capitulo 6
El teléfono sonó después de las ocho. Sakura miró el número en la pantalla y al ver que era de Naruto sintió la tentación de no contestar.
-De verdad, no quiero hablar contigo.
- ¿No tienes nada que decirme? -preguntó él.
Ella contó hasta diez mentalmente
-No me tientes -dijo muy seña.
El soltó una carcajada que acabó de irritarla.
- ¿Me llamas por algún motivo en especial? -preguntó con frialdad.
-Mañana va a venir Kushina.
Kushina era la madre viuda de Naruto. Era una mujer muy agradable a la que Sakura tenía mucho cariño
- ¡OH!
¿Le habría dicho Naruto que ya no estaban viviendo juntos?
-Pensé que podíamos llevarla a cenar y al teatro el sábado. El domingo se va a la playa a pasar unos días.
- ¿Y si digo que no?
-La desilusionara un montón no verte.
Esa era la verdad y ella se sintió vencida.
-De acuerdo -accedió.
-Te volveré a llamar para darte los detalles.
Ya había pasado casi una semana desde que se marchó de su apartamento y él la había llamado cada día, habían cenado juntos y le había mandado flores, rosas rojas. Aquello era demasiado para una persona que necesitaba tiempo y espacio.
Ahora Kushina iba a ir a la ciudad.
¿La semana siguiente, quién o qué necesitaría dé su presencia con él?
Como separación, la suya se estaba convirtiendo en una farsa.
¿Y de quién era la culpa?
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Sakura llegó al aparcamiento de su oficina y se enfrentó a otro día de trabajo. Cuando volvió a su casa se encontraba exhausta, y no solo por el trabajo. A causa del embarazo, tenía el estómago revuelto constantemente y se encontraba cansada.
Lo único que le apetecía era darse una ducha, tomar algo y, después, enroscarse en un sillón con un buen libro.
Acababa de acomodarse en el sillón cuando el teléfono sonó. Sakura dejó escapar un suspiro de alivio al comprobar que era Ino.
- ¿Quieres que comamos mañana? ¿A la una en el sitio de siempre?
-Sí, me parece bien.
- ¿Qué tal estás?
Sakura sonrió.
-No quieres saberlo.
- ¿Mal, eh? -Dijo Ino -. ¿Te pregunto por Naruto?
-No.
-Hasta mañana, Sakura. Que descanses.
Eso era algo con lo que no tenía ningún problema.
A la mañana siguiente, cuando se despertó, se encontraba como nueva. Lista para un nuevo día. Aun que eso solo le duraba cinco minutos, después, el bebé empezaba a hacer de las suyas y ella tenía que darse una carrera hasta el cuarto de baño.
En la oficina todo marchaba bien; ya estaban todas las secretarias trabajando a pleno rendimiento. Por eso, en su mesa se empezó a acumular una pila de documentos que tenía que revisar.
Cuando llegó al restaurante, Ino ya estaba sentada a una mesa.
-Hola, ¿llevas mucho esperándome? -se inclinó hacia delante y le dio un beso antes de sentarse en su silla.
La sonrisa de Ino era cálida.
-Llegué temprano. ¿Qué vas a tomar?
Sakura pidió agua, después estudió el menú un instante y pidió.
-No quería darte la noticia por teléfono -comenzó a decir Ino mientras la camarera empezaba a servirles la comida.
- ¿Tengo que adivinarlo o me lo vas a decir?-bromeó Sakura, porque estaba claro que era una buena noticia.
-A Shikamaru le han ofrecido un puesto en Nueva York. Hemos hablado del tema y ha aceptado -hizo una pausa para tomar aliento-. El irá dentro de quince días y yo, dos semanas después.
- ¡Eso es maravilloso! -Le dijo Sakura encantada por su amiga-. Pero te voy a echar de menos -le dijo de corazón, porque uno podía tener muchos conocidos, pero solo unos cuantos amigos de verdad.
- ¡No te pongas triste! Nos escribiremos constantemente. Además, ya le he dicho a Shikamaru que volveré para cuando nazca tu bebé.
- ¿De verdad?
-No me lo perdería por nada del mundo -dijo con una seriedad fingida-. Además, ese pequeño va a ser mi ahijado.
De repente, Ino frunció el ceño.
- ¿Qué pasa?
-Acaban de entrar Naruto y Hinata.
Sakura sintió cómo se le tensaban todos los músculos del cuerpo.
- ¿Vienen para acá?
-Eso parece.
-Hinata está trabajando con Naruto en este caso.
Pero no podía ser un descanso para comer, pensó para sí. El juicio probablemente ya habría empezado.
