24. El significado de las cosas
https://youtu.be/YmcVFg1StHY
"Érase una vez cuando un Caballero sin la brillante armadura decidió dejar atrás sus argollas matrimoniales".
Yo tengo que reprimir el impulso de tomar su mano entre las mías y pasar mis dedos por la marca oscura que ha dejado la argolla matrimonial, como para cerciorarme si él realmente se la ha quitado o estoy imaginando cosas. Pero entonces él hace justo lo que yo quería hacer y lo veo pasar su dedo índice por la marca oscura y agachar la cabeza para mirar la falta de su argolla matrimonial antes de soltar un pequeño suspiro.
—¿Estás bien, Vladimir?
Él aún tiene su dedo índice recorriendo la sombra en su dedo, como si intentara aclarar la piel y quitar cualquier rastro que haya dejado esa argolla. Aunque esa argolla haya significado tanto para él, y sea lo último que le quedaba de ella. Una de las ultimas cosas que compartió con ella, el símbolo de las promesas y un por siempre que nunca tuvieron.
—Solo un poco cansado.
Me pregunto qué sintió él mientras se quitaba ese anillo, me pregunto qué tan difícil debió ser para él hacerlo.
—¿Es cansancio físico o mental?
Él no responde, pero lo veo asentir dos veces con la cabeza y por lo que entiendo se refiere a que siente un poco de ambos y dadas las circunstancias, no lo culpo.
Veo como deja de pasar su dedo por aquella mancha y recuesta su cabeza contra la pared casi al mismo tiempo que sus hombros caen como en señal de derrota. Parece que todo lo que ha pasado en el día y en los días anteriores a este le están pasando factura.
Pienso por un momento, en una forma sutil de sacar el tema de su falta de argolla matrimonial, pero entonces recuerdo lo que él dijo sobre mi mentira y que si yo hubiera querido hablar del tema lo hubiera hecho.
—¿Él es bueno contigo?
—¿Perdón?
Max se estira antes de salir corriendo y desaparecer por el pasillo oscuro.
—Siento curiosidad de saber si él es bueno contigo, ya sabes, si recuerda que solo bebes vainilla late, porque te gusta tu café muy dulce. Que no puedes caminar grandes tramos porque tu rodilla te empieza a doler. Que sueles ver películas de Disney cuando estas triste y que Mulán es tu favorita, aunque también te gusta Elsa y que te sabes Let it go de memoria, aunque jamás lo admitirás en voz alta. Siento curiosidad por saber si él te pregunta como estas y si sabe que sueles decir que siempre estás bien, aunque no lo estés.
Él me dice aquello en un tono neutral, casi carente de cualquier emoción, pero de alguna manera puedo entender la preocupación detrás de lo que me está diciendo y me siento conmovida por ello.
—Sí, él es bueno conmigo.
No miento, Jeremy es bueno conmigo y para mí, a pesar que él no sabe algunas cosas sobre mí, él sigue siendo bueno.
—Es bueno saber eso, me siento más tranquilo ahora que lo sé.
—Aunque él no sabe que a veces canto Let it go.
Vladimir me mira con una ceja enarcada.
—Entonces asumo que también ignora que te sabes la coreografía y que sueles hacer el gesto de las manos mientras cantas.
Yo golpeo su hombro con él mío y le saco la lengua.
—Te recuerdo que soy bailarina, es normal que me aprenda las coreografías.
—Lo que tú digas Mina, lo que tú digas.
Me digo que es normal que Vladimir conozco algunas cosas sobre mí que Jeremy desconoce, porque Vladimir y yo hemos sido amigos por más tiempo y también hemos pasado más tiempo juntos, así que es normal. Que mi relación con Jeremy recién está empezando y que no vamos a conocer todo del otro en cinco minutos. También me digo que está mal que los empiece a comparar a los dos.
Igual uno nunca termina de conocer a las personas.
Lo veo sacar algo del bolsillo de su camisa y apretarlo en su mano, cuando él finalmente abre su mano, ahí en su palma, descansa su argolla matrimonial.
—Cuando ella murió, de nuestro matrimonio solo me quedaron los recuerdos y esta argolla. Pero uno no puede tocar los recuerdos, así que cuando quería aferrarme a algo, pasaba mis dedos por esta argolla.
