08
- ¿De qué hablas? - cuestionó el moreno confundido mientras se acercaba a una yo bastante preocupada.
Nada de esto tenía ni pies ni cabeza, el contrato y mis cosas no estaban aúnque eso era lo de menos, si aquel documento no aparecía me daba por muerta. Me senté en escritorio comenzando a hiperventilar, trataba de calmarme pero no daba resultados. Lo más seguro de todo esto es que me despidan por extraviar un documento importante y por destrozarle sin haber empezado aún, la carrera a alguien.
No creó a poder sentirme peor en estos momentos, no estaba ni física, ni emocionalmente estable para resolver este gran problema.
- Hey, mirame. - pidió amablemente Nino.
Acate lo dicho y lo observe tomando una fuerte bocanada de aire.
- ¿Qué sucede?
- Ninguna de mis cosas están y el contrato de Luka tampoco. - susurre avergonzada, no podía ver al de puntas azules a la cara en estos momentos, si antes no lo hacia ahora menos. Nino carcajeo y me observo incrédulo.
- Déjate de bromas, que algo se te pierda e imposible "Chica seguridad". - dijo con tranquilidad el moreno, para luego observarme y notar mi ansiedad provocada por el asunto.
- ¿Es en serio? - pregunto atónito.
Yo sólo pude asentir y cubrirme el rostro con las manos, sentía que lloraria en cualquier momento de la impotencia y preocupación que se mezclaba en mi interior.
- Eh... ¡Tú! el jefe quiere verte ahora mismo. - anunció Massimo entrando repentinamente a mi oficina y señalarme.
Los tres chicos me observaron, el moreno con preocupación, el azabache con tranquilidad y el rubio extrañado por la situación. Me levanté de la silla y salí de la oficina a pasos lentos, o tenía algo que decirme o ya se enteró que perdí el contrato, aunque no se como. Aúnque bueno, de todos modos tenía que decirle.
Me dirigí a su oficina hecha todo un manojo de nervios, tanto que parecía que en cualquier momento explotaria. Desearía que la tierra me tragara y escupiera muy pero muy lejos de aquí.
- ¿Quería verme señor? - cuestione entrando a la gran oficina.
El asintió y ordenó a que me sentará en frente de su escritorio, su rostro era neutro y su mirada no aparecía transmitir ningún sentimiento, me observo por un par de minutos, luego me sonrió ampliamente y se levantó de su asiento para abrazarme, correspondi con cariño y a la vez algo de incomodidad y pena, aquel gesto pues algún día ese hombre volvería a ser el mismo gruñón de antes. Además que parecía no saber lo sucedido con el contrato.
Después de eso, se acercó a su escritorio y de una gabeta sacó unas llaves entregandomelas sin decir nada al respecto, dio una sonrisa de labios cerrados llena de orgullo y observo el pequeño objeto. Baje la mirada y estás tenían una placa dorada.
"Vicepresidencia"
Lo observe atonita, un remordimiento apareció dentro de mi ya que a mi criterio y moral, no merecía aquel cargo puesto a lo sucedido.
- Señor, yo... tengo que decirle algo. - anuncié tratando de mantener la compostura, sabía que después de esto estaría totalmente despedida.
- Dígame, señorita Evans. ¿Ocurre algo? - interrogó amable pero sin perder la severidad en su voz, algo que lo caracterizaba sin duda y que a mi mala suerte ahora no me ayudaba.
- El Contrato de Luka desapareció de mi oficina, lo busqué y no lo encontré incluso mis cosas ya no se encuentran ahí, pero ahora lo menos que me importa es eso. - explique y el me observo con curiosidad.
- De verdad lo siento, no me imaginé que algo así podría pasar aúnque no entiendo como se... - fui interrumpida por sus palabras.
- Entiendo, retirese de mi oficina. Tengo cosas que hacer. - sentenció de manera neutral. Tragué duró y deje las llaves en la mesa para luego dirigirme a la puerta.
- Disculpe lo ocurrido. Que tenga linda tarde. - despedí tratando que mi voz no titubeara.
- ¿No se llevará las llaves de su oficina? Creo que sería lo mejor, para que pueda buscar sus cosas. - habló con una sonrisa en los labios, cosa que me confundió bastante.
Me entregó nuevamente las llaves y me permitió salir de la oficina para ir a ver mi "nuevo" lugar dentro de la disquera. Mientras caminaba hacia allá bastante desconcertada por lo ocurrido oí pasos rapidos cerca de donde me encontraba y parecían acercarse a mi.
