Capítulo 88

- No hay mucho que podamos hacer más que esperar una recuperación, mi principe - el sanador Atkins habló en voz baja pero escuchaba algo lejano - Si el dolor persiste, puede darle más té de Kenton, tanto como el príncipe solicite...esta noche.

Lucien estaba en cama, inconsciente desde hacía una semana.

Había perdido mucha sangre en el parto de Aerys y Daella, y había perdido la conciencia desde entonces. Su omega no abría los ojos aunque se quejaba y su respiración dificultosa delataba su estado.

Después de detener la hemorragia, los sanadores habían rodeado a su esposo y Aeron no tenía la oportunidad de acercarse a él y tampoco sus hijos. Lucien ni siquiera habia sostenido a sus hijos.

- ¿A que se refiere con eso? - preguntó el alfa y el sanador apretó los labios.

- La salud de su esposo es delicada. No está respondiendo a nuestros tratamientos - confeso - En todos mis años estudiando enfermedades, nunca había visto algo así - respondió - No importa cuantos remedios empleemos, alteza, si el príncipe no come o bebé agua regularmente...

La frase quedó inconclusa, flotando en el aire helado de la habitación. Las tormentas incesantes habían cerrado el cielo, así que no entraba luz solar desde hacían días. Las paredes de piedra se enfriaban como di estuvieran en pleno invierno y no había velas suficientes como para mantener cálido ningún espacio.

Aeron se quedó quiero y su mirada viajó a Lucien. No podía verlo bien. Estaba cubierto de mantras para mantenerlo tibio. Veía que su pecho subía y bajaba con largas pausas y ese le hizo sentir una punzada muy extraña en el pecho.

Entonces, escucho un llanto haciéndo eco en el pasillo. Unos segundos más tarde, una sirvienta entró en la habitación y con la cabeza gacha se acercó.

- Perdone que lo moleste, alteza, pero el príncipe Eirian...

Aeron no la dejó terminar. Salió de la habitación en camino a la recámara dispuesta para su hijo. No solía pasar muy seguido por ahí. Si acaso, había estado un par de veces y solo de pie en el marco. Lucien era el que pasaba horas ahí adentro. Incluso en eso se notaba su ausencia...

Eirian lloraba, y golpeaba todo lo que había en su habitación, pidiendo por su madre, por su padre, y que le dejaran ver a sus hermanos, las sirvientas trataban, sin éxito, de hacerlo callar.

- Eirian - el niño miro hacia la puerta al escuchar la voz de su padre y fue corriendo hacia él siendo atrapado por los brazos del alfa.

- Papa - el niño rompió en llanto y Aeron lo consoló besando su frente y dandole leves caricias en el espalda.

- ¿Qué es lo que tiene? - le preguntó a una. Se miraron entre ellas discretamente.

- No sabemos, alteza - respondió en voz baja - Lo revisamos pero no tiene hambre, sueño o esta herido. Creemos... - bajó la voz y murmuró algo. Aeron le pidió repetirlo - Pensamos que extraña al príncipe Lucien, alteza. No le ha visto desde hace una semana.

Aeron frunció el ceño.

- ¿Y los mellizos?

- Están con la nodriza, mi príncipe, aunque... Uhnm...

- ¿Qué? Habla claro. No entiendo balbuceos - dijo con un tono algo exasperado. La sirvienta se sobresaltó un poco.

- Tal vez... Tal vez podría hacer bien que se acerque al príncipe Lucien. Es sabido que el contacto piel con piel ayuda a mejorar...

- Mi esposo está enfermo. ¿Me estás sugiriendo que acerque a mi hija recién nacida a su lecho? ¿Es eso lo que dices? - la muchacha no se atrevía a levantar la vista del suelo y temblaba - Fuera. Todas.

La orden fue acatada en silencio. Eirian aún lloraba y Aeron se quedó a solas con el llanto.

Levantó en brazos a Eirian pero éste gritó y le empujó la cara, tratando de librarse de él. Era evidente que no era a él a quien quería. Pero Lucien estaba en cama, sumido en un sueño del cual no sabía si iba a despertar, consumiéndose, muriéndose de hambre y de sed.

