Capítulo VI
Todos están enamorados, de Sebastián Jr. lo pasean de un lugar a otro, toman fotos para memorar el momento. Solo los observo reír y disfrutar de su compañía. Increíble como un bebé, cambia tu vida. La sonrisa de mi madre al tenerlo en sus brazos abraza mi alma y consuela mi tristeza.
—A dónde está el papá, de esta criatura. —expresa, mi prima Nathalie que viene hacia mí con el bebé cargado.
—¿Qué paso? —dije, con asombro.
— este niño se ha cagado, y esta de puta madre, —expresa, Nathalie entre risas y burla.
Miro a todos a mi alrededor, como evaden el momento del cambio del pañal,
— Mamá, joder es tu nieto, recuerda cuando me cambiabas a mí. —dije, mirando a mi madre.
— Lo siento, ya pasé de moda. —dijo, saliendo de la sala, entre risas.
—Todos, son unos gilipollas. — dije, alejándome de ellos.
—cuidadito he, que soy tu madre. —escucho decir a mi madre. Todos reímos
Unos segundos más tardes, ya me estaba despidiendo de mi madre.
— ¿vendrás pronto? —pregunta, mi madre con su mano en mi rostro, y esa mirada que siempre me ha cautivado.
—Claro, lo hare. — dije, con una sonrisa, recibiendo un beso en la frente.
Entre abrazos, sonrisas, y algunos con melancolía nos despedimos como si me fuese de vieje. Mi madre, abraza a juan, le da un beso en la frente.
—¿ahora que haremos? —inquirió, juan con su mirada fija en mí.
— busquemos a Janeth. — dije, con satisfacción.
Exactamente, eso fue lo que hicimos, y en 45 minutos ya estábamos en casa de juan por Janeth, fuimos a una tienda a buscar las cosas de la habitación del bebé. Compramos de todo, pintura azul cielo, una blanca, las otras cosas Janeth las trajo de su casa en un bolso.
En un tiempo fue decoradora, fue su primer trabajo cuando llego de rusia tendría como 15 años, era buena artista pintaba en las calles de Barcelona retrato de las personas. Ya luego comenzó a escribir, resulto ser una artista en todo lo que se ha propuesto.
— Ok, quiero que me dejen sola. — expresa, Janeth haciendo seña con sus manos de largo.
Juan y yo nos dirigimos a la cocina, di de comer al pequeño, juan lo tomó en sus brazos mientras le sacaba los gases, hablamos de todo un poco. —ya viene el cumpleaños de Janeth, quiero hacerle un hermoso regalo. —expresa, juan con mucha emoción.
Me hundí en mis pensamientos.
Un 14 de febrero, no solo es el día de san Valentín, también era el cumpleaños de Leslie, al despertar ese día observe que Leslie vomitaba, ya la había visto durmiendo un poco más de lo normal, en ocasiones se mareaba, había olores de las comida que le daban nauseas, ese día decidimos pasarla en casa, quise sorprenderla, pedí sushi. Su favorito, una botella de vino, a la luz de las velas, la espere debajo de las escaleras como Jack espero a rose, (titanic) un hermoso vestido rosa, le hacía mostrar su hermosa silueta, ese día me enamore más de ella.
Ese año, no fue nuestro mejor año.
Se me ocurrió darle un detalle, y le di un vestidito rosa, uno de marinerito azul, al lado una cajita con una prueba de embarazo. Creí que estaba embarazada, no lo tomó bien, apenas vio aquello se echó a llorar.
No aprendamos a suponer vayamos siempre al grano en preguntar, mucho de lo que suponemos es parte de nuestra imaginación de lo que queremos que pase mas no de lo que realmente está pasando.
—que gilipollas eres. —dijo, Leslie mientras se levanta de la mesa.
La miro un poco confundido.
Amor ... yo te he visto vomitando ... con algunos síntomas ...mmm le he preguntado a Google y pueda que estés embarazada y no un simple resfriado como me has dicho pensé que sí te traía la prueba de embarazo lo confirmaríamos juntos o sea ... que al fin ... —intento hablar, nervioso apenado.
—¿Le preguntaste a Google antes que a mí? y que dijiste, mejor le llevo esto. dijo, Leslie con enojo tomando la prueba tirándomela con tristeza en su mirada.
Respire profundo y continué.