-Naruto acaba de vemos -dijo Ino con una sonrisa- y Hinata está haciendo un esfuerzo para que no se le note lo molesta que está.
-Esa mujer es una actriz consumada.
-Parece que va a ser interesante -dijo Ino antes de torcer la boca con una sonrisa-. Naruto, me alegro de verte -después inclinó la cabeza hacia la mujer-. Hinata, ¿qué tal?
- ¿Qué tal? -Dijo Naruto y se acercó a darle un beso; después le dio otro a Sakura-. Han pospuesto la vista hasta mañana y Hinata sugirió que comiéramos juntos antes de ir al despacho.
« ¡Sí, claro! Y de todos los restaurantes que hay en el centro tuvo que elegir el que yo frecuento».
- ¿Por qué no os unís a nosotros? -sugirió Ino, sin tener en cuenta la mirada que le echó Sakura.
-No nos gustaría interrumpiros -declaró Hinata-. Además, Naruto y yo aún tenemos que discutir ciertos aspectos del caso.
Sakura decidió participar.
-Y será confidencial, claro -deliberadamente, recorrió el restaurante con los ojos-. No creo que encontréis una mesa. Nosotras estábamos a punto de marchamos; podéis quedaros con la nuestra.
-No hay necesidad de salir corriendo -dijo Naruto.
¿Acaso era ciego y no se daba cuenta de nada? Desde luego, ella no pensaba quedarse allí para aguantar los aires de superioridad de aquella mujer.
-Tengo que volver a la oficina -era mentira; pero eso solo lo sabía ella-. Ino, yo te invito -dijo poniéndose de pie. La rubia la siguió.
-Adiós, Naruto. Hinata.
- ¿Qué se supone que estás haciendo? -le preguntó Ino a media voz en cuanto se alejaron.
-Largarme antes de perder la compostura.
-Dejando así que Hinata te gane un punto.
-Sinceramente, me importa un bledo.
-Sí te importa.
Ya en la puerta se dieron un abrazo.
-Gracias por la comida -le dijo Ino-. Se suponía que tenía que pagar yo. Llámame.
Las dos se volvieron y comenzaron a caminar en direcciones opuestas. Sakura pasó la tarde concentrada en el trabajo que tenía, con la esperanza de que la imagen de Naruto y Hinata juntos desapareciera de su mente.
Se dijo a sí misma que era lo que Naruto le había contado. Probablemente ya habían quedado en más de una ocasión y no había significado nada. ¡Por Dios Santo, ella había comido y cenado con colegas sin que hubiera nada!
Entonces, ¿por qué la molestaba tanto Hinata?
«Porque es una calculadora despiadada que no pararía ante nada para conseguir lo que desea».
Alguien que no dudaba en utilizar su ventaja, decidió cuando Sota le dijo que Hinata Hyūga estaba por la línea dos.
Sakura miró el reloj mientras descolgaba el auricular. Eran las cuatro en punto; no tenía mucho
-Hinata -dijo con educación-. ¿Qué puedo hacer por ti?
-Se trata de una advertencia amistosa. Ahora que Naruto y tú no estáis juntos, pretendo ir a por él.
- ¿En serio? -Dijo intentando sonar indiferente, aunque no lo consiguió del todo-. ¿Y cómo has llegado a esa conclusión?
- ¿Importa el cómo?
-Parece que has tardado mucho.
- ¿En ir a por él? Bueno, tengo algunos escrúpulos.
«Y los cerdos vuelan», dijo Sakura en silencio.
- ¿Te tengo que desear suerte?
La risa de Hinata le puso a Sakura los pelos de punta.
-Nunca dejo las cosas en manos de la suerte.
- ¿Es eso todo? Tengo un cliente esperando -lo cual no era cierto, pero Hinata no tenía por qué saberlo.
-Creo que sí.
Sakura colgó el auricular y se aguantó las ganas de tirar algo.
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Aún seguía irritada mientras se enfrentaba con el tráfico de vuelta a casa.
Cuando aparcó el coche, Sasuke la vio desde el ascensor y sujetó las puertas para esperar por ella.
-Vaya, espero que no estés así de enfadada por mí -dijo mientras pulsaba el botón de su piso-. ¿Tu novio? -Aventuró mientras el ascensor subía a toda velocidad-. ¿El trabajo?
-Lo que quieras.
-Bueno, ¿sabes?, tengo el remedio perfecto -le dijo con una encantadora sonrisa-. Ve a dejar tu maletín, quítate el traje de chaqueta y vamos a tomar algo y al cine.