Eirian se alejo de su padre y siguio llorando, Aeron se sentó en el suelo, apoyándose en la pared y respiró profundamente. Esa sensación punzante en su pecho parecía crecer, como si adquiriera peso y estuviera hundiéndose en su interior.

¿Qué pasaría si amanecía y Lucien lo dejaba?

No lo tendría más en su cama o entre sus brazos. No podría decirle en privado todas las cosas que le hacía sentir. No lo escucharía reírse o burlarse. No más conversaciones ligeras en la cena. Ya no podría recostarse sobre su pecho para arrullarse con el latido de su corazón. No sentiría sus dedos cálidos peinar su cabello.

Y pensó por un segundo que quizá podría sobrellevarlo. Había vivido sin Lucien durante años. Sabía sobrevivir por su cuenta. Podría manejarlo hasta que Eirian tuviera edad y entonces...

Le sorprendió oírse sollozar. Pero no se detuvo. Después de la primera lágrima le siguió otra y otra y pronto se sentía tan confundido y desesperado como su hijo lloraba por Lucien. Sintió que su mundo daba vueltas, y se aferró a si mismo.

No recordaba la última vez que había llorado. Mucho menos así. Pero es que era un dolor lacerante. Mayor a cualquiera que hubiera sentido en la vida. Le atravesaba el corazón. El alma...y era peor porque no sabía que hacer. Era capaz de reducir ciudades a cenizas, de enfrentar a ejércitos solo. Podía asesinar, manipular y tramar si eso aseguraba la seguridad de su familia.

¿Pero qué podía hacer contra una enfermedad desconocida?

No había enemigos tangibles. Matar y quemar no harian despertar a Lucien.

Había dado por sentado a su Omega. A la seguridad que este le brindaba. Había dejado sobre él, el mayor peso de la responsabilidad de criar a sus hijos.

Había estado solo la mayor parte de su vida. Se las había arreglado para sobrevivir asi. Solo había conseguido domar a Dregoth, solo había entrenado hasta hacerse el mejor... Si la soledad era su única amiga entonces...

¿Por qué ahora tenía un rostro tan desconocido y cruel?

Levanto la mirada para ver a su hijo. Sus ojos hinchados y enrojecidos. Eirian no sabía lo que estaba pasando realmente, él solo quería ver a su madre, pero no podía, no lo dejaban. Aún si Aeron se lo explicara... jamás entendería por qué Lucien se había ido una noche para no regresar jamás.

Aerys y Daella ni siquiera lo conocían. No lo habían sentido. Vivirían una existencia sin saber de él. Y le pareció injusto.

Se levantó del suelo y entonces se acercó a Eirian nuevamente, esta vez no se alejo y permitió que su padre lo cargará. Pensó que quizá, de algún modo, él entendía que él también estaba triste y que lo acongojaba el mismo tema. Tener el peso de su hijo en los brazos lo hizo sentir diferente. Podía entender un poco el por qué Lucien disfrutaba tanto de abrazarlos a pesar de que él lo había reprendido alguna vez por ello. Agradeció que el castaño lo había ignorado... Cayó en cuenta que esa actitud desafiante que lo irritaba era también uno de los rasgos más característicos de Lucien. Aeron lo regañaba y Lucien le daba por su lado. Lo amenazaba y el omega lo desafiaba. Hablaba por encima de él, se burlaba de su seriedad. Por más que lo hiciera enojar... Se dio cuenta de que prefería mil veces ver la sonrisa burlona de Lucien y escucharlo reírse de cualquier cosa que dijera en la cena antes que verlo en su estado actual.

En el pasillo se encontró con una de las nodrizas y le pidió que llevara a los mellizos a la recámara que compartía con Lucien. No esperó a que ella dijera nada. Aeron siguió caminando con su hijo en brazos hasta regresar a la habitación en la que su esposo dormía.

-Fuera - les dijo a los sanadores que rodeaban la cama. Ellos lo miraron confundidos y el archisanador intentó replicar pero la mirada del príncipe no dejaba espacio a reclamos. Salieron en silencio, uno a uno, hasta dejarlos en privado.

Se acercó, titubeante, hasta estar de pie a un lado de la cabecera.

