9. Los villanos de nuestras historias

https://youtu.be/3AUtk1wJJBc

Dicen que cada relación es diferente, pero de alguna manera todas empiezan igual. Sin importar el camino que los llevó hasta ese momento, todas empiezan con dos desconocidos. Dos extraños que cruzan sus caminos. Las personas escriben poemas sobre ese tema, se escriben canciones y películas, todas relatando el momento mágico cuando dos extraños se conocen. Aunque en la vida real no siempre es algo mágico, aquel primer encuentro siempre lo cambia todo, ya sea de una buena o una mala manera.

Mi relación con Roger no me movía el piso o me hacía suspirar a cada momento, tampoco puso mi mundo de cabeza o la pasión nublo mi mente, por el contrario, todo con él siempre requirió de un esfuerzo extra, y como yo no era experta en relaciones o tenía un espejo que me mostrara como debía ser una relación, creía que era normal las inseguridades que tenía a su alrededor, creía que era normal la sensación de no ser suficiente que brotaba de mí cuando estaba con él. Creía que era parte de la relación todas las cosas que debía cambiar por él. Pero nada de eso era parte de una relación sana y fue solo tiempo después, pero mucho tiempo después que él y yo terminamos, que pude darme cuenta de eso.

Pero yo lo amaba, tal vez no debí hacerlo y tal vez él jamás fue merecedor de mi amor, eso no importa, porque yo lo amaba y por momentos creía que él también me amaba.

Roger jamás me dio una disculpa sincera por dejarme cuando yo más lo necesitaba y por hacerlo mediante un correo. Con el tiempo dejé de esperar una disculpa de su parte, con el tiempo dejé de verlo como el príncipe que jamás fue y logré comprender que lo veía de esa manera porque me dejé deslumbrar por todo lo perfecto que suele ser al principio cuando se conoce a alguien y más aún, con lo inexperta que era yo, no solo en relaciones, también en conocer y tratar con personas nuevas.

—¿Estas bien? —me pregunta Sienna—. Parece que acabas de ver a un fantasma.

Me dice ella cuando yo entro en la casa.

Sienna se acerca a mí para ayudarme con las bolsas de comida y yo la sigo en silencio hasta la cocina, ella me dice que ni Josie, ni Tate han llegado todavía, pero que seguro no deben tardar y que podemos esperarlas para comer todas juntas.

—Hoy vi a Roger —le digo de pronto.

Ella se detiene y deja caer la taza de sus manos, por suerte, sus reflejos son rápidos y logra alcanzar la taza antes que golpee contra el mesón de la cocina. Ella deja la taza a salvo en el mesón y sin decir nada empieza a calentar un poco de leche para preparar un poco de chocolate caliente. Es una costumbre adquirida por mi tía Marina. Hacemos eso cuando sucede algo triste, o estamos pasando algo que nos provoca un bajón en nuestro estado de ánimo.

Este es uno de esos momentos.

—¿Quieres hablar de eso? Porque si no, podemos beber chocolate en silencio —me dice Sienna—. Siempre nos dicen que hablar ayuda, pero es algo que debemos hacer cuando sentimos que es el momento correcto, no debemos presionarnos. A veces, el silencio también puede ser algo reconfortante.

Me siento en una de las sillas y escucho a Sienna.

Ella suele ser la voz de la sabiduría entre todas, aunque ella no lo ve así por su pasado, nosotras si lo hacemos.

—No dijo nada importante, pero cada vez que lo veo, siento esa espina hincando en mi costado que me recuerda que él jamás se disculpó genuinamente conmigo, como si él jamás hubiera hecho nada malo. Porque para él y Grace, romper mi corazón solo fue un escalón más que pisar para poder alcanzar su felicidad.

Si Tate estuviera aquí, podría decir que estoy siendo melodramática, y que eso se debe a la cuarta parte griega que hay en mí. Porque usualmente es la escusa que ella da, ella también me diría que no pierda mi tiempo pensando en las disculpas de alguien como Roger, un imbécil jugando a ser un buen hombre, aunque incluso el disfraz le queda grande.

