35. Nos vemos en seis meses.
https://youtu.be/Fu-3vZSKIi8
"Érase una vez cuando una Cenicienta sin corona y su Caballero sin la brillante armadura prometieron reencontrarse en seis meses."
Lo escucho caminar hacia mí, sé que es él porque he aprendido a reconocer sus pisadas. ¿Es acaso eso extraño? Yo pienso que no, se lo atribuyo a la familiaridad que hay entre los dos.
—Buenos días, mi hermosa Mina —me saluda él mientras se sienta a mi lado en el sofá y me atrae hacia su pecho, yo levanto las piernas sobre el sofá y me acurruco contra él —. ¿Qué estás mirando?
Observo la pantalla y sonrío al mirar los pingüinos, esos animales siempre me han parecido adorables.
—Un documental sobre pingüinos, antes estaba mirando uno sobre nutrias —le digo sin dejar de ver la pantalla—. ¿Sabías que las nutrias son obsesivas con la limpieza? Se acicalan todo el tiempo, ya que si su piel se ensucia tendrán problemas para absorber el calor.
—Ahora suenas como Tate.
Sé que él está sonriendo ahora, a pesar que no puedo ver su cara.
—¿Y ahora miras sobre los pingüinos? ¿Qué tienen ellos de interesantes?
—Para tu información, Vladimir, los pingüinos son animales muy interesantes. ¿Sabías que pueden nadar a una velocidad de 36 km por hora? Y míralos, son adorables.
Él pasa sus dedos por mi cabello y baja por mi espalda, y de regreso a mi cabello. Aquel gesto me relaja.
—Pero lo que más me gusta de los pingüinos, es que solo tienen una pareja para toda la vida. ¿Sabías eso?
—Sí, lo sabía —me responde él—, también sé que los machos buscan la piedra más hermosa y perfecta para dársela a la hembra y si ella la acepta, ellos crean un nido juntos y permanecen así por siempre.
—Eso me parece muy tierno, como el hecho que las nutrias duermen agarradas de las manos.
Él toma mi mano y deja un casto beso en ella.
—¿Sabes Mina? Eres un poco nerd, pero me gusta.
Yo golpeo su hombro y él se ríe.
—No soy nerd.
—Sí lo eres, eres mi hermosa y nerd Cenicienta.
Yo no respondo nada a ese comentario, solo me levanto del sofá y extiendo mi mano para que él haga lo mismo.
Le digo que es momento de desayunar y ambos nos dirigimos a la cocina.
—Me acabo de dar cuenta que, si vamos a tener una historia de cuento de hadas, necesitamos un villano porque todos los cuentos tienen uno, nuestra historia no puede ser la excepción.
Aparto un momento mi vista del vaso de café en mis manos y observo a Vladimir que luce muy serio, como si estuviéramos hablando sobre la crisis económica o algún conflicto bélico. Yo intento imitar su seriedad y copio su postura casi con exactitud.
—¿Por qué necesitamos un villano? —le pregunto mientras pienso momentáneamente en mi padre, mi madrastra y hermanastra, personas que hace mucho tiempo dejé atrás—. No quiero un villano en nuestra historia, solo deberíamos saltarnos a la parte de y vivieron felices por siempre.
Él parece pensarlo y niega con la cabeza mientras frunce ligeramente los labios.
—No, los villanos les dan ese toque a las historias, sin los villanos la mayoría de cuentos serían historias aburridas.
—Estás diciendo que si no tenemos un villano, ¿seremos una historia aburrida?
La verdad yo prefiero ser una historia aburrida a tener que estar luchando constantemente contra villanos, más que nada porque mi vida ha estado llena de villanos, que me exiliaron a un reino lejano y no siempre fui feliz. Así que, si no hay villanos en mi historia con Vladimir, estaré más que agradecida.
Antes que Vladimir pueda responder, Josie entra en la cocina, aun vistiendo su pijama, y camina hasta la alacena para sacar su vaso, ella no parece ser consciente de nuestra presencia hasta después que se ha servido su taza de café y se une a nosotros en la mesa.
—Buenos días, panditas —nos saluda ella.
