Capítulo Especial.
-Tienes que prometer que me van a llevar al lago o le diré a mis padres que me dejaron aquí arriba sola.
-Juliet ¡baja de ese árbol!- Grito Edmund, la niña de 8 años se aferró al árbol con fuerza, su vestido verde tenía las orillas rasgadas.
-Prometelo Edmund Bridgerton- Juliet lo señaló con un dedo. -Promete que puedo ir al lago con ustedes.- Edmund gruñó, parecía no querer ceder.
-Siempre corres tras nosotros a todos lados, eres tan insoportable.
-¡Tu eres insoportable!- Juliet le mostró la lengua haciendo muecas.
-No hagas eso, eres fea, así te ves más fea.
-¡Tú eres tonto!
-¡Oruga verde y fea!- Ella arrugó su nariz.
-¡Sapo tonto y apestoso!
Miles venía llegando al lugar con algunas cosas en una bolsa, probablemente cañas de pescar o botes para guardar ranas y hacer alguna travesura.
-Juliet baja de ahí por favor- pidió Miles, la pequeña niña entrecerró sus ojos, sus piernas rodeaban con fuerza el tronco comenzaron a deslizarse lentamente.
-Bueno, solo porque tu me lo pides amablemente- la pequeña iba bajando cuidadosamente hasta que una de sus medias se enredó con una rama, cayó al piso.
-¡Juliet! - gritaron al unísono los dos pequeños Bridgerton. Edmund corrió a su lado, ella lo empujó con una mano.
-Es tu culpa- La nariz de Juliet comenzó a ponerse roja conforme las lágrimas bajaban de su rostro.
-Es tuya, niña tonta, ¿por qué tenías que subir al árbol?- Edmund tomó su muñeca para revisarla.
-Si me hubieras querido llevar desde el principio, no tendría que haber subido para convencerte.
-¿Está rota?-preguntó Miles.
-Eso creo, no soy doctor, sólo tengo 10 años.
-Iré por papá- Miles se marchó.
-Lo siento- Dijo cuando la pequeña pasó su antebrazo por su nariz para limpiarse.
-Está bien, te perdono- Dijo la niña sorbiendo por la nariz.
-¡Pero sigue siendo tu culpa!
-¡Te odio Edmund Bridgerton!
-¡Niñita! ¡Oruga verde!
-No soy una niñita, ¡ni una oruga! ya cumplí 8.
Cuando menos lo pensaron ya habían dos hombres ahí con los brazos cruzados mirándolos detenidamente a ambos.
-¿Otra vez peleando?- preguntó Anthony mirando a su hijo.
-Lord Bridgerton, ha sido... estábamos jugando, no peleábamos- se apresuró a explicar la niña.
-¿Es así?- preguntó el padre de Juliet mientras la tomaba en sus brazos.
-Si, así fue, si... - Dijo Edmund, aunque no sabía porque ella había mentido, siempre discutían eso era una verdad. Ella lo había salvado de un buen regaño.
Horas más tarde, cuando el doctor se marchó y determinó que la muñeca de Juliet no estaba rota, y que sólo necesitaba reposar, Edmund se acercó al salón de juegos.
-Juliet... -La niña alzó la vista dejando su muñeca a un lado.
-¿Si?- preguntó con toda la gracia de una señorita.
-Quieres... - Edmund carraspeo su garganta, mirando hacia atrás vio a Miles quién estaba detrás del marco de la puerta escondido, haciéndole una señal para que continuará. -¿Te gustaría jugar con nosotros cartas? - a Juliet se le iluminaron los ojos.
-¡AHHHH! ¿de verdad me enseñarán?, mi madre dice que no son juegos de señoritas.
-Bien entonces no te enseñaré, adiós... -Edmund avanzó hacia atrás.
-¡Nooo! Si quiero aprender.
-Entonces será nuestro secreto- entró Miles a la habitación con una sonrisa agrandada en el rostro jugando con el montón de cartas en sus manos.
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8 años después.
-Me muero por ver Abruey Hall, adoro venir al campo. - Lady Bridgerton y la madre de Juliet eran muy buenas amigas, al igual que los Vizcondes. Pasaban la mayor parte del tiempo en la casa de campo mutuamente, y cuando volvían a Londres solían tomar el té, no con la mayor frecuencia como cuando estaban en sus casas de campo, pero era igual de maravilloso. Adoraba cuando estaban todos los primos de los Bridgerton, se llevaba de maravilla con Caroline la hija menor de los Duques de Hastings, y la más apegada a su edad.
