18. Quédate Conmigo


Ahí estaba ella, en una noche perfectamente nublada... Algunas estrellas traviesas se asomaban; su cabello semirecogido rozandole los hombros. Con un vestido de princesa... ¿no podría ser más real más perfecto el momento?, se veía preciosa. No podía creer como esa mujer tan revoltosa y totalmente fuera de lo común pudiera ser tan hermosa.
Le erizo la piel cuando la vio hacerse su cabello hacia atrás, y quedó al descubierto parte de su cuello... Su cuello tan deseable, podría besarlo despacio y luego... bajar por el fino escote de su vestido hacia sus pechos y podría saborear su sabor, hacer cosquillas con las palmas de sus manos...  Y luego hacerle... ¡AY DIOS! Pero qué estaba pensando, más bien que estaba sintiendo, jamás había deseado tanto a una mujer... Cuando la vio sonreír por fin se dio cuenta de que había estado conteniendo la respiración, soltó un suspiró.

—Deja de verla o acércate— Fue la voz de Aitana quién lo sacó de sus pensamientos.

—No creo que quiera hablar conmigo— Ella rodó los ojos, bueno pero que... ella nunca hacía ese tipo de gestos.

—Si no te acercas nunca lo sabrás además estoy segura que ella tiene mucho que decir y Dimitri... ¡No lo arruines! — Él la miró sorprendido.

—¿No te caía mal? — Ella hizo una mueca.

—Ella me parece demasiado... Ella es demasiado, para mí... pero no me tiene que gustar a mi, te tiene que gustar a ti y si ella fue capaz de devolverme a mis hijos... pues bueno, yo la querré — Dimitri la vio fijamente a los ojos, jamás había escuchado a Lady Aitana hablarle de esa manera... se escuchaba como... como su madre.

—No lo arruinaré, lo prometo— La tomó de las manos y le regaló una sonrisa — Gracias por quererme como tuyo.

—En mi corazón siempre has sido mío Dimitri— Ella le dio un beso en las manos y luego soltó. —Haz lo que tengas que hacer— Él asintió con la cabeza.

Pennyrose, estaba caminando por todo el salón con un pequeño antifaz en la mano, ¿no debería llevarlo puesto?, bueno no importaba.

Dimitri comenzó a caminar más deprisa, intentando de evadir a cada madre y jovencita casamentera que se le cruzaba en su camino, no quería gritarle por su nombre eso sería totalmente informal, sin contar la falta de respeto y el cotilleo que eso ocasionaría; justo en ese momento la vio desaparecer por la puerta principal.
La perdió de vista un momento, ¿que haría?, había dos opciones... subir las escaleras o seguir derecho por la puerta que daba al patio frontal.  Él sonrió satisfecho, si el vasto conocimiento que tenía sobre ella no lo engañaba... ella subió las escaleras, seguramente estaba aburrida. Así que subió las pequeñas escaleras, para su sorpresa se encontró con un pasillo, camino derecho hasta la habitación final, tenía que ser ahí... Estaba seguro, era una biblioteca... y luego la miro ahí en la terraza.

Él corazón le dio un vuelco, cuando la vio sentada en la orilla del balcón, con la vista hacia el cielo, debía ser cuidadoso. Ella podría asustarse y caer, sería catastrófico, ahora debía pensar en cómo acercarse sin asustarla... pensó un momento y contuvo el aliento...

—Ya te vi— Dijo ella con su voz suave, soltó un suspiró y giró su mirada hacia él. —Podrías hablarme y aún así no me habría asustado, hago esto desde que tengo memoria — dijo ella.

—¿Eh?— Fue lo único que logró salir de su boca y ella soltó una risita.

—Esto jaja, —señaló el balcón donde estaba sentada— Lo hago desde niña y nunca nadie me ha asustado con una entrada silenciosa.

—Ah, bueno yo... — Habló Dimitri, pero ella lo interrumpió.

