Un día normal
Silver estaba reunido con Gold y los amigos de Gold de nuevo, un miércoles, en ese McDonalds que un día descubrió Lyra, y ahora estaban 10 chicos acaparando tres mesas del establecimiento.
El comia sus papas, era lo único que se pedía, mientras escuchaba a Gold, Lyra, Yellow, Chase, Trace y Elaine jugar con sus juguetes de las cajitas felices que se compraron, y el resto veía con algo de tristeza y resignación, eso les pasaba por llegar tarde cuando casi todas las cajitas felices se habían ido.
— Entonces el Jolteon araña viene y salva a la princesa Gardevoir del malvado Bowser Gengar — jugaba Trace. Red se veía muy triste de no poder jugar, y su novio Blue lo estaba calmando. Por su parte, Crystal estaba con su Chikorita, intentando ignorar el juego.
— Vamos Silver, intenta divertirte — le dijo Gold, su pareja. Ese niño ojidorado de 13 años lo "domó", a él, Silver Rocket, de 15 años. Este suspiró y siguió comiendo sus papitas.
— Lo hago, Sneassy, Alizée y yo nos reimos de los niños que se caen, o mira, otro — dijo Silver, mientras su Sneasel, la Umbreon de Blue y él veían a otro niño caerse por querer impresionar a su mamá.
— Red se cayó asi de chiquito, por eso está así de menso — dijo Elaine, rápidamente uniéndose a la conversación.
— ¡Elaine, soy tu hermano, respétame! — le dijo Red en un chillido. La niña, hermana menor de Red, y melliza de Chase, le sacó la lengua. Blue, por su parte, abrazó más a Red para calmarlo. Normalmente Silver le haría burla, pero esta vez se enfocó más en su comida.
Todos ahí eran pareja, menos Chase y Yellow. Gold lo tenía "domesticado", mientras Crystal después de casi 4 años conquistando a Lyra, podía llegar a la escuela de Lyra, empujar a algún chico que le intentará ligar y poder decirle "¡Oye, deja en paz a mi novia!" para luego llevarse a Lyra al bosque, y según ellas, solo hablar y pasar el rato, pero las corbatas y suéteres alborotados le decían a Silver que hacían algo más.
Luego, del lado de Kanto, tenían a los Entrenadores Legendarios Red y Blue. Al inicio, eran rivales que se odiaban a muerte, y más de una vez se habían llegado a pelear a los golpes. Ahora les daban a todos diabetes por lo románticos y cursis que llegaban a ser. A si mismo, la hermana de Red y ese niño llamado Trace, junto con Chase, al inicio eran eternos rivales, pero eran más amigables y no se peleaban, y un día simplemente se casaron en una kermes de la escuela y ahora eran novios felices.
Yellow era una niña rubia que vivía en el Viridian Forest, y de hecho, ella lo había salvado cuando huyó de casa. Ella había vivido tanto en el bosque que su único amor había sido el Ex-Campeón Gary, pero ahora solo era fiel amiga de todos, y la consejera por excelencia. El hermano menor de Red y mellizo de Elaine, Chase, estaba intentando ver que quería. Había tenido una novia hace un tiempo, pero ahora se mensajeaba por vía Pelliper con un niño de Hoenn y no sabía que le gustaba realmente.
Silver sonrió levemente. Eran un grupo de amigos muy diferentes, pero todos se querían sin importarles clase social, origen, posición económica y muchísimo menos salud mental. Entre Red el dramático, Blue el serio, Yellow la tímida, Chase el valiente, Elaine la impulsiva, Trace el hiperactivo, Crystal la guardiana de Lyra, Lyra la tranquila, Gold el que si le quitas una galleta pareces mañana en el rio muerto, y el, hijo de Giovanni, demostraban que si querías unirte, la salud mental sufriría.
El jamás había tenido eso en casa.
— Ire por más refresco, Goldy, te encargo mis papas, están contadas — le dijo Silver a Gold, llendo a rellenar su vaso por tercera vez. Gold rápidamente se puso modo serio y cuidó las papas de su amor.
Silver estaba rellenando su refresco, cuando un cabello azul se le figuró ver por el rabillo del ojo. Volteó algo asustado, pero no había nadie peliazul. El conocía un peliazul, y no quería toparselo, mucho menos en estos momentos.
Miró el mostrador, y notó un reabastecimiento de cajitas felices. Ya que estaba ahí, fue y pidió 4 cajitas más y escogió los juguetes de sus otros tres amigos y de el. Cuándo tenía las cuatro cajitas felices, con 5 ordenes extra de papas y nugetts, regresó con sus amigos. Al parecer, Red ya estaba devorando a Blue a besos, mientras Crystal y Trace les hacían algo de burla. Silver dejó las cajitas felices a sus amigos y sacó su propio juguete.
