Sally contra el aburrimiento
Sally se aburría como una ostra. No, se aburría como un mejillón olvidado en el rincón más recóndito del cajón de la pescadería, solo y abandonado. La quietud de los mejillones era una nimiedad comparado con lo que sentía Sally Shine en aquel momento. La cabra indómita de Hogwarts. Pero para una cabra como ella el aburrimiento no podía durar mucho tiempo... Su alma pedía caos. ¿Pero qué caos? Le daba igual; cualquiera le servía.
—MEEEEHG —gritó Sally, como un quejido agudo hacia el hastío.
Luna se había separado de ella para coger unos libros en la biblioteca y hacer sus deberes en la sala común de Ravenclaw, por lo que la cabra se había dirigido a la sala de Gryffindor, que a esas horas estaba desierta, y ahí se encontraba. Tras estar un buen rato sentada en el sillón, mirando con ojos perdidos a la nada, se planteaba qué podría hacer. El kilométrico trabajo de Pociones no era una opción. Pensó que podría dar una vuelta deambulando por los pasillos de Hogwarts; sí, eso haría: siempre le gustaba ver qué se encontraba.
Y tras vagar por mil pasillos del antiquísimo castillo, desolados, con cuadros vivos en las paredes o armaduras que parecían mirar a quien pasara, al final se encontró con algo que llamó su caprina atención. Un grupo de tres muchachos estaban apostados tras una esquina, cuchicheando. «Humm... sospechoso», dictaminó la cabra en su mente. Se propuso averiguar qué tramaban.
Poca sorpresa fue descubrir que el cabecilla de aquel grupo era, ni más ni menos, que James. James Sirius Potter, autoproclamado «el espléndido», y sobre denominado «el penco». Los ya de por sí aguzados ojos de la cabra se afilaron más, dirigiendo su mirada horizontal hacia ellos, como si pudiera traspasar sus mentes. Pronto, descubrió todo el tinglado.
Preparaban un cubo lleno de jugusfetidungus, una cosa asquerosa y pegajosa preparada con cosas más asquerosas, que tirada sobre alguien se convertía en una pesadilla como moco de troll líquido. Algo totalmente ilegal en manos de aquellos muchachos. Si había algo que Sally estaba necesitando en aquel momento, era aquello.
Sonrió, con una sonrisa de cabra peligrosa que sabe cosas. Por supuesto que no se iba a dejar notar por ellos, no; se mantuvo prudencial, oculta tras una de las armaduras del pasillo que le proporcionaba ventajosa posición, y observó. El jugusfetidungus quedó suspendido en el techo del pasillo; los chicos se ocultaron en la esquina, esperando el momento oportuno en que un muy desdichado caminante pasara por debajo de la trampa mortal, la cual sería accionada por sus creadores, haciéndole sufrir a la víctima la peor ducha de su vida. Y Sally lo sabía. Y Sally esperaba.
Pero ocurrió otra cosa más sorprendente, pues James Potter y sus amigos desaparecieron. El primero sacó una vieja y tétrica capa, la cual echó por encima de sus cabezas como manta de mula... y se esfumaron, convertidos en materia transparente. La capa de invisibilidad, de la cual Sally tuvo noticia por primera vez. Para cualquier persona, los chicos habían desaparecido, era imposible localizarlos, salvo, quizá, tocándolos por casualidad. Sally no era una persona, y acaso por eso seguía percibiendo claramente dónde estaban, lo cual sería un hecho curioso para el futuro.
La oportunidad que esperaban apareció pronto, y mejor de lo que pudieran haber imaginado. Se les presentaba en bandeja de plata, el mejor plato, el mayor sueño de todos ellos; la víctima insuperable. Aunque, en verdad, para esos revoltosos chavales había muchas víctimas ideales. Pero una de ellas era, sin duda, el viejo y gruñón celador, Argus Filch. Arrastrando los pies por el suelo de los pasillos, esos pasillos de Hogwarts que estaban gastados y pulidos por sus mismos pies durante años de batidas por ellos; podría haber pasado por uno de los milenarios fantasmas del castillo. James y sus compañeros se relamieron ante la vista de su presa. Y Sally otro tanto.
