30. Antes que te vayas

https://youtu.be/lsjt7zwdgPU

"Érase una vez cuando una Cenicienta sin corona comprende que puede amar a muchas personas, pero siempre hay una a la que amamos más".

Él se va, pero eso está bien, porque él necesita avanzar, así como yo avancé. Entonces me siento feliz por él, porque si esto es lo que Vladimir necesita, yo lo apoyo. Yo estoy bien con lo que sea que él decida, con lo que él necesite... yo estoy bien.

Ambos necesitamos buscar la forma de estar bien —me digo en mi mente.

El entumecimiento en mi cuerpo es temporal, el dolor sordo es mi pecho es normal, las lágrimas que se han acumulado en mis ojos y arden tratando de ser derramadas, son aceptables, porque quien se va no es cualquier persona, es mi amigo... no, mi mejor amigo y nunca es fácil decirle adiós a un amigo. Pero aún falta mucho para eso, Jeremy dijo que se va el cinco de marzo, dos días después de mi cumpleaños y muchas cosas pueden pasar hasta ese momento. Puede que él descubra que no necesita irse tan lejos para superarme, tal vez solo establecer unas millas de distancia.

¿No tenía él un amigo médico en Boston? Sí, Samuel Graham —me digo en mi mente.

Boston está solo a 317 millas de Filadelfia, unas cinco horas y media en auto, tal vez seis horas máximo. Vladimir podría ir ahí, porque Boston está relativamente cerca en comparación a donde él piensa ir, y es mucho más seguro. Incluso él podría ir a Londres, sé que también tiene amigos allá y aunque está mucho más lejos que Boston, sigue siendo más seguro que Bagdad. ¿En qué estaba pensando él al decidir ir allá? No estaba pensando, eso es lo más probable, porque si lo hubiera hecho, no creo que decidiera ir allá. ¿Acaso él no ve las noticias? ¿No ve lo peligroso que es?

No hay muchos voluntarios para ir a Bagdad, por eso Vladimir decidió ir allá —me explicó Jeremy.

Claro que por eso él decidió ir, porque siempre tiene que ser el caballero sin la brillante armadura. Pero mi corazón no puede sangrar con el suyo ante esta situación y me cuesta entender el porqué de todos los lugares, él decide ir allá.

—Oye, me asustaste —me dice Josie mientras enciende la luz de la cocina.

Yo también me sobresalto ligeramente al escucharla y levanto mi vista de la mesa vacía hacia ella para verla caminar hasta los gabinetes y empezar a sacar algunas cosas que coloca sobre el mesón. Saca moldes, cucharas y algunos otros recipientes que ordena con cuidado.

—Tate me contó lo de Vladimir —me dice ella.

—Sí.

Eso es todo lo que le digo y ella tampoco agrega o pregunta nada más.

Verla cocinar es relajante, más aún mientras ella me relata como aprendió hacer las galletas que está preparando ahora, como solía ver a su mamá prepararlas y ella quiso hacer lo mismo para el cumpleaños de mi tía, Josie quería que fuera una sorpresa, pero aún no era buena repostera y terminó haciendo un desastre y dañando el horno.

—Sé que él necesita irse y todo eso, no estoy preocupada por eso, lo que a mí me preocupa es el lugar donde va, Josie, es Bagdad. No hay cifras concretas de muertes, pero se cree que son cerca de 400.000 muertos y Vladimir podría ser una de esas personas. No quiero despertar un día con la noticia que él murió allá solo y que posiblemente no podremos recuperar su cuerpo.

Josie tiene una forma particular de dar sonrisas tristes cuando siente el peso de las penas ajenas y justo ahora me está dando una de esas sonrisas que me dice que si yo estoy sintiendo esto es solo mi culpa, que si me duele el corazón es solo en consecuencia a las decisiones que he tomado, porque yo pude haber evitado que Vladimir decidiera irse allá, que yo aún puedo hacer algo para evitar que él se vaya.

—Romi, a él no tiene que sucederle lo mismo que le sucedió a mi papá. Las cosas han cambiado mucho, pero si no quieres que él se vaya, habla con él. No dejes que todo eso que estás sintiendo te carcoma en silencio, habla con él.

Josie suspira ligeramente mientras se limpia sus manos cubiertas de harina en el delantal azul. Ella me da otra sonrisa triste y vaya que tiene una forma de trasmitir el sentimiento, desarmando con mucho cuidado y de forma casi metódica a las personas, especialmente cuando está hablando de temas delicados y que no son para nada buenos.

