OVA 6

Meses antes

Lugar desconocido

La noche caía sobre el bosque como un manto oscuro, interrumpido solo por los ocasionales destellos azules de electricidad que chisporroteaban alrededor de Electro. Cada paso que daba estaba cargado de ira y resentimiento. El aire estaba cargado de una energía inquietante, un presagio de lo que estaba por suceder. Entre los árboles, se movía una figura solitaria, sus pasos dejando un rastro de electricidad en el suelo húmedo. La furia y el odio ardían en sus ojos, buscando una sola cosa, venganza, contra el sujeto que le hizo eso, Spider-Man.

Desde aquel fatídico día en que su vida cambió para siempre, Electro no había conocido más que tormento. La electricidad fluía por sus venas, convirtiéndolo en un ser de pura energía. Y todo, en su mente, era culpa de Spider-Man. Él debía pagar. Mientras avanzaba, la voz en su cabeza se hacía más insistente, más demandante.

Electro: Spider-Man –murmuraba para sí mismo, el nombre como un mantra que avivaba su ira-. Por tu culpa soy esto, por tu culpa perdí mi humanidad.

En su mente, una voz insistente y siniestra le susurraba al oído. Era una voz oscura, llena de malevolencia, que lo incitaba a la violencia

???: Mátalos... a Spider-Man... y a mi padre... –dijo la voz, cada palabra como un zumbido irritante que no podía ignorar-. Encuentra a Spider-Man, destrúyelo. Y destruye también a mi padre.

Electro frunció el ceño. No sabía quién era ese padre del que hablaba esa voz, pero la voz era clara, esa criatura también debía morir. La ira nublaba su juicio, y la necesidad de venganza era tan fuerte que no cuestionaba la fuente de esos susurros. el odio y la ira lo que lo movía, y esas emociones eran todo lo que necesitaba para seguir adelante.

Después de una búsqueda infructuosa en Europa, su camino lo había llevado hasta el Reino Unido, siguiendo pistas y rumores, casi como si algo, o alguien, lo estuviera guiando. Aquí, en este bosque antiguo, Electro sintió que su objetivo estaba cerca. Cada paso lo acercaba más a su ansiada venganza.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando sintió una presencia. No era algo que pudiera ver, pero lo sentía, como una corriente subterránea de magia. De repente, de entre los árboles, apareció una figura alta y delgada, envuelta en una túnica de un azul profundo. Su barba plateada brillaba con la luz de la luna, y sus ojos azules observaban a Electro con una mezcla de curiosidad y algo que casi parecía reconocimiento.

A lo lejos, observando desde las sombras, Albus Dumbledore estudiaba a la figura brillante que se movía entre los árboles. Sus ojos azules, penetrantes y sabios, captaban cada detalle. Había escuchado rumores sobre esta criatura eléctrica y su búsqueda frenética. Si los rumores eran ciertos, Dumbledore podría obtener a un aliado en sus planes para deshacerse de Peter Parker.

Dumbledore: Peter, con su fuerza y habilidades –pensó-. Había sido un problema constante, un obstáculo en mis planes. Si alguien puede deshacerse de él, quizás es este ser electrificado que buscaba venganza.

Dumbledore avanzó silenciosamente, sus ropas fluyendo como un espectro en la oscuridad. Se detuvo a una distancia prudente y levantó la mano en un gesto de paz.

Dumbledore: ¿Qué es lo que te trae a estos bosques, viajero de electricidad? –preguntó con voz calmada, pero firme.

Electro se giró bruscamente, sus ojos brillando con desconfianza.

Electro: ¿Quién eres? –espetó, su voz crepitando como el trueno.

Dumbledore: Mi nombre es Albus Dumbledore –respondió el mago, sin apartar la mirada-. Escuché algunos rumores, tu búsqueda me ha causado cierta intriga y quiero saber un poco más de ello.

Electro: Busco a un sujeto que se hace llamar Spider-Man. Quiero matarlo.

Dumbledore: ¿Matarlo, dices? –levantó una ceja, y una chispa de interés apareció en sus ojos-. ¿Por qué razón?