De un momento a otro sentí como me tomaban de los hombros y me apretaba con fuerza, para finalmente escuchar un chillido en mi oreja. Me separe de aquella persona con incomodidad y me tope con Lya, la cual me veía con gran emoción.
- ¡Aún no puedo creer esto, estoy muy feliz por ti! - exclamó dando pequeños brincos, una extraña comparación pasó por mi mente haciéndome reír levemente.
Un pequeño conejito saltando en la pradera, representaría a la perfección a la castaña. Su actitud inocente y alegre hacían a Lya Rodríguez, Lya Rodríguez. El pequeño conejo en la pradera.
Junto con ella me encamine a la oficina, junto con la castaña. Trataba de comprender muchas cosas y una de ellas seguía siendo como se extravió el contrato. Abrí la oficina y encontré mis cosas dentro, además de algunas decoraciones las cuales eran hermosas y de mi estilo.
Observaba todo con sorpresa y rápidamente fui corriendo al gran escritorio que poseía ahora encontrandome con el contrato.
- Disculpa por haber movido tus cosas hasta acá sin tu consentimiento. Nino me comentó como te pusiste cuando no encontraste el contrato. - explicó Lya con pena y arrepentimiento, le sonreí con cariño y luego la abrace.
- Así que la nueva Vicepresidenta de Rrecords. ¿Ahora como te llamaré? Jefecita, tal vez. - bromeó el rubio entrando de repente acompañado de Nino y Luka.
Yo sólo reí por su comentario y tomé el contrato entre mis manos y lo guarde el la pequeña caja fuerte, que había detrás de la madera oscura de una de las repisas de mi librero.
- Deberíamos celebrar todo lo que ocurrió hoy, tomando en cuenta que mañana es sábado. - sugirio Nino mientras hacia un extraño baile con los brazos haciéndonos reír.
- Seria muy buena idea, incluso algo íntimo. Nosotros y algunos de sus amigos. - dijo esta vez Lya, a la cual le brillaban los ojos.
- No se dice más. ¡Fiesta está noche en tú casa! - exclamó Massimo junto con Nino para luego salir corriendo fuera de la oficina.
- ¿Qué... - iba hablar, pero la castaña se adelantó.
- ¡Le avisaré a papi! - exclamó para luego salir de la oficina directo a donde estaba el señor Rodríguez.
Escuche mi teléfono vibrar dentro de mi chaqueta y lo saque observando un mensaje de Luka. Lo observe con curiosidad y confusión y solamente se hizo el desentendido. Abrí el mensaje.
@LukaCouffaine_
Eres mucho más hermosa en persona.
Sentí mis mejillas calentarse con fuerza, levanté la mirada y lo tenía cerca de mi. Tomó mi mano y plantó un delicado beso en el dorso de esta.
- Tú no te quedas atrás. - susurre tímidamente, mi corazón iba a mil por lo cerca que se encontraba de mí.
Le sonreí con amabilidad y me separe de el levemente, retire mi chaqueta y la coloque en mi perchero. Me posicione frente del espejo y observe lo rojo de mis mejillas, las toqué sintiendo lo calientes que estaban y luego lo observe.
- Me pones nerviosa. - admiti y el sólo río suavemente.
- No eres la única con el corazón a una tonada rápida por segundo. - dijo de igual manera haciéndome sonreír.
- Piensa que no nos conocimos por una aplicación de citas, eso suele sugestionar la mente.
- Tienes razón. - hablé e inmediatamente quedé en blanco, no sabía que más decirle algo que me hacía sentir estúpida. Es un chico, ¿Qué me podría hacer? No me va a comer; pero como explicarle a mi cabeza algo que seguramente no querrá entender.
- Por cierto debo darte algo.
Fui a mi ordenador bajo su intensa y curiosa mirada, saque una impresión del contrato y se lo entregué.
- Me alegra poder guiar tu carrera junto a Eduardo, el mundo es sumamente pequeño. - sonreí y el imitó el gesto.
- Sólo somos una pequeña porción de lo que hay en el universo, así vivieras en otro país en algún momento te habría conocido y sin duda me alegra haberlo hecho. - habló suavemente, una sonrisa nerviosa se escapó de mis labios.
- Realmente sabes como ponerme nerviosa. - cruce mis brazos sobre mi pecho relajandome un poco.
- Tal vez es porque te gusta lo que tienes en frente, como a mí me gusta verte. - soltó haciéndome temblar.
- Ya tengo que irme pero ten mi número, ya no necesitaremos esa aplicación de citas para hablar.
Me extendió una pequeña tarjeta de presentación donde estaba, su nombre y contactos. Sentí como besaba mi mejilla despidiéndose de mi.
- Nos vemos esta noche. - y salió de la oficina.
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