Capítulo I

I


Al fin en casa. Sebastián Jr., ajeno al mundo en sus sueños de infante. Frente a la puerta, doy un suspiro antes de introducir la llavé en la cerradura,  la pañalera pesa en mi hombro como el ancla de una nueva realidad que aún no sé cómo llevar. La llave gira, una danza torpe con la cerradura mientras equilibro a mi hijo en brazos. -Tranquilo, campeón-, murmuró, pero su llanto perfora el silencio, un eco de la ausencia de Leslie me invade de pronto 

La cocina se convierte en nuestro refugio improvisado. El biberón, una promesa de calma en la tempestad. -Una delicia-, ironizó al probar la fórmula tibia, una broma privada que Leslie habría reído. -Despacio, campeón-, le digo a Sebastián Jr., pero es a mí a quien intentó calmar.

Los recuerdos de Leslie inundan la habitación como perfume derramado, inconfundible y penetrante. Cada rincón, un altar a su memoria. Las escaleras, observó con atención y es como verla a ella justo allí sonriente antes un escenario de sus entradas triunfales, ahora un precipicio que me enfrenta a la realidad de su ausencia.

-El primero de muchos-, suspiro al sentir el eructo en mi camisa, la primera medalla de padre soltero. Acuesto a Sebastián Jr., su respiración es un susurro de paz en el caos de mi mente. -No crezcas tan rápido-, le ruego en silencio, pero es el tiempo lo que deseo detener, poder lograr estar los tres juntos.

 me dirijo a la ventana de la habitación y le doy una mirada a la luna, es una observadora distante, ilumina la habitación con su luz prestada. siento que mi bebe se mueve y lo tomo en mis brazos me acuesto con Sebastián Jr. en mi pecho, su corazón late contra el mío, un tambor que acompaña mis pensamientos errantes. La casa, un barco a la deriva en un mar de recuerdos, navega hacia una mañana incierta.

El teléfono rompe la calma, una llamada inesperada en la noche. 

-¿Sí? ¿Quién es? -La voz de Rodrigo, un hilo que me une a Leslie, me devuelve a la realidad. 

-Hola, Rodrigo. ¿Qué pasa? ¿Todo bien?"

-Oye, lo siento si te he despertado. Estaba pensando en Leslie y... -Su voz se quiebra, un espejo de mi propio dolor. Hablamos de ella, de sus manías con las llamadas, cada vez que sonaba el teléfono ella procuraba atender por que si lo hacia yo siempre le hacía pasar vergüenza con mi mal humor, pero su de su sonrisa que desarmaba tristezas y encendía esperanzas era lo que más me gustaba de ese espectáculo. 

-Sebas, tengo algo que darte de parte de Leslie. Algo que dejó antes de... ya sabes. - Agrego rodrigo 

Mi corazón se detiene. 

-Un sobre que lleva su letra, un mensaje, una carta de amor un nuevo comienzo. "Para Sebastián, para cuando yo no esté."

-Entiendo. Pásate cuando quieras, Rodrigo. Estaré aquí. Colgamos, y el silencio vuelve a ser mi compañía, un faro que promete guiar mi camino a través de la oscuridad.

Mi amor por ti es lo que me lleva a continuar. dije mirando al pequeño sebas... 

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