16. La culpa del superviviente
https://youtu.be/tqe4N7fy1Fo
"Érase una vez que una cenicienta sin corona que extrañaba al caballero sin la brillante armadura... hasta que llegó su ángel guardián".
A los niños de seis años en adelante se les puede ver si su cuerpo tiene lo necesario para bailar ballet clásico. Se ve desde el arco del pie, la rotación de las piernas y por supuesto, la extensión y flexibilidad. Una de las primeras cosas que yo noto es la forma en que se mueven los cuerpos, como caen las piernas y la fluidez de los movimientos.
—Frente en alto, arriba, de punta y las manos en la cintura —les digo a las niñas de nueve años.
Algo que ha sido producto de crítica en el ballet son los estándares estrictos o las medidas específicas que un bailarín debe tener, porque el cuerpo de un bailarín tiene proporciones especificas: brazos largos y delgados y piernas largas, con una cabeza pequeña, cuello largo y un torso corto. Y el pie ideal para un bailarín de ballet clásico debe ser ancho con dos o tres dedos del mismo largo y con un tobillo fuerte, para que pueda tener un mejor soporte para el bailarín y ayude en la distribución del peso.
Pies arqueados a la perfección con una buena punta —fue el primer cumplido que yo recibí en mi escuela de ballet en rusia.
Dicen que no se debería tener estándares físicos para bailar ballet, que es absurdo que aún nos sigamos rigiendo bajo ciertos parámetros de belleza y usualmente esos comentarios son dichos por personas que no tienen idea sobre el ballet. Porque, aunque la figura del bailarín es esbelta y delicada es algo que solo se consigue con años de practica y entrenamiento, y no significa que el peso de un bailarín tiene que ser mínimo ya que nuestro cuerpo es más musculo que grasa.
—Vamos, otra vez, uno, dos, tres y cuatro —digo mientras camino observando a las niñas y la forma en que ejecutan los movimientos—. Tendu, pas de bourrée y cuarta posición. Bien, mantengan posición. Piroutte, tendu en cuarta, piroutte y ambos brazos arriba. Si, así, muy bien.
La mayoría de las niñas que están aquí lo hicieron porque quedaron enamoradas del ballet el cascanueces, otras porque sus padres creen que es bueno para ellas y algunas pocas porque lo han visto en algunos dibujos y les ha gustado. Pero como la mayoría ama el ballet del cascanueces, siempre lo bailamos en diciembre.
—Anna, por favor, repite el tendu —le hago una indicación para que se acerque a la barra—. Estira bien y no te olvides de levantar la cabeza. Pon dedos en punto, si, así y primera posición. Giro, en punta y cierra. Debes mantener la cabeza en alto, siempre tiendes a bajar la cabeza.
Siempre con la cabeza en alto y hacia adelante, en esta vida no podemos movernos hacia atrás, siempre debemos avanzar —me solía decir una de mis primeras profesoras de ballet.
Dicen que el ballet es un arte despiadado, y al menos en las películas que yo he visto, siempre representan a los profesores de ballet como fríos, serios y cuyos comentarios siempre son hirientes y sin tacto. Pero la mayoría lo hace para forjar el carácter porque no siempre todo será como un valle de rosas y debemos acostumbrarnos a las críticas.
—Bien, desde el principio —digo y me pongo frente a ellas para mostrarles—. Arriba, abajo, pas de bourrée, arriba, plié. Uno, dos, atrás, atrás, giro y primera posición.
En el ballet importa mucho la habilidad y la dedicación, ambos son dos factores fundamentales en todo bailarín que se quiere dedicar a la danza. Necesitas tener ambos para crear un equilibrio, no puedes tener uno y carecer del otro, al menos no si quieres dedicarte a la danza de forma profesional.
Aquí en el ballet se tiene una oportunidad de expresar nuestras emociones, de ser vulnerables sin la necesidad de palabras, solo con nuestro cuerpo.
—Bien mis hermosas bailarinas y bailarines del mañana, es todo por la clase de hoy.
Tomo el mando del control y apago la música de los parlantes antes de ir abrir la puerta a los padres que vienen por sus hijos.
Cuando todos los niños se han ido, me tomo un momento para bailar a solas en el estudio. Primero camino hasta la barra y caliento un poco antes de encender la música y buscar el audio del lago de los cisnes, que es conocido por ser uno de los ballets más hermosos que existen.
En el lago de los cisnes se cuenta la historia de un príncipe que es obligado a elegir a su futura esposa, y en como él se enamora perdidamente de una joven que sufre una maldición que la obliga a convertirse en cisne durante el día y en mujer por la noche.