—que carajo, perdón por suponer lo obvio. —agregue, un tono un poco elevado. Ella miraba con tristeza, con enojo. Apoyando su mano en su cintura mientras tomaba con la otra un sorbo de vino. Y le agregue a eso la mayor estupidez de todas.
—tu no quieres, tener hijo. —dije, mientras le señalé con el dedo índice. Leslie giro la mirada, soltó una bocanada de aire, se dio la vuelta y antes de subir las escaleras me dio una última mirada y agrego.
—te puedes ir un poquito a la mierda Sebastián Cooper.
Sin darle oportunidad de nada eso fue lo que hice, Sali de allí azote la puerta con fuerza, y Sali a ese bar, me emborrache y termine cogiendo con otra, a quien deje en estado.
—sebas... Sebastián, Hey. — señala, juan intentado llamar mi atención.
Me hace volver en sí.
El pequeño se ha dormido subimos a la habitación, juan y yo quedamos embelesados mirando tanta ternura.
—qué bello, es nuestro bebé. Indica, juan posando su cabeza en mi hombro, deslizando sus manos por mi antebrazo hasta parar en mis manos y entrelazarlas.
Nos quedamos así por unos minutos.
—Pero que hermosa pareja. —pronuncio, Janeth al dirigirse a nosotros.
—verdad que sí. — agrego juan. Entre risas.
Entramos en la nueva habitación del bebé, plasmado los tres mirando lo hermoso que ha quedado todo. Pared azul, unas cuantas nubes dibujadas, un arco iris y una cigüeña trayendo a un bebé. Un gran bienvenido Sebastián Jr. una cama cuna, hermosa lampara, y unos altavoces, algunos juguetes, exageración de parte de juan.
—ha quedado hermoso, —pronuncie, tomando la mano de Janeth, soltando un ligero gracias.
—anda trae al bebé. — enfatizo, juan.
—no, hoy no. Dije, mientras bajaba las escaleras.
La verdad tenía miedo de no tenerlo a mi lado, ya estaba acostumbrado verlo dormir junto a mí lo deje en mi cama dormido.
Era algo tarde, nos servimos unos tragamos yo solo un poco de agua, tomaba medicamentos, y desde esa última pelea con Leslie y de lo que hice, no he querido beber.
Recordamos cosas que ya había olvidado, nos reímos, lloramos, nos seguimos riendo, el reloj pintaba las 03:00 am
—¿Ya es miércoles cierto? —pregunta, juan mirando su reloj.
—¡si! — ¿por? Pregunta, Janeth
Juan y yo miramos la mesa aún estaban las notas allí.
Mientras camine hacia a la mesa, juan le explicaba a Janeth lo que Leslie había dejado de encomienda antes de morir.
Tome uno, me acerque a ellos y procedí a leer:
España Madrid
Fecha: tiempo que no regresara.
Mi amado Sebastián.
Miércoles con "M" de Me Encantas.
Pon la música N° 5 de mi pm3
Coloque su mp3 al radio, presione 5.
canción: oye abre los ojos.
Merengue de los 80.
Oye, abre tus ojos, mira hacia arriba
Disfruta de las cosas bellas que tiene la vida
Lalalalalalala larala lalalalala...
Y así al son de la música, Janeth me tomó de la mano me hizo bailar, juan al mismo compa nos siguió el juego.
Disfrute del baile, Leslie siempre disfruto de esta canción, fue amante del baile, y está en especial siempre le gusto. Ella misma me enseñó a bailarla, eso intente hacer.
Al terminar la canción sigo la nota:
Te ha gustado, yo sé que sí, anda vale, ve a bailar.
PD: Una carta de amor, un nuevo comienzo.
Los tres nos miramos, sabíamos que significaba eso hay un lugar, que solo los miércoles nos gustaba ir, un golf bar, de los 80. Una mezcla de todo. Leslie bailaba desde que llegaba, con juan, con cualquier otro, hasta que aprendí, pero nunca tuvimos ese baile, suelen hacer concursos. Ella un día quiso entrar, me aterré y no pude, juan lo hizo por mí y desde que gano siempre era la reina del lugar.
—vamos, te va hacer bien. —dijo, Janeth mientras tomaba mi mano y la de juan a la vez.
Los tres nos acercamos y acercamos nuestras frentes.