No, la vida tampoco ha sido justa con Vladimir, me pregunto si él conseguirá volver a ser feliz, porque si algo he aprendido de la vida es que siempre se trata de practicar para lo que sea que viene después.
Vladimir también merece volver a ser feliz.
—Pasé los primeros cincuenta y dos días después de su muerte pensando en ella y en lo que pude hacer diferente —dice él con la mirada perdida en un recuerdo lejano—. No me quité esta argolla porque era todo lo que me quedaba de ella, pero ella no volverá y es momento de seguir, y no lo hubiera podido hacer sin ti, así que gracias, Mina.
—¿Gracias a mí? ¿Qué hice yo?
Él curva sus labios en una suave sonrisa mientras exhala y mueve su cabeza en mi dirección.
—Todo, porque la forma en que tú afrontas las cosas que la vida te lanza, es algo inspirador, Mina.
Eso se debe a que llegué a entender que la vida no otorga prorrogas, ni en esta, ni en las siguientes vidas que podría llegar a reencarnar y vivir. Las prórrogas solo suceden en lo sueños a los que me permito aferrarme en mis momentos más oscuros y solitarios.
—Espero que en algún momento logres volver a ser feliz, Vladimir.
—Mina. ¿Qué te hace creer que no soy feliz? Es verdad que tengo malos momentos, como este, pero eso no quiere decir que sea infeliz, al menos yo no lo veo o me siento así. Todos tenemos días malos, pero que tengamos un día de lluvia no quiere decir que vivimos en un perpetuo diluvio. ¿Cómo podría ser infeliz con el trabajo que tengo, mi familia, amigos y contigo?
Él dice que admira mi forma de afrontar los problemas, y yo admiro su forma positiva de ver la vida. Con él las cosas no son blancas o negras, como las veo yo, Vladimir logra ver y agregar los matices necesarios a la vida para darle algo de color.
Blanco y Negro/ Black and White.
Él y yo seriamos como como el yin y el yang e irónicamente seriamos los dos principios opuestos de la naturaleza, pero tampoco debo olvidar que son opuestos y unificados, que se mueven e interactúan constantemente.
—A veces a tu lado siento que la vida es tan sencilla y no es así, es decir, tan solo míranos, estamos sentados en medio de la madrugada en tu casa vacía, una casa que compartías con tu difunta esposa. Pero tú... aun así ves lo positivo en todo esto y a pesar que dices que admiras como yo afronto las cosas que me suceden, yo admiro como tú tratas de ver lo bueno en lo malo.
Entre más lo pienso más segura estoy que él y yo podríamos ser la representación clásica del yin y el yang, porque según la filosofía oriental el yin y el yang poseen cualidades opuestas incluso del mismo objeto, pero que al mismo tiempo se complementan, es decir, que todo, desde el objeto más pequeño, hasta el fenómeno más asombroso, pasando por eventos trascendentales, pueden ser ellos mismos o su opuesto.
Porque no hay que olvidar que el yin contiene la semilla del yang y viceversa, es por eso que sin importar lo que suceda, siempre están entrelazados.
—Recuerda una cosa, Mina, que no importa lo que suceda, uno siempre debe intentar ver el lado positivo de las cosas, porque la vida es mucho más sencilla de esa manera.
—¿Incluso si me caigo por las escaleras?
—Bueno, bajarías más rápido.
Ambos compartimos una sonrisa por su respuesta.
—¿Cómo estás, Mina?
—Bien.
Él descansa su cabeza contra la pared y sonríe, pero no es una sonrisa del todo genuina.
—Voy a fingir que te creo, pero Mina, recuerda que te conozco y sé cuándo estas mintiendo.
Cuando amanece, él me invita a tomar un café, pero yo le digo que debo irme a casa arreglarme, que dejemos nuestro café para la tarde, como siempre hacemos.
Lo primero que escucho cuando entro en la casa es la risa de Tate lo cual me sorprende, porque ella y la palabra despertar temprano, nunca van juntas en una oración. Pero cuando entro en la cocina, la veo sentada en la mesa frente a Josie mientras Sienna prepara el desayuno.
