29. ¿Alguna vez vamos a estar bien?
https://youtu.be/fi30ZeWtSEo
¿Realmente hemos terminado aquí? —me pregunto en mi mente.
¿Qué se supone que va a suceder ahora? Llevo tiempo esperando ver caer el otro zapato y ahora que el momento ha llegado no sé qué hacer a continuación. Lo más lógico sería inclinarme y recoger los pedazos rotos del desastre que ha dejado el zapato de cristal que ha impactado en el suelo en medio de nosotros. Recoger uno a uno cada fragmento de un zapato que ya jamás será lo que era, de un zapato que ya no puede volver a su lugar, porque cuando el zapato cae, al menos este, no hay nada que podamos hacer para repararlo.
Cuando el dolor de todo esto se vuelve demasiado fuerte, me disculpo con él y me retiro al baño. Cuando llego a la puerta me pregunto si tal vez Vladimir me va a seguir, si mantendría su promesa de quedarse a mi lado, pero él no me sigue y entiendo que para ambos es mejor así.
—Está bien, todo va a estar bien —le digo a mi reflejo en el espejo.
Sostengo con fuerza el filo del lavado, porque me siento algo inestable ahora y temo que mis piernas fallen y me caiga en cualquier momento.
Respiro hondo un par de veces antes de salir y reunirme con los demás.
Tate llega en ese momento y a pesar que luce impecable con su atuendo, algo en su expresión y postura la hacen parecer que ha ido a la guerra y ha perdido la batalla. La veo escanear la habitación con la mirada y mantener un extraño contacto visual con Daniel antes de negar con la cabeza y sentarse junto a Vladimir, que le pregunta el dato interesante del día, algo que la hace sonreír y ella empieza hablar sobre la diferencia de la forma que celebramos acción de gracias ahora, a como la celebraban antes. Vladimir luce fascinado ante lo que Tate le cuenta.
—¿Estás bien? —me pregunta Josie mientras se para a mi lado y me ofrece un mini dulce de limón.
Yo tomo el dulce y le respondo que estoy bien, y aunque ella no parece del todo convencida con mi respuesta, deja pasar el tema.
Jeremy sale de la cocina y se une a mí y a Josie en la conversación, hasta que Isabella nos dice que pasemos al comedor. Yo me siento en medio de Jeremy y Josie, a lado de ella esta Hailey frente a nosotros, Tate, Vladimir, Sienna y Daniel. Este último hace un comentario que no logro escuchar pero que hace reír a Sienna.
—Bueno, primero quiero agradecerles a todos por estar aquí, quiero agradecer por las personas que estamos y por los que ya no están, porque el tiempo que estuvieron con nosotros dejaron marcas y recuerdos que nunca vamos a olvidar —dice Isabella.
Todos en la mesa sabemos que ella se refiere a Stella y Sean, quien era su mejor amigo y aun es difícil para ella asimilar que él ya no está.
Cuando ella termina de dar las gracias pregunta si alguien más quiere hacerlo.
—Quiero dar las gracias porque a pesar de todo, aun intentamos ser resilientes y superar las adversidades —dice Jeremy.
—Y gracias por los amigos y la familia —aporta Vladimir.
Esta es una de las celebraciones favoritas de Josie, por lo que no me sorprende cuando ella también da las gracias por todas las cosas buenas que le han sucedido este año y también por las cosas malas, porque siempre se puede aprender algo bueno de lo malo.
—Sobre todo, gracias por la tarta de calabaza de Josie —dice Hailey.
—Por supuesto, hija, ¿cómo podríamos olvidar la tarta?
El resto de la cena trascurre entre bromas y conversaciones amenas, hay solo un pequeño momento, cuando estamos comiendo el postre, es solo un corto instante donde mis ojos se encuentran con los de Vladimir y veo cierta chispa en sus ojos, como si la conversación que tuvimos antes no hubiera sucedido, hasta que ambos la recordamos y la chispa se apaga antes que ambos apartemos la mirada.
Hablamos sobre donde pasaremos navidad y yo les digo que iremos a Florida a pasar las fiestas con mi tía Marina, pero que regresaremos antes del treinta y uno porque mi tía se va a ir a un crucero.
