Capítulo 5: Estrellas
Christian Dashton en multimedia.
ALLISON RODRÍGUEZ
Desperté el sábado, a las doce de la mañana.
A mi lado, yacía Mel.
Sonreí mientras acariciaba su cabello rubio. Hacer esto era una de mis tantas cosas favoritas que más disfrutaba hacer.
Ella, gesticuló palabras inaudibles, mientras soñaba algo, que parecía ser bonito.
Y fue entonces que volví a la cama y la abrace, como si fuera la última noche que pudiera hacerlo.
Mañana es nuestro segundo aniversario.
El tiempo se pasa volando, jodidamente rápido.
Así que, aproveche estos minutos con mi Mel.
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Despertamos finalmente a las dos de la tarde. Y lo primero que hice, al despertar, fue ver el rostro de Mel.
Acaricié su mejilla y sus labios, con ternura. Y toda ella me miró ruborizada.
-Sabes, amo ver tu rostro al despertar y al dormir -le dije siendo sincera.
-Ay... -exclamo ella, feliz-. ¡¿En serio?! Porque a mí también... Amo verte cada amanecer y anochecer...
-Eres tan linda, Mel -sonreí besando sus labios con dulzura.
Ella se dejó hacer, por lo que, la bese con más calma. Teníamos todo el tiempo del mundo.
Ella siempre será la casualidad, más bonita que me haya pasado.
Finalmente, salimos de la cama, a las dos y media, y fuimos a la cocina.
-¿Qué te gustaría comer, bebé? -le pregunté entonces a Mel.
-¿Qué te parece Ramen? -propuso ella.
-De acuerdo, comamos Ramen.
***
Salimos de casa, para ir a un minimarket, y comprar ramen.
Tras pagar todo de forma equilibrada, regresamos a casa, y Melanie preparó la comida para las dos, mientras que yo me ocupaba de barrer y trapear la casa.
-Allis, ya está la comida -habló Mel.
-¡Ahí voy! -grité en respuesta.
Salí del cuarto de arriba, y llegué hasta con Mel. Y tras llegar, me senté en la silla de madera oscura, que estaba a su lado.
-Amor -empezó a hablar Mel-. ¿Te gustaría después salir a pasear a Canelita? ¿E ir a casa de mis padres?
-Claro, es buena idea -le dije. -Sobre todo porque hoy es el cumpleaños de tu padre.
-Sí, eso te iba a decir -mencionó Melanie-. Estaba pensando en comprarle un perfume a mi papá.
-Y yo le podría comprar un reloj. -sugerí.
-Me parece perfecto -finalizó Mel con una sonrisa.
Yo sonreí y después terminamos de comer. Yo limpie la mesa, mientras que Mel lavaba los platos, y después nos metimos a bañar.
Saliendo de la ducha, le seque el cabello a mi vida, con una toalla. Porque amo cuidar de ella, y cuándo terminé, nos encaminamos a pasear a Canelita.
Canelita, rebosante de alegría, movía su cola de un lado a otro, mientras, íbamos recorriendo las calles.
-Estoy tan feliz de haber encontrado a Canelita... -dijo Melanie melancólica. -Es como si hubiese sido obra del destino... Aún sigo sin poder creerlo, amor...
-Ay, mi vida... -dije yo nostálgica-. Es como un regalo del universo. Pero ahora que la encontramos, no la dejaremos ir jamás.
-Asi será amor. Así será -dijo con nostalgia Mel.
Finalmente terminamos de dar el paseo. Y ahora sí, nos organizamos para el cumpleaños de mi suegro.
Llegamos a un centro comercial, y allí compramos los dos regalos.
Y tras terminar, nos fuimos directo a la casa del padre de Mel.
Tocamos la puerta, y un momento después, abrió la puerta el hermano de Melanie.
Su hermano, Chris, está más alto. Ahora que lo recuerdo, ya tiene diez años.
-Hola pequeñín -lo saludé amistosamente. -¿Cómo estás? -y posteriormente, me incline para abrazarlo.
-Hola Allison -respondió él-. Estoy bien, ¿y tú?
-Me da gusto pequeño -sonreí-. Yo...
-¡Ay, Christian! -exclamó Mel a mis espaldas-. ¡Estás más alto! ¿Qué te pasó? ¡Ah, es verdad la pubertad!
-Apenas tengo diez años -farfullo su hermano-. No estoy en la pubertad, aún.
-Pero pronto lo estarás... -agregó Mel. -Como sea, ¿dónde están nuestros papás?
-Acá. -indicó.
Entramos a la casa y después, Christian, habló y gritó: -¡Mamá, papá! ¡Miren quiénes están aquí!
-No me digas que otra vez el vecino -respondió la madre de Mel.
-No, ven -inquirió Christian.
Y eso hizo la señora Martha.
Se acercó a ver y cuando nos vio, sonrió con alegría.
-¡Mis muchachas! -exclamó ella, muy feliz, acercándose a abrazarnos.
-Hola señora -la salude con una gran sonrisa.
-Ma, nos aplastas -se quejo Mel.
-¡Ven aquí mocosa! -dijo ella con tono meloso-. Hace mucho que no te veo. Ven para acá.
Sonreí, mientras veía la escena en silencio. Poco después, apareció el padre de Melanie, y lo saludé.
-Hola suegro, feliz cumpleaños -lo felicite y me acerque para darle un abrazo.
-Gracias Allison -respondió de vuelta con una sonrisa.
-Y bueno -dijo mi suegra-. Vayamos a comer.
-Sí vamos, ya hace hambre -dijo mi suegro.
***
Posteriormente nos sentamos, y empezamos a hablar de cosas relevantes, y de otras no tan relevantes.
-Así que ya casi es su viaje escolar -comentó la señora Martha.