—No los odio, solo me gustaría meterme en el libro y poder darles algunos golpes para que recapaciten, eso es todo. Los odio y los amo con la misma intensidad ardiente y me gustaría que dejaran de hacer tantas estupideces para que alegren mi día. —explica Josie.
Asumo que ella está hablando sobre algún personaje de la nueva historia que está leyendo.
Camino hacia la cafetera para servirme una taza de café, a la que le agrego leche y un poco de vainilla, a veces Sienna también le suele agregar un poco de canela.
—¿Cómo puedes odiarlos y amarlos al mismo tiempo? —le pregunto a Josie mientras me siento a su lado.
Ella nos da una mirada que da a entender que la respuesta es obvia.
—Porque los odio con amor —responde ella.
—Claro, eso tiene mucho sentido.
Le dice Tate y veo como hace una seña que Josie está loca cuando su hermana no la está mirando.
—Sí. ¿Cómo no podría amar a todos mis novios literarios? Porque incluso cuando hacen cosas que me desquician, yo los digo amando.
—¿Pueden ser tus novios a pesar que no saben que existes? —le pregunta Sienna.
Josie abre mucho los ojos y parece a punto de sufrir un colapso.
Tate mira con exagerada y fingida molestia a Sienna.
—Sienna, ¿cómo puedes decir algo como eso? —le pregunta Tate con exagerada molestia y la veo estirar su mano para tomar la de su hermana—. Es obvio que ellos saben que existes y que todos ustedes tienen una relación poliamoroso sana y feliz.
Josie asiente con un ligero puchero.
—¿No te preocupa eso? —le pregunta Sienna a Tate.
—No, al menos hasta que consiga una forma de sacarlos de los libros, ahí si deberíamos preocuparnos. Por ahora sigue siendo algo inofensivo.
A veces me pregunto si las personas cuando nos ven, llegan a pensar sobre el tipo de conversaciones que tenemos. Lo más probable es que no, que solo vean mujeres aparentemente normales, pero aquí estamos, discutiendo sobre novios literarios y el amor/odio que les tenemos.
—Por cierto, ¿cómo está Vladimir? —me pregunta Josie.
Sienna nos sirve el desayuno y yo espero a que ella se acomode en la mesa para responder.
—Bien, no es fácil, pero él lo está majeando muy bien.
Él lo está manejando mucho mejor de lo que yo o cualquier persona que lo conoce esperaba que él manejara esta situación y creo que se debe a tal y como Vladimir dijo, ya estaba cansado de dar vueltas y vueltas para al final terminar en el mismo lugar. Además, todo sucedió a su tiempo, nadie lo presionó para que él avanzara y eso hace que todo sea más sencillo ahora, porque tuvo tiempo suficiente para llevar su duelo y asimilar que Stella no va a regresar.
—Bueno, pasando a otro tema. ¿Cómo van las cosas entre tú y Jeremy? Claro, solo si nos quieres contar, ya sabes, prometimos no inmiscuirnos en lo que sea que hay entre ustedes, ¿aún hay algo entre ustedes? Y si es así, ¿qué hay? Porque tú dijiste que había algo, pero nunca nos dijiste que.
Creo que, en otra vida, Tate debió ser reportera de farándula o simplemente siempre ha sido chismosa.
Josie le da una mirada molesta a su hermana, que Tate decide ignorar.
—Él y yo estamos bien, muy bien y eso es todo lo que te diré.
Ella se cruza de brazos y refunfuña un poco.
—Aguafiestas —me dice ella.
Es ley de vida que cuando intentas no toparte con alguien, seguro te vas a topar con esa persona y como Filadelfia parece que es una de las ciudades más pequeñas, al menos lo es cuando el universo o algún ente superior se aburrido lo suficiente como para querer hacer mi vida más complicada de lo que ya es, porque justo cuando decidimos salir almorzar con Jeremy en un restaurante que esta al otro lado de la ciudad, nos tenemos que topar justo con Mason e Isabella.
Mason, como buen detective, es el primero en percatarse de nuestra presencia y veo como disimuladamente golpea con el codo a su esposa para llamar su atención. Él le susurra algo en el oído y veo como ella mueve la cabeza y yo aparto rápidamente la mirada, concentrándome en la amable muchacha que nos va a llevar a nuestra mesa, pero como todo no puede ser tan sencillo, Isabella pide una mesa para cuatro y Jeremy me mira con una disculpa a lo que yo simplemente me encojo de hombros, pero ¿qué otra cosa puedo hacer? De todas formas, esto tarde o temprano iba a suceder.