De fondo escuchamos la voz llena de desesperación de Tate mientras corre por la casa tratando de arreglarse porque llega tarde al trabajo. Josie me dice que siente mucha curiosidad cómo es que su hermana aún sigue creyendo que va a llegar tarde al trabajo un domingo.
—La sangre de cristo tiene poder, la sangre de cristo tiene poder y yo no voy a llegar tarde otra vez —grita Tate mientras corre por alguna parte de la casa buscando las llaves del auto.
Ella murmura algo sobre ser despedida y vivir debajo de un puente junto a un vagabundo llamado Pucky.
—Creo que no necesitamos un villano —me dice Vladimir—. Porque con los personajes secundarios que hay en nuestra historia, jamás podríamos ser aburridos.
—Tienes toda la razón —le digo mientras choco su vaso de café con el mío.
Creemos que es Sienna quien le dice a Tate que es domingo y que no tiene que ir al trabajo porque Tate deja de correr y maldice a su alarma, a su jefe, a las llaves del auto y a toda cosa que se le atraviese en el camino hasta su dormitorio.
Sienna entra en la cocina con una sonrisa.
—Uno creería que con el tiempo este tipo de cosas dejarían de ser graciosas, pero nunca aburren —nos comenta ella.
Cuando Josie termina de beber su café, se levanta para preparar el desayuno para todos.
—¿A qué hora sale tu vuelo? —le pregunta Sienna a Vladimir.
—A las 17: 45, Mina me va a llevar al aeropuerto.
Estoy tratando de no pensar en eso, en que en unas horas él se irá por seis meses a Bagdad como parte del programa médicos sin fronteras. Vladimir retrasó su viaje por cuatro meses, porque nosotros estábamos empezando y no quería irse justo después que nos juntamos, y vaya el tiempo que nos tomó para que eso suceda, así que él pospuso su viaje, pero ahora la fecha ya ha llegado y yo me siento tentada a pedirle que no se vaya, que se quede conmigo.
Pero no voy a pedirle eso.
Cuando él me habló sobre en qué consistía el programa, en lo que iba hacer y cómo ayudaría a las personas, vi la emoción en su mirada y lo escuché con claridad en su voz, porque ayudar es parte esencial de Vladimir, por algo él quiso ser médico, y sería egoísta de mi parte decirle que no vaya, cuando es obvio que él quiere hacerlo.
—Sí y también iré a verte cuando regreses en una sola pieza en seis meses.
—¿Tiene que ser en una sola pieza? —me pregunta él.
Yo estiro mi brazo y le golpeo el hombro.
—Hablo en serio, Vladimir.
—Una sola pieza, lo tengo.
Josie se ríe mientras pone una bandeja llena de panqueques frente a nosotros, yo me levanto y busco el jarabe de maple antes de ayudar a Josie con la otra bandeja de panqueques.
—Estás tan azotado, amigo —le dice Josie a Vladimir.
El timbre suena y es Sienna quien se levanta para abrir la puerta, un momento después escucho a Hailey correr hasta la cocina y lanzarse a los brazos de Vladimir. Sienna regresa seguida de Isabella, Mason, Daniel y Jeremy, con quien las cosas han mejorado mucho.
Jeremy ayuda a Josie a buscar algunas sillas extras.
—Hailey quería desayunar contigo y yo también quería ver a mi hermanito.
—Yo vine porque había desayuno gratis —dice Mason.
Josie y Jeremy regresan con las sillas y más atrás viene Tate vistiendo su pijama amarillo favorito.
Mason se levanta ayudar a Jeremy y Josie con el desayuno, mientras Sienna prepara más café.
Y es así como una mañana normal, se transforma en un gran recuerdo.
—Ustedes tienen que ser el desempate porque Sienna y yo no nos ponemos de acuerdo.
—¿Sobre qué?
Josie no dice nada y solo señala con el mentón hacia Tate y Daniel que juegan con Hailey.
—Hacen buena pareja, ambos tienen personalidades burbujeantes. Creo que se llevarán bien y podrían ser algo más si ellos quisieran —comenta Vladimir—, y es aún mejor porque todos somos amigos.
—No, claro que no, Vladimir —le digo yo—¿Sabes el caos que podrían crear ellos dos juntos?