Electro: Por convertirme en esto –respondió, levantando una mano y dejando que las chispas de electricidad bailaran entre sus dedos. Su rostro se torció en una mueca de odio puro-. No puedo vivir así. Todo es su culpa.

Dumbledore asintió lentamente, como si considerara las palabras de Electro con mucho cuidado. Él mismo había estado lidiando con problemas respecto a Peter Parker, a quien no había podido controlar ni entender completamente. La situación con Peter se había vuelto insostenible, y ahora, frente a él, había un ser lleno de odio hacia el mismo hombre. La idea de una posible alianza se fortaleció a formarse en su mente.

Dumbledore: He venido a ayudarte en tu búsqueda –dijo finalmente.

Electro: ¿Ayudarme? –replicó Electro con una mezcla de desdén y curiosidad-. ¿Por qué querrías ayudarme?

Dumbledore: Porque al parecer tenemos un enemigo común –dando un paso adelante-. Spider-Man ha sido una espina en mi costado durante demasiado tiempo.

Los ojos de Electro se entrecerraron, evaluando al hombre frente a él.

Electro: ¿Qué sabes tú sobre Spider-Man?

Dumbledore: Es una larga historia –respondió evasivamente, sus ojos brillando con una astucia innata-. Pero tal vez podamos ayudarnos mutuamente. Yo sé dónde se encuentra Peter Parker. Puedo darte esa información.

Electro: ¿Por qué querrías ayudarme?

Dumbledore: Porque quiero verlo muerto tanto como tú –sonrió, una expresión que no alcanzó a sus ojos.

Electro guardó silencio por un momento, sopesando las palabras de Dumbledore. La ira y la sed de venganza nublaban su juicio, pero había una lógica en lo que decía el mago. Si Dumbledore podía ayudarlo a encontrar a Spider-Man, entonces quizás valía la pena escucharlo.

Electro: ¿Qué propones?

Dumbledore: Unir fuerzas –respondió con una leve sonrisa-. Juntos, podemos rastrear a Peter y acabar con él de una vez por todas. Tú obtendrás tu venganza, y yo me desharé de un problema que he tenido durante demasiado tiempo.

Electro: ¿Por qué debería confiar en ti? –lo miró con sus ojos chisporroteando con electricidad.

Dumbledore: Porque, sinceramente, no tienes muchas opciones. Solo juntos podremos vencer a Peter.

Electro: ¿Peter? –preguntó con duda.

Dumbledore: El verdadero nombre de Spider-Man es Peter Parker.

???: Hazlo. Acepta su ayuda y destruye a Parker –la voz en la mente de Electro se hizo más fuerte.

Electro: De acuerdo, Dumbledore –asintió-. Uniremos fuerzas. Pero si me traicionas...

Dumbledore: No lo haré –lo interrumpió, su tono firme-. Nuestro pacto está sellado.

Con un entendimiento tácito, los dos comenzaron a moverse a través del bosque. La alianza que se había formado era frágil, pero poderosa en su propósito.

Electro: Dime dónde está Peter Parker.

Dumbledore: Él se encuentra en Queens, Nueva York. Si piensas ir asegúrate de estar preparado.

Electro: Iré ahora a matarlo.

Dumbledore: Nueva York está repleta de aurores, si piensas que puedes ir y salir sin ningún problema pierdes tu tiempo.

Electro: ¿Entonces?

Dumbledore: Te proporcionaré algo de ayuda. Hay algunas personas bajo mi control que pueden asistirte en tu misión

Electro: Lo que sea necesario para asegurarme de que Parker muera –lo miró con una mezcla de desconfianza y gratitud.

Con eso, Dumbledore hizo un gesto con su varita, y un grupo de personas emergió de entre los árboles. Sus ojos vacíos y sin vida indicaban que estaban bajo el hechizo Imperio. Electro observó al grupo y asintió con satisfacción. Con esto, tendría la fuerza necesaria para enfrentar a Peter y a cualquier obstáculo que pudiera surgir.

Entre los árboles y bajo la luz de la luna, dos fuerzas se habían unido con un solo propósito, la destrucción de Peter Parker. 

...

