?
La cara de Rhys estaba blanca.
—Les mostramos Velaris.
—¿Qué? —ladró Mor. Pero Amren le hizo un gesto: silencio.
—No vas a traerlas aquí..., no puede ser —Refuto Feyre lívida, al igual que yo habia elevado la ciudad a una prioridad.
—Claro que no. Los riesgos son demasiado grandes, aunque las trajéramos apenas una noche probablemente eso terminaría en derramamiento de sangre —dijo Rhys—. Así que solamente voy a mostrarles.
—Van a creer que son trucos de la mente —replicó Azriel.
—No —dijo Rhys, poniéndose de pie—. Quiero mostrarles..., jugar con las reglas de ellas.
Amren hizo sonar las uñas una contra las otras.
—¿Qué quieres decir, alto lord?
Pero Rhys se limitó a decirle a Mor:
—Envía un mensaje a tu padre. Vamos a hacerle una visita..., a él y a mi otra corte.
Se me revolvió el estomago, tendríamos que ir a la corte de las pesadillas.
(...)
Feyre y yo fuimos a nuestra habitación a arreglarnos para la no muy placentera cita, tendríamos que ejercer papeles específicos tales como obras de teatro, yo seria lo que todo el mundo creería, una traidora, volvería a ejercer el nombre de Clythia, seria aquella mujer que por ambición vendio a la novia de la primavera al alto lord de la corte noche solo por poder, y Feyre seria la pobre victima a la que con engaños logre convertir en la mascota de Rhysand.
Las gemelas vestían a Feyre con una tenue vestido traslucido, por mi parte me decoraron con un vestido rojo fuerte, joyas y corona, tenia que mostrarme imponente, ejercer mi poder por encima de mi mortalidad.
--ese piano...-- murmuro Feyre con la mirada fija en su reflejo, en el papel que pronto tendría que actuar.
No lo habia mencionado pero ella lo habia visto al entrar al cuarto, no podía simplemente decirle que fue una ilusión.
--Azriel lo coloco—termine de colocarme las esmeralda en el cuello.
Feyre se giro hacia mi, con una ceja en alto.
--¿quieres hablar de ello?—murmuro a la defensiva-- ¿acaso esa vez ustedes...?
--no—la corte de lleno—no paso nada.
Azriel era muy cuidadoso en lo que tócarme se refiere, al inicio pensé que era por sigilo, ahora... sabia que esa tensión que siempre mantenía al estar cerca de mi era el control, se estaba controlando.
--sabes de los lazos de apareamiento, ¿verdad?—Feyre asintió—bueno, Mor me hizo darme cuenta que posiblemente Azriel lo tenga conmigo, oh bueno, con mi antigua yo o lo que sea...
No estaba segura si por el mero hecho de renacer como humana el lazo siguese ahí o se habia cortado en pedazos el día en que mori.
--eso es...-- Feyre no encontraba palabras para ello-- ¿Cómo te sientes referente a eso? ¿cambia algo?
--lo cambia todo—murmure
Y era verdad. Cambiaba absolutamente todo.
(...)
La corte de las pesadillas era una replica exacta de bajo la montaña, Amarantha se habia tomado muy enserio eso de duplicarla.
Las miradas de la corte recorrían a Feyre y a mi con una curiosidad mortífera, pero ambas seguíamos en nuestros papeleas, caminaba al lado de Mor con la cabeza en alto un porte firme de una dama con poder, eso debía resaltar.
Rhysand se encontraba en lo alto de la habitación en un trono... tan dramático como siempre alto Lord.
Todos los presentes se inclinaron ante el, ante el poder.
Cassian y Azriel se encontraban uno a cada lado del trono, la mirada de este ultimo no pudo evitar fijarse en mi, en mi imponente vestuario.
Desde entonces no deje de sentir la mirada.
Rhysand me observo con gracia, Mor y yo tampoco nos inclinamos, un acto de rebeldía y ofensa que no paso por alto por los presentes que inquietos debatían en levantar la mirada.
--la trajiste—ronroneo el alto lord.
--como prometimos—exprese con una voz fría y calculadora. Rhysando sonrio aun mas, camino hacia mi y beso mi mano como forma de saludo.
--encantado de veros obviamente a ti... y a Feyre—sus ojos captaron a la chica que se mantenía rígida, levanto su mentón para verle el rostro, feyre no se movió le sostuvo la mirada no amenazante... no, con un deseo silencioso—Bienvenida a mi casa, Feyre rompemaldiciones.
Y el espectáculo empezó, Rhysand se llevo a Feyre hacia su trono sentándola en sus piernas, Cassian camino hacia mi y ofreció su mano para guiarme hacia allí, pero con mi expresión petulante lo ignore y seguía caminando, la sonrisa satisfecha del guerrero me dio a entender que estaba haciendo lo mejor con mi papel.
--Keir...-- hablo Rhysand casi aburrido—informe.