Al despertar me sorprendió que el pequeño no estuviese a mi lado, me levanté del tiro y corrí a la cocina, sentí un olor familiar, panqueques, huevos revueltos, los favoritos de Leslie, al llegar a la cocina estaba juan con Janeth, juan hacia el desayuno mientras Janeth le daba el biberón al bebé.
—venga, tomad algo. —apunta, juan el jugo o café, mientras prepara los huevos.
—pensé que se habían ido. —Expreso.
—y no ir al golf bar, no cariño hoy nos vamos de farra. —dijo, Janeth
Aun no estaba seguro en ir, no sé si sería buena idea, con quien dejaría al bebé.
—No me digas que has cambiado de parecer, —pronuncia, juan acercando el desayuno a mí.
—aún no lo se. —dije, dándole un sorbo al café.
—Vamos, hombre. —insiste, juan.
Janeth me mira haciendo puchero. —no me mires así. —apunto a Janeth.
—vale, y el pequeño, aun no se con quién dejarlo.
Nos quedamos en silencio. Hasta que a juan se le ocurrió llamar a lorena la mejor amiga de Leslie.
—estás loco, yo no he hablado con Lorena en mese.
—ya, se quién nos ayudara. —expresa, Janeth con cierta picardía. Se levanta y me da en los brazos a mi bebé.
Juan y yo nos miramos confundidos, en la espera de saber que se le había ocurrido.
—¿cuándo toca ir a tribunales? —interroga, juan
Miro a la nada, pensativo intentando recordar la fecha de la citación, me levanto trato de buscar el papel de la citación,
—no sé dónde lo he dejado— digo casi murmurando, miro a la mesa, donde tengo las notas de Leslie, me dejo ir al ver el sobre que dice diciembre, suspiro y agradezco que mis amigos estén aquí, he tenido que hacer un gran esfuerzo para no abrir ese sobre que corresponde al mes que viene, aún falta dos semanas y ya estoy muy ansioso.
Justo al lado del sobre esta la citación dice 11:00 am miro el reloj de la pared justo al lado esta nuestro retrato, del día de nuestra boda, perdí mi mirada en ella, sale juan, Leslie, Janeth y yo, mal organizados, pero con una sonrisa única. El fotógrafo capto lo que sería un mal momento, luego tomó la foto real, pero a Leslie le gusto esa así que la, mando a montar.
—joder, hombre ya es casi la hora. —dijo, juan haciéndome volver en sí.
—que decís, ¡oh! Mierda, ya casi. —me apresuro.
—¿qué sucede? —Pronuncia Janeth al vernos acelerados por el lugar.
—¡ya es hora! —grito, y me alejo a la habitación.
—¡Hora de que! —exclama, Janeth sin lograr entender nada.
—dile a juan que te explique. —expreso tras cerrar la puerta.
Dejo al pequeño en la cama, le doy una mirada, está mucho más grande. Mas activo mueve sus bracitos y piernitas con más rapidez, sus reflejos cada día van mejorando.
Estoy hecho de un manojo de nervios, me pongo mi mejor pinta, un jean negro, una camisa de cuadros y un blazer negro, unos macacino negros. coloco por mi cuello un poco de loción, la de Antonio banderas, me la regalo Janeth en un intercambio de regaló el año pasado, no la uso a menudo, pero es mi favorita.
Antes de bajar me quedó plasmado mirándome en el espejo, que está en la puerta del armario, mi cabello rubio, peinado de lado, ojos verdes, rostro bien parecido, al menos no tengo cicatriz, de estatura 1,85 siento que algo no está bien, tengo 30 años y siempre he parecido de más edad, por como suelo vestirme.
Leslie siempre dijo: eres un niño, vestido de viejo.
Me quito mi blazer. Quito mi camisa y busco algo más relajado, un polo blanco, cuello (V) tomó otro blazer color khaki, subo las mangas dejando al descubierto mi antebrazo, veo el Rolex que mi madre me ha regalado el día de mi boda. Lo conservo y en ocasiones importantes me gusta llevarlo conmigo, es plata pura, es mi más preciado regalo. Me quito los macacino, dejo las medias a un lado y me los vuelvo a colocar —creo, que así siempre quiso que los usara Leslie— pienso mientras me observo en el espejo
Observo la hora, —joder, esta tarde. — el bebé se ha, dormido. — me aproximo le doy un beso en la frente y bajo.