—Vaya, vaya, de todas las personas que pensé encontrarme aquí, jamás se me pasó por la cabeza verlos a ustedes dos. —nos dice Isabella cuando todos llegamos a la mesa.
Jeremy mueve la silla para ayudarme a sentarme.
—Es bueno verte Mason —le dice Jeremy—. Quisiera decir lo mismo de ti, Isa.
Ella tiene al menos la cortesía de no sacar el tema sobre porque Jeremy y yo estamos saliendo almorzar, pero puedo ver como ella y Jeremy comparten ciertas miradas que yo no logro entender, pero que los años de amistad entre ellos les permite tener.
El almuerzo va relativamente bien, Jeremy menciona algo que sucedió en la clínica, a lo que Isabella continua con la historia. Yo les hablo sobre las clases de ballet de Hailey y ellos sonríen como padres orgullosos de su hija. Después de eso Isabella nos empieza a contar lo que sucedió después de la gala benéfica a la que acompañó a su esposo.
—Isabella —le dice Mason en señal de advertencia a su esposa.
Pero ella solo sonríe y decide seguir contando la historia a pesar de la mirada de mortificación de su esposo.
—¿Qué? No hicimos nada malo, te recuerdo que tú no quisiste, ¿bueno donde estaba? Ah, sí, como decía, los dos estábamos solos ahí y gracias a la intachable moral de mi esposo y su ferviente respeto por la ley, no ocurrió nada, lo cual es lamentable. Muy lamentable.
La cara de Mason se torna algo roja y tanto Jeremy como yo intentamos reprimir una risa al ver la forma en que Isabella lo mira.
—¿Y que debíamos hacer según tú? ¿Romper las leyes solo porque no hay testigos? —le pregunta Mason.
—¡Demonios, sí! Desde mi vasta experiencia, cuando no hay testigos es el mejor momento para romper las leyes. Al menos ese es el momento donde yo rompo todas mis leyes —ella le guiña un ojo cuando termina de hablar y sé que lo hace solo para molestar aún más a Mason—. En especial si el oficial que me arrestará es un guapo y sexy detective, que espero utilice sus esposas y deje caer todo el peso de la ley sobre mí, ya que puedo ser una chica muy mala.
—Muy bien, Isa, esa es demasiada información, así que te voy a detener aquí por el bien todos, en especial de Mason que parece que va a sufrir un colapso en cualquier momento —le dice Jeremy a Isabella mientras le pasa un vaso con agua a Mason.
Isabella se ríe y observa a Mason beber un poco de agua, cuando él termina de beber se inclina hacia él y le da un beso en la mejilla, a lo que él no puede evitar sonreír y es como si todo lo anterior no hubiera sucedido. Porque al parecer a Mason solo le basta una sonrisa de Isabella para olvidar que estaba enojada con ella. Lo cual me resulta muy lindo.
—¿Y bien? ¿No nos van a decir ustedes desde cuando están juntos?
Si estuviera bebiendo algo seguro lo hubiera escupido, porque Isabella no se fue por las ramas preguntando si estamos juntos, ella solo lo asumió y hay algo en su expresión que no logro identificar del todo y que me deja un poco pensativa.
—Isa, no —advierte Jeremy.
Yo miro a Jeremy antes de mirar de nuevo a Isabella.
—Poco tiempo —le respondo a Isabella.
Ella enarca una ceja en dirección a ambos y asiente lentamente dejando pasar el tema.
Cuando salimos del restaurante y nos despedimos tanto de Isabella como de Mason, Jeremy pasa su brazo por mis hombros mientras caminamos hacia su auto.
—Creo que es momento de contarles a los demás —le digo a Jeremy—. No quiero hacer un gran anuncio, pero tú me entiendes.
Él besa mi frente antes de darme una sonrisa.
—Sí, te entiendo.
Y por los demás me refiero a Vladimir, porque entre las personas que conocemos, él es el último que falta por enterarse. Me pregunto cuál será su reacción cuando se entere.
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