—Sean es quién organizaba la fiesta de fin de año —comenta Mason—. No sabemos quién la va a organizar este año.
Los amigos comparten una mirada que esconde muchos recuerdos.
—Podríamos celebrarla en nuestra casa —dice Tate.
Ella nos da una mirada a todas para saber si estamos de acuerdo con ella y yo solo me encojo de hombros, sin importarme mucho si la fiesta se realiza en la casa o en otra parte.
Isabella luce contenta con la sugerencia de Tate y ellas empiezan hacer planes para una fiesta que aún falta mucho para que suceda.
Cuando llegamos a casa, me quito el abrigo y le digo a las demás que estoy cansada y me voy a mi habitación, cuando entro, cierro la puerta y recuesto mi espalda contra la pared que esta junto a la puerta antes de deslizarme hasta el suelo y levantar mis piernas contra mi pecho. Donde me permito llorar, solo por ahora, por Vladimir Black y por lo que pudimos haber sido. Llorar por mí, por la herida en mi corazón y me permito perderme en esas emociones por un largo momento antes de limpiar las lágrimas de mi cara y levantarme del suelo.
La vida sigue.
Las siguientes semanas pasan en una ráfaga de emociones encontradas que luchan dentro de mi cuerpo, cada una queriendo reinar más del momento que yo considero correcto. Pasando desde la resignación, hasta el cansancio, miedo. Todos ellos y algunos otros compitiendo por reinar, por alcanzar el primer lugar.
—Bien, mis hermosas bailarinas del mañana, Tendu —les digo y ellas se enderezan antes de ejecutar la posición que les estoy pidiendo. Yo observo a cada una de ellas y la forma en que se curvan sus empeines y que no pierdan el en dehors—. Ahora relevé, vamos, vamos, deben practicar su equilibrio. Bien, Maddie, veo que has estado practicando. Ahora Pas couru.
Analizo la forma en que ellas cruzan el escenario y la forma en que sus cuerpos siguen el movimiento de la música, la agilidad y flexibilidad de sus extremidades, así como su resistencia.
—Ahora, retiré. Mantengan su pierna base bien estirada y recuerden que su pierna no debe mostrar signo alguno de debilidad, debe permanecer fuerte para que ustedes puedan mantener el equilibrio. Dina, debes practicar tus ejercicios en casa, recuerden que es importante seguir los ejercicios para mejorar la resistencia.
Me paro frente a ellas y les muestro como realizar el movimiento, manteniendo mi pierna base estirada y levanto el muslo de mi otra pierna hasta la segunda posición, sin pasar la altura de mis caderas.
—La pierna elevada se debe mantener doblada y nos apoyamos levemente con los dedos de los pies de nuestra pierna base —les indico—. Si no pueden encontrar el equilibrio en esta posición, no podrán ejecutar correctamente sus piruetas. Así que una vez más, retiré.
Cuando termino mi última clase del día, me quedo en el estudio y reviso algunas cosas, me despido de Katie y Leroy cuando ellos terminan con sus clases en el segundo piso y apago la música.
Vladimir ya no viene a mi estudio con un vaso de café para mí o me espera en la cafetería, en realidad no lo he visto desde la cena de acción de gracias. Así que tampoco hay nuevos pañuelos que colocar en el cajón de mi armario que desocupé especialmente para poner los pañuelos que me daba Vladimir.
Él me dio 203 pañuelos. Los conté todos un par de veces, tratando de recordar cuando me había dado cada pañuelo y algunos me fue fácil, pero otros no logré recordar el momento, tal vez porque fue demasiado fugaz o sucedió algo más ese día que lo eclipsó.
¿Realmente hemos terminado aquí? —le pregunté ese día.
Sí, hemos terminado —fue su respuesta.
Y por la forma en que las cosas se han dado entre nosotros así parece, porque a penas y nos hemos mandado un par de mensajes.
—Romi, Roma, Romanus —me saluda Tate mientras entra en mi estudio—. ¿Sabías que tu nombre significa persona tímida y con un gran talento? Te describe a la perfección.