-Sí, ya casi es el viaje escolar -respondí yo.
-Pues, solo me queda decirles, que se cuiden mucho -añadió.
-Si, no se preocupe -respondí.
-Y este diablillo -comentó Mel-. No ha hecho más de sus travesuras y diabluras. ¿Seguros que este es mi hermano?
Solté una risa. Al igual que los padres de Mel.
-Ay mija -dijo Martha-. Si supieras, que, el diablillo, ¡te extraña!
-¿Qué? -dijo Mel con la boca llena de comida.
-¡Si! -agregó Martha. -¡Hasta nos dice que cuando te vamos a visitar!
-¡Ama! -gritó Chris.
-Di la verdad chiquillo -sentecio.
-¿En verdad me extrañaste, bobo? -preguntó Mel conmovida.
-¡Por supuesto que no! -selló él rodando los ojos y frunciendo los labios.
-¡Ay, Chris! -dijo en voz alta Mel-. ¡Yo también te extraño mucho, bobo!
Y sin más, se lanzó a abrazarlo.
Christian tenía cara de "saquenme de aquí".
-Bueno, ya que todos comimos, ahora es momento de comer el pastel -habló la madre de Mel.
-Si quiere yo le ayudo -dije, levantándome a paso veloz de la silla de madera.
-Muchas gracias, Allison.
Camine con ella hacia el refrigerador y de allí, saque el pastel de chocolate.
Camine con el pastel, hasta la mesa y lo coloque en el centro.
-Quien no cante, no va a comer pastel, eh -dijo la mamá de Melanie.
-Tsk -refunfuño Christian.
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-¡Estás son las mañanitas que cantaba el rey David...! -empezamos a cantar-. ¡Hoy por ser día de tus santos, te las cantamos a ti! ¡Despierta, Manuel, despierta! ¡Mira que ya amaneció...!
A medida que cantabamos, note que Mel, abrazaba a su padre con mucha alegría. Debió de haberlo extrañado mucho.
-¡Y a los pajarillos cantan la luna ya se metió...!
Y con eso dicho después, aplaudimos.
-¡Mordida, mordida! -empezó a aludir, Martha.
-Ya estoy grande para esas cosas -dijo Manuel.
-¿Cuál grande? -sentenció Martha. -¡Queremos mordida!
Y sin más, se desenvolvió Martha, y se las ingenio para embarrarle un pedazo de pastel en la cara a su esposo.
-Toma fotos, Chris -le dijo Martha a su hijo.
-No me gustan las fotos -respondió él.
-¡Eso es, mija! -celebró la madre de Mel. No entendía porque, hasta que...
Me di cuenta de que Mel le había tomado una foto a Chris.
Sonreí negando con la cabeza.
-¡Bórrala! -dijo Chris.
-Si quieres que la borre, dame trescientos pesos -dijo muy armada, Mel.
-¿¡Ah!? -respondió Chris con los ojos en blanco.
-Así me dijo una vez este chiquillo -aclaro Mel-. Y tenía que regresarsela.
-Ay, mi vida -repuse yo.
Y justo, cuando pensé, que las cosas habían acabado allí, note que, Martha, estaba tomando fotos a absolutamente todos. Y cuando digo a todos, es a todos.
-Muchas gracias por venir -dijo Manuel-. Gracias por haber venido a mi cumpleaños. La verdad, es que ya estoy hasta como este chamaco -añadió-. Las extrañe mucho.
Christian rodó los ojos, y Mel y yo nos acercamos a abrazarlo.
-¡Posen para la foto! -como no podía ser de otra manera, ahí, estaba Martha, tomandonos fotos muy alegre. -¡Muestren su mejor sonrisa!
Sonreí mostrando los dientes. La verdad es que estaba muy feliz, de estar aquí.
Esto hacia que mi corazón, sonriera. Había pasado muchas semanas y años, sola. Hasta que, los conocí. Y no los cambiaría por nada.
***
Posteriormente, se termino el cumpleaños de Manuel, y cuando dieron las nueve en punto, nos fuimos de la casa.
-¡Y vengan más seguido! -gritó Manuel.
-¡Claro, pa! -respondió Mel, muy alegre.
Y seguido de eso, nos fuimos y emprendimos nuestro viaje.
En la radio sonó: "Line Without A Hook".
Toda la canción, era como una confesión de mis sentimientos hacia Mel.
O al menos, así lo sentía.
-Eres todo lo que amo, Mel -le confesé. Aproxime nuestros labios, y la bese. Suave y despacio. Como queriendo conocerla en un beso.
-Y tú eres todo lo que quiero... -me respondió ella tímida.
Gesto, el cual ya amo demasiado. Amo todas sus reacciones.
¿Se puede enamorar aún más de la misma persona? Pues si. Si es posible. Cada día que pasa, cuando ella me mira con sus bellos ojos, o con su linda sonrisa, yo me enamoro de ella.
Me enamoró aún más.
Y así seguirá siendo, hasta que envejezca.
No lo veo de otra manera.
Finalmente llegamos a casa, y estacione el auto. Me apresure en ir hacia Mel y abrazarla.
Ella se sobresalto, y después correspondió.
-Mel... -la llamé-. Gracias por permitirme estar en tu vida. Y por dejarme conocer a grandiosas personas. Te amo tanto cariño.
Ella sonrió enternecida, y me dió un beso que me supo a eternidad.
-Ay, Allis... Yo estoy tan feliz de tenerte en mi vida -confesó-. En realidad, debería darte las gracias a ti. Gracias a ti, todo esto fue posible amor mío, te amo tanto.
-Y yo a ti, corazón. Y yo a ti.
Y con eso, termino nuestra noche.
Ya mañana es el gran día.
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