- Juliet ¿Tienes corset?- Su madre alzó la ceja, ella sonrió descarada.
-Creó que no.
-Juliet, sabes que...
-Debes usar corset, porque eres una señorita, lo sé, lo sé, no lo olvido, pero es el campo, ¿de verdad debo?, es Lady Bridgerton, ella me adora- Juliet agrando una sonrisa, su madre rodó los ojos, ambas rieron.
-Solo por esta vez, creo que es aceptable.
Juliet sonrió satisfecha, cuando entró a la casa miró a Edmund acababa de cumplir 18 años era todo un universitario, y ¿era guapo? Si, lo era tenía que admitirlo pero sólo para ella misma.
-¡Gané!- Gritó dejándose caer hacia atrás. Edmund escondió su sonrisa orgulloso detrás de su libro, ella había sido muy buena aprendiz y debía reconocer que era gracias a él, por supuesto.
-No es justo, siempre ganas- Suspiró Miles. -Es porque Edmund te enseñó todos sus trucos, solo porque eres mujer. - Juliet lo miró casi ofendida, luego hizo una mueca burlona.
-No, si te gané es porque eres un bobo y necesitas más experiencia. No es mi culpa ser maravillosa en todo. - Edmund alzó su vista del libro sólo un momento para analizar el rostro de Juliet. Ya no era la niña de 6 años que conoció, era una señorita de 16.
-¿Qué me ves?- preguntó Juliet.
-Me distraen y yo debo estudiar.
-Son vacaciones- dijo Miles.
Miles y Juliet eran buenos amigos, se querían mucho, como hermanos, siempre se seguían a todas partes la mayor parte del tiempo...
-Por eso te va mal con las cuentas.
-Yo soy buena con las cuentas, te puedo ayudar. - Edmund río, Juliet puso las manos en su cadera.
-No porque a nosotras no se nos permita estudiar, significa que somos unas tontas, te aseguro que soy más competente que tú en muchas cosas. -Edmund volvió a reír dejando el libro sobre el escritorio.
-¿Cómo en qué?- Sonrió malicioso. Ella tendió las cartas alzando la ceja de manera muy... ¿tierna? ¡Desde cuando era tierna! Casi le dio pánico haber pensado en eso.
-Las cartas, una ronda. Solo tú y yo, ¿o tienes miedo de perder contra una mujer?- Miles sonrió, esos dos vivían para volverse locos, si era cierto Edmund había cambiado mucho, y se había vuelto más responsable, solo había algo que podía volverlo loco y esa era Juliet Renaldi.
-¡Bien, me largo!- anunció Miles, pero al parecer nadie lo escuchó.
-Yo te enseñé a jugar, ¿crees que puedes ganarme?
-Voy a intentarlo.
-¡Me voy he!- Volvió a anunciar Miles, pero lo ignoraron nuevamente, los miro retrase con la mirada, sonrió perezoso y se fue hacia la cocina.
-Bien, cuando terminen de matarse pueden buscarme en la cocina. - Se fue.
Edmund volvió a mirar las cartas triunfante, estaba hecho, él iba a ganar.
-Oh, siento mucho que vayas a perder, por favor primero las damas...
-Milord, que caballeroso... antes de mostrar el resultado, hagamos una apuesta- Edmund la miró sin entender, ¿se iba arriesgar a tanto?
-Bien.
-Si yo ganó deberá admitir que soy mejor que usted en esto y debe prometer que hoy hará caso a todo lo que yo diga.
-¿Te estás escuchando Juliet? Eso es ser tu esclavo.
-¿Tienes miedo?
-Jamás- gruñó Edmund. -Pero si yo gano, debes prometer que jamás volverás a retarme.
-Bien, hecho. - Juliet estiró su mano, Edmund la tomó. El contacto con su piel casi le había estremecido hasta la nuca.
Ella agrandó una sonrisa y con delicadeza dejó ver sus cartas sobre la mesa, Edmund abrió los ojos con sorpresa...
-¡No es posible! - y eso lo dijo casi para el mismo.
-Gané.
-¡¿Pero cómo?!
-Fui más inteligente que tú, ahora debes cumplir la apuesta.
-No lo haré.
-¡Va! Entonces no eres un hombre de honor, ¡eres un cobarde!
