Capítulo 80
El sanador Atkins salió de la habitación de la joven y miro al niño quien esperaba afuera de manera impaciente.
- ¿Como esta ella? - pregunto Lucien acercándose al sanador.
- Ella está bien, su Alteza. Solo necesita descansar, le he dado un té para que descanse - Lucien suspiro aliviado - Pero... Usted también debe de descansar, ya tiene seis meses de embarazo alteza, y creo que no hace falta que le recuerde nuestra charla de la última vez y los riesgos que implica - Lucien asintió.
- Lo siento sanador, estoy preocupado por ella. Muchas gracias por sus servicios - el sanador Atkins asintió y se marchó dejano al niño solo en el pasillo.
Lucien entró a la habitación de Leysa, la joven estaba recostada en la cama pero pérdida en sus pensamientos. Lucien se acercó hacia ella y sentó a su lado. Ella lo miro cuando este acarició su cabello.
- Necesitó tu ayuda - Leysa lo miro confundida - He tenido una batalla con mi esposo, no nos hemos decidido por el nombre de estos pequeños - él acarició su vientre y sonrió al sentir las pataditas de sus hijos.
- ¿Que le parece Arelys? - sugirió y Lucien sonrió al ver el brillo de emoción en los ojos de la joven.
- Arelys... Es un bonito nombre ¿y para niño? - pregunto tomando las manos de Leysa
- Hum... ¿Que tal Aerys? Creo que ambos serán mellizos sería lindo que sus nombres combinen - respondió la niña y Lucien sonrió.
- Tendré que consultarlo con mi esposo - ambos sonrieron. - Descansa dulce flor, vendré a verte más tarde - el dejó un beso en la frente de la joven y la ayudó a recostarse.
Lucien le dio una última mirada antes de salir de la habitación. Con cuidado camino hacia de regreso a sus aposentos, al entrar en ellos, Eirian estaba jugando en el suelo, mientras que su esposo estaba hablando con Linus.
- ¿Que sucede? - pregunto al entrar, Eirian rápidamente se puso de pie y fue corriendo hacia su madre logrando que este deje un beso en su cabello, Aeron también se acercó a ellos y guió a Lucien a un cómodo asiento en la habitación.
- Linus quiere hablar contigo - escucho a su esposo decirle antes de dejar un corto beso en sus labios. Lucien miro a la mano derecha de su esposo.
- Te escucho - el hombre miro al alfa antes de mirarlo a él.
- Quiero su permiso para desposar a Leysa - Pidió el hombre firme y seguro de si mismo. Aeron miraba a su amigo luego a su esposo, Lucien parecía querer saltar sobre Linus y asesinarlo.
- ¿Desposar a Leysa? - inquirió Luke y Linus asintió, el hombre se puso nervioso cuando Lucien se puso de pie con ayuda de Aeron.
- Prometo cuidarla, protegerla y hacerla la mujer más feliz. No habrá un día donde se arrepienta de ser mi esposa o se sienta triste, por favor alteza, permitame desposarla - Lucien miro a su esposo y este asintió confirmandole que sus sentimientos son ciertos.
- Casarte con ella no es fácil - Linus lo miro confundido - Leysa es hija de un hombre que la usa para su propia ambicion, una ambicion que no llegará a más de un año - admitió Luke - Su hermano, con el hombre al que la comprometieron es alguien a quien me gustaría asesinar - Aeron sonrió - Pero ese no es el caso, casarte con Leysa implica enfrentarse a la corte, por más que ella sea una mujer de baja cuna, sigue siendo una Omega y mi dama de compañia. Implicará muchas cosas si la tomas como esposa, incluso deberás soportar sus cambios constantes de humor y su rebeldía - le explicó Lucien sorprendiendo al hombre - Casarte con ella, no puedo decidirlo yo, le prometí a ella que no la forzaría a hacer algo que no quisiera, pero si ella acepta ser tu esposa, si ella realmente acepta casarse contigo, solo te pediré una cosa.
- ¿Cual?
- Vayanse lejos, lejos de la Corte, lejos del reino, solo vayanse a un lugar donde puedan vivir en paz, donde puedan formar una familia y vivir tranquilos, eso es lo que deseo para ella.
- ¿Eso quiere decir...? - Lucien asintió.
- Si ella acepta, tienen mi aprobación - Confirmó Lucien sonriendo
- Gracias, gracias, gracias - dijo el hombre sonriendo y salió rápidamente de la habitación.
Lucien miro hacia la puerta y suspiro, sintió unas manos en su vientre y un cuerpo detrás de él. Aeron lo abrazo por la espalda mientras acariciaba el vientre de su esposo y este se apoyaba en él. Eirian quien se había quedado en un rincón jugando mientras sus padres hablaban también se acercó a ellos y abrazo a su madre.