—vaya, guapetón, te has quitado unos 5 años.
—señor Sebastián. —presumen, juan y Janeth al verme bajar.
Juan corre a la habitación, una camisa y un blazer, por suerte le quedan los dos somos de la misma estatura.
Salimos deprisa, le encargamos al bebé a Janeth, juan tomo una carpeta, subimos al auto.
Al llegar al tribunal, me sentí perdido sabia en donde puta madre me encontraba jamás había estado en un tribunal, la boda civil fue en casa. Creo que uno no se casa en tribunal, solía saber muchas cosas, pero esto en definitiva no era mi fuerte, estaba totalmente nervioso, mirando todo a mi alrededor.
Reconocí a la chica de cabello abundante, esta vez no estaba de color violeta, si no verde, ya no estaba rizado, si no liso, traía una cola, una falda color negro ajustada a su cuerpo que daba hasta sus rodillas, con una pequeña abertura muy discreta, unos tacones muy finos, una camisa blanca que se esconde debajo de esa falda, cero piercings, esos mismos ojos azules, que en definitiva cautivan.
Me aproxime a ella tocando su hombro.
—señorita, ...
Antes de que pudiese terminar, juan se aproxima a nosotros he interrumpe, girándome hacia él.
—hay que buscar a una loca que es la visitadora no me han podido decir ni su nombre ... —le hago señales con mis ojos a punto de salírseme, para que deje de hablar, pero me es imposible, continúa. —debe ser una vieja gorda, con una verruga, justo en su nariz. — juan me mira y sigue sin captar las señales. — ¿Qué pasa? ¿Tengo algo? —se observa y se sacude. —la señorita a mi lado, tiende su mano a juan.
—un gusto, la loca, vieja gorda, con la verruga en la nariz. — pronuncia, la señorita con sarcasmo, y continúa —pasemos, señor Sebastián se nos hace tarde.
Seguí sus pasos tan sorprendidos como Juan aun no me quedaba claro la función de esta chica, a su vez juan me murmura cosas al oído.
— joder, no me dijiste nada.
—calla hombre, —dije, poniendo mi dedo índice en la boca.
Antes de entrar, la Lcda. Mira a juan de arriba abajo como un escáner.
—¿y el viene con usted?
Carraspeo mi garganta y paso a decir con voz entre cortada y algo baja, —es mi abogado.
—creo que necesitara, algo mejor. — dijo, alejándose y cerrarnos la puerta en nuestra cara.
—joder, la he cagado. —pronuncia, juan sus manos sudan frio, su respiración se agita.
—Hey, tú puedes, ¿quién es el mejor? —soy yo
— ¿Quién es el mejor? — yo soy el mejor— doy aliento a juan, debería estar el dándome a mi aliento, pero, sé que a él no le agrada para nada hablar y ser el centro de las miradas. Doy una leve abofeteada y le hago reaccionar.
Antes de entrar, se regresó una vez más.
—calma, vamos recuerda que esto es por mí, por el pequeño Sebastián jr.
—¡Uff! Ok si vamos.
Al entrar todas las miradas se giraron a nosotros, juan intento salir logre alcanzarlo antes, para nuestra sorpresa y mucho más para juan, el abogado de los solicitantes de la tutela era el padre de juan. Sus miradas fueron únicas, el señor quedo tan sorprendido como juan.
—tú puedes. — susurre
Nos aproximamos a una mesa rectangular, no era como me imagine que seria. Ya imaginaba un juicio, como los de la ley y el orden. Juez vestido de samuro, sentado mirando desde arriba, un mazo golpeando una madera redonda, gritando silencio, personas como público, otros como jurados, en fin, una película en mi cabeza y aquí en la vida real es diferente, quizás por esta vez.
Solo espero se quede así y esto sea una confusión.
Juan se sienta justo a mi lado, y justo afrente de su padre, ambos creímos que había muerto o algo así, juan no supo más de su padre, desde el día que decidió ir se de casa.
Juan abrió y cerro la carpeta que trajo con él, como unas 20 veces, intentado disimular su ansiedad.
La chica cabello ahora verde Sentada a la cabeza de la mesa, al otro extremo, se encontraba una señora, cabello cubierto de canas, un poco de colorete que resaltaba su rostro un poco arrugado por la edad, en su mano derecha un majestuoso anillo de oro, unos pendientes imitación de perlas, un conjunto de blazer y falda, color negro. su cabello amarrado sin dejar nada al aire, dejando así al descubierto su cuello que era adornado por un collar también imitación de perla. Por un momento me imaginé a lisa Simpson ya de adulta.