« ¿Por qué no?», le dijo una vocecilla. «No tienes nada mejor que hacer».
-Vale.
El sacó la llave de su apartamento.
-Te doy diez minutos.
Fueron en el coche de él, tomaron hamburguesas con patatas fritas y, después, eligieron una película de risa en un cine cercano a casa.
La película resultó muy buena y ella salió de muy buen talante. Eso hasta que se encontró con una morena de ojos perlados.
- ¡Qué coincidencia! -dijo Hinata al llegar donde ellos estaban. Miró intensamente a Sasuke y levantó una ceja-. ¿No vas a presentarnos?
Sakura abrió la boca, pero Sasuke habló primero.
-Soy Sasuke Uchiha, un amigo de Sakura.
- ¿De verdad? ¿Un colega?
-No.
Hinata miró a Sakura.
- ¿Debo decirle a Naruto que nos hemos encontrado?
-Adelante -la animó Sakura y agarró el brazo de Sasuke-. ¿Nos disculpas?
El se dio cuenta y la llevó hacia el coche.
- ¿Debo entender que no es una de tus personas favoritas?
- ¿Cómo lo has adivinado?
-Porque la tensión se cortaba con un cuchillo, porque parecías apunto de retarla a un duelo, cosas así.
-Eres muy bueno.
-Y aún lo puedo hacer mejor. ¿Ha puesto un ojo en tu novio?
-Se llama Naruto.
-Me imagino que no sabe lo de tu embarazo.
-No ha dicho nada al respecto.
Llegaron al coche y él le abrió la puerta para que entrara; después, se sentó al volante y puso el coche en marcha
-Dentro de unas semanas, Naruto va a volver a por ti y Hinata pasará a la historia, si es que cuenta algo...
- ¿De qué planeta eres? -preguntó ella divertida, él levantó las manos al aire.
-Ese hombre no es un idiota. Quizá te esté dejando un poco de margen ahora; pero pronto te volverá a pescar.
Ella lo miró intensamente.
¿Qué me dices sí yo no quiero que me pesque?
Él le devolvió la mirada.
¡Vaya! No estaba segura de si estaba preparada para una mente tan perspicaz
Cuando llegaron a su piso, Sakura le puso una mano sobre el brazo.
-Gracias por una noche tan agradable. Me gustaría repetir, si te parece bien...
Su sonrisa le iluminó la cara.
-Solo necesitas decir una palabra -hizo una pausa y después añadió-: Llámame si me necesitas.
Ella entró en su apartamento, cerró con llave, se dirigió a la habitación, se quitó la ropa y se metió en la cama.
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Siempre le había gustado la madre de Naruto. Pensaba que después de dos años, tenían una buena amistad. ¿Habría pensado que su relación con Naruto conduciría a algo más duradero? ¿Algo como el matrimonio? ¿Hijos? ¿Le gustaría la idea?
Sakura no sabía qué le había contado Naruto, así que no sabía qué esperar de aquella cena.
Para sentirse un poco más segura, eligió un traje de chaqueta color rojo que le favorecía, se puso sus tacones de aguja y se maquilló con discreción.
Naruto le había dicho que a las seis pasaría a por ella, por lo que a menos cinco ya estaba saliendo por la puerta. Cuando salió del ascensor, el Jaguar de Naruto paraba delante de la puerta.
Durante un instante, se preguntó qué le habría contado Naruto a su madre sobre su separación, y dudó si se encontraría con una mirada reprobatoria en la mujer.
Y en lo referente al embarazo... ¿le habría dicho algo? ¿O pretendía dejar caer la noticia como una bomba durante la cena?
¿Cómo debería saludarlo a él? Un simple «hola» parecía inadecuado, pero...
Naruto tomó la decisión por ella al inclinar la cabeza sobre la suya para darle un beso en los labios, un beso corto pero intenso que logró erizarle la piel.
No era justo, no estaba jugando limpio, y si no hubiera sido porque estaba allí su madre le hubiera dado una bofetada.
-Sakura-Kushina dio un paso hacia delante y le agarró las dos manos-. Me alegro tanto de verte...
-Lo mismo digo. Me ha dicho Naruto que vas a pasar unos días en la costa.
Se fueron al coche y Naruto les abrió las dos puertas.
-Siéntate delante, querida -dijo Kushina y negó con la cabeza cuando Sakura se negó-. Insisto.
La había emparejado deliberadamente con Naruto, pensó mientras este conducía en dirección al restaurante.
El lugar que había elegido era uno de los más elegantes del centro, conocido por su excelente cocina. El maître saludó a Naruto con deferencia y los llevó hacia una mesa.