-Mira pequeña oruga- Edmund gruñó -Soy un hombre de palabra, lo haré.
No había nada peor que perder contra una mujer, excepto cumplir tu palabra de honor frente a una.
-Está bien mamá, Edmund me ha prometido a acompañarme a la modista el día de hoy, ¿no es maravilloso?- Kate frunció el ceño mirando a su hijo, luego sonrió.
-Juli, es maravilloso. No tarden mucho- dijo Kate.
-No lo haremos madre, será algo rápido, después de todo Juliet solo es una niña, ¿cuánto puede demorar?- Ambas Vizcondesas se miraron cómplices llevándose la taza de té a sus labios.
Dos horas, ¡dos horas! Y sólo había elegido un vestido... fue terrible, totalmente terrible.
-¿No fue eso divertido? Amo ir a la modista.
-Tu no eres divertida, oruga.
-Deja de decirme así- ambos se miraron fijamente y rieron.
-¿Te puedo preguntar algo?- Ella asintió con la cabeza. -¿Por qué siempre estabas tras nosotros?
-Es curioso que preguntes eso, pero es porque, bueno, yo soy hija única, siempre desee tener hermanos, creo que crecer con ustedes fue como tener hermanos.- Juliet le sonrió.
-Tienes razón... entiendo un poco, ¿sabes? Cuando no te quiero matar puedes ser muy agradable.
-Gracias milord, lo mismo digo. -Edmund le devolvió la sonrisa. Una sonrisa hermosa en realidad, cuando la miró... Se preguntó... ¿Cómo sería cuando ella debutará?, si ella los veía como hermanos entonces, se prometió que de esa misma forma la cuidaría.
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Tres años más tarde descubrió que cuidar de ella no sería tan fácil, menos con tantos hombres tras ella.
-Debes acompañar a Juliet en su primer baile. - Su madre tenía entrelazando su brazo con el de él.
-¿Por qué yo?
-Edmund, eres como un hermano mayor para ella. Sabes que no es buena para el vals, por favor.
-¿Mis pies deben pagar las consecuencias de su mala práctica?
-Edmund Anthony Bridgerton, no me hagas decir las cosas dos veces.
-Esta bien madre lo haré, aunque Miles también está... aquí... - Casi se cae su mandíbula al piso cuando la vio, un hermoso vestido verde, claro que tenía que ser verde... Ese era su color favorito, el cuerpo se amoldaba a la perfección con su cuerpo, su cabello estaba semi recogido y ¡Dios santo! Ese escote... bueno ese escote dejaba a la imaginación masculina muchas fantasías.
-Tienes razón, tal vez debería decirle a Miles que baile con ella...
-¡NO! Quiero decir, no, yo soy el mayor yo la acompañaré en su primer baile. -Su madre sonrió satisfecha.
Se acercó a ella para ofrecer su brazo, Juliet lo tomó agradecida y ambos se dirigieron a la pista para bailar.
-Gracias por acompañarme en mi primer vals- Edmund hizo una mueca. -Oh, lo siento.
-No mires tus pies, mírame a mi Juli, mírame a mí y déjate llevar- Ella lo hizo, lo vio a los ojos y tuvo que tragar saliva, porque era guapo... siempre había sido guapo, pero hoy en esta noche en particular lo era aún más.
-Creo que Lord Hambrich quiere bailar contigo.
-Pero estoy bailando contigo... - Edmund sonrió -¿Te gusta mi vestido?
-¿Importa lo que yo piense si a ti te gusta?- Juliet hizo una mueca. Ella tampoco entendía porque de repente comenzaba a sentir importante lo que él creía.
-Por supuesto que no, no importa milord- la música terminó, parecía molesta. -Gracias por el baile. Juliet avanzó hacia Miles, quién la acompañó en su segundo baile, luego la vio bailar con Lord Hambrich.
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-Son tan lindos- susurró Penelope.
-Solo espero que no tarde tanto en darse cuenta. - Kate dejó un suspiro en el aire.
-¿De qué?- preguntó Colin.
-Creo que es cosa de Bridgerton's - dijo Sophie, Kate y Penelope asintieron dándole la razón.
-¿Por qué tengo el presentimiento de que están hablando de que mis hermanos y yo somos unos idiotas?- preguntó Colin a nadie en particular, su esposa lo tomó del brazo.
-Jamás diríamos eso.