Cuando mi rodilla empieza a doler indicándome que ya me esforzado más de la cuenta, me detengo en medio de la coreografía y hago una reverencia a la nada, antes de tomar el control y apagar la música para caminar hasta los vestidores y cambiarme para poder salir almorzar.
—Señorita White —grita con entusiasmo Hailey cuando me ve saliendo del vestuario. Veo que ella corre hacia mí con un hermoso ramo de narcisos blancos. Sus rizos rubios se mueven por todas partes mientras ella corre—. Te trajimos flores de parte de mi tío Vladi.
Ella me entrega el ramo y veo que hay una pequeña nota en medio de las flores.
Espero que tengas una buena semana, lamento no poder unirme a ti para tomar café.
-Tu caballero sin la brillante armadura.
Veo a Isabella recostada en la puerta de entrada con los brazos cruzados sobre su pecho y una sonrisa en su cara.
—Mi hermano también nos dejó una estricta petición de invitarte a tomar café —me dice Isabella—. Pero como Hailey es muy joven para empezar con su adicción con la cafeína, vinimos a inviarte almorzar con nosotras, mi esposo y Sean.
—Sí, le prometimos al tío Vladi cuidarte mientras él no está —me dice Hailey mientras da pequeños saltos con mucho entusiasmo—. Dijo que debemos ver que sonrías, porque a veces te olvidas de sonreír.
Huelo los narcisos antes de tomar la mano de Hailey y seguir a Isabella hasta el restaurante.
Cuando me desperté esta mañana creía que sería fácil dar un paso atrás sobre mis crecientes sentimientos hacia Vladimir, pero había olvidado estos pequeños gestos de su parte, la forma que él tiene de preocuparse por los demás y el buen amigo que es. Había olvidado que es el perfecto caballero sin la brillante armadura y dar un paso atrás requiere más que esfuerzo del que tenía previsto.
Dijo que debemos hacer que sonrías, porque a veces te olvidas de sonreír —lo que me dijo Hailey se repite en mi mente una y otra vez.
¿Cómo puedo evitar enamorarme de él si dice cosas como esa? Su forma de ser no ayuda a mi causa.
Desde que lo conocí en la fiesta de compromiso de Grace y Roger, y él me ayudo con mi zapato perdido, Vladimir se volvió alguien, sin yo saberlo, importante en mi vida. Porque desde esa noche estuvo en mis pensamientos con frecuencia y ahora es mi amigo, uno de los mejores. Si, también tengo a Sienna, Josie y Tate, pero mi amistad con Vladimir es diferente, a veces no sé cómo describirla, solo sé que es algo especial. Porque él no espera que yo tenga todas las respuestas o que siempre sepa que hacer, porque no espera que yo siempre quiera hablar o que siempre este de humor. Cuando estoy junto a él yo puedo equivocarme, caer, ser un desastre y sé que él no me va a juzgar, por el contrario, sé que él estará a mi lado. También sé qué hará algunas bromas sobre eso, pero no se va a ir, a pesar de las nubes grises y las aguas turbulenta, él no se va.
Yo me he llegado acostumbrar a su presencia y no quiero perderlo, no quiero perder la amistad que tenemos.
Cuando entramos en el restaurante Isabella ve al instante la mesa donde están sentados Sean y su esposo Mason.
—Hola, perdedores —les saluda ella con mucho entusiasmo cuando llegamos a su mesa—, ¿cómo están?
A veces me recuerda mucho a Hailey con su forma de ser.
Hailey salta a los brazos de su papá y se sienta en sus piernas antes de saludar a Sean. Veo como Isabella le da un beso en la mejilla a Sean y un beso en los labios a su esposo.
—Soy tu esposo, Isa, no soy para nada un perdedor.
—Vamos, Mason, una cosa no tiene nada que ver con la otra —le responde Isabella.
Yo saludo a los dos mientras me siento y Sean se inclina hacia mí para decirme que no importa con quien o sobre que discuta Isabella, ella siempre gana.
También me dice que Isabella sabe manejar un arma, lo cual no me sorprende.
—Antes que lo olvide, sonrían para una foto que el perdedor de mi hermano insistió que le mande — nos dice Isabella con algo de drama mientras saca su teléfono para tomar una selfie de todos—. Les juro que estuve a punto de bloquearlo, por suerte es mi hermano favorito.
—Es tu único hermano, mami.
