46. Fuego.
—Quiero volver pronto con mi esposa.
—Su tío el marqués, me ha platicado que es una joven muy agradable excelencia.
—¿Mi tío? No sabia que le conocía señor Farras.
Vio al hombre que montaba a su lado hacer una mueca de disgusto, desde que llegó había algo en el que no le gustaba.
Además, ese comentario. Su tío jamás diría eso de Penelope, ni siquiera por error. No entraba en el estatus correcto para esposa.
—No lo hacía, fue cuando comenzaron los problemas... Cuando la gente comenzó a decir que usted estaba demasiado... Ya sabe, ausente e irresponsable de su deber... Y— Dimitri detuvo su caballo, mirando fijamente al castaño.
—¿Cómo sabe usted eso? Las cartas iban dirigidas a él Marqués, ¿es que a caso vino y no se me informó?
—No excelencia... Lo que pasa es que... Bueno... — Dimitri comenzaba a sentirse impaciente.
—¡Fuego! ¡FUEGO!— Escucharon que gritaban.
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—¡Muévete Farras! ¡Esto tiene que detenerse!— Empujó al hombre que intentaba detenerlo.
—¡Hay niños adentro!— se escuchó gritar a una mujer.
Todo su mundo se detuvo un momento. —«si tu padre estuviera aquí, el lo haría»—, sus pies al parecer conectaron con su mente, porque se movían con voluntad propia.
—¡Excelencia no lo haga!
Las voces lo llamaban, pero no importo. No se detuvo, sintió el ardor del fuego rozando su piel.
Otro incendio más, está vez, en la humilde casa de uno de sus plebeyos; habían intentado apagar el fuego, pero había sido imposible.
Dentro de la casa habían dos niños, dos niños que no podía dejar morir.
Dimitri se adentro a la pequeña casa, subió las escaleras. La madera rechino fuerte y entonces se detuvo cuando los primeros 4 escalones se deshicieron haciéndolo caer.
Sintió el golpe en todo su hombro, su espalda dolía. Tenía una mueca de dolor, pero no podía dejarse vencer.
—«Tú padre podría, tú padre lo haría» —, podía escucharse así mismo, era extraño, pero a la vez motivacional.
Se giro sobre su cuerpo, quedando de rodilla justo frente a la escalera, la casa estaba cayendo y el fuego creciendo, tosio un par de veces, cuando al fin pudo ver a dos niños de pie, en la orilla donde comenzaba la escalera.
—¡No bajen!— grito, los niños no movieron sus pies. —¿Cómo te llamas preciosa?— Volvió a toser, la pequeña niña pelirroja apretó más fuerte la mano de su hermano menor, que lloraba.
—Lisa, mi hermano es Charles— Su suave voz parecía calmada, su cara estaba negra, llena de ceniza.
—Lisa escúchame bien, tienes que hacer que Charles brinque a mis brazos y yo volveré por ti.
—¡No!– La niña se aferró a su hermano con fuerza, este se agarro a su cintura.
Una tabla cayó cerca de la puerta, otra cayó por lo que parecía ser la cocina, se derrumbaba a segundos y su puerta de escape comenzaba a bloquearse.
—Lisa, se que tienes miedo, yo también tengo miedo, pero tenemos que salir de aquí, ¿lo harás Lisa?, eres muy valiente, no has llorado, eres una persona fuerte, ¿entiendes eso?— la niña asintió con la cabeza.
—No me dejes sola, no me dejes aquí, quiero ir con mi mamá.
—No lo haré Lisa, haz que Charles brinque a mis brazos, yo lo atrapare.
—Tiene miedo, él no puede—.
La estructura comenzaba a caerse, la niña lo miró aterrorizada, buscaba con su mirada algún bote, algo que le ayudara a llegar a ellos, era imposible. No era lo suficientemente alto.
—Lisa, hazlo brincar– Su voz había sonado suave, hasta que una tabla cayó detrás de ambos niños.
Los escuchó sollozar.