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-Fue el peor baile de mi vida- dijo pesadamente Juliet.
-Siento mucho eso, Lord Hambrich es peor bailarín que tú por lo que veo.
-Miles, no soy tan mala bailarina...
-No debes llamarlo así.- Susurró Edmund.
-¿Por qué no?
-Lady Renaldi, debe cuidar su reputación, recuerde que el honor de una dama cae rápido con una sola palabra.
Aunque ella detestaba darle la razón a Edmund, sabía que esa era una terrible y odiosa realidad.
-Quiero una limonada porque hace un calor terrible. -Juliet avanzó unos pasos, tropezó con su vestido, cerró sus ojos esperando el suelo, pero unas manos la detenían de la cintura. Cuando abrió los ojos se encontró con los de Edmund, esos ojos... que le llegaron al alma.
El contacto fue leve, pero la sensación le duró toda la noche.
Edmund soñó con ella, y no había sido un sueño nada inocente, la había imaginado en una camisola de color verde olivo, con su cabello negro a la cintura y su piel suave rozando la de él, besando cada parte de su cuerpo, el sueño se había sentido tan real, que esa mañana al despertar tuvo que darse un baño de agua muy fría.
¿En qué momento ocurrió eso? Era ella, ¡por dios! La mayor parte del tiempo se querían matar. Prefiero olvidarlo... pero por alguna extraña razón no pudo.
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Estaba en su tercera temporada... se había vuelto un poco más lejana, e inexplicablemente se veía más bonita. Siempre reservaba un baile para ella, más por obligación que por gusto se decía a sí mismo.
Juliet iba caminando por el salón cuando vio al grupo de caballeros, se detuvo a saludar.
-Caballeros- Hizo una pequeña inclinación con su cabeza, luego su mirada de pozo en Edmund.
-Señorita Renaldi, debo decir que se ve espectacular esta noche.
-Oh, milord, por favor usted exagera.
-Es muy encantadora ¿no es así Edmund?
-Es porque no la conoces. Puede ser un dolor de cabeza a veces.
-No lo creo, ¿cómo una dama tan adorable podría serlo?- Dijo él amigo de Edmund, Juliet le ofreció una sonrisa.
-Solo bromeó, ella es una persona muy amable de verdad y muy buena bailarina- Dijo Edmund, ella lo mató con la mirada.
-Entonces debo pedirle un baile.
-Sería un honor, pero esta noche me siento indispuesta para ello, ¿tal vez un paseo por el salón milord?
-Eso...
-Yo la acompañaré a ese paseo. -Edmund no dijo nada y la tomó del brazo.
-¿Qué crees que haces?
-¿Perdone milord?
-Una señorita jamás debe ofrecer tal cosa a ningún caballero.
-Él me ofreció un baile, sabe que no soy buena en eso, es su culpa.
-Aún así, Lord Rivernan, no es un candidato para ti, es un mujeriego.
-Algún día debo casarme... -Edmund la miro molesto, sin entender porque eso le causaba un revuelo en el estómago. -Pero usted no deja de parlotear lo insoportable que soy.
-Has rechazado todas tus propuestas, de buenos caballeros. - No sabía porque eso en ese momento se sentía como un alivio para él.
-Pero ninguna propuesta por amor. Tal vez no soy lo suficientemente bonita para enamorar a alguien, solo me ven como un buen contrato patrimonial. -Edmund la miro, ¿acaso no se daba cuenta de lo hermosa que era realmente?
-O tal vez se dan cuenta que de verdad eres una oruga insoportable- Intento bromear, pero ella lo miró de manera diferente y luego sonrió forzosamente, se dio cuenta que se había equivocado de alguna manera en algo, pero no sabía en qué, ella se detuvo y lo miró.
-¿Sabes? Eres terrible Edmund- Fue lo último que dijo y se marchó dejándolo solo, ¿idiota? Si, tal vez lo era.
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-¿Qué te agobia?
-Padre, yo, no sé.
-¿Te gusta?- Dijo él Vizconde mirando a Juliet.
-¿Qué? ¿Ella?, no la soportó.
-Eres un mentiroso, creo que no pelean tanto como antes. ¿Sabes que tu madre y yo peleábamos mucho antes de casarnos?- Su padre se quedó pensando. -Bueno aún lo hacemos un poco, pero sólo por diversión.
-Solo tengo 25 años, creo que no tengo prisa en casarme. Además, no me gustaría una esposa como Juliet.
