Avanza con cuidado a través del pasillo, intentando no ocasionar ninguna clase de sonido que fuera a alertar a algún sirviente que se encontrara en la cercanía, por Oneiros no tenia porque preocuparse, el Dios Menor se veía lo suficientemente cansado y creía tan bien sus palabras, al menos por el momento, que de seguro ya se había quedado dormido sin esperar a que el regresara, por lo que tenia tiempo mas que suficiente para darse una vuelta por esa mitad del castillo que, para si mismo, tenia prohibido el siquiera pensar en acercarse.

Pero aun así ahí estaba, a pocos pasos del cuarto prohibido, ese mismo que ahora no tenía la vigilancia que se supone tenia durante el día, ya que lo que estaba ahí adentro, al igual que varias otras personas/almas que vivían en aquel lugar, debía de estar profundamente dormida. Algo que, tras abrir la puerta sin seguro y adentrarse hasta el centro de la habitación donde debía de estar esa, cosa... Se dio cuenta que no estaba dormida como había pensado en un principio y ahora estaba ahí, atrapado, con la mirada fija en la pequeña criatura que igualmente lo estaba mirando de regreso, con un juguete colorido entre sus manos mientras sus pequeños pies parecían alzarse por debajo de la delgada sabana que la cubría.

Trago saliva, nervioso, con las manos agarrándose fuertemente en el barandal de la cuna sin poder apartar la mirada, admirando lo rubio que era el cabello de aquella criatura y sus ojos, tan grandes y.... Y...

—Ya... Entonces por esto Oneiros no dice que no ere su hija...

Hablo mas para si mismo que para la famosa "Athanasia" que lo estaba mirando atentamente, sin moverse o emitir algún sonido, tal vez intimidada por que el era alguien desconocido dentro de su habitación.

Respiro profundo, él no tenía por qué estar ahí, ahora que ya había saciado su curiosidad era un buen momento para dar vuelta sobre si mismo y regresar sobre sus pasos, volver a su habitación para guardar el pastel que no se comió y recostarse al lado de Oneiros para dormir cómodamente.

Si, tenia que hacer eso... Tenía que... Volver a su cuarto, a su habitación...

Era estúpido. No podía sentir las piernas y su cuerpo estaba, literalmente, clavado en su lugar, con los ojos fijos en el bebe que era y no era suyo, la... Cosa, que debía de haber nacido en la iglesia y que al final no lo hizo, a la que se supone le había dado la salvación mientras el fuego debía de consumirlos, ¡el también debería de haber muerto en ese lugar! ¡¿Cómo se supone que despertó sin nada?! ¡¿En que clase de sentido cabía que alguien como el debía de seguir viviendo?!

Tenía tantos pecados... Tantas culpas que intentaba que no lo alcanzaran, aunque poco a poco le iban pisando los talones... Y ahora, ahora ella...

—¡Gah!

Alzo la mirada, reaccionando, intentando controlar su agitada respiración mientras sus ojos buscaban de nuevo a los negros de Athanasia, tan parecidos a Oneiros, que ahora lo miraban con una sonrisa digna de un bebe, estirando las manos como si esperara a que el la fuera a sostener en brazos. ¿Era capaz de reconocerlo? Bueno, en algún momento tenia que ser capaz de hacerlo, ¿no?

Alejo las manos lentamente de la cuna, notando un molesto temblor recorrer la mayor parte de su cuerpo, afectando a sus manos, las cual intenta retraer lentamente mientras hace lo posible por dejar de temblar, secándose las innecesarias y patéticas lagrimas que en algún momento se habían acumulado en sus ojos y le impedían ver con claridad.

Miro a todas partes, con paranoia, aliviado de saber que seguía estando solo en la habitación, momento que decidió aprovechar para darse la vuelta y olvidar todo este asunto, ignorar que había entrado al cuarto que sabia que no debía entrar y fingir como si nunca la hubiera visto, porque, en primer lugar, no tenía por qué haberlo hecho.

Hasta que Athanasia, la pequeña rubia que aun extendía sus bracitos como estaba acostumbrada, para que algún sirviente u Oneiros la cargara después de estar unos minutos insistiendo en que lo hicieran, noto que su medio para salir unos segundos de la cuna y sentirse más a gusto estaba por irse.

Y eso, claramente, no le gustaba, porque no era decisión del otro si la iba o no a cargar, aquí lo que importaba es que estaba cansada de estar acostada, quería dormir y aun no estaba dormida, alguien tenia que dormirla y se supone que ese alguien estaba con ella, ¿no?

Bajo sus brazos hasta tenerlos a cada lado de su cabeza, cansada de mantenerlos hacia arriba demasiado tiempo, torció la boca en un gesto de desagrado mientras sus ojos se llenaban de necesarias lagrimas mientras preparaba sus pulmones.

En menos de un minuto ya estaba llorando, en dos minutos el de cabellos negros miraba desesperado a todas partes, estresado, para el quinto minuto, estaba calmada, en brazos y siendo arrullada de la manera que le gustaba mientras buscaba aferrarse a la ropa ajena como estaba acostumbrada.

—Ya, ya, no llores.

Meció a Athanasia según como su memoria le marcaba, años cuidando de otros niños en el orfanato estaban sirviendo para algo mas en su vida aparte de ser conocimiento acumulado. Aunque no por esto significaba que estaba a gusto, al contrario, se sentía tieso con los pies clavados en el piso, solo la mitad superior de su cuerpo se movía de derecha a izquierda para que la rubia notara movimiento y se calmara, ni siquiera ignorando la trampa que era el cargarla, ya que apenas y se la había acomodado al hombro, ella misma había dejado de llorar, antes de aferrarse a su ropa, una razón por la cual ya no podía escapar tan fácilmente de ese lugar como tenía planeado hacerlo.

¿Por qué simplemente no se fue corriendo, aunque empezó a llorar? De seguro estaría demasiado lejos cuando un sirviente llegara para calmarla.

Respiro profundo, soltando el pesado aire que seguía sosteniendo y sintiendo como los huesos de su espalda crujían por el estrés.

Él no tenía por qué estar haciendo esto, no debía de haber venido aquí en primer lugar.

Estúpido Oneiros y su idea de tener a... Athanasia en el castillo.

Estúpido el y su curiosidad, a ver hasta qué hora la... Cosa, decidía soltarlo.