Hogwarts

La pelea en el castillo de Hogwarts había dejado más que destrozos físicos, había dejado heridas profundas en el orgullo de los combatientes. A las orillas del Lago Negro, yacía Electro, inconsciente. Los destellos eléctricos que habían iluminado el lugar se habían desvanecido, y ahora solo quedaban los restos humeantes de lo que fue una batalla feroz.

Cuando Electro despertó, sus sentidos se fueron ajustando lentamente a la realidad. Parpadeó, tratando de enfocar la vista en la oscuridad que lo rodeaba. Se incorporó con esfuerzo, sus músculos doloridos y su mente confundida. El campo estaba en un caos y en el cielo había una marca extraña. No había rastro de Peter Parker ni de los estudiantes de Hogwarts. Solo el eco de su respiración interrumpía el silencio sepulcral.

Electro: ¿Dónde...? –murmuró, llevándose una mano a la cabeza.

La respuesta a su pregunta era evidente, había perdido. La ira bulló en su interior, pero también una sensación de impotencia. Sabía que no podía quedarse ahí. Sin más opción, escapó de ese lugar.

Durante los días siguientes, Electro vagó por el país, recobrando fuerzas. Se alimentó como pudo y se mantuvo alejado de cualquier mirada curiosa. Pasó una semana en la penumbra de los bosques, en las sombras de callejones oscuros, siempre alerta, siempre resentido.

Pero no estaba solo. Un grupo de mortífagos lo encontraron finalmente. Sus capas negras y máscaras intimidantes los delataban, pero Electro no tenía miedo.

Electro: ¿Quién eres? –preguntó con voz firme cuando los vio aparecer entre los árboles.

???: Eso no importa –respondió uno de ellos, su voz distorsionada por la máscara-. Venimos a ofrecerte algo más que venganza. Venimos a ofrecerte poder.

Lo llevaron ante Voldemort, el Señor Tenebroso. Electro fue conducido a una sala oscura llena de susurros y presencia asfixiante. En el centro, sobre un trono de sombras, estaba el mago más temido de todos los tiempos.

Voldemort: Así que tú eres Electro –dijo con su voz seseante-. He oído hablar de ti.

Electro asintió lentamente. Aquí había una oportunidad no solo de recuperar su fuerza, sino de aumentarla exponencialmente. Aquí estaba el potencial para algo más grande que la venganza.

Electro: ¿Qué es lo que quieres de mí? –preguntó finalmente.

Voldemort: Lealtad –respondió sin dudar-. Lealtad y tus habilidades. Pertenecerás a un grupo especial dentro de mis mortífagos. Juntos, venceremos a aquellos que se nos oponen.

Un silencio expectante llenó la sala. Electro consideró las palabras del mago oscuro. Finalmente, con un suspiro, levantó la vista y se encontró con los ojos de Voldemort.

Electro: Acepto –dijo-. Seré parte de tu grupo.

Una sonrisa cruel se dibujó en los labios del Señor Tenebroso.

Voldemort: Bienvenido, entonces –dijo suavemente-. Te mostraré el verdadero alcance de tu poder. Juntos, haremos temblar a aquellos que se nos opongan.

Electro sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.

...

Mansión de los Malfoy

El ataque a Hogwarts terminó, los mortífagos estaban reunidos cuando su líder los llamó por las acciones de una chica en ese ataque.

La ira de Voldemort era palpable en la oscura sala de reuniones de los mortífagos. Sus ojos rojos destellaban bajo la tenue luz de las antorchas, y su voz, helada como el invierno, resonaba en el silencio.

Voldemort: ¡Traición! –escupió, su mirada fija en los mortífagos reunidos ante él. Lucius Malfoy, pálido y tembloroso, apenas podía sostener la mirada del Señor Tenebroso-. ¡Tu hija, Lucius! ¡Tu propia carne y sangre se ha vuelto contra mí!

Los mortífagos se removieron incómodos en sus asientos. Lucius Malfoy, pálido y con la mirada fija en el suelo, temblaba ligeramente. Lucius trató de hablar, pero sus palabras se ahogaron en su garganta. Sabía que cualquier intento de defensa sería inútil.

Lucius: Mi señor... –balbuceó Lucius-. No sé cómo pudo pasar esto...

