Capitulo II. Un compañero inesperadamente molesto.
Dos meses después de la boda.
Los recientes sucesos aun daban vueltas en su cabeza, no había manera de pararlo, pero debía hacerlo; el dinero comenzaba a escapar de sus bolsillos, durante ese periodo de tiempo no había compuesto ninguna de sus canciones ni terminado sus partituras, no se había presentado a tocar en los escenarios que debió hacerlo, en lugar de eso, durante esos dos meses compro las botellas de vino más caras que lo acompañaron durante toda la agonía que llevaba consigo.
La resaca le golpeaba cada mañana o cada vez que estuviera un poco más consciente de lo que no solía estarlo, las consecuencias no tardaron en presentarse a su vida y golpear a la puerta; habían llegado varios recibos y cartas con notoria molestia y desagrado de las personas que seguían su música, todas esas cosas juntas entregadas por su querida tutora, Ozaki Kouyou.
- ¿Cuál es tu problema?, ¡me tenías angustiada!, viene varias veces, pero nunca me abriste la puerta, ¿sabes lo indignante que fue para mí eso?
- No esperaba tu visita... - Le permitió el paso sin discrepar.
Ozaki fue la mujer que acogió de él cuando todos los demás lo habían botado de forma injusta y deshonesta, una mujer de origen Japones, refinada, hermosa y educada, básicamente era como una mentora para él y de las personas que Chuuya más apreciaba.
- ¡Por dios Chuuya, mira este lugar, es un basurero gigante!, ¿Qué paso aquí?
- Bebí un poco...
- ¿Solamente un poco...? - Acuso observando todas las botellas de alcohol en el suelo.
- Un poco demasiado... - No había forma de que Chuuya pueda escapar del regaño que se le aproximaba.
- Un poco demasiado... - Repitió la mujer con tono firme.
- Ozaki, mira, pasaron cosas y sé que no es la manera correcta de actuar, pero yo-
- Silencio. - Interrumpió. Hubo una pequeña pausa acompañado inmediatamente de un suspiro de la mujer. - Ya sé que todo esto es por aquel chico con el que tan encaprichado estabas, -Kouyou también es de las pocas personas que saben de su "enfermedad". - no necesitas explicarme nada, sé que ahora está casado con una chica de clase, pero cariño, ya habíamos hablado de esto, no puede afectarte de esa forma una persona así. - Ozaki quería reconfortarlo, ante los ojos de ella él siempre seria su niño perdido y desorientado.
- Lo sé y agradezco tu preocupación. – Le dedicó una ligera sonrisa. La mujer podía ver sus ojos, era una mirada cansada y desgastada.
Ya habían pasado dos meses durante aquel día de la ceremonia y Chuuya estaba de acuerdo consigo mismo de que era tiempo de superarlo y comenzar a pagar todo lo que debía.
- Limpiemos este lugar de una vez.
- Bien.
Ambos comenzaron a recoger todo el desastre que había por toda la casa, Chuuya incluso podría jurar que vomito algunas veces por la alfombra y los pisos del lugar, realmente no entendía porque Kouyou se había ofrecido a ayudar en un desastre como este, debía quererlo mucho para aguantar este lugar.
- Chuuya.
- ¿Mh?
- Hable con Mori el otro día. – En ese momento supo el por qué lo ayudaba en su desastre.
- ¿En serio?, ¿de qué hablaron?, espero que no de mí. - Bromeo con un tono nervioso encima.
- De hecho, si lo hicimos, - Chuuya se tensó. - pero ese no es el tema relevante justo ahora. - Agradecía al cielo que hubiera otro suceso para quitarle un poco de peso a sus tropiezos. - Mori transferirá a alguien a tu casa. - El peso liberado recayó nuevamente, pero con más fuerza sobre él.
- ¿Disculpa?
- No entiendas mal, no te echaremos de tu casa, solamente...vivirás con él por un tiempo, compartirán la casa, eso es todo.
- ¡¿Disculpa?!
- Por lo que tengo entendido es un joven de tu edad, no te preocupes porque sea un señor.