Ella no me trae café, en su lugar su alegría y entusiasmo me hacen sonreír.
El he estado de ánimo de Tate siempre es contagioso.
—¿Estás ocupada? ¿Tienes algún plan? Porque estaba pensando que podríamos ir a comprar las cosas para la fiesta de fin de año y después ir a comer algo.
—Podemos comer pizza —le digo—. Tengo muchas ganas de comer pizza.
Yo termino de recoger mis cosas, me coloco mi abrigo y botas de invierno antes de salir de la calidez de mi estudio. Cuando termino de cerrar el estudio, Tate me da las llaves de su auto antes de subirse al asiento de pasajero.
Yo voy arrastrando el carrito por la tienda mientras Tate sigue comiendo la mantequilla de maní del frasco que acaba de abrir.
—Hoy me di cuenta de algo —me empieza a decir Tate mientras coloca algo en el carrito—. Me di cuenta que a pesar que yo sé que no debo amar a Mark, que debo dejar de correr detrás de él, es más fácil decirlo que hacerlo. Sé que no debo amarlo, sin embargo, no puedo evitar hacerlo. El corazón no entiende de fundamentos. ¿Crees que alguna vez se detendrá?
No hay nada peor que amar a alguien que está enamorado de alguien más —me dijo Jeremy.
Por supuesto que él no se equivocó al decir eso.
Estar enamorado de alguien que ama a alguien más, es igual a correr en círculos tratando de llegar a una meta que nunca estuvo ahí. No solo es una pérdida de tiempo, es un desgaste de esfuerzos y lo peor es que llegamos a un punto en medio de esa carrera, donde nos damos cuenta que no estamos llegando a ningún lado, que solo damos vueltas en circulo y en lugar de parar e intentar romper el patrón, seguimos corriendo con la esperanza de conseguir llegar a una meta que jamás lograremos alcanzar.
—Desearía nunca haberlo conocido o mandarlo a la mierda aquella primera vez que me invitó un trago después del trabajo.
Ella suena un poco más enojada que dolida.
—¿Qué fue lo que te llamó la atención de él? —le pregunto.
Ella se muerde el labio y veo que ya tiene la respuesta en la punta de su lengua, algo que la hace suspirar con frustración antes de responder.
—Cuando era niña soñaba con ser una princesa, pero siempre he sido muy poco delicada para ser considerada una, y cuando jugábamos sobre eso en la escuela, yo siempre era la villana o la persona que no se queda con el príncipe. Nunca era la princesa y una parte de mi aprendió aceptar eso para que dejara de importarme. Y al inicio, antes que él mostrara su verdadera naturaleza, me trató como una princesa y me gustó, porque, después de todo, siempre soñé con ser una.
Ella suena algo nostálgica y hay una sonrisa que esconde demasiados sentimientos en su cara. Pero ella mueve sus manos frente a su rostro y chasquea los dedos frente a ella, un gesto que hace cuando quiere deshacerse de algo que no quiere sentir o pensar. Según ella, es algo que funciona.
Ella chasquea los dedos alrededor de su cara y finaliza con un chasquido frente a ella.
—Oye, antes que lo olvide, ¿sabías que el primero de enero es el cumpleaños de Vladimir? Él me lo comento ayer en el almuerzo.
—Sí lo... espera. ¿Qué? ¿Saliste almorzar con él? ¿Me cambio por ti?
Tate suelta una ligera risa y enarca una ceja mientras me mira un momento antes de comer un poco de mantequilla de maní, sé qué hace eso solo para alargar el momento de responder a lo que le he preguntado.
—¿Es acaso celos lo que percibo de ti, prima?
—Tate —digo en señal de advertencia.
Ella levanta la mano que no sostiene el frasco medio vacío de mantequilla de maní.
—Nos encontramos en ese lugar de comida mexicana que queda cerca de mi trabajo y me invitó almorzar. ¿Qué? No le iba a decir que no a comida gratis, además, él siempre disfruta escuchar mis datos curiosos.
Ella me da un ligero golpe en la punta de mi nariz con su dedo índice, yo intento golpearla con el carrito lleno de cosas, pero ella lo esquiva y se ríe.