No había visto muy bien a Lucien. No desde el parto, recordaba lo que le había dicho entre lágrimas cuando dio a luz a Daella.

"Quiero que me digas cómo es. Dime como son. Dime si están bien. Dime si lo hice bien."

Estaba pálido y tenía los ojos hundidos. Había adelgazado y podía ver sus pómulos con claridad. Había muy poco brillo en su cabello y su respiración era pausada. Era Lucien pero, de algún modo, le pareció otra persona totalmente distinta. Ese no era el mismo con el que se había casado.

Se sentó en la silla que había junto a la cama y entonces dejó que su hijo viera a su padre.

-Está dormido - dijo Aeron finalmente y Eirian lo miro. - Dormido. ¿Ves? Está aquí.

El niño parecía igual de extrañado que Aeron. Claro que lo reconocían. Sabían quién era pero hacía falta algo. Eirian susurro, haciendo un intento por llamar la atención de Lucien. A pesar del llamado del niño, el castaño no despertó. Aeron lo miró en silencio. Su hijo bajó de su regazo y fue hacia Lucien.

Eirian estiro una mano para sentir la de Lucien. No parecía estar convencido y, con determinación, se subio a la cama. Aeron pensó en evitarlo pero se descubrió a sí mismo queriendo imitarlo.

El niño intentó acomodarse como pudo y logró acostarse cerca del pecho de Lucien. Después de unos minutos, Aeron tuvo que ayudarlo para acomodarse. Parecía ser que las sirvientas de antes tenían razón. Lo único que lo calmó finalmente fue tener cerca a Lucien. Poco después, las nodrizas entraron a la habitación con los mellizos en brazos. Eran pequeñitos, envueltos en mantas apenas eran más grande que una hogaza de pan. Aeron los cargó con cuidado y con algo de dificultad, tensando los brazos. Nunca había sostenido algo tan frágil. Las nodrizas lo ayudaran a descubirle el rostro, temiendo hacer algún movimiento brusco que pudiera despertarlos. No los había visto desde su nacimiento. Su atención se había centrado completamente en su esposo que se desangraba.

- Alteza, ¿desea que traigan las cunas de los niños? - preguntó la nodriza en voz baja. Aeron asintió y ella se retiró en silencio.

Cuando estuvieron solos, Aeron aclaró un poco su garganta. Eirian miro a su padre con sus hermanitos en brazos y se acerco a ellos. Aerys se removio un poco cuando Eirian sostuvo su manito.

- ¿Puedo cargarlo? - pregunto suavemente el niño y Aeron asintio entregandole al niño con cuidado, Eirian sabia como cagar a un bebe, su tia Grace le habia enseñado a cargar a Bella, incluso las sirvientas que tenian bebes le permitian cargarlos.

Eirian sostuvo a su hermanito y sonrio dejando un beso en su frente. Eirian se acerco a su madre y recosto a su hermanito al lado del cuerpo de su madre, al parecer, era como si el pequeño bebe de apenas una semana de nacido, sabia que su madre estaba a su lado. Eirian tambien se acosto al lado de su hermanito teniendo cuidado de no aplastarlo.

- Creo que se parece a ti - murmuró Aeron, mirando a su hija - Tiene el cabello castaño pero... - alzó la ceja al notar el mechón de cabello blanco que empezaba a crecer al frente de la cabeza - Tiene algo de mí. Lo hiciste bien. Muy bien. Sé que querrás cargarla cuando despiertes... pienso que se sentirá cómoda en tus brazos. Como Eirian y Aerys.

Aeron logró sostenerla con un solo brazo y con la punta de su dedo acarició el pequeño puente de la nariz de Daella. Ella se movió un poco y estornudó, aunque no se despertó. El alfa sonrió con cierta nostalgia.

- Definitivamente es idéntica a ti - murmuró y entonces miró a Lucien. Otra vez apareció esa presión en su pecho y las lágrimas no tardaron en volver - No me dejes... - susurró - Si me dejas... te juro que buscaré la manera de traerte de regreso. No me importa lo que tenga que hacer. No me importa el precio que tenga que pagar... por favor, Lucien... Por favor regresa...