- ¿Ya nacerán? - pregunto inocentemente sonriendo al sentir las pataditas de sus hermanos, quienes al parecer reconocían la voz de su hermano mayor.
- Aun falta mi niño - Lucien acarició el cabello de su hijo, Eirian estaba cada vez más grande.
- Cuando ellos nazcan ¿Me van a querer? - Aeron y Lucien fruncieron el ceño al oírlo.
- Tus hermanos te van a adorar cuando nazcan, y tus los vas a cuidar y nosotros los vamos a cuidar a ustedes - Lucien dejó un beso en la cabellera de su niño
- No...no es eso - Lucien lo miro confundido
- ¿Entonces que es pequeña bestia?
- ¿Ustedes me van a querer? - Pregunto temeroso el niño y a Lucien le dieron ganas de llorar, Aeron se separó de su esposo y cargo en brazos a su hijo.
Aeron desordeno el cabello de su hijo y dejó un beso en su frente, Eirian se aferró a los brazos de su padre escondiendo su rostro en su nuca dejando que su madre acariciara su cabello y su padre lo abrazada.
- Lo lamento mi amor - se disculpó Lucien - Perdónanos si alguna vez hicimos que dudaras de cuanto te amamos - Eirian miro a su madre y este dejó un beso en su mejilla
- Los amo - admitió el niño
- Y nosotros a ti - respondió Aeron y abrazo a su esposo e hijo.
¿Pero cuanto dura la felicidad? ¿Cuanto dura la tranquilidad? ¿Cuanto duran los enemigos en las sombras? Tal vez meses, semanas o días, pero en cualquier momento toda felicidad y tranquilidad, acabará en un abrir y cerrar de ojos.
Los sirvientes que pasaban por aquella habitación sentían repugnancia por las personas dentro de ella, los sonoros gemidos y movimientos dentro de la habitación se escuchaban desde el otro lado de la puerta.
¿Pero que podían hacer ellos? Si la persona que estaba en esa habitación era el Lord del Norte, si querían conversar su cabeza lo mejor sería que guardaran silencio y no hablaran, ellos debían ser ciegos, mudos, sordos e incluso idiotas, ellos debían fingir no escuchar, debían fingir que no sabían hablar, y que mucho menos podian ver si querían vivir. Pero a pesar de todo, eso no evitaba que sientan lastima por la esposa del Lord, una mujer amable y bella, que estaba pendiente de su embarazo y su hija. Juliet jamás los había intimidado o maltratado, al contrario, la mujer los trataba con respecto y cariño a pesar de ser unos simples campesinos y sirvientes de un rango bajo.
¿Pero quien de todos se arriesgaría a perder la cabeza para decirle a la mujer que su esposo la engaña?
- ¿Estas loca? - susurro una de las sirvientas a su amiga - Si se lo dices perderás la cabeza Keyla, no te atrevas a hacerlo - la joven sostuvo el brazo de su amiga con firmeza
- Ella tanto como su hija y el bebé que esta esperando no se merecen esto - respondió la joven - ella merece más, ¿Ese es el destino de todas las mujeres? ¿Callarse y dejar que sus maridos les sean infieles? - pregunto indignada y su amiga guardo silencio
- Keyla si lo haces, Lord Cassian se molestara ¿Que tal si ella no te cree? - cuestionó
- ¿Y que importa si se molesta? Además Lord Cassian siempre pasa toda la tarde con quien sea que se acueste, no hace mucho entraron a la habitación, aun hay tiempo. - la joven estaba apuntó de abrir la puerta cuando su amiga la detuvo
- ¿Estas dispuesta a ponerte en peligro? - Keyla la miro indignada.
- ¿Te gustaría que te hicieran lo mismo que a ella? -pregunto - ¿Te gustaría que tu futuro esposo te engañara incontables veces con distintas mujeres y hombres? ¿Te gustaría ser la burla de todos estando embarazada y que hablen mal de tu hija? - Su amiga se quedó en completo silencio, Keyla tenía razón, Juliet era la burla de los sirvientes y de las personas del norte.
Tal vez Juliet sabía acerca de la infidelidad de un esposo, tal vez solo no quería admitirlo, tal vez necesitaba a alguien que le abriera los ojos y le hiciera ver la realidad frente a ella.
- ¿Y si ella no confía en ti? - preguntó cuando vio a Keyla a punto de tocar la puerta de los aposentos de Juliet.
- Al menos moriré con la conciencia tranquila. - respondió la joven antes de abrir la puerta, llamando la atención de todos los que se encontraban dentro.