Pero ni ella, ni Josie están aquí, frente a mi esta Sienna y tal vez se deba a que ha estudiado psicología o lo que ha pasado en la vida, que ella entiende la importancia de un perdón y lo necesaria que es una disculpa para poder conseguir el cierre que tanto se ha estado esperando. Entonces, Sienna, no me dice que estoy siendo melodramática o que no le de importancia aquella situación, ella extiende su mano y me dice que lo entiende.

—Él fue mi primer novio serio y la relación más larga e importante que he tenido. ¿No es aquello triste? Darle a él esa importancia en mi vida, que él tenga esa relevancia en mis recuerdos.

Me recuesto contra el respaldo de la silla mientras veo como Sienna se levanta a preparar el chocolate caliente con algunos malvaviscos.

—No es triste, es parte de la vida, es lo que sucede. Conocemos personas, algunas se quedan y otras se van, a veces marcaran una diferencia y otras veces las vamos a olvidar. Algunas personas serán solo un recuerdo pasajero, aunque hayan he estado mucho tiempo en nuestras vidas y hay personas que acabamos de conocer que sentimos como si hubiéramos conocido desde siempre. Todo eso es parte de vivir, no puedes vivir sin que aquello te suceda, sin que tengas en tu cerebro recuerdos de alguien que no quieres tener —la veo morderse su labio inferior mientras busca la bolsa de malvaviscos y cuando la encuentra coloca su cabello detrás de sus orejas antes de continuar—. No puedes vivir sin tener un par de decepciones, un par de errores, porque todo eso te ha vuelto quienes eres, todo es parte del paquete de viaje, aunque no esté especificado en el itinerario.

Ella habla de forma lenta y calmada, su tono de voz siempre logra tranquilizar a los demás. Tate bromea diciendo que Sienna nos hipnotiza con su voz y que lo aprendió en sus clases de psicología.

La veo poner mi taza morada con lunares blancos frente a mí y sentarse en donde estaba sentada antes. Ella no me mira o espera a que yo diga nada.

—Otra cosa sucedió hoy.

—¿Qué es?

Miro los malvaviscos que flotan en mi taza antes de mirar a Sienna.

—Me enteré por Hailey que la esposa de Vladimir está muerta.

Por la falta de asombro y sorpresa en la cara de Sienna, asumo que ella ya sospechaba aquello, aunque por su reacción o falta de ella, Sienna debió hacer algo más que sospechar.

—Lo descubrí en la cena —me dice ella—. Fue la forma en que hablaban de ella, la forma en que sus voces cambiaban, la mirada, la elección de palabras.

Para ella debió ser un poco más sencillo, porque la muerte es parte importante de su trabajo, lidia con eso en casi cada uno de sus casos. Ella debió ver las similitudes y puso a la psicóloga que hay en ella a trabajar. Pero como ella no es cotilla o entrometida como Josie y Tate, decidió guardarse la información para ella hasta estar segura que sus sospechas son ciertas.

—Vladimir no me hablado de eso —le digo a Sienna—. Por cierto, olvide decirte que él y yo hemos sido amigos por un mes, pero no me ha dicho nada sobre la muerte de Stella, a veces cuando le pregunto sobre ella, habla como si ella aun estuviera viva.

Puedo ver los engranajes de Sienna dar vueltas en su cabeza mientras analiza lo que yo acabo de decir sobre Vladimir y su esposa, aunque tampoco ahondo en los detalles que él y yo hemos tratado sobre Stella, porque a pesar de no ser muchos, no se siente correcto. Siento como si de alguna manera estuviera quebrantando la confianza que él ha depositado en mí.

Doy un sorbo a mi chocolate y veo a Sienna hacer lo mismo casi de forma mecánica, su mente aún debe estar pensando en Vladimir y Stella.

—Pobre de él —dice finalmente Sienna—. No me imagino lo que es estar en su situación y en parte entiendo porque no te dice nada. Tú eres alguien externo, por así decirlo, no perteneces a su viejo círculo de amigos, cabe resaltar que tanto él como Stella compartían los mismos amigos. Imagina todos los recuerdos y anécdotas que deben tener juntos, lo difícil que debe ser para él avanzar con toda su vida girando alrededor de ella, desde los amigos, el lugar de trabajo, hasta su hogar, todo es sobre ella. Excepto tú. Eres lo único en su vida, en este momento, que no le recuerdo aquello que ha perdido.