-Es bonita, ¿no crees?
-No lo he notado. Tal vez porque me desespera y entonces no puedo prestar atención a ciertos detalles.
-Bueno, creo que a veces del odio al amor solo hay un beso de distancia.
-No la odio- Su padre sonrió. -Tampoco la amo y menos la besare- Aun así no se borró la sonrisa de sus labios.
-No decía que la besaras- su padre río- sólo es un decir. Si dices que no yo te creo, aunque es extraño ¿no crees?
-¿Qué?
-Rechazar 7 propuestas, tal vez está esperando a «alguien», bueno hijo, creo que le debo un baile a tu madre.
Edmund vio a su padre alejarse, ¿la distancia de un beso? Cuando la miró sonreír... no puedo evitar pensar, ¿que sería besarla?, ¿cómo se sentiría hacerlo? Reprimió todos esos pensamientos porque sabía que terminaría mal, porque era Juliet de quién hablaba, nunca jamás podría, y sin embargo ya tenía dos temporadas soñando con ella.
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Estaba en su quinta temporada... Aún sin matrimonio alguno, se había esforzado mucho en encontrar algo para entretenerse... se dio cuenta que ser debutante era demasiado aburrido, ser una «solterona» se había vuelto en lo mejor, escuchaba historias y ya sabía más cosas que el resto de las jovencitas solteras. Cuando llegaba en la noche se ponía a pensar en los ojos por los que suspiraba desde hacía algunos años y simplemente no la miraban... lo único que la mantenía cercana a él por terrible que pareciera era pelear y discutir, aunque ahora era más por gusto que por nada, habían hecho de alguna manera las paces y ¿eran amigos? Lo cual cuando llegó a su cuarta temporada había levantando rumores de un posible cortejo, hasta que la gente se rindió o quizá se dieron cuenta que ella solo era una amiga cercana a la familia como una prima lejana, además bailaba con todos los Bridgerton, por lo que no era tan escandaloso cuando lograba entablar una conversación sana con Edmund sin pelear.
-Milord, su madre lo busca- Edmund miró a Juliet.
-¿No le debo un baile?- preguntó malicioso.
-Ya lo ha cobrado Sir James, ¿recuerda?
-Tiene razón, es una pena haber perdido ese baile, pero sería muy caballeroso dejarla sola aquí...
-Bueno, tal vez... Debes ir a ver qué quiere la tía Edmund, yo acompañaré a la señorita Renaldi en este baile si me lo permite.
-Claro milord- Oliver tomó del brazo a Juliet dirigiéndose a la pista, Edmund los miró de mala gana.
-Bien, pero no es buena bailarina- Fue todo lo que dijo se marchó con una sonrisa en los labios, no la vio, pero seguramente estaba haciendo una mueca con sus labios.
-Usted y mi primo suelen retarse todo el tiempo ¿no es así?
-Él a veces es un poco estresante.
-¿Qué quería la tía Kate?- Juliet sonrió.
-Nada, en realidad no lo buscaba, pero estaba rodeada de un montón de señoritas solteras preguntando por él.
-Usted es cruel... y muy lista- Oliver rió.
-Él se atrevió a ceder el baile que me prometió al hijo del barón loco.
-Eso es terrible, supongo que se lo merece entonces.
-Mire por allá señor Crane- Oliver giro su vista a la parvada de señoritas que rodeaban a Edmund, definitivamente había sido una buena jugada de la señorita Juliet, no había forma de que Edmund huyera de ahí sin ofrecer un baile al menos a tres de esas señoritas.
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Un último baile... en Bridgerton House, nada como un baile en casa de los Bridgerton para terminar la temporada social.
-¿Qué haces aquí sola en el jardín?
-Me asustaste...
-No deberías estar fuera del salón, es peligroso.
-Solo es el jardín, salí a pensar.
-¿Piensas?
-La mayor parte del tiempo mucho más que tú, si.
-¿Me vas a compartir tus pensamientos?-Ella le sonrió, él tuvo que dar unos pasos hacia atrás, ¿por qué tenía que ser tan peligrosa para su alma?
-Escuche decir, que un beso te demuestra si es amor de verdad lo que sientes, pero es totalmente incorrecto. Me preguntaba si realmente es así. - Edmund la miró, ella era diferente y muy típico de ella analizarlo todo.
-El amor, no sólo se siente por un beso Lady Renaldi- Dijo en un tono burlón.