-Tienes que contármelo todo -la invitó Kushina mientras esperaban a que le sirvieran el vino.
Ahí estaba el momento que ella había estado esperando. ¿Debería contarle la verdad o inventárselo todo? Al final, decidió poner todas las cartas sobre la mesa.
- ¿Quieres decir, aparte de mi mudanza?
-Seguro que tenías una buena razón.
Sakura se encontró con la mirada de Naruto y fue incapaz de sacar nada de su expresión.
-Cuéntaselo -le dijo él, atravesándola con la mirada.
-Tú eres tan bueno con las palabras... Creo que deberías decírselo tú.
Él se rió.
-Te aseguro que le va a encantar oír que va a ser abuela.
A la madre de Naruto se le cambió la cara.
- ¿Vas a tener un bebé? -Preguntó con el rostro iluminado-. Me alegro tanto por los dos. Espero que te encuentres bien.
-Por las mañanas no tan bien -respondió Naruto-. Y sí -dijo anticipándose a lo que supuso que sería la próxima pregunta de Kushina-, le he pedido que se case conmigo.
-Querido, si puedo ayudaros a preparar la boda, me encantaría.
Ahora llegaba la parte más difícil.
-No va a haber boda -dijo ella, con amabilidad-. El embarazo no fue planeado.
Kushina se volvió hacia él.
- ¿Naruto?
-Ya estoy en ello -le aseguró.
¿Lo estaba? ¿De verdad?
Fue un alivio cuando llegó el camarero y la conversación se interrumpió. Después, Kushina, con la discreción que la caracterizaba, no volvió a sacar el tema.
Kushina era una mujer muy activa. Pertenecía a varias asociaciones caritativas y llevaba una vida social muy ajetreada. Tenía muchas anécdotas que contar y Sakura empezó a relajarse un poco.
-Hubo un momento realmente vergonzoso al final de un pase de temporada -estaba contando la mujer-. Una de las modelos no se separó de las joyas que le habían prestado para la ocasión. Fue necesario un esfuerzo de diplomacia y una advertencia del jefe de seguridad para que ella, graciosamente, concediera haber cometido un error.
Kushina se rió con el recuerdo. Después, negó con la cabeza cuando su hijo le ofreció más vino.
La comida estaba exquisita y Sakura miró con envidia el plato de Naruto. El había pedido unas gambas que tenían un aspecto suculento.
Él le dedicó una sonrisa y le acercó una con el tenedor.
-Prueba esto -se la acercó a la boca y ella mordió la carne suculenta y saboreó la salsa que la acompañaba. Casi deja escapar un suspiro.
El peló otra y se la ofreció. Ella era consciente de la intimidad del gesto, pero se estaba dejando llevar por la alquimia primitiva que existía entre ellos. Por un momento, deseó poder dar marcha atrás al reloj y volver a un tiempo en el que todo era perfecto entre ellos.
¿Podría volver a ser así?
«Posiblemente», pensó. Pero la duda siempre existiría. Ella no quería un matrimonio con unas bases poco firmes. Ni tampoco podría soportar meterse en un matrimonio basado en la premisa de que si no funcionaba, el divorcio era la respuesta más fácil. Como había hecho siempre su padre. Sin pensar en las consecuencias que eso podía tener para los hijos de esos matrimonios. ¿Sabía él lo que significaba tenerse que refrenar para no encariñarse mucho con ninguna de sus madrastras porque sabía que no se iban a quedar mucho tiempo? ¿O no poder ver a ninguno de sus hermanos pequeños porque sus madres se los habían llevado con ellas?
Se había quedado sola y se había convertido en una mujer autosuficiente, consciente de que su propia supervivencia era de vital importancia.
Cuando salieron del restaurante, Naruto le agarró la mano y entrelazó los dedos con los de ella.
Su caricia era cálida y fuerte y ella no se soltó hasta que llegaron al coche.
El vestíbulo del teatro estaba lleno de gente vestida con elegante ropa de noche.
Mientras esperaban a que la función comenzara, Naruto estuvo a su lado. Demasiado cerca para su tranquilidad mental, para no sentir la fuerza que de su cuerpo.
De repente, sintió el impulso de apoyarse contra él. De apoyar la cabeza en su hombro. Pero el impulso solo le duró un segundo.
«Piensa en las consecuencias», se amonestó en silencio.
Un timbre señaló el comienzo de la función y los tres entraron a disfrutar de la obra. Se trataba de una parodia con toques de humor ácido. La actuación fue excelente y las dos horas que duró lo pasaron divinamente.
-Ha estado muy bien, ¿verdad? -comentó Kushina al salir al vestíbulo.