—¡Lisa tienes que hacerlo! ¡Ahora!— No sabía que tan buena idea era gritarle a una niña de 6 o 8 años asustada, pero respirar comenzaba a ser difícil. —¡Puedes Lisa, tu puedes!
La niña apretó sus ojos con fuerza, Dimitri la vio lanzar al pequeño Charles por la orilla.
El pequeño niño de dos años cayó en sus brazos, llorando con fuerza.
—Bien Charles, iremos con mamá ¿quieres ir con mamá?— Preguntó mientras corría con el niño en brazos hacia la puerta.
—Mana... Isa— Balbuceo.
Dimitri salió del fuego con el niño en brazos, cerca ya se habían formado más personas, con botes de agua, pero nada iba a ceder.
—¡Farras! ¡Farras!— Grito, el hombre castaño se acercó.
—¡Excelencia gracias al cielo! ¡No puede hacer eso!
—Toma al niño— No dijo nada más cuando le lanzó al niño a sus brazos, el administrador fue hábil al moverse.
Dimitri, volvió dentro. Tosio con fuerza, la pequeña Lisa seguía ahí... La vio toser, su cuerpo se hacía para enfrente, empezaba a debilitarse. Estaba una orilla, esperando por él.
—Te dije que volvería Lisa, ven a mí— Dimitri extendió sus brazos a la niña. Pero ella no brinco, cayó desmayada. Dimitri se movió rápido para alcanzar su pequeño cuerpo en sus brazos.
El impacto había sido más fuerte que con el niño, que sólo era un bebé. Lisa tenía los ojos cerrados, su pulso se sentía débil.
Dimitri camino con ella hacia la puerta, pero no puedo continuar cuando la parte delantera se deshizo tapando la entrada. Bloqueando su camino.
Tenía que salir de ahí, tenía que llevar a Lisa con su madre, tenía que hacerlo. Y él debía volver a Penelope, él le prometió volver por ella. Tenía que volver a ella. No podía dejarla sola. No era la hora, había mucho que hacer, mucho que aprender, aún no.
Seguía caminando con la niña en brazos corriendo por el lugar buscando una salida, sus pulmones comenzaban a cerrarse y su vista a nublarse.
Todavía no aprendía su libro favorito, aunque a ella o le gustaba leer, aún no le contaba sobre su madre, esas historias hermosas que guardaba en lo más profundo de su corazón y que no había logrado revelarle aún...
—No te rindas Lisa, ¡no dejes de luchar! Saldremos de aquí.—
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—Lady Aitana. ¿Podría preguntarle algo?
—Por supuesto Penelope, pero.... Querida estas pálida, ¿te sientes bien?
—Sí, yo solo... No he dormido bien.— suspiró—estoy preocupada por Dimitri.
—Yo también Penelope, yo también—.Lady Aitana dejó su taza de té sobre la mesa. —¿Qué querías preguntar?
—¿Sabe algo sobre la madre de Dimitri? ¿Cómo... Cómo murió?
—Oh... ¿No te lo contó?— Pen negó con la cabeza. —Bueno, Marissa fue una gran mujer. Ella... No se como explicarlo, no estoy segura de los hechos, y a mi esposo nunca le gustó hablar sobre ello.
—Lady Aitana, perdón. Quizá fue un poco imprudente preguntarle a usted, lo siento.
—Penelope, imprudente debería ser tu tercer nombre, pero no me molesta en absoluto. Es solo que, no quiero darte una repuesta vacía. — Lady Aitana le dio otro sorbo a su té.
—Solo dígame lo que sabe... Por favor.
—Ella murió defendiendo a Dimitri, iban a Portugal, en carruaje. Los emboscaron ladrones, querían quitarle al niño, ella no lo permitió y perdió la vida. Mi esposo creía que querían un rescate por su heredero, pero él amor de su madre lo salvo.
—Lady Aitana... Yo... —Pen se mordió el labio, quería decirle. Tenía que decirle... Explicarle todo lo que sabía, tenía que poner a Sebastián a salvo.
—Hay algo que debo decirle. Y es importante y debe confiar en mí.
