Capitulo III


Capitulo III

La mañana siguiente comenzó con buen pie, me levante antes de cualquier llamada y llanto de mi pequeño, camine a da la ducha, sentí que lo necesitaba, una ducha larga dejando sumergirme en el agua que recorre mi cuerpo, al salir de la ducha lo primero que hice fue mirar a mi pequeño aun respira, un profundo sueño digno de envidiar, sentí que hoy estaba dispuesto a tener un día diferente, ya vestido baje camino a la cocina, mire aquel sobre que me entrego rodrigo el día anterior. El miedo salto en mi ante la cruda realidad, una vez más me percate que me encontraba en una casa casi vacía, suspire, pase del desayuno solo tome una taza de café fui por el biberón listo subí a buscar a Sebastián Jr.

Por un momento se produjo un pequeño silencio, solo miraba a mi pequeño como se terminaba su biberón, no deseaba ver más nada, tome mi medicamento y decidí colocar a mi campeón en su coche y pasearlo por la cuadra de la urbanización, no dejaba de hacerle mofas, el me regalaba su hermosa sonrisa, —increíble que ya gocemos de tres meses juntos— le pronunciaba mientras le colocaba en el coche.

Tres meses intensos, la alegría de que mi bebé va creciendo y esa tristeza que me invade por saber que ya hace tres meses que no estas a mi lado Leslie. Aun no logro entender como es posible que esto me esté pasando, me siento en un mundo surreal, quero despertar de esta pesadilla.

Dimos un paseo por la cuadra, todas las vecinas tenían que ver con nosotros, siendo sincero con él, disfrute del paseo y sebas Jr. aún más llevándose las manitas a la boca y encada mueca de cariño una sonrisa que mostraba unos pequeños hoyuelos, enamorando aún más.

Nos detuvimos en un parque, donde los árboles se giraban al compás de la suave brisa que la naturaleza nos brindaba, era un parque donde las familias solían venir, ver como sus hijos se llenan de tierra, juegan, corren y disfrutan de sus momentos de niñez que valoramos luego de adultos.

La gran mayoría tienen que ver con nosotros.

— Su hijo es hermoso.

— su esposa debe estar encantada con ustedes par de guapos.

— que nene más hermoso, tío su esposa es muy afortunada.

Y así pasaban las horas llenas de frases, de su esposa y usted, usted debe ser el mejor esposo, su esposa es afortunada, lamento por esto, pero debía hacerlo. Sali del parque y pude sentir a mi paso como algunas mujeres me siguieron el paso con sus miradas, algunas murmuraban que yo era un infiel, que mi esposa había muerto, que mi amante solo era una chiquilla y murió ... tantas cosas a mi paso solo decidí seguir y mirar a mi bebé que siempre disfrutaba de esa salida más que yo.

Hasta que una hermosa joven se acercó obstaculizando mi paso.

—Qué bello se parce mucho a usted, su esposa...

mi esposa ha muerto y mi amante quien es la madre de mi bebé también ha muerto justo el día de dar a luz — expresé, con cierto humor negro lo cual descubrí que no es del todo agradable a ciertas personas.

Regale una sonrisa un poco falsa mientras la chica seguía su paso, regalándome una mirada de desprecio, mire al campeón sentí que su mira daba esa satisfacción y seguimos nuestro recorrido hasta llegar a casa una vez más. No tenía intención de quedarme mucho tiempo, sólo el necesario para disfrutar de aire fresco y el pequeño disfrutara de la vista del sol, volver a casa a leer el sobre que quizás era la última voluntad de Leslie era mi mayor objetivo.

Deje al bebé dormido en la cama y entre en el cuarto de baño, mire mi rostro cubierto de ojeras, cansancio, tome una afeitadora, rasure mi rostro por completo, me mire una vez más me sentí mucho más cómodo así.

Tengo el sobre en mis manos, le miro fijamente, tocan la puerta.

Al abrir la puerta esbozo una sonrisa para causar una buena impresión.

—¡Hola vecino! Quería saber si me podría regalar un poquito de azúcar — dijo, una vecina, la ofrecida, como solía llamarla Leslie.

Observe como se aproximaba de forma afectuosa muy afectuosa para mi gusto.

— ¡Claro! —dije, sim mucho preámbulo.

Al alejarme, para buscar el azúcar escucho su voz detrás de mí.

—¿Esta solo?

— ¡sí, mi esposa ha tenido que salir! — dije, con cierto sarcasmo

Aquella mujer de rostro con maquillaje extravagante, cuerpo casi desnudo me giro los ojos con cierto desagrado y se marchó al obtener su azúcar.

Camino una vez más a la mesa tomó el sobre en mis manos, con dedos temblorosos, desgarro la envoltura del paquete, lo dejo en la mesa suspiro un poco nervioso, tomo fuerzas y lo tomó una vez más, lo giro y salen unos 7 sobres diminutos, de los que suelen encontrarse en un ramo de flores, cada cual con mi nombre. El corazón meda un vuelco seguido que voy reaccionando y reconociendo la letra que refleja cada sobre.

Sin duda era la letra de Leslie. 

me paralice.

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