—Y es por eso que es mi favorito, Hailey Belly.
La forma en que Hailey le responde a Isabella me recuerda tanto a Vladimir que consigue sacarme una risa, la primera risa genuina desde ayer.
—Sí, mami, no seas tan dramática —le dice Sean cuando ella termina de tomar la foto.
—Amigo, es extraño que llames así a mi esposa, incluso aunque a veces, por no decir siempre, siento que eres como nuestro segundo hijo y juro que Hailey seria la hermana mayor —le dice Mason a Sean.
—Vuelve a decirme mami y te dejo sin descendencia — replica con cierta malicia Isabella mientras toma la carta para ordenar.
Sean traga saliva y dice que entendió el mensaje alto y claro.
Mi teléfono suena y no puedo evitar sonreír cuando veo que es un mensaje de Vladimir.
Vladimir (mi hermoso caballero): Montana es absolutamente hermosa en esta época del año, ojalá estuvieras aquí, pero extraño el café de filadelfia, el café de aquí no es bueno. También te extraño a ti y aunque no lo digas sé que me extrañas, Isabella no es tan genial como yo.
Debajo del mensaje hay una foto de un hermoso paisaje.
Un segundo mensaje llega mientras yo aun veo la foto.
Vladimir (mi hermoso caballero): Por favor, no le digas a Isa que dije eso, me matará si se entera.
Ese mensaje me hace reír.
—Sin temor a equivocarme me atrevo a decir que quien te mando ese mensaje es mi hermano, ¿cierto?
Levanto mi cara de mi teléfono y miro a Isabella.
—Sí, quiero saber cómo esta porque no es un día sencillo para él.
Miro de reojo a Sean, que sonríe con tristeza por mi respuesta.
Hoy sería el cumpleaños de su hermana, no debe ser sencillo para él.
Veo como Isabella estira su mano y le da un apretón en el hombro a Sean, él estira su mano y le da unas suaves palmadas en la mano de Isabella.
—Le hubieras agradado a mi hermana, lo digo en serio, estoy seguro que se hubieran llevado muy bien —me dice Sean.
No esperaba ese comentario de su parte.
—Lamento tu perdida.
Él asiente lentamente.
Hailey llama nuestra atención mientras nos empieza hablar sobre una obra de teatro que tiene en su escuela. Su entusiasmo logra disipar el ambiente triste de hace un momento y Sean no puede evitar reírse de los comentarios inocentes de Hailey sobre la obra y sus compañeros.
Mientras estamos comiendo el postre recibo otro mensaje de Vladimir.
Vladimir (mi hermoso caballero): No te olvides de sonreír hoy.
El perfecto caballero como siempre.
—Al menos este año no fue tan malo como el anterior —murmura Isabella.
Le respondo a Vladimir y levanto la cabeza para mirar a Isabella.
—El primer año siempre es el más difícil — comenta Mason.
—Pero Vladimir debería dejar la culpa del sobreviviente a un lado.
—¿La culpa del sobreviviente? —le pregunto a Sean.
Pero es Isabella quien responde.
—Somos doctores, salvar vidas es lo que hacemos y él siente que la defraudó al no poder salvarla, aunque no había nada que pudiera hacer, de todas formas, Vladimir siente que debió hacer más, que él debió salvarla. Tiene la culpa del superviviente porque siente que quien debería estar viva es ella y no él.
—Es absurdo, si me lo preguntas —nos dice Sean—. Extraño a mi hermana todos los días, pero hice todo lo que estaba en mis manos para salvarla y sé que ella odiaría que me culpara por su muerte, intenté que Vladimir entienda eso y él dice que lo hace, pero los hechos dicen otra cosa.
Mason da un leve asentamiento en dirección a Sean.
—Ojalá este viaje le ayude a entender que debe dejar el pasado atrás —murmura Mason.
Romina: Tú tampoco te olvides de sonreír, Vladimir.
El resto del día trato de no pensar en Vladimir —no me va muy bien—, y concentrarme en las clases que tengo que dar y las cosas que debo hacer al llegar a casa.
Cuando termino todas mis clases de este día, cruzo la calle para llegar a la cafetería y no he puesto un pie en la acera cuando veo a Grace salir de la cafetería con un vaso con algo color verde en su mano. Ella debe haber estado esperándome, mirando por la pared de vidrio hasta verme caminar hasta aquí para salir justo en el momento que yo estoy afuera de la cafetería.
—Pensé que estarías en tu luna de miel —le digo—. Lo que se traduce en que pensé que no te vería por un tiempo.