Pero fue interrumpido por el siseo de Voldemort.

Voldemort: ¡Silencio! –exclamó, alzando una mano delgada y pálida-. No tengo interés en tus excusas, Lucius. Darcey ha cometido el peor de los pecados. Se ha aliado con Hadley Potter y ha luchado contra nosotros en Hogwarts. Tu hija ha sellado su destino... y el tuyo

Meses atrás, Voldemort había ordenado a Darcey una misión crucial, asesinar a Albus Dumbledore. Una tarea que, en realidad, era un castigo a Lucius por fallar en conseguir la profecía que lo unía con Hadley Potter. Sin embargo, Darcey había fallado. No solo eso, en el ataque a Hogwarts, ella había tomado partido por Hadley Potter, su mayor enemiga. Además, junto a ella, estaban Daphne Greengrass, Pansy Parkinson y Astoria Greengrass.

Los mortífagos se removieron incómodos, sintiendo la tensión en el aire. Voldemort se giró hacia Nott, quien se encontraba en una esquina, sosteniendo un grueso cuaderno lleno de notas.

Voldemort: Nott, acércate –dijo, girándose hacia un joven mortífago que estaba en las sombras-. Tráeme los apuntes de Richard Parker.

Voldemort revisó el cuaderno, sus ojos brillando con una mezcla de interés y crueldad. Una de las páginas en particular llamó su atención, y una sonrisa malévola se dibujó en su rostro.

Voldemort: Aquí está –murmuró para sí mismo antes de levantar la vista-. Lucius, he decidido cuál será tu castigo por la traición de tu hija.

Lucius sintió que el suelo se abría bajo sus pies. Sabía que no había escapatoria. Voldemort había encontrado algo en esos apuntes, algo que le daba una perversa satisfacción.

Voldemort: Este experimento –señalando el experimento que había encontrado -. Habla sobre el uso de sangre de duende combinada con procedimientos muggles. El resultado, en teoría, es obtener una fuerza sobrehumana, inmunidad al fuego, la capacidad de escupir llamas y estar en un estado cercano a la inmortalidad. Sin embargo, nunca se ha probado... hasta ahora.

Lucius sintió un frío glacial recorriendo su columna vertebral. Entendió lo que Voldemort estaba planeando. Un escalofrío de terror puro lo invadió.

Lucius: Mi Señor... por favor, no... –suplicó, cayendo de rodillas-. ¡No me haga esto!

Voldemort: Tu hija debe pagar por su traición, y tú también, Lucius. Será un castigo ejemplar –mirándolo con desdén-. Preparen el laboratorio. Lucius será nuestro sujeto experimental.

Lucius fue arrastrado fuera de la sala, sus gritos de pánico resonando en los pasillos. Fue llevado a una oscura cámara subterránea donde un siniestro laboratorio había sido improvisado. Los mortífagos, siguiendo las instrucciones de los apuntes de Richard Parker, comenzaron el proceso.

En la mansión Malfoy, el experimento había comenzado. Lucius gritaba de dolor mientras los mortífagos llevaban a cabo los procedimientos descritos en los apuntes de Richard Parker. La sangre de duende fluía por sus venas, su cuerpo se retorcía y cambiaba de forma de manera antinatural.

Las convulsiones comenzaron casi de inmediato. La piel de Lucius cambió de un pálido enfermizo a un verde intenso. Sus músculos se hincharon grotescamente y su cuerpo se deformó hasta alcanzar una altura impresionante. Finalmente, tras un último alarido de agonía, Lucius Malfoy dejó de existir. Donde una vez estuvo Lucius Malfoy, ahora se encontraba una criatura humanoide gigantesca de color verde. La criatura abrió los ojos, y por un momento, pareció perdida. Luego, su mirada se fijó en Voldemort.

Voldemort: Perfecto –murmuró, permitiendo que una sonrisa torcida apareciera en su rostro.