Por supuesto que yo no lo había visto de esa manera, yo había intuido que se debía a que él no confiaba del todo en mí todavía como para abrirse sobre esa parte de su vida, pero ahora al escuchar la explicación de Sienna, me doy cuenta que eso tiene mucho sentido. Por eso es bueno rodearnos de personas que analizan las cosas desde una perspectiva diferente a la nuestra, porque nos ayudan a darnos cuenta de algunos detalles que hemos dejado pasar o cosas en que nos hemos equivocado.

—Tal vez no te hablado sobre ella porque no quiere que lo veas como lo hacen los demás: un hombre que ha perdido a su esposa. Un viudo solitario. Quizás él solo quiere que lo conozcas sin esa etiqueta agitándose sobre su cabeza, no lo sé, es solo una suposición, puede que me equivoque.

—No, no creo que te equivoques.

Me termino de beber mi chocolate y me levanto para colocar la taza en el lavavajillas.

—Sabes, me alegra que tú y Vladimir sean amigos, te viene bien uno.

—Eso me han dicho.

La puerta principal suena y después de un momento vemos a Tate entrar en la cocina con su ceño fruncido y la mirada fija en su teléfono, se sienta casi de forma automática mientras sigue mirando la pantalla brillante de su celular.

—Me acaban de terminar y yo ni siquiera sabía que estaba en una relación ¿Cómo pasó esto? —nos pregunta ella mientras nos muestra la pantalla de su teléfono—. Él trabaja en un departamento diferente al mío y hemos almorzado un par de veces, pero jamás mostré interés por él o me di cuenta que él tenía interés por mí y ahora me entero que hemos estado saliendo, pero no solo eso, él acaba de terminar conmigo, según él porque no tengo tiempo para nuestra relación. ¡Yo ni siquiera sabía que estaba en una relación!

Tate es conocida por ser una persona muy distraída y situaciones como esta en su vida son algo normal, pero, de todas formas, sigue siendo muy gracioso cuando algo como eso le sucede.

—Ni siquiera me he depilado las piernas, usualmente cuando estoy en una relación me depilo las piernas —nos sigue diciendo ella—. Ahora que lo pienso, hace mucho que no tengo novio o una cita, ya ni siquiera recuerdo lo que se hace en una cita o recuerdo lo que se siente tener buen sexo. Genial, ahora me he deprimido.

Ella eleva las manos en forma dramática y deja caer su mejilla sobre la mesa, haciendo que su cabello se esparza por la mesa.

—Bueno, únete al club, hoy vi a Roger y él se acercó a mí para hablar y decirme que tanto él como Grace quieren que este en su boda —le cuento a Tate.

Ella tarda casi un nanosegundo en levantar su cabeza e inclinarse hacia a mi exigiendo que le cuente lo que pasó con el malévolo cucarachón y la rata de dos patas, como llama ella a Roger y Grace.

Yo le cuento como me topé con él en el restaurante de comida griega porque de todos los restaurantes de dicha comida que hay en Filadelfia, él tenía que ir justo a ese lugar. Le cuento lo que él me dijo y lo que yo respondí, a lo que ella procede a felicitarme por mi respuesta hacia él.

—Hay tantos autos en Filadelfia y ninguno lo atropella —murmura Tate—. A veces no entiendo como pudiste salir con él.

Porque a veces cuando no conoces de cerca lo que es el amor, cuando nadie te ha mostrado interés o preocupación, la mínima demostración de afecto te resulta algo impactante y sientes que no lo mereces, e intentas ser merecedora de eso. Nadie había mostrado algún interés en mí y cuando Roger lo hizo, me sentí especial, aunque ahora que me doy cuenta, él también actuaba como si yo tuviera que agradecer que él se fijó en mí. Jamás intentó tranquilizar mis inseguridades, buscar la forma de ayudarme a luchar contra mis demonios. Jamás mostró genuino interés en mí y por eso le resultó tan fácil irse cuando yo lo necesitaba, porque realmente nunca le importé.

Y si, que él se vaya de mi vida fue lo mejor, no importa que haya lastimado mi corazón o que jamás me dé las disculpas que merezco, porque en la vida uno no siempre obtiene lo que quiere, pero al menos obtuve lo que sin saber necesitaba y era que Roger se vaya de mi vida.

—Me di cuenta que faltan solo unos pocos días para tu cumpleaños y...