- ¡Ese no es el problema!, ¿Cuándo decidieron esto?
- Su nombre es Dazai Osamu, vendrá dentro de unos días.
- No evites mis preguntas, Kouyou.
- Es el acogido de Mori, así que trátalo bien. A decir verdad, el chico es un poco raro.
- ¿Acogido de Mori?, creí que Mori no era tutor de nadie. – Su curiosidad aumentó.
- Y como últimos datos curiosos, es escritor y un prodigio.
- Pero ¿por qué tengo que compartir mi casa con alguien más?, Mori me prometió que nunca haría falta algo como eso.
- Bueno, Chuuya, las cosas se pusieron un poco tensas.
- ¿Qué quieres decir?
- No importa mucho en realidad. - La mujer se levantó del piso que terminaba de tallar para poder arreglarse y dar camino a la puerta. - Si tienes alguna queja puedes enviarle una carta a Mori para compartirle tus inquietudes, pero honestamente, dudo mucho que Mori ponga una buena cara al ver que estas rechazando a su protegido.
- Pero yo-
- Chuuya, ahórrate todo lo demás, Mori les enviara dinero suficiente a ambos... - La mujer se encamino nuevamente a la salida. - La casa debe estar así de limpia cuando él llegue, solo encárgate de tirar la basura.
- Está bien... - Dijo con voz quejumbrosa mientras seguía recogiendo las botellas.
- Chuuya. - El pelirrojo volteo. - Una cosa más. - Hubo una pausa. - Por favor, no te hagas alguien cercano al chico, solo trátalo como un huésped, es una persona complicada, no intentes ser su amigo, no intentes ayudarlo, ¿entiendes que esto ya no es decisión tuya ni mía?
Las palabras y la mirada de Kouyou habían tomado por sorpresa a Chuuya, su mirada era de un disgusto bastante notorio por donde vieras su expresión, ¿por qué le advertiría de un simple chico?
- Gracias. - La mujer se marchó en silencio.
.....
Ya habían pasado un par de días desde la última vez que hablo con Kouyou y su inquietud no podía aumentar más, se supone que aquel huésped podría llegar en cualquier momento y realmente no había señales de nada ni nadie.
A decir verdad, había investigado a Osamu desde que Kouyou dejo la casa, lo único que había descubierto era la misma información que Kouyou le había dado, era un escritor de alto prestigio, popular por varias obras ya escritas antes, que francamente fueron todo un éxito; Chuuya no era mucho de leer, así que jamás había escuchado tal nombre, lo que se le hizo aún más extraño (suponiendo que era el protegido de Mori), durante todos estos años jamás se le menciono y eso solo hacia crecer la intriga que tenía dentro por descubrir qué clase de chicos acoge Mori.
Los fuertes golpes a su puerta hicieron que sus pensamientos se esfumaran.
- Un momento. - Los fuertes golpes persistían aun cuando ya había anunciado que iría, alerto e irrito un poco a Chuuya. - Que ya voy. - Anunció antes de abrir la puerta.
- Si hubiera sabido que con quien compartiría hogar fuese tan estúpidamente lento me hubiera resistido aún más a las decisiones del viejo.
La voz del otro lado de la puerta era de alguien joven, igual que Chuuya.
- ¡¿Disculpa?! - Abrió la puerta de golpe.
Chuuya pudo visualizar por fin a la persona del otro lado, era un joven apuesto, de su edad, cabello castaño, muchísimo más alto que él (eso lo jodia), mirada y postura egocéntricas y una vestimenta demasiado elegante y bien combinada. Chuuya no tardo ni un segundo más en saberlo. Era él.
- ¿Ya me dejaras pasar o debo explicártelo también?, - Hubo silencio, un silencio en el cual el castaño se encargó de inspeccionar de arriba a abajo al chico frente suyo. - aunque dudo mucho que tu altura me detenga de algo. – Una sonrisa sínica impregnada en todo su rostro.
Chuuya finalmente había entendido las palabras y la preocupación de Kouyou.
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