Sus manos no estaban quitas, ella temblaba, no entendía porque. Nunca había sido penosa, ni quisquillosa para hablar, pero exponer a una persona se volvía tan initmo... Que le provocaba nervios, por primera vez experimentandolos.
—Claro Penelope, dime. — Lady Aitana le dio un ligero apretón sus manos, para que dejara de temblar.
Dios, no sabía cuando había comenzado a hacerlo.
—Es sobre el marqués, debe confiar en mí... Le diré todo, pero confíe en mí.
Penelope respiro profundo, comenzó a contarle todo. Sus teorías, la conversación del despacho, las notas. Lady Aitana la miraba atenta, como si no diera crédito a lo que escuchaba.
—Oh por dios... — dijo Lady Aitana cuando termino su relato. —Quiere deshacerse de mis hijos. Oh por dios... No, no... No puede ser—. Puedo mirar el terror en la cara de la madrastra de su esposo.
—Confíe en mí. Tiene que llevarse a Sebastián volver al palacio, donde estén seguros, solo en lo que puedo ponerme en contacto con Dimitri.
—Penelope, no te dejaré sola. Eso no está en discusión.
—No está en discusión que se arriesgue la vida de nadie aquí... Aún me falta alguien por enfrentar.
—¡Excelencia! ¡Oh excelencia!—Su doncella entró corriendo por el salón principal. —Chocolate— jadeo—Su caballo se está muriendo...
—¿Qué?— preguntaron Lady Aitana y Penelope al unísono.
Penelope llegó corriendo a las caballerizas, las lágrimas la acompañaban, estaba asustada. No le gustaba estar asustada.
«Te necesito Dimitri, vuelve, te necesito»
Cuando llegó, miro a su mejor amigo tendido en el piso. Quieto, muy quieto, pudo sentir como su corazón latía diferente, se sentía triste. Y cansada, tan cansada que no podía llorar.
—¡Penelope!— Era la voz de Lady Aitana con su doncella tras ella.
Chocolate estaba muerto, su hermoso pelaje no brillaba más, sus ojos estaban cerrados, para siempre.
—¿Qué le sucedió?— Preguntó finalmente.
El hombre que estaba de cuclillas la miró a los ojos fijamente negando con la cabeza.
—Lo siento excelencia, se intoxico, quizá algo venenoso le pico. Y yo, siento mucho, no pude salvarlo.
El dolor debe convertirse en fuerza. Porque sintió que no podía derrumbarse, entendió la señal.
—Oh... No puede ser, Penelope... —Lady Aitana se acercó a ella lentamente.
El marqués lo sabía, y la estaba castigando por descubrir su plan. No podía ser tan estúpido, había confiado en que si... Estaba comenzando, el siguiente sería Sebastián, o tal vez ella.
—¿Donde está la prima de mi esposo?— Preguntó a su doncella.
—Se fue hace dos horas a casa de su padre el Márques excelencia.
Penelope comenzó a caminar molesta de regreso a la casa.
—Pen, espera... Pen.
Tenía que hacer algo, ella era una Bridgerton. Era una Crane. Ella era más de lo que había pensado que podría ser. Era una princesa, una que sabía pelear muy bien.
Llegó a su habitación, sacó papel y una pluma... Era hora de actuar, y esperaba hacerlo a tiempo.
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Dimitri estaba cansado, le dolía el cuerpo y tenía algunas ampollas a causa de las quemaduras en su cuerpo, ninguna grave. Pero eran terriblemente molestas.
Todo el día se la había con su cara llena de ceniza escuchando a la gente quejarse, la falta de comida y de negocio estaba afectando considerablemente a las personas.
Estaba sentado nuevamente frente de un escritorio, leyendo cuentas y analizando que es lo que estaba mal, calculando lo perdido por culpa de los incendios costaría dinero, y quizá mucho trabajo, pero lo haría.
Debía pensar en la seguridad de las personas que estaban ahí, que formaban parte de lo que su padre había construido y qué él se prometió cuidar y jamás romper.
Abrió el cajón y sacó las cartas de Penelope. Iba a aferrarse a eso.