—Lo sé, no lo sabías— Ella lo miró fijamente a los ojos y luego se levantó.

—¿Cómo sabías que estaba aquí? — Le preguntó con la voz suave, incluso él se sorprendió por cómo salió el sonido de su voz.

—Te vi, te sentí y bueno olí tú perfume...— Él la miró asombrado, esa mujer de verdad que lo podía sorprender y no dudaba que siempre lo haría.

—¿Mi perfume? — preguntó con una media sonrisa. Ella se sonrojo.

—Si, es muy suave, pero... Inconfundible y bueno...—  Se levanto de dónde estaba y comenzó a caminar de un lado a otro.

—Perdóname— Soltó con la voz gruesa.

—¿Perdone?— Ella giro su vista hacia él.

—Pennyrose, perdóname por cómo te trate, no lo merecías, yo fui un idiota— Dijo apenado, jamás la había llamado por su nombre, algo en su interior vibro.

—Si, bueno fuiste un idiota... Pudiste dejarme explicarte o tú explicarme a mi que sucedía Dimitri— Él la miro a los ojos.

—Eso quiero, Sebastián es mi hermano menor, y bueno el estuvo cuando papá murió. Él lo vio morir, ambos cayeron del caballo cuando le enseñaba a montar... — Dimitri seguía hablando, entonces Pennyrose comprendió la situación, su corazón se sintió triste, ningún niñito debería pasar por eso. —Es por eso que quiero que me disculpe— Él la tomó de la mano.

—Bueno, me da gusto que Sebastián hable, es un niño tan dulce y que me estés contando la situación— Ella le acaeció la mejilla, él sintió el tacto y podía perderse en ella ahí mismo— Has sufrido tanto, y no es tú culpa, no debes culparte, no estabas preparado para perder a tú padre... Yo... —Tenía que salir de ahí mismo, o sabía que ya no sería capaz de resistirse a es hombre y es que cuando lo acaricio, lo entendió todo... Ella lo quería. No sabía como, no sabía cuándo, pero ella ya lo quería. — Lo disculpo majestad, y creo que deberíamos salir de aquí antes de que alguien nos vea y comiencen a especular— Ella comenzó a caminar hacia la puerta.

—Roza— Ella giro hacia él.

—¿Cómo ha dicho? —Él se acercó y sin disculpa, sin explicar nada, la jalo de la cintura y la pego a él.
—¡Majestad! —Dimitri le sonrió.

—Roza, ese es tú nombre en ruso, Penélope Rosemarie es hermoso, pero tu eres como una rosa, fina, preciosa, con algunas espinas... Pero una rosa. — Ella intentó hacerse hacia atrás pero Dimitri no la soltó.

—Debería soltarme, yo no debo estar aquí sola con usted majestad— Dijo con su voz casi inaudible, no sabía que responder... Ella nunca se había sentido tan bonita como en ese momento.

Sentía la respiración de Dimitri cerca muy cerca de su cara, de sus labios.

—¿No entiendes aún?, —Dijo mirándola a los ojos— me has devuelto un pedazo de mi vida, estaba muerto. Tú me salvaste, salvaste a la luz de mi familia a la alegría de mi hogar, me diste a mi hermano— Él le acarició la mejilla.

—Dimitri... En el mundo real tú puedes crear tus propios milagros, se que eres un gran hermano mayor, y serás un gran... — Él la interrumpió.

—Cuándo Sebastián habló me llené de felicidad y pensé en ti. Sólo pensé en ti; no hay otra persona con la que quiera compartir los momentos más hermosos de mi vida ¡solo contigo Pennyrose! — Ella estaba en shock, no se movía no decía nada. —Roza— Él volvió a acariciar su mejilla y ella cerró los ojos.

—Dimitri— susurró —Es hermoso, yo... Ningún niño merece sufrir tanto, pero, no quieres esto— Ella lo tomó de la mano— Te sientes agradecido conmigo, pero no deberías yo, no hice nada, quizá Sebastián solo necesitaba tiempo... Oh... —Él negó con la cabeza.