—Tate, sabes que nunca he celebrado mi cumpleaños.

—Lo sé, sin embargo, las personas cambian y aunque no te guste celebrarlo, yo igual tengo un regalo para ti y no acepto devoluciones.

No me gusta celebrarlo, porque también es el aniversario de la muerte de mi madre y no se siente correcto. Además, como nunca lo he celebrado, no siento que me pierdo de nada.

Sienna se levanta para servirle un poco de chocolate a Tate cuando el timbre de la casa suena lo que nos sorprende a las tres. Yo me levanto para ir atender y cuando abro la puerta me arrepiento inmediatamente de mi decisión.

—¿Qué haces aquí? —le pregunto.

Ella me mira de pies a cabeza y se detiene en mi pierna izquierda, la veo embozar una sonrisa burlona antes de mirarme a los ojos.

—Hola, Romina. ¿No me vas a invitar a pasar?

—No, dime lo que quieres o cerraré la puerta en tu cara.

Nunca me he sentido intimidada por ella, incluso a pesar de las cosas hirientes que ella siempre solía decirme. Siempre la vi como una persona consentida y mimada a la que no le gusta que le nieguen nada, y que cuando no obtiene lo que quiere hace un berrinche igual que un bebé.

—Como sabes, mañana es mi boda, es una pena que no vayas a ir, realmente quería que estés ahí —me dice ella y hace un leve puchero antes de seguir hablando—. Y estoy aquí porque hoy debió ser mi despedida de soltera, pero como mi boda es a las cinco, yo quería estar lo suficientemente descansada y sin terribles ojeras, así que adelanté mi despedida, pero me pareció algo injusto no tener algo de diversión el día antes de mi boda.

Me cruzo de brazos mientras ella habla.

—Eso no explica porque estás aquí.

La veo cambiar su peso de una pierna a la otra y pasar una mano por su exuberante melena castaña.

—Roger me dijo que habló contigo y que tú no quisiste escucharlo, pero no solo eso, que no creíste lo que él te dijo sobre mí y que yo he cambiado, eso me pareció que es muy injusto de tu parte, además no te cuesta nada mostrar algo de amabilidad y respeto hacia mí que soy tu familia, eres muy desconsiderada, Romina, tal vez por eso tu padre se alegró de saber que no irías a la boda —ella da deliberadamente un paso más hacia mí y su sonrisa cambia a una algo amenazante, hay un brillo lleno de malicia en sus ojos—. Si quieres verme como la villana de tu historia, perfecto para mí, eso es lo que seré —antes que yo pueda reaccionar, ella se acerca hasta mí y me dice al oído con burla y algo de curiosidad, tal vez por cómo voy a reaccionar ante sus palabras—. Roger y yo estuvimos juntos casi cuatro meses antes que él terminara contigo, él te engañó conmigo. ¿Esa revelación es suficiente para seguir siendo la villana de tu historia? Ya que es la forma en que te empeñas en verme, porque de no ser así, créeme, tengo más revelaciones, como que tu papá sabe que yo soy la responsable de tu accidente y no le importó, por el contrario, me regaló un nuevo auto.

Me sostengo al filo de la puerta para evitar desmoronarme cuando mis piernas empiezan a temblar.

Todo este tiempo había dicho que al menos le concedía a Roger que no me haya engañado y que haya decidido ponerle fin a lo nuestro antes de serme infiel, se lo dije a él y Roger me miró a los ojos y me dijo que lo hizo porque es un buen hombre. Él me miró a los ojos y me mintió de una forma tan descarada, solo por tratar de mantener la imagen de buen hombre, porque eso es todo lo que él siempre ha sido, una fachada.

Lo de mi padre en realidad no me sorprende, una parte de mí siempre lo supo. No puedo esperar menos de él.

—Si al final cambias de parecer y decides venir a mi boda, eres más que bienvenida, solo muestra algo de respeto y amabilidad, no te cuesta nada.

La veo sonreírme mientras se inclina y besa mi mejilla en señal de despedida. Suelta una risa llena de burla y da media vuelta hacia su auto.

Yo me quedo de pie en la puerta analizando todo lo que ella me acaba de decir, sin entender que daño le hice para que ella sea así conmigo, para que ella insista en ser la villana de mi historia. 

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