-Señor Bridgerton, ¿qué hace aquí?- preguntó ella.
-No debes salir sola al jardín con ningún caballero, ¿que es que no lo sabes ya?
-El caballero llegó solo a mí- Ambos rieron.
-¿Entonces crees que el amor se siente solo por un beso?- preguntó Edmund.
-Quería un beso, por alguien que quiero, para descubrirlo. -Edmund se quedó helado, frío, congelado ante esas palabras. ¿A quién quería quería Juliet?
-¿Se lo has pedido a alguien? ¿Te has dejado besar Juliet?- Edmund la tomó de los brazos ligeramente.
-Jamás me habría atrevido a pedirlo.
-Un beso no puede decir nada. -Edmund la interrumpió.
-¿Sabes? ¡eres un tonto! ¡Insoportable y te detesto tanto! ¿crees que le pediría a alguien que me bese?- Edmund no decía nada, solo la miraba intensamente, algo le golpeaba en el pecho, un calor incontrolable, un choque de energía al tenerla así tan cerca.
-¿A quién quieres Juliet? ¿Quién quieres que te dé un beso?- Ella no respondió, trago saliva. El olor a flores de su perfume llegó a su nariz, pudo notar sus mejillas ligeramente sonrojadas. Había algo en su forma de respirar que lo hacía sentir excitado, ella se veía tan hermosa, y eso le molestaba... ¿a quién quería? ¿De quién deseaba ese beso? ¿Quién le robaba el sueño por las noches?, porque con él, era ella, ella era la ladrona de sus madrugadas.
Entonces se dio cuenta de que su enojo era porque quería ser él, ser esa persona, ¿podría ser que la quería? Siempre supo que había atracción, era hermosa, no podía negarlo, pero ¿la quería?
-Oruga tonta. No vuelvas a salir al jardín sola, nunca más. Es peligroso, muy peligroso. - Sus ojos estaban fijos en ella y los de ella en él...
-No veo nada peligroso aquí.
-Si lo hay Juliet, si lo hay.
-¿Qué? -El acunó su rostro entre sus manos. -Yo- Susurró.
Ella abrió sus labios con sorpresa cuando se acercó. Cuando menos lo pensó sus labios ya estaban sobre los de ella, moviéndose a la par... su lengua exploró su boca y sus manos ya recorrían su cuerpo, y todo su ser sentía una extraña necesidad, una necesidad por ella.
-Edmund- Dijo con la voz entrecortada. -Edmund- Él se separó al instante cuando una de sus manos se deslizó por encima del corpiño de su vestido. - ¿Por qué hiciste eso?
-No puede ser... no. No, lo siento yo, no debí, no se, no se porque lo hice. Fue un error.
-¿Un error? Acabas de robar mi primer beso, y ¿no sabes por qué? Te odio, y más odio que yo lo dese... te odio de verdad, el peor error tienes razón. -Juliet corrió por el jardín y él se quedó ahí, de pie, congelado por sus propios sentimientos y pensamientos.
La temporada social finalmente había terminado, Edmund no había dormido, se había quedado sumergido en sus pensamientos. No sólo era deseo, no sólo era atracción física, la amaba, durante todos esos años... cada pelea, cada risa, cada descubrimiento, era un acercamiento entre ellos, era gloria, estaba enamorado... y se sentía increíblemente feliz por eso, podía saberlo, era extraño, pero era hermoso, pero no dejaba de ser Juliet, ¿la vida podía ser rara?, se odiaban, peleaban por todo... pero el amor solo había estado a la distancia de un solo beso.
-Madre, ¿no iban a venir Lady Kleer y Juliet?
-No cariño, Juliet se va. - Respondió su madre sin apartar su vista del bordado.
-¿Se va? ¿A dónde?- preguntó ya no tan sorprendido por escucharse a sí mismo tan preocupado.
-Con su tía a Francia, al parecer va a probar suerte allá para encontrar marido.
-¿Marido? ¿Por qué allá?-Preguntó.
-No sé, creo que se fue sola con su doncella, al parecer se cansó de «esperar» aquí- Su madre recaló, luego lo miró a los ojos.
-¡Maldita sea! ¡Me voy!
-Eso me supuse cariño, espero que la alcances- Edmund se giró para ver a su madre una última vez, ¿acaso? Claro el era el único idiota que no sabía nada. Y ella era Kate Bridgerton, todo lo sabía sorprendentemente.