Pero antes de que pudiera decir más, la criatura rugió y se lanzó contra él. Con un rugido, los ojos inyectados en sangre y la boca soltando llamas en un arranque de furia incontrolable. Voldemort apenas tuvo tiempo de reaccionar. Con un movimiento fluido, sacó su varita y conjuró un escudo protector justo a tiempo para evitar ser quemado vivo. La batalla que siguió fue feroz. La criatura era una fuerza de la naturaleza, con una fuerza descomunal y una resistencia impresionante

Voldemort: ¡Avada Kedavra! –gritó, pero, para su asombro, la maldición no tuvo el efecto esperado. La criatura se tambaleó, pero no cayó.

Con un último hechizo, Voldemort lanzó a la criatura contra la pared de piedra. El ser se estrelló con un rugido, cayendo al suelo en un montón desordenado. Voldemort avanzó lentamente, manteniendo su varita apuntada. La criatura verde se detuvo, su mirada vacía enfocándose en Voldemort.

Voldemort: ¿Me reconoces? –preguntó con voz fría.

Monstruo: Tú... –gruñó-. Maestro...

Voldemort asintió, satisfecho.

Voldemort: Sí, Lucius. Te has convertido en algo más útil de lo que jamás fuiste como humano. Ahora, me servirás como este... Green Goblin. ¿Entiendes?

La criatura que una vez fue Lucius, con una mezcla de satisfacción y cautela, asintió lentamente, una sumisión forzada por la batalla perdida. Voldemort observó su nueva creación. Sabía que había ganado un arma poderosa

Voldemort: Levántate –ordenó-. Hay mucho que hacer y mucho que destruir. Pero recuerda, tu lealtad está conmigo.

La criatura obedeció, su enorme figura verde se alzó torpemente. Los mortífagos, que habían observado la batalla con una mezcla de miedo y asombro, se apartaron al ver esa forma tan intimidante.

...

Una semana después

En la oscuridad opresiva de la mansión Malfoy, una pesada atmósfera de tensión se cernía sobre los presentes. La gran sala, normalmente fría y silenciosa, resonaba ahora con un murmullo inquieto. Los seguidores de Voldemort permanecían en fila, sus rostros reflejando una mezcla de temor y expectativa. En el centro de la habitación se encontraba el cuerpo inerte de Fenrir Greyback. Sus rasgos, aún en la muerte, parecían capturar la ferocidad del hombre lobo que había sido.

Voldemort se alzaba sobre el cadáver. Su mirada roja y penetrante recorría el cuerpo sin vida de su antiguo servidor. Un silencio sepulcral llenaba la sala, roto solo por el siseo de Nagini, la serpiente de Voldemort, que se enroscaba a sus pies.

Voldemort: ¿Qué ha pasado aquí? –preguntó Voldemort con voz fría, su tono gélido enviando un escalofrío a través de la sala.

Uno de sus seguidores, un mortífago de mediana edad con una cicatriz que le atravesaba el rostro, dio un paso al frente, inclinando la cabeza en señal de respeto.

???: Mi Señor, hemos descubierto al culpable. Es otro hombre lobo, uno que se hace llamar Sergei Krávinov, pero es conocido entre los suyos como Kraven, el cazador. Lo tenemos retenido en otra sala de la mansión.

Voldemort asintió lentamente, sus ojos aún fijos en el cuerpo de Greyback. Sin decir una palabra más, se giró y se dirigió hacia la puerta, su capa negra flotando tras él. Los mortífagos se apartaron, abriendo un camino para su maestro. Voldemort avanzó con determinación, sus pasos resonando en el suelo de mármol mientras se dirigía a la sala donde el intruso estaba retenido.

Los mortífagos que habían sido encargados de vigilar al prisionero yacían muertos, sus cuerpos dispuestos en posturas grotescas y antinaturales. En el centro de la habitación, sentado tranquilamente en una silla como si fuera un invitado en una elegante velada, estaba el hombre lobo responsable. Su apariencia era imponente, con una musculatura marcada y una mirada feroz que sugería tanto inteligencia como una fuerza brutal.

Kraven levantó la cabeza al ver a Voldemort entrar, una sonrisa arrogante curvando sus labios. Sus ojos, de un verde intenso, brillaban con una mezcla de desafío y satisfacción.

Kraven: Mi Señor Voldemort –dijo con un acento pesado, inclinando ligeramente la cabeza en un gesto que era más de respeto que de sumisión-. Me presento ante usted como Sergei Krávinov, aunque mis iguales me conocen como Kraven, el cazador.