Sakura aún tenía la sonrisa en la boca.
-Sí.
-Me alegro de que os haya gustado.
Sakura sintió su brazo fuerte por la espalda y su mano en la cintura. ¿Sabría el efecto que tenía sobre ella y su estabilidad?
-Naruto.
Sakura reconoció aquella voz al instante. Por lo visto, estaba predestinada a encontrarse con aquella bruja en todas partes.
Hinata iba acompañada de un asociado de su bufete.
-Kushina -dijo de manera efusiva hacia la madre de Naruto-. Me alegro muchísimo de volver a verte.
Sakura se dio cuenta inmediatamente de que dicha alegría era fingida.
-Kiba y yo vamos a tomar café al Michael's. Nos encantaría que os unierais a nosotros. Así me podría poner al día con Kushina. Las dos tenemos el mismo interés por las obras de beneficencia.
-Gracias -le dijo Naruto-, pero tenemos otros planes.
Sakura sintió alivio y a la vez curiosidad. ¿Qué otros planes había?
Hinata ocultó su decepción como pudo.
-En otra ocasión quizá.
-Sí.
Se movieron con la multitud hacia la salida y al llegar afuera se separaron. Kushina se volvió hacia su hijo.
-Gracias.
El levantó una ceja.
- ¿Por qué? -preguntó con un toque de humor.
-Por la cena, el teatro y por librarme de la compañía de Hinata.
-No ha sido nada.
-Yo conocí a su madre. Una mujer encantadora. Qué pena que su hija no haya heredado su porte.
-Es muy buena en su trabajo -la defendió Naruto.
-Debe de serlo si tú accedes a trabajar con ella.
Los tres se montaron en el coche y Naruto condujo en dirección al apartamento de Sakura.
-No hace falta que os bajéis -dijo ella al llegar.
Pero Naruto se bajó y la acompañó hasta la puerta.
Ella abrió la boca para darle las gracias, pero él presionó un dedo sobre sus labios.
- ¡Chis! No digas nada -le dijo mientras la rodeaba con los brazos y la atraía hacia sí para darle un beso en la boca.
-Te llamaré mañana.
Ella fue incapaz de decir ni una palabra. Abrió la puerta y entró en el recibidor.
El domingo por la mañana Sakura se levanto temprano. Después de tomar el desayuno y recoger el apartamento, se puso unos vaqueros y una camiseta de algodón, agarró las gafas de sol y las llaves y bajó al garaje.
El sol brillaba y no había ni una sola nube en el horizonte. La temperatura era muy agradable y pensó que tendría un buen día.
Había unas cuantas cosas que necesitaba y quería darse una vuelta por el mercadillo que había junto a la orilla del río; después, comería en una terraza e iría a unos grandes almacenes.
Cuando el sol se estaba poniendo, Sakura ya iba de vuelta a casa con el asiento trasero lleno de bolsas. Lo que más le apetecía era llegar a casa, hundirse en un sillón y mirar la televisión mientras se comía lo que había comprado en un chino.
A las ocho, sonó el teléfono, justo cuando acababa de salir de la ducha. Se enrolló una toalla y descolgó el aparato que había en la habitación.
-Sakura-chan.
La voz de Naruto le puso la carne de gallina y sintió la necesidad de agarrarse con fuerza la toalla.
-Naruto-respondió ella con educación-. ¿Qué tal estás?
-Escondido tras una pila de legajos, pasando información al ordenador. ¿Y tú?
-Estaba a punto de meterme en la cama a leer un rato.
-Yo podría ofrecerte algo más interesante.
A ella se le aceleró el pulso.
-No me cabe la menor duda -solo con pensarlo le temblaban las piernas-. ¿Me llamas por algo en especial?
-Sí. Tengo unas entradas para una subasta para recaudar fondos en el Hilton el martes por la tarde. Merece la pena ir; en la lista hay obras de arte, porcelana y joyas.
Él sabía que a ella le encantaba la porcelana.
- ¿Me estás invitando a que vaya?
-Exactamente.
-Entonces, acepto.
-Pasaré a buscarte a la seis y media. La invitación es para la siete. Antes de la subasta ofrecerán canapés y champaña.
-A sus órdenes.
Él se quedó en silencio.
-Eres muy audaz al teléfono, ya veremos si eres tan valiente en persona -era la voz que utilizaba por la noche, amable, aterciopelada, con una promesa sedosa de recompensa
-Tú lo sabes mejor que nadie -dijo ella en voz alta, convencida de que su voz no había temblado pero con la duda de si se estaría tomando el pelo a sí misma.
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