Ella se para delante de mí con su típica pose llena de arrogancia y un ego demasiado grande para su cuerpo.
—Postergamos nuestra luna de miel porque Roger tiene negocios que atender —me dice ella—. Pero él no ha sido más que maravilloso conmigo, porque dice que yo merezco solo lo mejor.
—Lo cual no me interesa y antes que digas otra cosa, no, tampoco me interesa cualquier cosa que quieras decir a continuación. Grace, no tengo el más mínimo intereses en nada que venga de ti, de Roger o de cualquiera relacionado contigo.
Después de decir eso me muevo para entrar en la cafetería, pero ella me detiene.
Aparto con fuerza su mano de mi brazo.
—¿Crees que olvidado tu patético show en mi boda?
—Espero que no, pero si lo hiciste, Isabella, la hermanastra de tu esposo lo tiene grabado en su teléfono. ¿Quieres que te lo envié?
Ella da un paso hacia a mí y sus ojos me miran con desprecio.
Ni ella, su madre o hermana nunca ocultaron que yo no les agradaba.
—No, no lo necesito, pero estoy segura que tú sí, porque eso debió ser lo mejor que te ha sucedido en la vida. Tuviste tus cinco segundos de fama, bien por ti, pero es hora de volver a la realdad Cenicienta, porque el reloj ya marcó las doce y la carroza se convirtió en calabaza, y tú hermoso vestido se volvió harapos. Tic tac... déjame hacerte un spoiler de la historia, al final no consigues al príncipe azul.
No la culpo por creer que Roger es un príncipe, porque mientras yo estaba con él también pensaba lo mismo y es que él tiene una forma de hacerte sentir especial y al mismo tiempo hacerte sentir que solo eres especial porque estas con él. Y mientras estas con él no ves la diferencia en eso, no notas como él y todas sus atenciones no son sobre ti, si no sobre él, porque todo siempre tiene que ser sobre él.
Él es el tipo de persona que encuentra la debilidad de alguien y la utiliza a su favor.
Roger no es un príncipe, pero Grace tampoco es una princesa, aunque mi padre le diga que lo es, incluso aunque ella se sienta de esa manera, Grace sigue sin ser una princesa y es por eso que me parece correcto que ellos se hayan casado, porque al final del día son tal para cual.
Dios los crea y ellos se juntan.
—Y te juro que si vuelves a...
—Por tu bien, Grace, espero que no termines esa amenaza —dice una voz detrás de nosotras.
Grace baja la mano que había levantado en mi dirección y ambas miramos a la persona que acaba de hablar, para sorpresa de ambas vemos a Jeremy caminar hasta nosotras.
—¿Por qué siempre me estoy encontrando contigo? —le pregunta Grace a Jeremy con molestia.
— ¿Qué esperabas? vivimos en la misma ciudad y en el mismo distrito, si no quieres verme puedes mudarte —le dice Jeremy—. Y si lo haces, avísame para hacer una fiesta, estoy seguro que a más de uno le gustaría celebrar que te vas de la ciudad.
Nadie sabe exactamente porque terminaron ellos dos, pero lo que si sabemos todos es que Jeremy dejó a Grace, a pesar que ella le rogó que volviera con él.
Grace niega que ella le rogó, ella dice que fue al revés. Pero sabemos que no es cierto, porque todos señalan lo mal que estaba ella cuando Jeremy la dejó.
—¿Ahora eres su ángel guardián? —le pregunta Grace a Jeremy mientras me señala con el mentón.
La veo embozar una sonrisa llena de burla.
—¿Eso a ti que te importa? —le responde Jeremy—. Lo que yo sea de ella no es asunto tuyo, ahora toma tu escoba y vuela lejos de aquí, Grace.
Grace lo mira llena de ira e indignación, tanto así que por un momento creo que se va abalanzar sobre él para golpearlo o algo así, pero ella no lo hace y simplemente se va.
—¿Estas bien, Romina?
—Lo estoy ahora que ella se fue.
Jeremy suelta un bufido de desprecio ante la mención de Grace.
—Gracias por eso —le digo—, no tenías que hacerlo.
—Créeme, no es nada —me responde él con una sonrisa—. ¿Te puedo invitar un café?
La pregunta y todo lo que representa es tan inocente y casual, sin embargo, yo me encuentro debatiendo internamente si aceptarla o no, al final termino aceptando.
—Sí, puedes invitarme un café.
—Bien, Romina, vamos por ese café.
Después de todo, ¿qué tengo que perder?
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