—Josie, me duele mucho y yo...

Lo único que puedo pensar desde que Jeremy me dijo eso es el momento en que alguien aparezca en mi puerta y me digan que él murió, que hubo un atentado y él estaba en el lugar y momento equivocado.

—Lo amas, por eso te duele.

—Sí, lo amo, es mi mejor amigo, ¿cómo no podría amarlo? ¿cómo no podría preocuparme por él? Es mi mejor amigo y es obvio que lo amo.

Me digo que esa es la razón por la cual todo esto me duele tanto, la razón por la que me cuesta tanto respirar o se me seca la garganta cuando estoy por decir su nombre. Todo eso es porque él es mi mejor amigo.

—Sí, lo amas —me dice Josie en un tono que no acepta lugar a discusión—. Y también amas a Jeremy, por eso te sientes así, pero Romi, podemos amar a muchas personas a lo largo de nuestra vida, pero siempre, sin importar qué, hay solo una persona a la que amamos más que a las demás. Una sola persona y tú en el fondo sabes a quién amas más, solo tienes miedo de reconocerlo.

Sienna en su modo psicóloga comentó que se debe al abandono que sufrí de niña por parte de mi padre, que eso genera ahora en mí cierta incertidumbre, miedo, inseguridad y por supuesto, tristeza. Que inconscientemente pienso qué, si confronto mis sentimientos por alguien, esa persona se va a ir, como mi padre y amores del pasado se han ido, y que es normal que me sienta así, pero el hecho que sea normal, no quiere decir que sea sano.

No es sano, Romi, dejar que nuestros miedos nos controlen, porque ellos nunca nos van a dejar avanzar o ser felices —me dijo ella.

Sienna también comentó que la psicoterapia me podría ayudar mucho, pero depende de muchos factores y herramientas que yo tenga, así como del mismo proceso terapéutico.

Tienes que tener claro en tu mente, que las heridas emociones que obtenemos de niños nos acompañan cuando somos adultos, se pueden superar, pero no olvidar —finalizó ella y había cierto dolor en su mirada mientras me decía eso.

—Mañana es su cumpleaños, yo le compré un regalo, es algo cursi, espero que le guste. —le digo a Josie.

—Estoy segura que le va a gustar.

Cuando ella coloca las galletas en el horno, se sienta frente a mí y me empieza a contar cosas mundanas para intentar ayudarme a despejar mi mente y ayuda por un momento, hasta que inconscientemente agarro mi teléfono con la intención de escribirle a Vladimir y me doy cuenta que no puedo, que necesito darle el espacio y tiempo que él requiera para poder ordenar su mente, para poner en orden su vida. Que si yo le escribo podría tirar todo el progreso que él ha hecho y eso no sería justo para Vladimir.

Suspiro y dejo el teléfono sobre la mesa.

—¿Tú cómo estás? —le pregunto a Josie.

El mundo no gira a mi alrededor, el que yo tenga problemas no debería eclipsar los problemas de otros.

—En comparación contigo, bien, muy bien —me responde ella.

—Es por eso que hoy vamos a tener una fiesta tranquila para despedir este año —nos dice Tate mientras entra en la cocina—. La necesitamos.

Ella está vistiendo su pijama favorito que es de ese tono amarillo chillón que no entendemos porque a ella le encanta tanto.

—La última fiesta tranquila a la que asistimos terminamos en la cárcel —le digo.

—Pero no quedó en registro, así que técnicamente, no fuimos detenidas.

El timbre de la casa suena y todas nos miramos antes que todas nos señalemos entre sí para designar quien va a ir abrir la puerta. Josie es quien pierde y Tate sonríe triunfante antes de sentarse en la silla donde estaba sentada antes.

Escuchamos la puerta abrirse y la inconfundible voz de Daniel, seguido de su risa. Él viene conversando con Josie, porque no es en absoluto una persona callada, a él le gusta hablar y mucho.

—Traje donas —dice él mientras abre una caja rosada llena de donas griegas y la deja en la mesa frente a nosotros—. Buenos días, bellas damas.

Él le da un beso en la mejilla a Tate antes de tomar una silla y sentarse.

—¿Qué haces aquí tan temprano? ¿acaso no tienes casa? —le pregunta Tate.