—¿Caos? No lo creo, se divierten mucho, ya verás que pronto vamos a salir todos en citas dobles y lo vamos a pasar muy bien.
Yo muevo mi cabeza en señal de negativa.
—Siento que en cualquier momento vas a empezar a planear bodas conjuntas.
Mi comentario llama la atención de Vladimir y gira su cabeza en mi dirección apartando la mirada de Tate y Daniel.
—No lo había pensado, pero ahora que lo mencionas...
—No.
Él se ríe y me da un beso en mi cabello.
Josie comenta que no hemos sido de mucha ayuda mientras toma el brazo de Sienna y se acercan hacia Isabella, tal vez para hacerle la misma pregunta. Pero se ven interrumpidas cuando, Hailey llama a Josie para que se una a ellas, y Daniel se acerca a conversar con Sienna y Jeremy.
—¿Eres feliz, Vladimir?
Él gira su cabeza en mi dirección y arquea una ceja antes de responder a mi pregunta.
—Por supuesto que soy feliz, Mina.
La risa de Hailey, Josie y Tate llenan la sala, Daniel, Jeremy y Sienna parecen mantener una conversación profunda sobre algo, mientras Mason e Isabella tienen una conversación privada entre ellos.
—Me gusta esto, creo que es algo a lo que podría acostumbrarme.
Él sabe lo que quiero decir, sabe que no solo me refiero a momentos de desayuno los domingos, que yo hablo a nosotros y una familia juntos, que yo estoy pensando a largo plazo.
—A mí también me gusta, Mina. Pero estoy seguro que yo te gusto más.
Yo pongo los ojos en blanco y golpeo su hombro.
—Pero volviendo al tema, me gusta que las cosas entre nosotros siguen igual, es como si nada hubiera cambiado en nuestro paso de ser mejores amigos a novios. Excepto que aún se siente extraño llamarte así.
Y eso que me repetí la palabra muchas veces frente al espejo.
Vladimir Black es mi novio —repetí frente a mi reflejo en el espejo.
—Te equivocas, algunas cosas sí han cambiado, ahora te puedo besar —y para enfatizar sus palabras él me da un casto beso en los labios—. Y hay otras cosas que también podemos hacer.
Él arquea sus cejas en mi dirección al mismo tiempo que me da una sonrisa sugestiva y yo vuelvo a golpear su hombro.
—Eres un idiota.
—Corrección, soy tu idiota. Tuyo y solo tuyo.
Veo como Isabella y Mason se unen a la conversación de Sienna, Jeremy y Daniel, mientras Tate y Josie corren con Hailey por la casa.
—¿Desearías que fuera diferente? —le pregunto.
Sé que él pudo escuchar la duda en mi voz, por lo que no veo sentido apartar la mirada de sus ojos color miel, más que nada, porque dentro de unas horas él se va a ir y no voy a poder ver sus ojos hasta dentro de seis meses, así que estoy tratando de grabar lo más que puedo, cada detalle de él.
—¿En qué sentido?
Él levanta su mano y con cuidado alisa mi entrecejo antes de besar mi frente.
—Bueno, ¿te hubiera gustado que fuera ella quien estuviera aquí? Ya sabes, en lugar de mí.
Él me envuelve entre sus brazos y yo recuesto con cuidado mi mejilla en su pecho, muy cerca de su corazón y me relajo con el sonido rítmico de sus latidos.
—No, por supuesto que no —él responde—. Mina, no cambiaría esto por nada del mundo, llevo enamorado de ti tanto tiempo que hay momentos donde aún no concibo la idea que finalmente estamos juntos.
Lo amo, y es algo que he sentido por mucho tiempo, se siente casi como una broma cruel tener que separarnos ahora que finalmente estamos juntos, decirnos adiós después del tiempo que nos tomó llegar a estar donde estamos. Porque si algo he aprendido, es que no debo posponer las cosas, esperar y dejar para después algo que quiero, porque la vida es corta, las oportunidades van y vienen, y algunas nunca regresan. Y es algo que ya he pensado antes, no es una revelación del momento, sin embargo, a la luz de los hechos, se siente diferente.
Tal vez lo siento así porque estamos camino al aeropuerto.
—Te voy a extrañar mucho —le digo cuando estaciono el auto.