Su cabello iba a trote lo más rápido que podía, la gente lo veía, estaba desesperado por alcanzarla. Cuando llegó a la casa de Juliet pudo ver su carruaje doblar vuelta en la esquina.
Incluso si se iba a Francia o al fin del mundo, él la seguiría, porque la amaba y tenía que decírselo, tenía que saberlo.
-Vamos corre amigo, corre, alcanza ese carruaje, tú puedes, vamos. - Le susurró a su caballo.
Juliet estaba triste, y molesta. No quería verlo, ¿por qué la besaba y luego no decía nada?, ¿por qué no se daba cuenta de que ella lo quería? Al principio ella tampoco lo sabía, pero conforme habían pasado los años, había caído en cuenta que estaba enamorada, que amaba a Edmund Bridgerton.
Pero sus ojos nunca la habían volteado a ver, al menos no para otra cosa que no fuera pelear o bailar porque su madre lo había obligado, o cuando al fin habían logrado una tregua... ¿Quién no se enamoraría de él?, era gracioso porque incluso cuando las señoritas coqueteaban con él, a ella le gustaba pensar que él se negaba por la misma razón que ella... que siempre esperaba por él, de esa forma ella esperaba que él esperara por ella.
No quería verlo porque se sentía avergonzada, no sólo había sido un beso, había sido un primer beso, y había dado toda su alma en él. Si nunca lo tendría entonces tendría que dejarlo ir y viéndolo todos los días no podría, menos cuando ese amor por él se había alimentado día a día durante tantos años.
-¡Juliet! ¡JULIET! - ¿Estaba soñando?, asomo su cabeza por el carruaje... era él. -Detente, ¡por Dios detén el carruaje! -No pudo mover ni un solo músculo, ¿que hacía ahí? ¿Tras ella?
-Edmund... Edmund, ¡Edmund!- grito -¡detener el carruaje por favor!- El conductor iba intentando frenar la velocidad de los caballos, justo en ese momento Edmund salto de su caballo al carruaje.
-Mi príncipe... - Susurró.
-Eso fue porque te bese, ya no soy más un sapo y tu mi oruga- Dijo pegando su frente a la de ella -Eres una hermosa mariposa.
-Oh, Edmund- Ella lo abrazo, luego se apartó -¡Idiota! ¿Qué haces aquí?
-Lo siento Juliet, lo siento, ¡te amo! ¡Te amo mujer! -Edmund estaba a punto de besarla cuando al fin el carruaje se detuvo, ambos se fueron hacia enfrente.
Se miraron unos instantes y rieron.
-¡Estas locoo! Saltaste a un carruaje en movimiento.
-Por ti.
-Edmund...
-Lo siento, perdoname, te amo, siempre te he amado.
-¿Como lo sabes?
-Lo descubrí cuando te besé.
-Pero dijiste que un beso no... -Puso su dedo sobre sus labios.
-Shh, eso fue porque jamás había besado a nadie.
-Edmund... oh, Edmund, cuánto te amo, cuánto te quiero, ¡te adoro! -Juliet se echó a sus brazos, el la lleno de besos por toda la cara para terminar en sus labios.
-Te amo, perdón por no decírtelo antes... que yo pensé que nunca podría, yo no sabía que te quería, hasta que simplemente lo supe. Tú nunca me diste indicios... tampoco.
-¿O sea que es mi culpa que tardarás 3 años en declararlo y darte cuenta?
-Si- Ella lo golpeó en el hombro, él la tomó de la cintura.
-Bien, yo fui un ciego idiota. Pero Juliet, no te vayas, se mi esposa, cásate conmigo y cuando llegué el momento, se mi Vizcondesa.
-Si, si, si quiero. Te amo Edmund, te amo. No me iré a ningún lado, nunca. - Juliet se colgó a su cuello y lo besó, lo besó con pasión, con todo el amor que llevaba años y años guardando para él.
-¿Milady?- preguntó el cochero -¿Volvemos a su casa?
-Vuelve tú, yo iré con mi prometido. - Edmund la ayudó a bajar del carruaje y luego la beso de nuevo, todo era felicidad hasta que miraron a todas las personas que estaban en el parque con sus miradas fijas en ellos.
-Creo que esto será el escándalo social- Edmund la volvió a besar.
-Mi familia ya está acostumbrada a eso.
-Te amo Edmund Anthony Bridgerton.
