capitulo 12
Epílogo
Rei Uzumaki llegó al mundo tres días antes de tiempo por medio de una cesárea, y rápidamente demostró que no tenía ningún problema con los pulmones... ni con ninguna otra cosa, gracias a Dios.
Su padre se enamoró de ella a primera vista y la trató como algo infinitamente precioso que pensaba defender con uñas y dientes hasta el último día de su vida.
Tenía el pelo rosa y unas facciones delicadas. Era como su madre, en miniatura, con una impaciencia tal para comer que demostraba ser todo un carácter.
—Cabezota —le dijo Naruto con cariño.
—Decidida —le corrigió Sakura y sintió que su corazón se derretía de amor al ver la expresión emocionada de él mientras las observaba.
— ¿Cuándo crees que podrás volver a casa?
—En cinco o seis días.
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Se llevaron a Rei a casa al sexto día. Allí la recibió su abuela. Kushina se encargó de las comidas, de organizar la casa y de las tareas durante unas semanas, y después volvió para el bautizo. Un año justo desde que Sakura se enteró de que estaba embarazada. La fecha había sido una coincidencia y se preguntó si Naruto se habría dado cuenta del significado.
La niña acababa de comer y estaba limpia y a punto de quedarse dormida. Sus padres estaban al lado de la cuna mirándola con los brazos entrelazados por la cintura.
— ¿Te arrepientes?
—De nada —respondió él sorprendido.
—Me alegro.
—La independencia es algo que está bien para una mujer —dijo él con cariño, y después se inclinó para darle un beso—. Pero tú no tenías ninguna opción.
En unas cuantas semanas, ya se había olvidado de lo mal que lo habían pasado hacía un año, cuando se separaron.
—Ya está dormida —confirmó él con un murmullo, llevándose a su mujer de la habitación.
El bautizo había salido muy bien. Rei era una bebé muy buena y la celebración que habían organizado para la familia y los amigos había sido todo un éxito.
Ahora, Naruto tenía sus propios planes.
—Voy abajo y...
—No.
—¿No?
—Tengo otra cosa en mente.
— ¿De qué se trata?
—Según mis cálculos, tenemos tres horas hasta que nuestra hija vuelva a pedir de comer.
Ella soltó una carcajada.
— ¿Y en esas tres horas esperas...?
—Hacer el amor con mi mujer.
—Creo que eso se puede arreglar.
— ¿Quizá necesitas que te convenza un poco?
Sakura le agarró la cara y la acercó a la suya.
—Inténtalo.
Así lo hizo. Con tanta ternura que ella sintió deseos de llorar.
—Te quiero —se dijeron después de la pasión compartida.
Los dos sabían que repetirían aquellas palabras una y otra vez durante los próximos años mientras disfrutaban de su vida juntos.
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