Mucho sería un eufemismo, porque él sigue a mi lado y ya lo extraño.
Eso me asusta un poco, la forma y la intensidad con la que lo amo, pero es un miedo pasajero, porque tengo la certeza que Vladimir jamás haría nada para herirme y que mi corazón está a salvo en sus manos.
—Puedo hacerme una idea, Mina, porque yo también te voy a extrañar, más de lo que piensas y también voy a extrañar el café de Filadelfia.
Tengo la duda de preguntarle a quién va a extrañar más, si al café de Filadelfia o a mí.
—Tienes que mandarme correos y llamarme por Skype cada que puedas. No lo olvides.
—Ves, vas a extrañar mi hermosa carita.
—¿Por qué siempre tienes que ser tan engreído, Vladimir? Y yo no dije nada de tu cara, no pongas palabras en mi boca.
Él se ríe y yo le saco la lengua, y ante eso él murmura Muy madura, Mina, pero yo solo me encojo de hombros ante su comentario.
—Yo si voy a extrañar ver tu cara, Mina.
Los aeropuertos siempre me han parecido lugares extraños, personas de todas partes pasan por aquí, llegan y se van. Las personas siempre parecen sentir demasiado y llevar sus emociones en la manga, nunca había entendido a que se debía eso, hasta ahora. Cuando yo camino similar a los demás, tratando de aferrarme a Vladimir y prolongar nuestra despedida.
¿Por qué las despedidas tienen que ser tan difíciles?
—Te amo —le digo en medio del camino hasta su sala de abordaje.
Él se detiene en seco al escuchar mis palabras y yo me inclino para besarlo en los labios, lo siento sonreír contra mis labios.
—Mina, detente, estamos haciendo un espectáculo —me dice él copiando la frase que yo le dije hace algún tiempo atrás.
—Para eso son los aeropuertos, Vladimir, para efusivas demostraciones de afecto.
Los aeropuertos son para dulces bienvenidas y amargas despedidas.
—Me voy a casar contigo —me dice él de pronto y yo me quedo congelada por lo inesperado que fue eso. ¿Qué se supone que acaba de pasar aquí?—. Un día, dentro de un año, te voy a pedir que te cases conmigo.
Él está mirando fijamente mis ojos marrones, y no espera que yo diga algo o que reaccione de alguna manera.
—¿En serio?
—Sí, Mina.
Yo intento controlar las emociones que amenazan con desbordarse.
—Tiene que ser una propuesta muy hermosa y emotiva, pero cuando suceda, yo diré que sí.
Él se inclina para besarme.
—Estoy deseando que ese momento llegue.
—Yo también, Vladimir, créeme que yo también.
Pero incluso ahora, rodeados de extraños, yo puedo imaginar con claridad ese momento, no solo eso, imaginar todo lo demás y todo se siente casi como un sueño, del que despierto bruscamente cuando escuchamos el llamado para el vuelo de Vladimir.
—Promete de nuevo que regresarás en una pieza y que no te vas a meter en problemas —le pido a Vladimir.
Pongo mis manos en su cara y él sonríe antes de inclinarse hacia mí y besar mi frente.
—Yo soy un problema, Mina.
—Vladimir, es enserio, promételo.
Él se pone serio y asiente lentamente.
—Lo prometo.
Me dice él antes de tomar mi cara entre sus manos y juntar nuestros labios en un beso que dice que me ama, que vamos a estar bien, y que regresará porque debemos seguir juntos por muchos años más.
—Te amo, Vladimir Black —le digo con solemnidad—. Nos vemos en seis meses, mi Caballero sin la brillante armadura.
Esperamos casi un año para estar juntos, aunque hubiéramos esperado por el otro toda la vida. Por lo que esperar seis meses no es tan difícil.
Son solo seis meses, tenemos el resto de nuestras vidas.
—Te amo, Mina —él me da un beso en la mejilla—. Nos vemos en seis meses, mi Cenicienta sin corona.
Lo veo tomar su maleta y empezar a caminar lejos de mí, se gira para darme un último adiós con la mano y gritarme que me ama, que nos vemos en seis meses y yo solo espero con todas mis fuerzas que sea así.
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