Está de más decir que Tate no es una persona muy amable en la mañana o en general.

Pero donde cualquier otra persona se hubiera sentido ofendido por el tono o la pregunta de Tate, Daniel solo se ríe y mueve la cabeza, no dejando que el mal humor de Tate manche su buen estado de ánimo.

—Dijiste que pase por ti a las nueve en punto, que tienes algunas compras de último minuto que hacer —le responde él—. Y tengo la carroza lista esperando por usted, mi lady.

Tate pone los ojos en blanco mientras come, sin nada de gracia, una dona entera, manchando las comisuras de sus labios, pero ella no le da importancia a eso y toma una servilleta para limpiarse la boca antes de tomar otra dona.

Josie le hace algunas preguntas a Daniel en su modo hermana protectora y Daniel responde todo con mucha naturalidad.

—A Tate también le gusta el béisbol, solía estar en el equipo femenino en la secundaria, es muy buena en los deportes —le comento a Daniel.

Olvido comentar que ella aún tiene un bate de béisbol y que en la secundaria le dejó unas marcas muy difíciles de borrar a Mills, su en ese entonces novio, quien la engañó con una porrista.

Tate también es muy competitiva, siempre compite para ganar.

—Que coincidencia, yo también estaba en el equipo de béisbol en la secundaria, era un excelente bateador —nos dice Daniel mientras hace un gesto de batear una bola imaginaria—. Siempre terminaba ponchando o dando un jonrón.

—Igual que ahora, así que no has cambiado mucho —murmura Tate en voz baja y su comentario saca una fuerte carcajada de Daniel y provoca un sonrojo en Josie, que regaña a su hermana.

Daniel parece muy divertido por la broma de Tate y la sonrisa en su cara crece aún más cuando la escucha a ella reírse.

—Creo que, si tienes suerte, podrías intentar anotar un jonrón esta noche —le dice Tate a Daniel—. Solo recuerda evitar las bolas curvas y cubrir todas tus bases.

Esta vez es Tate quien hace el gesto de lanzar un jonrón imaginario.

—¡Por los clavos de cristo! Cállate Tate y busca purificarte un poco. Son las nueve de la mañana, ¿cómo puedes tener una mente tan sucia tan temprano?

—Es un don —le responde Tate a su hermana.

Cuando terminamos de comer las donas, Tate le dice a Daniel que espere un momento mientras ella se arregla, le digo a Daniel que ese pequeño momento que dice Tate se traduce a una hora, así que es mejor que se vaya poniendo cómodo. Pero a él no parece importarle tener que esperar a Tate.

—Una cosa más, Daniel. Sé que Tate dice que esto es algo casual y todo eso, pero si llegas a lastimar a mi prima, te asesinaré y te prometo que nadie podrá encontrar tu cadáver.

Me levanto de la silla con una media sonrisa y le doy unas palmadas en su hombro antes de caminar hacia mi habitación.

Isabella llega en la tarde con Hailey para ayudar arreglar la casa para la fiesta y debo reconocer que han hecho un trabajo muy bueno, porque cuando bajo en la noche y veo como ha quedado todo, me quedo un momento sorprendida, hasta que pienso en todo lo que tendremos que limpiar después.

—Hola —saludo a Jeremy mientras me paro a su lado y le doy un beso en la mejilla.

Él sonríe automáticamente cuando me ve y yo no puedo evitar devolverle la sonrisa.

—Te vez hermosa —me dice él—. Más hermosa de lo habitual.

—Tú tampoco te ves tan mal.

Él se ríe por mis palabras y me tiende la mano para llevarme hacia donde están los demás. Saludo a Leroy y Katie que están conversando cerca de la mesa llena de bebidas.

La fiesta es agradable, pero yo no puedo evitar desconectarme cada cierto momento mirando hacia la puerta esperando que llegue Vladimir.

—No lo escuchaste de mí, pero Vladimir no va a venir —me dice Mason.

—¿Por qué?

—Dijo que no tenía ánimos de celebrar, que se quedará en su casa a despedir el año con Max.

—¿Y crees que le importe si yo voy a verlo? Solo un momento, para decirle feliz cumpleaños.

Mason sonríe como si hubiera esperado que yo diga eso y mira ambos lados antes de sacar una llave plateada de su saco y dejarla en la palma de mi mano.

—Creo que tu visita le haría muy feliz, Romina.

