Bienvenida a Hogwarts (II)
—¡Sally Shine!
Ella estaba enfrascada intentando ver qué tenía una muchacha rubia en sus brazos, si era un gato o un cojín, así que no se dio cuenta de nada.
—Ejem, ejem —repitió Flitwick—. Sally Shine, por favor.
—¡Beh! —se le escapó al darse cuenta de que la llamaban a ella, puesto que no había más Sally Shine que ella.
Os podéis esperar e imaginar el revuelo que se armó, cuando una cabra de mediano tamaño y colores castaños subió tranquilamente y puso sus cuatro pezuñas en el taburete. Si ya había habido algún que otro comentario a su paso, ahora que estaba expuesta ante todos como nuevo miembro del alumnado, los comentarios corrieron como el fuego por la pólvora.
Pero ella, una vez más, no estaba como para preocuparse de las voces de todos ellos, sino de una voz que había aparecido tan cerca de su oreja que parecía dentro de su mente.
—¡Hu! ¿Oh, ah? —dijo la voz—. Hum, humm...
—¿Be?
—Vaya, vaya, vaya.
«Oh, por los pelos de la cabra madre, ya empezará a decir que soy un suceso extraño».
—Conque eso, ¿eh? —respondió la voz del gorro viejo—. Pues verdaderamente sí que eres un caso extraño, pero si quieres no lo repito; estoy aquí para analizar tus aptitudes.
«Espera, ¿me acaba de leer la mente?» volvió a decir Sally para sus adentros, acostumbrada como estaba a que nadie captara sus pensamientos.
—Pues sí, querida cabra bruja. Pero bueno, déjame que mire en tu interior a ver qué me encuentro.
Sally se imaginó que le estaba haciendo una radiografía mental o algo así, de ésto que se te ven los huesos y las tripas, pero no lo interrumpió, a ver qué diablos quería el sombrero de ella.
—Tienes mucho carácter, sí señor. Nada te para en tu empeño, eres arrojada ante cualquier cosa, tozuda, resuelta, algo extraña y diferente, para ser una cabra no te falta inteligencia ni originalidad... veo mucho en ti, sí señor. Creo que sé dónde ponerte, cabra intrépida.
«¿Ah, sí?».
Y entonces se escuchó la voz del ajado sombrero repartiendo la noticia a por todo el comedor:
—¡¡Gryffindor!!
El profesor bajito se puso de puntillas para quitarle el sombrero, y entonces ella ágilmente saltó del taburete al suelo, ante las miradas de todos, que ahora aplaudían fervorosamente. Irguiendo su cabeza echó un vistazo a todo; la mesa de allá debía ser la de Gryffindor, de los colores rojo y dorado, con el emblema del león, donde el sombrero la había colocado. Y entonces se encontró con que en esa misma mesa estaban los dos muchachos del tren, el pelo tierra y el pelo zanahoria, acompañados de otros, que la miraban con la más divertida de las caras. Y entonces ella fue tan tranquila, hasta una mesa de la izquierda.
—¡Señorita Shine! —llamó el profesor Flitwick—. Esa es la mesa de Ravenclaw, usted está seleccionada para Gryffindor —dijo señalando a la mesa que "le correspondía".
—¡BEEE! Beee eeh meeeh —replicó ella, lo cual era:
«¡Sería aburrido ir siempre con los mismos! ¡Es mejor cambiar!»
Desgraciadamente no pudieron ver lo lógico de su pensamiento, pero al ver lo determinada que estaba la cabra en hacer lo que le diera la real gana, no pudieron hacer nada y la dejaron.
Satisfecha, se adueñó de un hueco en el banco. Mientras seguían los rumores y las risas, la Ceremonia de Selección siguió su curso hasta que todos los muchachitos estuvieron colocados.
Una chica, con el pelo largo muy rubio y los ojos claros, y que estaba sentada muy cerca de Sally se dirigió a ésta.
—¡Hola! Soy Luna, Luna Lovegood. Bueno, en realidad soy Luna Scamander, pero como me parezco tanto a mi madre a veces digo su apellido. Encantada de conocerte, Sally.
Sally la evaluó finamente con sus ojos de cabra, y enseguida le cayó bien aquella muchacha de aire excéntrico e inusual.
—¡Bee! —dijo muy animosa, transmitiendo que le caía bien.
—Me parece realmente fascinante que estés aquí, ¿sabes? ¡Madre mía, una cabra mágica! ¿No es algo genial?
—Y'eehh —supuso Sally. Visto así, sí que era algo genial.
—Una cabra que puede hacer magia, entender a los humanos y responder, y claro que sabrás hacer muchas otras cosas. El caso es que no me sorprende, ¿sabes? Hay muchos niños que se reían siempre de mí por tener «teorías locas», como las de mi madre y mi abuelo. Mi abuelo tenía la mejor revista del mundo, por eso siempre me han encantado esas cosas. Por ejemplo, yo ya había oído hablar de los «genios animales», que teniendo forma de animales normales en realidad son seres completamente extraordinarios; y creo que ese es tu caso. Posiblemente tengas muchísimo poder. ¡No sabes la ilusión que le hará a mi madre cuando se lo cuente!
Sally iba siguiendo su conversación, aunque no tenía que hacer demasiados aportes porque la rubia hablaba mucho y deprisa, con esa voz suave y ensoñada, muy ilusionada, y además la entendía en seguida.
Sin darse cuenta, habían aparecido en la mesa mil y un manjares, llenando los platos de oro.
—¡Bee! —baló Sally ilusionada. Hasta aquel momento no se había dado cuenta del hambre que tenía.
—¿Quieres patatas? —ofreció Luna, que se acababa de servir.
«¡Por supuesto!»
—¿Chuletas de cerdo, o de ternera?
Pero ante la cara que puso Sally, volvió a decir enseguida:
—¡Oh, claro que no! Eres una cabra, las cabras son vegetarianas.
Así pues, Sally terminó de llenar su plato con lo que vio más interesante y que se adaptase a su dieta: patatas asadas y fritas, zanahorias y guisantes, un delicioso, exquisito y maravilloso budín, y algunos bombones de menta. Sin contar el postre que vendría después.
Y así prosiguió el banquete de bienvenida a Hogwarts, el que sería el nuevo hogar de Sally. Y quién sabe las cosas que le podrían ocurrir.
***
BEEEEE, HEMOS VUELTOOO.
Este capítulo (doble), va dedicado a Andy por haber esperado tanto y darle tanto amor a Sally :3. Y también para Minina Lyra, que tiene hambre pero yo le daré su comida. AJSJAJSJA
No tengo mucho más que decir: muchas gracias a los que me lean y se diviertan con esta cabrita, y espero (espero) que nos veamos prontoooooo. :D
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