Sollozó en silencio un poco más hasta que los sirvientes regresaron con las cunas. No les dijo nada ni los miró. Se negaba a que alguien más viera el estado en el que se encontraba. No hubo intercambio de palabras alguno hasta que se fueron.

Aeron tardó pero al final recostó a Daella en su cuna para que pudiera estar más cómoda. Luego se dió cuenta de que Aerys y Eirian, el segundo agotado por el llanto, también se habían quedado dormidos. Cargo a Aerys en sus brazos y tambien lo recosto en su cuna, no sin antes dejar un beso en su frente.Miro a su hijo mayor y no tuvo el valor para alejarlos de Lucien. Menos aún si, tal vez, podría ser la última noche que pasara con él.

Terminó por hincarse junto a la cama. Puso su mano sobre la de su esposo, que estaba fría y lánguida.

-No me dejes, mi amor - susurró, acariciando el dorso de su mano con el pulgar - Por favor, quédate - Aeron se levantó con cuidado. Apartó algunos rizos de la frente de Lucien y besó su frente - Te amo - Volvió a hincarse sin soltar la mano de Lucien y se dejó llevar por el llanto.

Lloró hasta que las lágrimas se agotaron y, haciendo lo que jamás creyó que haría, rezó a los dioses, implorando que no se llevaran a Lucien. Su Lucien. La luz de sus ojos...

No supo cuándo se quedó dormido. Su mente produjo tormentosas pesadillas. No estaba listo para despertar ni abrir su ojo.

Al amanecer, un rayo de sol logró entrar a la habitación. Las nubes de la tormenta finalmente se estaban disipando. El principe alcanzó a escuchar el canto de las gaviotas.

Y entonces, como si fuera música, escuchó un susurro suave:

- ¿Aeron?

Lo únicas palabras que quedaban en la cabeza de la guerra eran las de su hijo.

"Guerra", "Muerte", "Venganza", "Trono".

Desde que había ocurrido el intento de rebelion hace una semana, donde habían perdido a dos personas a las que consideraban, donde un día festivo y alegre se había vuelto uno de luto y dolor. El Salón aún tenía una que otra mancha de sangre y algo destrozado. Pero no sólo eso, ese mismo día, algo de alegría y tristeza llegó. Lucien había dado a luz, finalmente, trayendo alegría, pero dolor al caer en coma y no despertar.

Ahora, la reina, y el príncipe heredero, estaban en la Sala del consejo, misma Sala, donde el joven Omega había dado a luz, casi llevándolo a su muerte.

- No creo que provocar una guerra, sea lo mejor. La rebelión fue algo que nos tomó por sorpresa, además, todavia no hay un enemigo, muchas personas atacaron aquella noche - intervino Jarrel harto de las palabras de Lord Barrister.

La mitad del Consejo estaba dispuesto a una guerra, claramente, en contra de la familia Thorne. Pero la otra mitad, estaba dispuesta a buscar una solución, esa noche, muchos habían atacado, sobretodo habían deducido que el incendio en el refugio de los dragones, había sido solo una distracción.

- Usted, Lord Jarrel, es miembro de la familia Thorne, todos aquí presente saben que siempre abogará por su familia - escupió uno de los miembros del Consejo escupiendo las palabras.

- Usted quiere provocar una guerra, Lord Barrister. Así que cuide su lengua, porque esta insultando a mi familia en mi presencia.

- Usted es un simple segundo hijo, que viene aquí y se cree con el derecho de darme órdenes.

- Soy un principe, mi lord. Usted solo un hombre de rango bajo a cargo de un montón de estiércol

- ¡Mocoso! - exclamó el hombre poniéndose de pie furioso - ¡No tienes ningún derecho a insultarme! Usted no es más que el hijo de una perra - escupió

- Tenga cuidado a como se refiere a mi madre, Lord Barrister, le recuerdo que mi madre era sobrina del rey Ribery de Velaria y si para defender su honor debe cortarle la lengua, lo haré.

Un golpe en la mesa sorprendió a todas las personas, e incluso saco a la reina de sus pensamientos.