"Te extraño, pero estoy segura que tu me extrañas mas a mí. Debes saber que aprendí una nueva melodía, creo que para tu regreso ya me habré convertido en una experta en el Piano.
¿Todo esta bien por allá? ¿Has averiguado algo?
Te ama, tu esposa."
"Espero que vuelvas pronto, dormir sin ti no es cómodo. Quiero que sepas que me sonroje terriblemente escribiendo esto, pero yo también necesito tenerte conmigo.
Siento mucho lo de los incendios, ¿por qué suceden?, creó que esto es provocado, ¿lo crees también?
Tuya, Penelope.
"Lady Danbury enfermo... Mi familia está realmente preocupada, pero yo creo que es una anciana fuerte. Todavía sigue dando opiniones sarcástica, creó que eso la aleja un poco de la muerte.
Sobre lo que me dijiste, si desconfías del administrador escucha tus instintos. Yo confío en ellos, quizá no estas equivocado.
Atentamente, tú hermosa y perfecta esposa."
La última carta se había vuelto aún más especial para él. Cuando la leyó por primera vez, no pudo dejar de sonreír. Era increíble, la forma en que estrañaba a su esposa, la forma en que ahora más que nunca necesitaba de ella. Era demasiado, demasiado para él. Tenía que volver pronto a ella.
Y lo iba a hacer, de no haber sido por lo que sucedió esa mañana.
"No he podido dormir, no dejo de pensar en ti. Creó que debería ir, mi lugar es donde tu estés. Soy tu apoyo.
Hoy me sentí mas cansada de lo normal, tal vez estoy un poco preocupada, y no te atrevas a decirme que no tengo motivos para estarlo.
Pero creo que tengo algo más importante aún, algo que podría cambiar nuestra vida para siempre...
Quizá una nueva vida. No estoy segura, pero cuando lo esté te lo haré saber. Por favor, no me hagas tener que confirmarlo en una carta y ven por mi pronto, no se lo he dicho a nadie aún, esto es nuestro.
Te amo, Penelope."
Volver a ella era lo que más deseaba.
¿Otro sobre? Ese no era de él. Estaba seguro, había leído cada carta de su esposa, no le había faltado ninguna.
"Farras, deshaste de él lo más rápido posible. Lo haría yo personalmente, pero tengo problemas... Al parecer, su esposa resultó algo más grande".
Reconoció esa letra... Era la del Márques, su tío. El Márques.
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—¡Estuvo aquí! ¡No soy estúpido! ¿Creyó que no sabría si algo estaba fuera de lugar?— El Márques golpeó fuerte el escritorio.
—Padre... Tal vez no...
—¡No me digas padre! —Gruñó— No lo soportó, ¡no te atrevas a decirme así de nuevo! Te recogí de la calle, porque creí que me servirías y solo has sido una inútil.
—No me diga eso... Mi madre me amó, y tu... Tu me amaste.
—Ella amaba la idea de tener un hijo, ¿crees que te amaria ahora si estuviera viva? No seas estúpida.
Ella intentó ignorar la crueldad de su padre... Cierto era que no era su hija ilegítima, pero por años la habían amado como tal. «Eres el medio para un fin» Su corazón le dolía, porque quería ser amada por ese hombre. Que la quisiera como cuando era niña y su madre vivía... Porque seguramente su madre si la amaría.
—Me deshice del cabello... Lo hice por usted, todo lo que he hecho es porque usted es... Me crió como si hija.
—Todo se arruinó. ¡Todos mis planes! Por culpa de esa vulgar chica.
—¿Qué hará?
—La voy a matar y tu me vas a ayudar.
—Pero pad... Pero, mi Lord, yo... No puedo.
—Ayúdame, demuestra que realmente eres digna de ser mi hija y te querré como te quise antes.
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Buenasssssss
Cierren los ojos
Cuenten 3
Les tengo una sorpresa
El nombre de la segunda parte es...
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Chachachachannnnnnnn
*Inserte gritó de emoción*
"Un Bridgerton con honor" #2.
Al fin la revelación más esperada... Próximamente. ✨
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