—No estés celosa, el verde no es tu color, Romi y si te voy a quitar uno de tus dos hombres me quedo con Jeremy, te lo dije, podría ahogarme feliz en sus ojos azules.
Ellas pueden ser algo entrometidas, pero jamás cuestionan mis decisiones, incluso cuando no están de acuerdo con ellas. Josie, comentó el otro día a la ligera, mientras yo miraba la boda de mi mejor amigo, que, si Vladimir estaba enamorado de mí y yo de él, ¿por qué no estamos juntos? No había nada más que curiosidad en su tono y yo le respondí que en un mundo ideal lo estaríamos, pero que yo estoy con Jeremy, que él no es un premio de consolación y que yo quiero estar con él.
Cuando uno empieza a salir con alguien, en nuestras manos recaen sus sentimientos y debemos tratar esos sentimientos de la misma manera que queremos que traten los nuestros —le respondí a Josie—. No puedo correr a los brazos de Vladimir y olvidarme de Jeremy, no es justo para nadie. No es lo que quiero.
Mi corazón no duele solo por lo que pudimos ser, duele por él y porque está sufriendo al verme con Jeremy, me duele porque es mi amigo. Porque él tuvo su oportunidad y no la tomó, no puede venir y decirme todo eso ahora que yo estoy con alguien más, porque yo necesitaba seguir adelante y lo hice, entonces no es justo que él venga ahora y me ponga en esta posición, haciéndome responsable de su dolor.
—Jeremy no es un premio de consolación —digo más para mí que para Tate.
—Lo sabemos, le quieres, te importa mucho, no estarías con él si ese no fuera el caso.
Sé que hay un, pero, aunque ella no lo menciona y yo lo prefiero así.
—Y regresando a lo que me dijiste antes, Tate solo recuerda que al final va a llegar alguien que con cuidado y cariño va a curar las heridas que amores del pasado te han dejado, que te hará sentir como una princesa todos los días de tu vida, y junto a él vas a olvidar que un día estuviste algo herida. Solo ten algo de paciencia.
Ella me sonríe antes de abrir los brazos y abrazarme con fuerza.
—A veces eres la cantidad de cursi que necesito en mi vida —me dice ella—. Y espero que tengas razón.
Llevamos el carrito hasta la caja y mientras Tate se dispone a pagar, pone sus manos en mis hombros y me mira seria.
— Cuando alguien que amas está sufriendo, no puedes simplemente dar media vuelta y marcharte, tú debes hacer algo para calmar su dolor. Porque cuando alguien que amas está sufriendo, su dolor se vuelve también tuyo.
Después de decirme eso, ella se gira y saca su billetera como si nada hubiera pasado, dejándome confundida en medio de la fila sin saber a qué exactamente se refiere con eso.
Después de comer pizza y helado, le digo a Tate que me deje en casa de Jeremy y cuando llego ahí, él está discutiendo por teléfono con su padre. Hace una semana y media, el papá de Jeremy regresó a New York a un apartamento que Jeremy le está pagando, pero su padre quiere algo mejor y no ha dejado de llamar.
Yo tomo su teléfono y corto la llamada, él se ríe por lo que acabo de hacer y yo le digo que vayamos a dar un paseo.
Él me sonríe mientras toma mi mano y entrelaza sus dedos con los míos.
—Es una buena noche para para dar un paseo romántico — Jeremy me dice antes de besar mi mejilla.
—No recuerdo que hayamos dado un paseo romántico antes, creo que nunca he dado un paseo romántico con nadie. ¿Por qué un paseo por el parque es algo romántico?
Cualquier otra persona se hubiera molestado por mi comentario, pero él no lo hace.
—Bueno, entonces es una buena noche para nuestro primer paseo romántico.
—Bien, prometo anotarlo en mi calendario.
Empezamos hablar sobre nuestro día, él coloca su brazo alrededor de mis hombros y noto como su expresión cambia un poco.
—Sé supone que no debo decirte esto, pero, Vladimir se inscribió en el programa de médicos sin fronteras, se irá por un año.
Al final, él no mantuvo su promesa de quedarse a mi lado
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