Junto al padre de juan, siempre le dijimos coronel, (su apellido) yo no sabía que era abogado, siempre me limite hablar con juan de su padre, era un tema no grato de hablar. Junto a este, una joven de aproximadamente unos 22 años, cabello lacio, negro, se ve niña rica de papá con dinero, todo su cuerpo prefabricado, es ver una muñeca inflable si le pincha explota, sin ofender.
Ya me he sentido ofendido yo primero.
—¿Qué está haciendo? —me pregunto, sin quitarle la mirada.
Quedo sumergido ella, me es imposible recordarla, tiene cierto parecido a Fabiola, aunque ella era más humana, más humilde. ¡oh! No lo había pensado, pero no he ido a la tumba de Fabiola, la verdad que soy un gilipollas, me he concentrado todo este tiempo en mí, en mi dolor, pero me he olvidado de este lado de la familia de esa pobre chica.
Esos nueve meses de embarazo, yo estuve allí con ella nunca vi a esta mujer, Fabi... siempre estuvo sola, vivía en un remolque, recuerdo que le dije que al tener al bebé le alquilaría un apartamento, hablaríamos con Leslie, Fabiola y yo nunca nos enamoramos solo fue una noche, de dolor, de pendejadas, ella nunca me hablo de su familia, y como cosa rara siempre supuse que vivía sola. Era una chica con muchos traumas, dolor, creo que Sebastián Jr., era eso único que le dio sentido para vivir.
—señor Sebastián ... señor, me escucha.
Giro mi cabeza casi desorbitado, sudando, alce mi mano derecha y toque mi frente con suavidad, me percate que estaba mojada, sentía como poco a poco se entre cortaba mi respiración, las voces me eran imposible de reconocer, juan habría y cerraba esa carpeta, la señora de canas miraba detenidamente sin ni siquiera parpadear, la Lcda., daba miradas nerviosas, esa chica no se quien putas era, sentí una presión en mi estómago, recordé la última vez que sentí algo así, mi esposa murió para donarme su corazón.
Al lado de aquella joven se encontraba un hombre, de más edad, quizás unos 60 años moreno, también se veía adinerado. Un Rolex nuevo bañado en oro, un traje de marca reconocida, por cualquiera excepto por mí, ya que para mí solo era un traje y ya. A lo lejos puedo escuchar que alguien me habla, intento hacer contacto con la mirada con la persona que me habla, entre cierro y abro mis ojos, pero algo anda mal, no logro ver del todo, todo está fuera de foco.
— ¿estas bien? —pregunta, juan acercando un vaso de agua a mis manos. —Asiento con la cabeza, —trato de inhalar y exhalar con discreción, tomó un sorbo de agua.
Todo está un poco más claro.
—sí, estoy bien, continuemos. — dije. Aclaro mi garganta, llevo el vaso a mis labios dejándolo vacío
—bien, esto es muy sencillo, mis solicitantes, quieren lo siguiente en los mejores términos, la custodia completa, del bebé de la señora, Fabiola García. La cual fallece dando a luz al infante, con solo 17 años de edad.
Al no llegar a un mutuo acuerdo, pues lastimosamente esto a detener que ir a última instancia por la custodia completa.
Frunzo mi rostro al escuchar semejante atrocidad. —Juan me mira, en señal que me calme. Miro el vaso con agua, pero este vacío, mi respiración se comienza acelerar, los pálpitos de mi corazón comienzan a salirse de mi control.
—Qué opina su cliente, Lcdo. —pronuncia, la juez dirigiéndose a juan.
Juan abre y cierra la carpeta una vez más, esta ocasión si saca una hoja en blanco. Se levante y antes que pudiese decir algo, la juez lo invita a seguir sentado.
— bien, ... —queda en silencio, mirando a su padre— continúa. —mi cliente, no está de acuerdo con los términos, él es el padre legal de Sebastián Jr. valimos de la partida de nacimiento, cuyo bebé goza de buena salud, estos tres meses ha demostrado ser un padre ejemplar, podríamos dar referencia de ello. Jimena a la hora de dar a luz dijo que tenía 25 años, ese registro está en el hospital. Y además mi cliente jamás ha visto a estas dos personas.