Voldemort lo observó en silencio durante un largo momento antes de hablar, su voz era baja, pero llena de un poder ominoso.

Voldemort: Kraven –dijo lentamente-. ¿Por qué no debería matarte aquí y ahora por el asesinato de mis seguidores y de Fenrir Greyback?

Kraven soltó una risa corta, casi burlona, y se acomodó más en su silla.

Kraven: Greyback era débil, mi Señor. Un lobo viejo que había perdido su filo, no merecía estar a tu servicio. Le he hecho un favor al deshacerme de él. Usted, de todos los seres, debería entender la importancia de la fuerza y la eliminación de los débiles.

Un brillo de interés, mezclado con una sombra de desagrado, cruzó por los ojos de Voldemort. Dio un paso más hacia Kraven, acortando la distancia entre ellos.

Voldemort: Hablas con valentía, Kraven –dijo-. Pero tus palabras no son suficientes para salvarte. ¿Qué más puedes ofrecerme que justifique tu vida?

Kraven sonrió de nuevo, esta vez con una intensidad que denotaba su certeza.

Kraven: Veo que aprecia la fuerza, mi Señor. Lo que ofrezco es mi destreza y mi dedicación a una caza que podría beneficiar a ambos. Estoy tras la pista de una presa única, un ser como ninguno que haya encontrado antes: Peter Parker, también conocido como Spider-Man.

Voldemort frunció ligeramente el ceño, su curiosidad despertada.

Voldemort: Interesante... –preguntó con voz cortante.

Kraven se inclinó hacia adelante, sus ojos brillando con una emoción salvaje.

Kraven: Deseo cazar a Spider-Man. La primera vez que vi a Spider-Man fue en Nueva York. Estaba peleando contra un ser llamado Electro. Desde ese momento, supe que él debía ser mi presa más grande. Es un ser único, un humano con habilidades extraordinarias, que lo hacen más que digno de mi caza. Si me permite, mi Señor, traeré su cabeza ante usted como muestra de mi lealtad y mi habilidad.

Voldemort se quedó en silencio por un momento, sus pensamientos girando mientras consideraba las palabras de Kraven. Sus ojos se desviaron hacia los cuerpos de sus mortífagos caídos, y una pequeña sonrisa sádica curvó sus labios.

Voldemort: ¿Y por qué vienes a mí?

Kraven: Mi cacería me ha llevado a saber que ustedes tienen una especie de conexión. Además, cuando vaya por él quiero que sea una pelea de uno contra uno. No quiero que tus fenómenos se interpongan.

Voldemort observó a Kraven con una expresión pensativa. La audacia del hombre lobo era innegable, y su capacidad para matar a varios de sus seguidores sin esfuerzo era una muestra de su formidable poder. Se volvió a mirar los cuerpos de los mortífagos caídos, una sonrisa sádica curvando sus labios pálidos.

Voldemort: Me has intrigado, Kraven –dijo finalmente-. Si lo que dices es cierto, podrías ser de utilidad. Y tu habilidad para eliminar a aquellos que se interponen en tu camino es... admirable. Aceptaré tu lealtad y te nombraré uno de mis mortífagos. Pero recuerda, tu primera y más grande lealtad es hacia mí.

Kraven se levantó de su silla, su postura firme y decidida.

Kraven: Le prometo, mi Señor, que no se arrepentirá de permitirme unirme a su causa. Mi caza es mi vida, y le serviré con la misma devoción con la que persigo a mi presa.

Voldemort: Muy bien –asintió, complacido-. Entonces, prepárate. Pronto habrá mucho trabajo que hacer.

Kraven inclinó la cabeza en señal de respeto.

Mientras Kraven se retiraba, los mortífagos murmuraban entre ellos, impresionados y quizás un poco aliviados de que el recién llegado no hubiera decidido que ellos fueran sus próximas presas. Voldemort, por su parte, se quedó mirando la puerta por donde Kraven había salido, sus pensamientos girando en torno a las oportunidades que esta nueva alianza podría brindar. 

...