- No sera derramada más sangre - habló Jaden mirando a su hermano - Y no sera insultada aún más, la memoria de una mujer honorable - advirtió mirando al señor de la casa Barrister, este trago en seco ante la mirada del príncipe y tomó asiento nuevamente - Tú, igual - miro a su hermano y este resoplo antes de sentarse nuevamente, tirando dagas al hombre enfrente de él.

- Mi cuñado, esta en inconsciente, al borde de la muerte, luego de dar a luz a mis sobrinos, que aún no conocen a su madre. - la voz de Liam hizo que todos lo mirarán - Mi hermano, esta a su lado, noche y día, velando por él y por sus hijos. Hace una semana, hubo una rebelión que acabó con el vizconde y la vizcondesa. No se sabe quién atacó, quien lo planeó y quien dio la orden - La mirada del príncipe heredero paso por todos y cada uno de los presentes en la habitación, incluyendo a su tío.

- La familia Thorne....

- ¡No hay pruebas! - exclamó Liam frustrado - No hay pruebas, de que la familia Thorne fue la responsable, no hay pruebas de que Byron Thorne, el actual señor de las mareas y de Edoril, fue el responsable del atentando. Todos aquí, son culpables, incluso yo lo soy. Hasta que no se sepa la verdad de esto, nada ni nadie hará algo al respecto ¿Quedo claro? - Jaden y Jarrel asintieron.

- Usted no está capacitado para dar órdenes, alteza - intervino esta vez, la señora del Valle Aldmin.

- Seré el próximo rey, mi señora - advirtió Liam mirándola - Y, si se atreve a cuestionar mis órdenes, a todos, les digo, que tendre sus cabezas clavadas en una lanza, al terminar el día - la mujer palideció ante las palabras del príncipe heredero.

- La reunión se da por terminada. El Consejo puede retirarse - Habló fuerte y claro la reina, saliendo de su trance, cansada de todo lo que estaba sucediendo.

Cuando la Sala del Consejo quedó vacía, además de la reina, el principe heredero y por supuesto los mellizos. Amelia llevó las manos a su rostro, frustrada y agotada por las cosas que estaban sucediendo.

- Debes descansar madre - Habló Liam, llamando la atención de la reina quien negó suavemente.

- Lucien aún no despierta. Eirian tiene pesadillas constantes, los mellizos lloran y lloran, ninguna nodriza puede calmarlos, y tu hermano, Aeron entró en una depresión, que a pesar de que quiere ser fuerte, lo esta consumiendo - Liam vio como a la reina se le llenaron los ojos de lágrimas.

Jaden y Jarrel entendieron a la reina, la mujer podía parecer friolenta, cruel y despiadado. Pero esa mujer, vestida de rojo y negro, con porte serio y determinando, era frágil, y en el fondo, amorosa, cariñosa, dulce, y buena.

Desde que ellos llegaron a la fortaleza, la reina no dudó en abrirle sus brazos y tratarlos con cariño, amor y devoción. Las muestras de cariño de la reina, le hacían recordar a su madre, solamente que ella ya no estaba.

Amelia Kouchner, era conocida como la reina cruel, por jamás ser cariñosa com sus hijos o derramar una lágrima, sin saber, que aún existía una niña en su interior que estaba muriendo lentamente.

- Cuándo Lucien despierte, se enfrentará a muchos problemas y tal vez desilusiones - Prosiguió la reina.

- ¿Que quiere decir, Majestad? - pregunto Jaden

- Su prima, quien también es prima de ustedes. Lady Rosalie, escapo con Theodore Strong, él, fue uno de los que planeó el ataque, según la información obtenida. - afirmó Llama revelando lo que si prendió a muchos y lo que él Consejo no sabía.

- Y hay más...

- ¿Que?

- Nos ha llegado la noticia, por uno de los informantes de confianza, que Theo, desposó a Rosalie y que esta en cinta - Jaden golpeo la mesa con brutalidad, mientras Jarrel negaba. - El norte, ya no es seguro, esta rebelión fue planeada, en parte por el norte - Jaden suspiro frustrado.