Mientras juan argumentaba, entre nervios y algunos titubeos, podía ver el rostro de aquel hombre, con esa sonrisa leve, de burla, la chica mimada giraba la mirada de aburrimiento, mofarse era lo que hacían esos dos seres que solo causan mi repugnancia.
Al terminar juan, el señor coronel tomó la palabra.
—es más que evidente, no tengo más argumento. esto se ha ido a última instancia. —pronuncia, el señor coronel.
—Lcda. usted está a cargo de las visitas sociales, deberá asistirlo dos vece por semana, la juez observo la hora de un reloj que esta junta al frente de ella en la pared. Y continúo. —ya serán informados cuando será la audiencia. —se levantó, procedió a salir.
me levanto y me dirijo hacia ellos.
—no sé, que carajos quieren, pero mi bebé es mío, ni ustedes ni nadie lo alejaran de mí. —expreso, un poco alterado.
El señor, me mira de arriba abajo, abotonando su saco.
—mi hija, también era mía tu y ese bebé me la han arrebatado, esto es solo el comienzo. —anuncia el señor moreno de casi dos metros.
—¿esto es por venganza? —pregunto, abriendo los ojos. Continúo. —sabe perfectamente que Fabiola, era adulta, si tenía 25 años. ¿Qué es lo que quiere? —pregunto obstruyendo su paso al salir.
El señor se aproximó tomándome por mi blazer dejando caer mi espalda hacia la pared.
—mi hija, siempre será mi niña, si yo digo que tenía 17 años así será, ella dio a luz y no he visto a mi nieto, ni recibí una llamada de tu parte, jamás te acercaste a su tumba. Su hermana te dijo que quería conocer a su sobrino, no obtuvimos respuestas, ahora esta es nuestra respuesta, Años me llevo llegar a donde estoy, para que un pobre hijo de puta como tu forme parte de ello.
El señor García, me ha soltado.
—está usted equivocado, si fuese sido un gran padre orgulloso de su dinero, su hija no estaría en ese remolque, no le fuese dado un hijo aun hijo de puta como yo, hoy no estaría en una tumba, no quiera culparme a mí de sus jodidas equivocaciones como padre. Su dinero se lo puede meter por el culo, pero Sebastián Jr. es mi hijo.
—el señor García intento darme un puñetazo, su hija Jimena lo ha detenido, y el, se aleja de ella.
—eso es lo que pasa cuando cometes el error con tus hijos, quieres remediarlo con tus nietos, —expuse, Sali.
Camine de un lado en la entrada de ese dichoso tribunal, observo a juan que se aproxima a mí.
—Todo va estar bien, te lo prometo, —dijo, dándome un abrazo.
El señor coronel se detiene. Nos mira con detenimiento hasta que logra acercarse a nosotros.
—Juancho tiempo sin saber de ti. —juan gira los ojos, da la espalda intentando ignorar aquel hombre. Continúa.
—sé que no podre conseguir tu perdón, solo quiero que sepas que lo siento, —juan, solo miraba a la nada ignorando aquellas palabras. en cuanto el señor coronel me miro y solo acoto —el señor García, cuídense ...
No dijo nada más, solo dejo, una mínima advertencia al aire y se marchó.
La Lcda. me dio una hoja su mirada destilaba cierta pena hacia mi persona, puedo creer que sus manos tiemblan al darme sin decir más solo se marcha.
La hoja indicaba que el día viernes sería la primera visita oficial, 02:00pm
Juan y yo nos miramos, casi frustrados, subimos al auto, a pesar de todo aquello aun me queda algo por hacer.
Bienvenidos a el Golf bar noche especial de los 70, 80 y 90
Observo, ha cambiado un poco, me es inevitable no sentir nostalgia, de eso hace mucho tiempo. Juan se aleja de mi va por una cerveza. Me ubico en una de las mesas, música alta, merengue de los 80, personas deslizando sus pies al compás de la música, juan se aproxima a mi mesa, en su mano trae una botella y en la otra a Janeth, miro sorprendido casi angustiado.
—¿y el bebé?
—lo he dejado, con mi hermana.
— esto es inconcebible. Lo mejor es que me marche.
Justo cuando atravieso el club para salir, tropiezo con esos ojos azules.