— Silver~ te queremos — le dijo Red, sacando su juguete de Growlithe y uniendose al juego donde la princesa Gardevoir en realidad era una villana y ahora le había declarado la guerra a la nación del Presidente Metapod, y Blue se unió con su Snivy caballero.
Mientras veía el juego, por una de las grandes ventanas del local, a Silver se le hizo ver a alguien pelimorado, y se giró rápido, pero no había nadie. Se empezó a preocupar. Si estaban por aquí los esbirros de su padre... decidió enviar esos pensamientos al fondo de su mente y tratar de disfrutar el día con sus amigos.
— Oigan ¿Y que harán de Navidad? Mis abuelos van a hacer una mega cena para los pokémon — inició Lyra.
— El Prof. Elm me invitó esta vez a su casa a cenar. Es cómo... mi padre, es muy gentil y amable — dijo Crystal. Ella y Yellow eran huérfanas. Sus últimos familiares habían muerto hace tiempo y no tenían más que a sus amigos.
— Yellow ¿Y si te invito a mi casa? Te prometo que te la pasarás bien — dijo Gold, invitando a la rubia a un hogar cálido. Yellow asintió, ella pensaba estar sola en su casa, pero esa propuesta de Gold le pareció genial.
— Nosotros tendremos una cena normal, invitaremos a la mamá de Trace, a Trace, al Prof. Oak y a Blue y su hermana — dijo Chase sonriendo.
Todo iba tan bien. Silver suspiró. Gold volteó a verle, preocupado. Silver siempre se desaparecía en estás fechas, sobre todo el 24, y está vez no quería que Silver se fuera.
El año pasado, Yellow había ido al Parque de Jhoto y ahí encontró a un Silver, durmiendo en una banca, temblando de frío. Agarró una hipotermia y estuvo muy grave. Blue fue quien decidió ayudarlo en el hospital. Desde ese día sus amigos siempre se preocuparon por qué durmiera aunque fuera en un hotel.
Silver odiaba el invierno. Lo bueno es que en este momento podía aún disfrutar de la compañía de sus amigos.
La primera en levantarse para irse fue Lyra, debía irse con sus abuelos. Después lentamente se fueron llendo todos. Crystal fue la siguiente para irse con el Prof. Elm y seguir investigando sobre Suicune. Blue se fue al bosque a "pasear". Red envío a sus hermanos a casa y el se iría al bosque a "entrenar", y Gold debía volver a su casa, aunque estaba reunente.
— Calma Goldy, estaré bien — le sonrió Silver — Iré al hotel que pagué, te llamaré en la noche — le sonrió, tranquilizando al azabache ojidorado, que se fue también. Después de estar aún un rato, se levantó, tiró la basura al cesto, y se fue.
Silver iba caminando, a veces pateando un poco la nieve. Estar ahí fuera en el frío lo hizo recordar cuándo era niño, y una doncella le llevaba chocolate caliente a su habitación. Cuándo aún era un niño inocente. Cuándo aún tenia sus dos...
— ¡Aquí estas, niño! —.
Silver se detuvo en seco al oir esa voz. Una voz que pensó jamás volver a oir en su vida. Tragó saliva, antes de girarse y ver el portador de esa voz. Pretel estaba ahí, frente a él. En 4 años no parecía haber cambiado nada. Seguía delgado, alto, y su cabello pelimorado seguía en esa forma extraña.
— ¡Por fin te encontré, Silver Rocket! — escucharlo decir su nombre le envió un escalofrío.
— Te has equivocado de persona, yo no me llamo así — se puso a la defensiva. Una mano se acercaba ya a su fajo de pokeballs por si las dudas.
— Mira niño, se que hago pendejadas, pero no significa que esté pendejo, se quien eres. Así que en estos momentos te pido que me acompañes a la casa del Jefe, él quiere verte — Silver palideció al oir eso. La última vez que vió a su padre, él había terminado sin un organo. Llevó su mano al lugar exacto donde tenía su protesis.
— ¡Estás loco si crees que iré! ¡Ya vete Pretel! No tengo padre, y tu jefe no tiene hijo ¡Asi que déjame en pa-!
Un cansancio lo llenó de golpe.
Pretel había ya lanzado uno de esos dardos tranquilizantes para pokémon. Silver solo intentó girarse y huir, pero pronto se vió en el suelo. Decidió arrastrarse. "¡Gold! ¡Red! ¡Amargado!" pensó en gritar, pero antes de poder hablar, todo se volvió negro.
Pretel miró al adolescente pelirojo caer noqueado. Lo cargó con trabajo, e inició el camino a Ciudad Viridian.
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