—No se que hiciste, no se quién eres con exactitud, pero se que haces magia... Se que eres todo en este momento, justo ahora eres todo —Vio sus ojos brillar, se habían vuelto cristalinos y ella lo miraba fijamente, y como no dijo nada, volvió a hablar: —Quédate. —Él tomó su mano y la puso en su pecho cerca de su corazón.  —Ella se hizo un poco hacia atrás, sentía que todo su cuerpo temblaba, sentía sus latidos o quizá eran los de él, o los de ambos... —Quédate aquí siempre— Esa era una declaración... Tenía que serlo, ese hombre de ojos fríos estaba ahí con una mirada calida, pidiéndole con que se quedará... —Quédate conmigo Pennyrose— Entonces ahí estuvo pérdida, ella quería quedarse con él aunque no supiera que significaba eso, ella quería vivir en él, ella quería ser de él.

—Me quedaré contigo Dimitri— Ella se acercó a él, nuevamente sintió su respiración cerca muy cerca. Tan cerca que juraba que el podría besarla en ese mismo momento, es más ella sabía que lo haría.

—Yo te dije que no me besaras de nuevo, si no me decías la razón por la que lo hacías— Él sonrió travieso, como jamás lo había visto sonreír, algo se veía diferente en él.

—¿Porqué piensas que te quiero besar? —Ella trago saliba, casi podía saborear el sabor de sus labios— ¿Quieres que te bese? — Preguntó cerca muy cerca de su oído.

—Se que me quieres besar, pero tienes que decirme porqué— Dijo casi en un susurró, tratando de mantenerse lo más firme posible.

—Sé porqué te quise besar desde siempre Pen, en el laberinto, yo lo sabía— Le susurró, ella sintió como su piel se enchino.  —Te besé, porque te deseo, porque si no te besaba ahí mismo sentía que me moriría, porque necesitaba sentirte cerca, porque necesitaba saber el sabor exacto de tus labios, porque sabía que eras tú, siempre has sido tú— Él la tomó de la barbilla suavemente.

—Dimitri, yo te quiero— Dijo en voz baja, pero estaba segura que lo escucho. El no dijo nada, pero basto escucharla decir eso para besarla.

Él la beso suavemente, despacio, fue una mezcla de sabores... Poco a poco fue introduciendo su lengua hasta rozar la de ella, ella pego un pequeño saltito al sentir sus manos en sus glúteos. Él la pego más a él, quería que ella sintiera la prueba de su deseo, su necesidad por ella. Dimitri separo un poco sus labios para verla a los ojos, ella lo tomó del cuello para acercarlo más a ella y Dimitri sonrió, ella lo deseaba... Dimitri le rozó los labios juguetonamente, pero no la besó, en cambio la recorrió con sus labios primero en la mejilla, y luego detrás de su oreja... ella dejó escapar un pequeño gemido de placer, y eso le inundó el pecho... A ella le gustaba, le gustaba lo que la estaba haciendo sentir.
Bajo de su oreja por el cuello y rozó despacio su lengua... —Oh... Dimitri— fue lo único que pudo decir. Porqué entonces sus labios desaparecieron de su cuello y él la tomó en brazos.
La sentó sobre el escritorio que se encontraba en la habitación.
Abrió sus piernas y se posicionó entre ellas.

—Dimitri... Que— Ella no termino su pregunta, porque se quedo sin habla cuando sintió la mano de Dimitri ahuecar uno de sus pechos.

—Shh, no digas nada cariño, no digas nada— Le susurró, y la volvió a besar.

Su beso, ya no era suave. Estaba cargado de pasión, la tomo del cuello y acaricio parte de su cabello. Ella puso sus manos sobre su cintura y lo jalo un poco más hacia ella.
Comenzaba a sentir un calorsillo en la parte baja de su abdomen, se sentía acalorada, caliente... Y húmeda.