Bosque prohibido

En la oscuridad profunda del Bosque Prohibido, las sombras de los mortífagos se deslizaban entre los árboles. El ataque a Hogwarts había sido brutal y devastador, y los mortífagos se retiraban. Bellatrix Lestrange lideraba el grupo, sus ojos oscuros brillando con una mezcla de excitación y locura. La adrenalina del ataque a Hogwarts aún recorría sus venas, y su mente estaba fija en el próximo paso para cumplir los deseos de su maestro.

Mientras avanzaban por el sendero, Bellatrix tropezó con algo en el suelo. Al acercarse, vio el cuerpo inconsciente de un alumno. Con una sonrisa maliciosa, Bellatrix se acercó, reconociendo su pelo rojo característico, no dejaba lugar a dudas, era Ron Weasley, uno de los amigos más cercanos de Hadley Potter. Una sonrisa cruel se dibujó en sus labios.

Bellatrix: ¡Qué suerte la nuestra! –exclamó con deleite-. Esto le agradará al Señor Tenebroso.

Sin más preámbulos, conjuró un hechizo para levitar el cuerpo inerte de Ron y lo llevó junto al grupo de mortífagos. Sabía que el muchacho podría ser útil para el Señor Tenebroso. Al fin y al cabo, cualquier debilidad de Hadley Potter era una ventaja para ellos. Salieron del Bosque Prohibido y se dirigieron hacia un punto de encuentro acordado, la mansión Malfoy.

Al llegar, Bellatrix se adelantó y dejó caer a Ron frente al Señor Tenebroso. Cuando llegaron a la mansión, Voldemort los esperaba, los mortífagos formaron un círculo cerrado alrededor del oscuro señor. La figura alta y esquelética de Voldemort se destacó bajo la luz pálida de la luna. Sus ojos rojos se clavaron en el cuerpo inconsciente de Ron con interés

Voldemort, con sus ojos rojos resplandecientes, se acercó lentamente al joven inconsciente. Levantó la varita y murmuró un hechizo. Ron se agitó, soltando un gemido antes de abrir los ojos y encontrarse rodeado por rostros hostiles y encapuchados.

El miedo se apoderó de él al instante. Intentó moverse, pero sus extremidades estaban rígidas, y su corazón latía con fuerza en su pecho. Su mirada se encontró con la de Voldemort, y un terror helado lo atravesó.

Voldemort: Ah, el joven Weasley –dijo con una voz seseante, pero letal-. Qué sorpresa encontrarte aquí... es inesperado, pero quizás útil. Dime, ¿dónde está Hadley Potter?

El pelirrojo intentó retroceder, pero los mortífagos le bloquearon el camino. Sentía el corazón acelerado y la adrenalina bombeando por sus venas.

Ron: Yo... no sé –balbuceó.

Voldemort: Vamos, Ronald –continuó, dando un paso más cerca-. Sabemos que eres un amigo cercano de Hadley Potter. Dime, ¿qué estabas haciendo en el bosque?

Ron tragó saliva, sintiendo el sudor frío en la nuca.

Ron: Yo... me perdí durante el ataque –mintió, su voz temblando.

Voldemort: ¿De verdad? –arqueó una ceja, claramente no convencido-. Tal vez hay algo más que desees compartir con nosotros.

Para sorpresa del pelirrojo, una sombra femenina, familiar, apareció entre las sombras.

Sra. Weasley: Ron... di todo, Dumbledore fracasó, seguirlo fue una pérdida de tiempo. Estaremos mejor de este lado.

El pelirrojo se sorprendió por la presencia de su madre en ese lugar. Pero, sin más, tomó su decisión.

Ron: Odio a Peter –soltó abruptamente-. Le tengo envidia. Siempre ha sido el centro de atención, siempre ha tenido todo lo que yo quería. La atención, la admiración... incluso Hadley. Dumbledore me prometió que, una vez Hadley Potter estuviera bajo su control, yo podría tener toda su riqueza. Pero cuando los mortífagos atacaron Hogwarts, pensé que podría deshacerme de Peter, él estaba herido luego de pelear contra esas cosas, pero no lo logré.

