🌹 Un reencuentro hermoso 🌌



Una figura con un traje de cosmonauta de la antigua Unión Soviética caminaba por la alta hierba de la llanura verde. Su traje estaba dañado, su visor roto dejaba escapar una tenue neblina. Su cuerpo relajado parecía disfrutar de la hermosa visión que se le había concedido al regresar a su mundo natal.

La brisa acariciaba el paisaje con delicadeza, haciendo que la hierba se meciera suavemente al contacto de las botas gastadas. El cielo, pintado de un azul claro, se extendía infinito, salpicado de pequeñas nubes flotando como algodón. En el horizonte, las colinas verdes se ondulaban con suavidad, iluminadas por una luz dorada que parecía eterna.

De repente, algo pequeño y delicado llamó su atención. Entre la inmensidad verde, una única rosa roja destacaba, balanceándose suavemente al ritmo del viento. Se detuvo, se agachó y extendió la mano enguantada con cuidado, como temiendo perturbar tanta perfección. Sus dedos tocaron los pétalos suaves, sintiendo su fragilidad y su fuerza. Un leve aroma a polen y tierra húmeda ascendió en el aire, llenándolo de una sensación de pertenencia casi olvidada. El viento golpeó su visor roto. Todo era tan placentero.

Levantándose despacio, el cosmonauta miró a su alrededor, absorbiendo cada detalle. Abrió los brazos, sintiendo el viento contra el visor agrietado. Con una sonrisa casi imperceptible, comenzó a girar lentamente, como si bailara con la brisa.

"Volví", murmuró, su voz apenas audible entre los ecos de la brisa. Sus palabras parecían fundirse con el aire, como un secreto compartido solo con la tierra que tanto había esperado por él. Una sonrisa sutil se formó bajo el casco, y por un instante, todo estuvo en paz.

Una voz rompió la serenidad del momento.
"¡Finalmente has vuelto, camarada!", exclamó el joven de cabello morado. Su sonrisa era amplia, pero sus ojos reflejaban un matiz de nostalgia y alegría. La figura parecía más viva que nunca, como si el tiempo no hubiera pasado para él. Su cabello morado y su sudadera lila clara se mecían suavemente con el viento.

El cosmonauta, aún en shock, lo miró fijamente. Las palabras salieron casi como un susurro, cargadas de incredulidad.

"¿Mi... Katyusha?", dijo, refiriéndose a su amigo con el apodo cariñoso.

Mike rió suavemente, su risa casi apagada por la brisa. "Sí, soy yo. ¿Pensaste que me habías perdido para siempre, verdad?"

Antes de que el cosmonauta pudiera formular otra palabra, corrió hacia él y lo abrazó con fuerza. Fue un gesto urgente, desesperado, como si quisiera asegurarse de que aquello era real. Lágrimas corrían por el interior del casco, deslizándose por las grietas del visor. El joven mantuvo su sonrisa, envolviendo al cosmonauta en un abrazo cálido y reconfortante.

"Te esperé", dijo el joven, su voz suave pero firme. "Bienvenido de vuelta, camarada."
Por un momento, el tiempo pareció detenerse. La inmensidad verde a su alrededor, el viento, el cielo infinito: todo se convirtió en un escenario para ese reencuentro, un recordatorio de que, incluso después de los viajes más largos y solitarios, siempre existe la esperanza de encontrar aquello que creíamos perdido.

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Este one-shot está dedicado a mi amigo Mike, esta será mi forma de agradecerle por llegar a mi vida.Mike meu amigo,obrigado por tudo e tenha um feliz natal 

          (Imagem feita pelo meu amigo Mike, a qual dediquei o capitulo) 

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