Él presiono un poco su pecho y ella ahogo un pequeño gemido en sus labios, Dimitri recorrió con su lengua su clavícula y luego bajó más hasta la parte fina de su corpiño... En medio de sus pechos y depósito un suave beso.

Ella hizo su cabeza hacia atrás y el comenzó a desabrochar la parte de arriba de su vestido despacio para no asustarla... Ella estaba perdida en el momento y lo sabía; la volvió a besar con fervor. La parte de arriba del vestido se resbaló y dejó al descubierto lo que pensó eran los pechos más bonitos que había visto nunca en su vida.

—Eres hermosa, muy hermosa— Susurró en sus labios y ella lo volvió a tomar del cuello para besarlo.
Él pasó la punta de sus dedos por sus pechos delicadamente acariciandolos suave y lentamente.

—Dimitri, ¡oh! — Su voz estaba agitada, llena de pasión. Ella arqueó un poco la espalda y el bajo lentamente sus labios a ellos.

Ella puso su mano sobre él cabello de Dimitri cuando se agacho y sus labios cubrieron su pezon izquierdo, mientras sus manos la acariciaban.

—Dimitri— jadeo su nombré. Él repitió con el derecho y luego se detuvo—¡Ah... No, no pares— Él sonrió, no había mejor sonido que la voz de la mujer que deseas decir que no te detengas... Y él no quería detenerse, pero la puerta se abrió. Él se levantó enseguida y la cubrió con su cuerpo.

—¿Pennyrose?— Era Eloise. Su madre. —¡Pen... Penélope Rosemarie!— Gritó.

Ambos voltearon a ver a una Eloise molesta, tenía sus manos sobre la cintura y tenía esa cara de "vamos a hablar más tarde".

—Yo puedo explicarlo— Dijo Dimitri, pero Eloise lo ignoro.

Pennyrose nisiquiera se movió, Dimitri seguía frente a ella...

—Vístete ahora mismo Penélope— Dijo con una voz cargada de autoridad.

—¡AY DIOS!— gruño, cuando se dio cuenta que no tenia la parte superior de su vestido. Se sonrojo, estaba semidesnuda con el príncipe y su madre los había visto... Ella estaba pérdida y lo sabía. Lo sabía incluso antes de que su madre llegara ahí.

Todo el deseo, todo ese placer que estaba sintiendo hace un momento la hizo sonrojarse, incluso casi sonreír y lo habría hecho de no ser porque tenía la mirada de su madre fijamente en ella.

—Lady Crane, quiero disculparme, pero debe saber que nosotros, bueno nos hemos comprometido, minutos antes... — Eloise abrió la boca con sorpresa, luego lo volvió a mirar inexpresiva.

—Si bueno, ahora está más que claro que ustedes dos se van a casar. Pero majestad aunque ella fuera su prometida, no debió. Debería agradecer que fui yo y no mi esposo quién los encontró, en esta escandalosa situación— Dimitri trago saliva, sabía que no era bueno enfrentarse a un padre enojado... aunque el se casará con ella no quería deshonrarla como sentía en ese momento que lo había hecho. Ella se merecía una propuesta formal, ni siquiera le había entregado el anillo que llevaba escondido en la bolsa de su sacó.

Él era un príncipe, y fue educado como tal... En ese momento había sido su instinto quién se apoderó de él. Ganó el deseo y no la razón; Pero es que ella provocaba todo en él.

Se sintió culpable cuando la escucho gruñir en voz baja mientras intentaba subir y atar de nuevo su vestido.

—Madre yo... — Pennyrose dio un último tirón a su corpiño, pero aún así se sentía expuesta tenía las manos en su pecho cubriéndose, sentía que si se movía en cualquier momento caería su vestido de nuevo. — Lo siento— dijo con la voz casi apagada, se sentía avergonzada.