—Lcda. Expreso sin dejar de mirar sus ojos. —señor, Sebastián. —agrega ella.
Juan palmea mi hombro y me hace una seña de ir asentarnos.
— quisiera saber cómo está el bebé antes.
—Janeth está llamando, tranquilo, solo es un rato.
Miro a la Lcda. Le doy una mirada a juan, y asiento con la cabeza nos dirigimos a la mesa, invito a la Lcda. A sentarse con nosotros, ella solo me miraba sin decir palabra alguna.
—miren a quien me encontrado. —señala, Janeth a Lorena la mejor amiga de Leslie.
Miro un poco apenado, a mi lado está la Lcda. Lorena solo nos da una mirada. Todos quedamos en silencio, tan cortante que solo saludo y se marchó.
Juan tomó a Janeth de las manos y se la llevo a la pista de baile. Juan disfrutaba del merengue bailaba con ganas, como si en unas horas atrás no fuera visto a su padre después de años.
—señor Sebastián, se ve usted muy diferente hoy.
—por favor no me diga usted, tu teame no soy tan viejo. Expreso, balanceándome un poco hacia ella chocando su hombro con algo de confianza, como si la conociera a profundidad.
— ¡vale! —asiente.
—lamento los errores que he tenido y bueno ya mi amigo es así ...
Me interrumpe, colocando su dedo índice en mis labios.
—en este momento, no soy la Lcda. Ni la visitadora, ni nada que tenga que ver con el tribunal. —dijo, acerco la botella a sus labios y se dio un buen trago.
—así que, vamos mueve ese culo, —la miré atónito por su expresión, — ¿perdón? —dije, soltando una risa algo nerviosa.
—venga tío, que aquí se viene a bailar, no cotorrear. — tomó mi mano, y así llegamos a la pista de baile.
Pasamos horas, horas interminables de baile, juan le aproximaba un sorbo de cerveza, y continuaba el baile, era incansable, se movía con tanta facilidad, de una manera muy atrevida quito mi blazer, se la dio a juan no sé cómo, pero saco un pañuelo y limpio el sudor que destilaba mi frente sin dejar de bailar.
—sudas como un anciano. — esa pequeña oración, esa risa, estoy volviéndome loco, pero me ha recordado mucho a Leslie, es como si estuviese allí bailando junto a mí.
De pronto, estábamos en una competencia, quien duraría más en la pista de baile, sonó aquella canción que Leslie ha dejado en su nota, mire a juan y a Janeth ellos aplaudían y nos ovacionaban cada que podían hacerlo, poco a poco las personas dejaron de bailar y de pronto estábamos allí solos en el medio de las luces, una voz en un micrófono pronunciaba que éramos los ganadores.
Juan me cargo en plena pista.
—wao que espectáculo. — dijo, Lcda. esbozando una hermosa sonrisa. Era tan radiante que por un momento me perdí en ella.
—¡gracias! Pero debo quedarme con el pequeño trofeo. — expuse, mirándola un poco apenado.
— ¡que! Yo lo quiero. — pronuncio, casi haciendo puchero.
—¡lo siento! — exprese, untando mis manos en señal de disculpas.
Corrí al auto, y la deje allí juan y Janeth ya esperaban por mí. Al montarme arrancaron como si fuese robado a un banco. Al mirar atras no estaba en el lugar.
Cuando llegué a la casa, lo primero que hice fue buscar a Sebastián jr. se encontraba dormido en la cama cuna con la luz tenue de la lampara.
Le mostré el premio, con tanta emoción siento que a pesar de todo lo malo del día, logre hacer algo positivo, ganar el premio de baile que siempre quiso Leslie.
—ve a dormir. —pronuncia, Janeth. —ojalá pudiese. —Expuse, sin dejar de mirar al bebé. Janeth desliza su mano por mi hombro y continua. —inténtalo, si el bebé despierta yo lo atiendo.
—vale, —dije, le di un beso en la frente.
Caminé a la habitación, le di una mirada a juan quien habla con lucia la hermana de Janeth.
Me despoje de mi ropa, me gire al lado izquierdo el lugar donde solía dormir Leslie, —Sali decepcionado de los tribunales, pero he ganado una copa de baile.
Dejo la copa de su lado. Cierro mis ojos, y siento una leve acaricia en mi mejilla.
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