Miro la llave en mi palma y le agradezco a Mason, antes de desaparecer hacia mi habitación en busca del regalo de Vladimir.

—No es una torta, solo un cupcake, pero es de chocolate —me dice Josie mientras entra en mi habitación y deja una caja blanca sobre mi cama—. Y aquí están las llaves del auto de Tate. Ve, les diré a los demás que regresarás pronto. Dile feliz cumpleaños a Vladimir de mi parte.

—Me asustas un poco cuando haces esas cosas —le digo antes de tomar la caja y las llaves para poner todo en un bolso—. Pero te quiero y gracias. Regreso pronto, lo prometo.

Cuando llego a casa de Vladimir, mantengo un debate interno entre irme o entrar, pero dado que ya estoy aquí parada y que faltan unos pocos minutos para su cumpleaños, decido abrir la puerta y me sorprendo de no ver a Max, él siempre sale a recibirme. Pero cuando cierro la puerta y empiezo a caminar, Max aparece y me mira receloso antes de desaparecer.

Vladimir está sentado en su sala de estar, hay música de Sinatra sonando de fondo y la televisión está encendida, pero sin sonido.

—En mi cumpleaños me dijiste que tu parte favorita es soplar la vela y pedir un deseo y no quería que te pierdas eso —le digo mientras me siento a su lado y saco la caja blanca, la pequeña vela azul y mi encendedor. Abro la caja con cuidado y saco el pequeño cupcake y coloco la vela antes de encenderla—. Feliz cumpleaños, Vladimir.

Sus ojos me estudian con cuidado y parece incrédulo de verme, como si no pudiera creer que yo estoy ahí con él.

Empiezo a cantar feliz cumpleaños y sostengo el cupcake frente a él que me mira con sus ojos brillando de emoción.

—No te olvides de pedir un deseo.

Él me da una mirada enigmática antes de cerrar los ojos y soplar la vela. Cuando él vuelve abrir los ojos yo me inclino hacia él y le doy un beso en su mejilla. Vladimir toma el cupcake de mis manos y lo deja en la mesa de café frente a nosotros antes de jalarme hacia su pecho y envolverme en un fuerte abrazo. Me permito fundirme en su abrazo, en la forma en que encajamos y cuando finalmente nos separamos, él junta su frente con la mía y estamos a pocos centímetros de distancia con nuestras miradas conectadas.

—Te he extrañado, Mina.

—Yo también, Vladimir, mucho.

No nos movemos, dejamos que el momento se alargue y que vibre con la fuerza de un maremoto que agita las aguas, mueve los barcos y provoca grandes catástrofes.

Cuando nos separamos, busco en mi bolso su regalo y él mira la caja con una pequeña sonrisa y una ceja enarcada. Veo como él abre la caja y saca el reloj negro elegante, y yo le digo que lea la inscripción. Él gira el reloj entre sus dedos y lee en voz alta.

—A donde sea que tú vayas, yo iré —lee él.

—Pensé que podrías utilizarlo ahora que te vas, para que recuerdes que no importa la distancia, siempre estaré contigo... claro si tú quieres.

Nos quedamos mirándonos y tal vez cuando él se vaya, cuando ya no este, yo repase este momento en mi mente, pensando en la forma en que me sonríe, en todo lo que me dicen sus ojos, como ellos me dicen todo aquello que no decimos en voz alta.

—No crees que es demasiado cursi, ¿verdad?

—No, Mina, creo que es la cantidad justa de cursi —lo veo quitarse el reloj que está utilizando y ponerse el reloj que yo le acabo de regalar—. A donde quiera que yo vaya...

—Yo también iré —finalizo por él.

Él sonríe un poco, pero su sonrisa se vuelve aún más brillante cuando yo me uno a él y me doy cuenta que sentarme a su lado es tan sencillo, incluso con todo lo que nos hemos dicho y el peso de lo que no nos decimos, como si estar aquí fuera parte de mi destino.

—¿Qué vamos hacer, Vladimir?

Él toma mi mano entre las suyas y yo descanso mi cabeza en su hombro, un momento después, él descansa su cabeza sobre la mía.

—No lo sé, Mina, pero lo vamos a resolver. Vamos a buscar la manera de estar bien.

Nuestra historia podrá no ser como un cuento de hadas, y no hay un vivieron felices por siempre, para nosotros, pero estar con él ahora, es probablemente lo mejor que puedo tener y al menos por ahora, tendrá que ser suficiente. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top