Juliet estaba peinando el cabello de su hija mientras esta le hablaba alegremente de lo que haría si su madre tuviera un varón o una niña. Juliet miro a la sirvienta, no la había visto mucha veces.
- Mi señora - la joven hizo una reverencia y Juliet le sonrió
- Lo lamento, son tantos que recuerdo tu nombré, pero dime ¿Que te trae a mis aposentos? - preguntó amablemente.
- Mi nombre es Keyla, señora. Y hoy vengo a poner mi vida en sus al arriesgarme a venir aquí - Juliet la miro confundido.
- Siendo ese el caso, ¿Que es lo que vienés a hacer aquí? - pregunto.
- He venido a hablarle sobre su esposo - Una sensación de preocupación se instaló en el pecho de la mujer.
- ¿Mi esposo? ¿Que hay con el? - al preguntarle lo último, la sirvienta se arrodilló ante la mujer con su rostro chocando el suelo
- Perdóneme señora, perdone a su sierva - Juliet se puso de pie con algo de dificultad su vientre de ocho meses no le permite mucho movimiento.
- ¿Por que debería perdonarte si no me has dicho que error has cometido? - Cuestionó Juliet.
- Por callar tanto tiempo, mi señora
- ¿Callar?
- Su esposo la engaña, mi señora. Él le hes infiel con múltiples mujeres e incluso...hombres - Juliet negó ante las palabras de la mujer sin querer creer sus palabras
- Estas mintiendo...¡Mientes! - exclamó lo último con los ojos llenos de lágrimas.
- No miento, su esposo la esta engañando ahora mismo, en las habitaciones de las doncellas - Juliet sintió una puntada en su vientre.
- No lo creo, necesito ver que es verdad, porque no te creo - respondió antes de salir de la habitación e ir hacia las habitaciones de las sirvientas.
Cuando llegó a los pasillos que llevaban a las habitaciones de las doncellas, muchas de estas y muchos sirvientes la miraron con error y preocupación otros la miraban con lastima y pena, a la mujer no se le dificultó encontrar la habitacion en la que su esposo estaba pues los guardias resaltaban mucho, cuando se acercó a ellos dispuesta a entrar uno de ellos la detuvo.
- Perdónenos señora, pero usted no puede entrar ahí - Juliet los miro indignada.
- Necesito saber si es mi esposo el que esta ahí adentro ¡Asi que háganse a un lado! - grito dolida y los guardias no queriéndo alterar más a la mujer le concedieron el paso.
Había dolor en su pecho, pero más dolor había en su vientre. Juliet tenía la esperanza de que las palabras de aquella sirvienta fueran mentiras, pero cuando entró a la habitación y vio la escena frontera sus ojos, no le duda alguna de que la sirvinta decís la verdad.
Los gemidos de aquellas mujeres eran ensordecedores, los gestos en sus rostros y como le daban placer a su esposo le repugnaban, Cassian abrió sus ojos deleitado por el placer, pero su rostro cambio al ver a la mujer frente a él. Rápidamente apartó a las mujeres y se vistió rápidamente mientras Juliet solo negaba antes de salir de la habitación.
- ¡Juliet! ¡Espera Juliet! - exclamó el Lord saliendo de la habitación mientras se acomodaba la ropa. - Perdoname - la mujer se detuvo en medio del pasillo al escucharlo - Yo te amo...
- ¿Amarme? - ella se volteo para encararlo - Hace unas semanas dijiste que me amabas, estoy embarazada de tu hijo ¡Y tu te acuestas con otras!
- ¡Tu solo deberías enfocarte en el bebé! ¡Lo que haga yo y con quien me acueste no es tu problema! - le grito Cassian furioso - ¡Deberias preocuparte por nuestro hijo! ¡No por lo que hago!
- ¡¿Acaso es una maldita broma?! - grito llena de rabia mientras le daba golpes en el pecho, Juliet vio como una de las mujeres salía de la habitación intentando escapar y más rabia le dio al darse cuenta de que era su dama de compañia.
Ella se acercó llena de rabia al joven doncella quien palideció al ver a su señora.
- ¿A donde crees que vas? - pregunto sosteniendola del brazo - ¿Acaso te has olvidado que eres mi dama de compañia y no su...? - la mirada de Juliet bajo al collar que la joven tenía en el cuello, un collar idéntico que Cassian le había dado cuando se comprometieron.
- Señora...
- ¡Eres un maldito bastardo! - grito entre lágrimas la mujer a su esposo - ¡Maldito desgraciado! - ella soltó un gemido de dolor al sentir las fuertes punzadas en su vientre, su rostro palideció y su dolor aumentó cuando vio la sangre en el suelo.