Un murmullo de interés recorrió el círculo de mortífagos. Voldemort sonrió, satisfecho con esta revelación.

Voldemort: Así que, envidia –murmuró con un eco siniestro-. Un sentimiento poderoso. ¿Y qué harías por superar esa envidia, Ronald?"

Ron cerró los ojos, recordando todas las veces que había sido menospreciado, todas las veces que Peter había eclipsado sus esfuerzos. Ron sintió un torbellino de emociones dentro de él. Recordó las palabras de Dumbledore, prometiéndole que podría tener toda la riqueza y el poder una vez que Hadley estuviera bajo su control. Abrió los ojos de nuevo, esta vez llenos de determinación. Veía una oportunidad diferente, una que nunca había considerado.

Ron: Si me ayudas a deshacerme de Peter, yo te ayudaré a atrapar a Hadley.

Voldemort: La incompetencia no tiene lugar en mi círculo, Ronald. Pero... la ambición, la voluntad de hacer lo necesario... eso sí –dijo y una sonrisa malévola se extendió por su rostro.

Ron: ¿Qué quieres decir?

Voldemort: Te ofrezco una oportunidad –dijo, su voz llena de promesas oscuras-. Únete a mí, Ronald. Conviértete en algo más de lo que jamás imaginaste. Te haré fuerte, poderoso. Serás más que un simple mago. Serás una fuerza a tener en cuenta.

Ron: ¿Qué tengo que hacer? –dijo, sus ojos estaban llenos de ambición.

Voldemort: Hay un procedimiento... doloroso, pero transformador. Te dará una fuerza que nunca has conocido. Pero debes aceptar, y no hay vuelta atrás.

Ron: Haré lo que sea necesario –dijo con voz firme.

Voldemort alzó su varita y comenzó a conjurar un hechizo oscuro y antiguo, palabras en una lengua olvidada que llenaron el aire con una energía malsana. Un círculo de fuego negro apareció alrededor de Ron, quien sintió una ola de dolor recorrer su cuerpo, como si mil cuchillos le atravesaran la piel.

Gritó, su voz desgarrando el aire mientras su cuerpo se retorcía y cambiaba. Los huesos se alargaron y deformaron, su piel se endureció en un caparazón oscuro y brillante. Una cola con un aguijón venenoso emergió de su espalda, mientras sus manos se transformaban en pinzas poderosas. A lo largo del proceso, Ron sentía cada cambio como una agonía indescriptible, pero su mente se aferró a su propósito, a su odio.

Finalmente, el hechizo cesó. Ron cayó de rodillas, su cuerpo ahora una monstruosa amalgama de humano y escorpión. Respiraba con dificultad, pero su mente estaba clara.

Miró sus manos, ahora garras, y sintió el poder recorriendo su nuevo cuerpo. Se había convertido en una especie de escorpión humanoide, con un caparazón negro y reluciente, ojos amarillos brillantes, y una cola mortal que se curvaba sobre su cabeza.

Voldemort se acercó, su rostro mostrando una satisfacción cruel.

Voldemort: Levántate, Scorpion –ordenó con satisfacción en su voz-. Ahora, Ronald, eres uno de nosotros. Con tu fuerza y tu odio, ayudarás a traer el nuevo orden. Usa tu fuerza bien, y te recompensaré con aquello que deseas.

Ron, ahora una figura imponente y temible, se levantó. Sus ojos brillaban con una nueva resolución, y aunque su cuerpo había cambiado, su mente seguía siendo la misma. Asintió, comprendiendo plenamente el poder que ahora poseía.

Ron: No te defraudaré, mi Señor –dijo, su voz resonando con un tono más profundo y resonante.

Voldemort sonrió, complacido.

Voldemort: Así sea –dijo, volviendo a su círculo de mortífagos-. Prepárense, tenemos mucho trabajo por delante.

Con una última mirada de aprobación, Voldemort se dio la vuelta y se alejó, seguido por sus mortífagos. Ron, transformado en el Scorpion, se quedó allí por un momento, sintiendo la energía fluir a través de su nuevo cuerpo. Listo para cumplir su misión y reclamar la vida que siempre había deseado.

.....

Próximamente:

Gracias por leer.

Jouner927

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