-Te amo Juliet Margareth Renaldi.
-Me gusta como suena Juliet Bridgerton.
-Me gusta mucho más a mi, la verdad milady.
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Ambos subieron al caballo de Edmund ante la mirada atenta de las personas... No le importó, tenía a la mujer que amaba con él y eso era todo lo que deseaba.
El Vizconde no dudó ni un segundo en darle la mano de su hija a Edmund, solo había sido cuestión de tiempo para que las familias se unieran...
Los Bridgerton estaban más que felices, nadie se había sorprendido mucho menos sus padres, todos decían estar seguros que eso sucedería... era como si solo hubieran estado esperando que sucediera.
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-Estoy orgulloso de ti hijo, sabía que ibas a encontrar amor.
-Tenías razón padre, estaba a un beso de distancia el amor. -Anthony sonrió.
-Supongo que hice las cosas bien.
-Excelente, no puedo tener mejor padre que tú. - Anthony se hinchó de orgullo, su familia era todo... sus hijos, ser un buen padre era lo que más había anhelado toda su vida y de alguna forma lo había logrado.
-Sé feliz y hazla feliz.
-Lo haré padre.
-¿Nos vamos ya o dejarán que la novia escape de la iglesia?
-Vámonos ya.
¿Seguirán de melancólicos?- Miles sonrió desde el marco de la puerta.
-Algún día te vas a enamorar Miles. - Edmund le dio una palmada a su hermano menor.
-Espero que sí sucede sea por amor. -Anthony sonrió, ¿cuántas veces había escuchado ya eso en su vida?
Una boda hermosa, pequeña y llena de alegría se llevó a cabo... Juliet se veía hermosa y ambos estaban felices, muy enamorados y ella... no lo había pisado ni una sola vez en el vals.
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-¿Por qué me decías oruga?- le preguntó, Edmund freno sus besos para mirarla.
-Por tus vestidos verdes y porque sabía que algún día serías una hermosa mariposa, abrirías tus alas y volarías, con tus colores iluminando la vida de las personas.
-Edmund... eres tan dulce.
-Eras una orgua molesta, pero en tu primer temporada, ya eras toda una mariposa, simplemente no podía decírtelo, me hubiera delatado al instante.
-Ojalá lo hubieras hecho.
-Si, ojalá. -Edmund la volvió a besar y siguió con su tarea de desabrochar el corset.
-¿En verdad jamás habías besado a nadie?- nuevamente se detuvo.
-Nunca.
-¿Por qué?- preguntó con curiosidad.
-Supongo que te estaba esperando a ti.
-Es muy tierno eso cariño.
-No se lo digas a nadie, tengo una reputación que cuidar frente a mis amigos.
-Creo que saltar a un carruaje ya ha de decir mucho.
-Te amo, gracias por ser tu, gracias por quererme, gracias por esperarme.
-Supongo que estábamos destinados, ¿crees que sigamos peleando?
-Tengo mis métodos para ganar todas las discusiones si es así.
-¿Ah sí?- Ella lo miró con curiosidad.
-Mjm- Edmund la beso en el cuello -Voy a torturarte, hasta que admitas que tu esposo tiene la razón en todo- rozó ligeramente su pecho, ella soltó un gemido.
-Edmund- Ella abrió sus ojos y lo miró fijamente -Dijiste que soy buena aprendiz, este juego es peligroso.
-Qué sea peligroso para los dos entonces. Pero ya deja de hablar, es nuestra luna de miel, luego amor, luego te responderé cada duda lo prometo, pero en este momento solo deseo hacerte mía.
-Soy tuya. -Él sonrió orgulloso.
-Lo sé.
Sin más que decir siguió torturandola con besos, recorriendo con sus manos cada rincón de su cuerpo... amándola total y completamente.
-Edmund, oh... - Gimió cerca de su oído...
-Juliet... - Logró apenas decir cuando se hundió en ella. -Te amo, te amo- Dijo jadeante.
-Yo a ti, no te detengas- Suplico.
-Nunca.
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Eran felices, y Edmund sabía que sería así toda su vida... jamás imaginó que el amor fuera así, que se sintiera así.
Le había costado 3 años entender que del odio al amor, solo hay un beso de distancia.
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Holaaaaaa les traje una pequeña mini historia de Edmund y Juliet como regalo de navidad.
🎄❤️
Espero les haya gustado.
2/3.
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