—Majestad... ¿Nos disculpa?— Dimitri la miro confundido... No la iba dejar sola, aunque Lady Crane no parecía el tipo de madre que golpea a sus hijas, no lo sabía, si ella iba a ser regañada era justo que él también fuera reprendido por su acción.

—No, esto fue mi culpa, si debe reprender a alguien debe ser a mi, no a ella— Eloise soltó un suspiró.

—Ella es mi hija majestad— Dimitri tomó de la mano a Penelope.

—Ella será mi esposa— Eloise lo miró con una cara casi burlona.

—Aún no, pero ya se ha encargado de hacerlo saber— Dijo con voz autoritaria.

—Estare bien, necesito hablar con mi madre... Por favor— Ella lo miró a los ojos y entendió que compartía un fuerte vínculo con su madre... Así como el alguna vez lo tuvo con su padre. Asintió con la cabeza, apretó ligeramente su mano y luego salió de la habitación.

—Madre, ¡ay madre... Yo! — Eloise la tomó de las manos y le sonrió.

—¿Estas enamorada verdad? ¿Lo quieres? — Pennyrose la miro confundida, esperaba un regaño y en cambio su madre le hacía preguntas.

—Creí que estabas molesta conmigo— Eloise soltó una risita.

—Bueno, uno nunca espera atrapar a su hija en una situación indecorosa, pero sabes —la tomó de las manos— cuando existe el amor verdadero, estas situaciones se dan con mucha más frecuencia. Por eso te preguntó, ¿estás enamorada? — Pennyrose miro a su madre a los ojos, y de verdad se sintió agradecida con la vida, ella era la mejor madre que podría haber deseado, no era una mujer normal, nunca lo había sido... Y tal vez por esa razón ella tampoco lo era.

—¡Ay... madre lo amo, lo quiero!— le dijo con una sonrisita en su rostro totalmente sonrojada.

—Eso es maravilloso mi amor, es maravilloso, oh Pennyrose — La abrazo fuertemente.

—¿Le dirás a papá? — Eloise alzó la ceja.

—¿Hay motivo por el que debamos acelerar la boda? — Pennyrose abrió los ojos como platos y negó frenéticamente con la cabeza.

—Excelente— Dijo Eloise. — Supongo que ahora debo explicarte ciertas cosas... Cosas que pasan— Pennyrose la interrumpió.

—No es necesario madre, creo que me conoces mejor que nadie para saber que lo sé... Charlotte nos lo explicó— dijo finalmente.

—Me lo supuse... Ustedes son unas primas muy unidas, me da gusto, bueno ya sabes yo nunca he querido que seas ignorante en nada— Dijo Eloise con una sonrisa.

—¿Por qué no me estás regañando?, esque bueno, parecías molesta y... — Eloise soltó el intento de una carcajada.

—No te voy a aplaudir tú acción, menos con el príncipe aquí, él es un príncipe Pennyrose, sabes que hay normas dentro de decoró dentro de esta sociedad. Me hubiera gustado que fuera diferente... Que te cortejara, que te sintieras querida y enamorada... No quería que fuera así. — Ella miro a su madre a los ojos y luego agacho la mirada.

—Creo que lo más espontáneo podría ser lo más bonito, ¿no crees madre?, creo que siempre estuve destinada a esto— Eloise sonrió. Ella sabía perfectamente que el corazón no se equivocaba, ella la comprendía... Phillip había sido su destino siempre... Siempre había sido él.

—Él te quiere... Se que será un buen marido, yo solo quiero que seas feliz Pennyrose— Sintió que sus ojos se llenaron de lágrimas. Luego aclaró su garganta— Debería arreglar tu cabello, tienen un anuncio que hacer tú y el Príncipe, celebraremos una boda.

Pennyrose sonrió nerviosa y entonces se lleno de miedo... Ella sería una princesa. Princesa de Prusia, no... Princesa del desastre.

¡AL FIN ESTA AQUÍ PORQUE USTED LO PIDIÓ! ❤️✨





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