Rosie, su dulce prima, su favorita. Jaden solo le pedía a los dioses, que protegieran a su prima, porque desde ese día, estaban en guerra con el Norte, ya no lo podían considerar un aliado, un amigo, sino, una amenaza, un enemigo. Y el alfa estaba seguro, que cuando su hermano se entere que la muerte de su mejor amiga, tuvo que ver con el norte, al igual que cuando se enteré el albino, estos querrían venganza. Como también estaba seguro, que lo único que evitaría que reducirán Terrasen a cenizas, era porque Rosalie vivía allí y porque...le corresponde a Alexandría heredarlo.

- El norte no ha sido el único, hay varias familias poderosas que se han puesto en nuestra contra, y no sólo el norte. Todos codician el trono y el poder que este te ofrece. Incluso los que nos han jurado lealtad ahora, puede retratarse si alguien desata una guerra por el trono - Explicó la reina a los jóvenes, sin saber que desde las sombras alguien estaba escuchando todo.

Los cuatro guardaron silencio, intentando buscar una solución, lo primordial era evitar una guerra, pero si los demás estaban empeñados en arrebatar el trono, entonces... Debian ser igual o peores que ellos.

- Creo que tengo una solución - todos miraron al príncipe heredero - Pero antes, debo hacer una visita - Liam se puso de pie y se acercó a su madre dejando un beso en su frente y Susurrando - Hay alguien más aquí - susurro el príncipe casi inaudible antes de separarse de su madre.

Liam miro a los mellizos y ante la mirada de codigos de los altas, estos asintieron, Jarrel escoltaria a la reina, mientras que Jaden iría con él. Sabiendo que esa persona, iría por los más indefensos.

Cuando salieron de la Sala del consejo, Jaden y Liam se alejaron de la reina y Jarrel tomando otra dirección, haciéndole creer al espía que se irían, sin saber que se ocultarian. Y entonces, ocurrió. Un joven salió de la Sala del Consejo con una daga en mano, acercándose a la reina y a Jaden.

- Muévete y te degollare.

- Es hermosa, es hermoso - susurro el Omega viendo a sus bebés.

Lucien dejó un beso en la frente de Aerys y luego dejó otro en la frente de Daella, quien estaba en los brazos de su padre. Eirian estaba sentando en la cama, en forma de indio, mientras sonreía y soltaba pequeñas risas al ver a sus hermanos, risas que le daban paz a la familia.

- Creí que te perdía - susurro Aeron y Lucien lo miro, y con su mano libre acarició su rostro y junto sus frentes.

- Pero aquí estoy - susurro - Estoy aquí, mi amor, y jamás me iré de tu lado - Aeron sonrió y beso a su esposo, escuchando las risas de Eirian.

- No quiero que los bebés vean - Lucien y Aeron se separaron al escuchar las palabra del niño, y rieron cuando este intentó fallidamente cubrir los ojos de sus hermanitos quienes lo miraban sin entender.

Luke dejó a Aerys en la gran cama, y extendió sus brazos hacia su hijo. Eirian sonrió y se acercó a su madre, dejando que le diera mimos.

- Te extrañe, mamá - Eirian levanto su cabeza y miro a su madre, Lucien sonrió y beso su frente.

- Siempre estaré a tu lado, mi dulce niño

- Aerys y Daella, nacieron. ¿Ustedes me siguen queriendo? - pregunto el niño mirando a los bebés.

- Mi amor, mi dulce niño - Luke acarició su cabello - Eres mi hijo, cariño. Tal vez, no te tuve en mi vientre, ni tampoco te di a luz, pero desde el momento en el que llegaste a mi vida, tu convertiste en mi hijo y yo en tu madre, y mi amor por tí, jamás cambiará - Eirian sonrió y se aferró a Lucien, Aeron acarició el cabello de su hijo

- Entonces...¿Somos una familia? - pregunto el niño

- Lo somos... Y siempre lo seremos.

Habían pasado muchas cosas esos tres años, donde habían sufrido, llorado, reído. Y era irónico; porqué cuando creyeron todo perdido, una pequeña esperanza llegó a sus vidas, pero para ser felices tuvieron que perder a personas importantes, personas que dejaron un gran vacío en sus corazones y personas que jamás podrán ser reemplazadas.

Pero....aun habían enemigos escuchando, acechando, como un depredador a su presa, esperando el momento exacto para atacar.

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