Un lord fae apareció rápidamente para empezar a hablar, por el tono de voz y las miradas petulante supe que no era simple honra, no, este hombre odiaba a Rhysand y si tuviese la mas mínima oportunidad le arrancaría el corazon y comería de el.
—Bienvenido, milord —dijo Keir, con la voz profunda pulida, suave—. Y bienvenida sea también sus..., sus invitadas.
Rhysand paso una mano por el muslo de Feyre hacia arriba, la diversión en mi mirada no era solo actuada, pobre Feyre, ¿podria con tanta tentación?
—Es hermosa, ¿verdad?
—Claro —dijo Keir, y bajó los ojos—. Pero, si me permite el atrevimiento encuentro de una belleza mas a mi gusto a su otra invitada.
Se me removió el estomago, la mirada de Keir me recorrio por completo, ignore el gruñido de parte de Azriel y solo sonreí.
--habria que ser ciego para no notarlo—exprese petulante.
Rhysand rio, divertido por la situación.
--cuidado Keir, hay limites que al cruzar tienen consecuencias...
--pense que ya habia elegido a su acompañante—expreso el hombre con fingido nerviosismo – no querria que su invitada quedara en el olvido cuando centrara su atención en su nueva mascota.
La mirada de Rhys era fuerte, impenetrable.
Sonreí con amargura.
--eso, es exactamente lo que pasara, mi lord—camine hacia Keir, sus ojos arrastraron cada centímetro de mi vestido—un poco de compañía no haría mal.
Mor al notar lo que hacia hizo una seña a Azriel, la distraccon perfecta para robar lo que teníamos que robar, era la oportunidad perfecta.
--confiate demasiado y te arrancara la cabeza--- añadió Rhys desde el trono—y no hablo de ti Keir.
Camine con el hacia la barra, necesitaba vino para sobrevivir una conversación con este hombre.
Muchas miradas nos siguieron, la curiosidad aflojando en cada pestaña de la corte de las pesadillas, al volver a mirar al trono, Azriel ya no se encontraba, estaría haciendo de las suyas.
--asi que... ¿Clythia? No se como nombrarte.
Rei provocadora.
--mi nombre no tiene importancia, es solo eso, un nombre.
--tiene importancia si es el de alguien a quien se quiere conocer.
Ah Keir, que conquistador.
Le sonreí con veneno, sabia que era un tipo de cuidado.
--me temo que si he venido aquí no a sido por diversión—primero loca que meterme en su cama.
--bueno, se creía que eras amante de Rhysand, yo creía que la diversión era tu impulso mayor, ¿no te duele que te deje de lado por esa?
Ya veo a que esta jugando. Primero intenta seducirme y después colocarme en contra de Rhysand, es inteligente y un manipulador.
Del tipo que mas aborresco.
--nos divertimos en bajo la montaña pero eso es todo—segui con mi papel—soy propensa a aburrirme de mis juguetes muy rápido.
Keir levanto una ceja, casi impresionado por mi arrogancia.
--¿es eso lo que es para ti? ¿un juguete?
--ah si. Lo es si ambos jugamos el mismo juego, y por lo que veo—volví mi mirada hacia el lord de la corte noche, estaban dando un espectáculo demasiado real—voy ganando.
Era algo fijo, no iba a conseguir un aliado aquí, di media vuelta y me dirigi nuevamente hacia el trono, ya Azriel habia vuelto, misión cumplida.
Todo paso demasiado rápido, mis sentidos humanos no fueron capaces de escuchar el murmullo de Keir, pero Rhysand si, y no le gusto nada.
La oscuridad estallo en la habitación.
—Disculpaos —dijo Rhys. O mas bien rugio.
Los músculos se tensaron en el cuello de Keir; le brotó sudor del labio.
—Dije —entonó Rhys con una calma horrible— que os disculparáis.
El Administrador gruñó. Y un instante después...
El ruido de un hueso que se quiebra. Keir gritó.
Se me revolvió el estomago.
Rhys sonrió mientras Keir gritaba de nuevo y ahora le habló a la habitación:
—¿Lo mato por lo que hizo?
Nadie contestó.
Rhys soltó una risita. Dijo a su Administrador:
—Cuando os despertéis, no vais a buscar un sanador. Si me entero de que lo habéis hecho... —Otro ruido. El dedo meñique de Keir cayó bruscamente como bajo la ley de gravedad. El macho aulló. El calor que me había temblado en la sangre se convirtió en hielo—. Si me entero de que lo habéis hecho..., voy a cortaros en pedacitos y después voy a enterrarlos en lugares distintos para que nadie pueda armaros de nuevo.
Los ojos de Keir se abrieron en un gesto de terror puro. Después, como si una mano invisible le hubiera quitado la conciencia, cayó al suelo.
Sin dirigirse a nadie en particular, Rhys dijo:
—Dejadlo en su habitación.
Involuntariamente sonreí.
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