Se hizo eterno el recorrido del viejo, arrastrando los pies, mascullando para sus adentros, creyéndose solo; caminando, como siempre, sin prisas y sin pausas, de una punta a otra del castillo. Ya quedaba poco... solo un par de pasos; y se posicionaría en el punto exacto de la trampa. James y sus amigos contenían la respiración. Sally aguardaba tranquila. Un paso, dos... y Filch llegó, justo debajo del cubo lleno de jugusfetidungus, que entonces los chicos harían caer con un encantamiento, desbloqueando el que lo mantenía en el aire. Pero, para su sorpresa y estupefacción, no ocurrió nada.
Argus Filch siguió su recorrido, rascándose la nariz, mientras que James Sirius Potter veía cómo acababa de fracasar una de sus mejores y más sencillas jugarretas. Algo había retenido el cubo, el encantamiento no había funcionado; estaba simplemente clavado en el aire. Sin comprender nada de nada, los chicos salieron de debajo de la capa invisible, cejijuntos y confundidos, yendo a ver qué carajo había ocurrido con su hermoso tinglado.
Lo que no sabían ellos era que Sally, la cabra intrépida, estaba oculta tras una armadura riéndose de sus caras, pues con un sencillo encantamiento había bloqueado el otro, reteniendo el cubo de jugusfetidungus, haciendo que no cayera sobre el viejo Filch y arruinándoles la broma. Pero lo mejor estaba por venir, justo cuando los muchachos se rascaban la cabeza mirando hacia el cubo que tenían encima, preguntándose por qué no había caído cuando se lo ordenaron.
En aquel momento, Sally hizo su magia. Y fue magia tanto literal como metafórica, pues liberó el encantamiento que retenía el recipiente de jugo, provocando que este volcara todo su contenido. Catastrófico. Para desgracia de quienes habían montado el invento, este funcionó, y vaya si lo hizo; fue algo catatónico. El asqueroso y fétido jugo los bañó literalmente, de golpe, dejándolos atontados. Puramente incrédulos como si acabaran de recibir una bofetada sin motivo ni contexto, pero mucho peor. Era viscoso, de una textura igual al moco de troll licuado, color verde cloaca. Y apestaba. Apestaba peor que cualquier cosa que Sally hubiera husmeado en su vida.
Desde su puesto privilegiado la cabra observaba la escena, como dios magnánimo viendo los destrozos que él mismo había causado a las criaturas de más abajo, por pura diversión. Y se estaba riendo a más no poder, pero en silencio; si hubiera sido humana, las carcajadas se habrían escuchado en kilómetros a la redonda. Tal era el espectáculo que tenía ante sí.
James Potter, Fred Weasley y el otro, miraron a su alrededor sin encontrar nada ni nadie. No podían moverse de puro asco y estupefacción, convertidos en una terrible amalgama de jugus fetidungus.
—¡Eeewg! —exclamó el primero, expresando a la perfección el sentimiento común. Un escalofrío le recorrió la espalda, mientras trataba de quitarse con la mano la pringue de la cara y la cabeza, contrayendo la cara en una expresión de profundo asco.
Entonces empezaron a moverse, quejándose asqueados, intentando quitárselo de encima a toda costa y salir de ese horror.
—Ni una palabra de esto —advirtió James a sus compañeros.
—Ni muerto —replicó Fred.
—Qué asco, joder.
En cuando pudieron salir sin ser una masa de moco asquerosa, desaparecieron por el pasillo. Les costaría quitarse de encima todo rastro del jugo fetidungus. Sally salió de su escondite, absolutamente realizada y orgullosa.
—Behmehmehh —rió sola.
Se fue trotandillo con sus pezuñitas por el pasillo, con la cabeza bien alta y los ojos entornados, aún riéndose en su fuero interno. Y quién sabe si quizá tramando nuevos planes malignos.
***
BEEEEEHH
¡¡La cabra Única de Hogwarts ha vuelto!! Después de cinco mil años, yes.
Pala tú, Andy <3
¿Qué os ha parecido este interesantoso capítulo de una Sally aburrida metiéndose en travesuras locas? Muahahaha. ¿Qué creéis que va a pasar, o que vaya a hacer próximamente?
Apenas he revisado esto, pero lo quería terminar de escribir alamalditasea y ya quitármelo de encima. No sé cuándo volverá a haber cabrita, así que disfrutad de esto.
¡Y ya! Gracias a todos por leer, nos vemos en algún lado.
Amor caprino <3
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top