- ¡Señora! - sus doncellas se acercaron a ella, mientras escuchaban los gritos desgarradores de la mujer, una mujer que estaba por perder a su hijo.
Cassian miraba como se llevaban a su esposa sin decir nada, absolutamente nada. Miro nuevamente a su acompañante de cama y le hizo una seña para que entrara nuevamente a la habitación, él ignorando los gritos y llamados de su esposa se acercó al Guardia que custodiaba las puertas.
- Escuchame muy bien, nadie puede volver a interrumpirme ¿Te ha quedado claro? - el guardia asintió un poco temeroso ante la orden del hombre que ignoro el llanto y los gritos desgarradores de su esposa.
Las sirvientas corrían de un lado a otro intentando que Juliet se recostara en la cama, pero la mujer estaba tan dolida y asustada que lloraba sin cesar al ver la sangre en sus piernas y ropas. Mientras todos se preocupaban por el bebé en vientre de la mujer, las personas a las que verdaderamente les preocupaba la mujer escucharon la petición casi suplica de esta en medio del dolor y el llanto.
«Haganque traigan al príncipe Lucien»
Alyssa había perdido la cuenta de cuantas veces en el transcurso de su vida le habían cortado la piel y sacado sangre, había olvidado la cantidad de líquidos raros que había tomado, había olvidado cuando fue la última vez que se sintio sana. Y ahora todo estaba volviendo a ocurrir, todos los días, ella miraba a través de la ventana perdiéndose en sus pensamientos mientras que el sanador hacia su trabajo; cortar, extraer, comparar y dar malas noticias.
Ella odiaba cuando su rostro palidecia después de cada gota de sangre pérdida, odiaba cuando su cuerpo se debilitaba y sus piernas perdían fuerzas, odiaba la cicatriz en su brazo y las miradas de pena de sus doncellas. Lo odiaba y todo era gracias a su padre y a la familia de este.
- He terminado Alteza - Alyssa miro su brazo algo manchado por la sangre y luego miro al sanador dándole una pequeña sonrisa - Con esta cantidad de sangre podré seguir buscando una cura, la última vez estuvimos cerca - le explicó el sanador dándole un paño un poco húmedo para que se limpiada.
- Le agradezco sus servicios sanador - respondió Alyssa y el sanador asintió antes de darle el cuenco de sangre y las demás cosas a una de sus ayudantes que salió de la habitación.
- Debo volver a preguntar su alteza... ¿Usted y el príncipe Liam...? - Alyssa negó al entender la pregunta
- No sanador Atkins, no he tenido relaciones con mi esposo, usted puede estar tranquilo - el sanador asintió conforme por las palabras de la joven pero algo apenado al saber que la joven viviría en un matrimonio infeliz al no poder formar una familia.
La posibilidad de poder ser madre era un cuarenta por ciento, pero luego, todo el sesenta por cierto era arriesgado, si ella quedaba en cinta, los medicamentos que prolongaban su vida deberían ser acortados, su cuerpo se debilitaría, perdería fuerzas, perdería peso, parecería un cadáver en vida, el bebé consumirá todas sus fuerzas y el día del parto con suerte ese 40% funcionara y hará que ambos estén a salvo, pero si eso no resuelta, el 60% ganara y ella morirá en el parte y tal vez el bebé también lo haga.
Alyssa sintió su cabeza doler, la pérdida de sangre estaba haciendo efecto.
- Pediré que le traigan el té para que recupere algo de fuerza, alteza - informó el sanador antes de juntar sus cosas y retirarse de los aposentos de la joven princesa, en su salida el sanador se cruzó con el príncipe heredero - Mi príncipe - saludo haciendo una reverencia.
Alyssa abrió sus ojos y miro a su esposo al escuchar al sanador, Liam miro con confusion a su esposa y luego al sanador.
- No sabía que estabas enferma - Liam se acercó a su esposa esta rápidamente llevó sus manos a su regazo ocultando su herida.
- Es solo un dolor de cabeza, el sanador me ha ordenado no pensar demasiado ¿No es así sanador? - ella le sonrió lo mejor que pudo a su esposo y miro al sanador quien se tuvo que morder la lengua para no revelar el Estado de salud de la joven.
- Así es mi príncipe, últimamente ha habido un cambio de clima muy drástico, la princesa fue víctima de esos cambios, así que sufre de dolor de cabeza, pero nada que no pueda resolverse con te de hierbas - prosiguió con la mentira, Liam asintió un poco dudoso - con su permiso, debo retirarme - el sanador hizo una reverencia ante la pareja y salió de la habitación.
- ¿Que te trae a mis aposentos? - pregunto Alyssa mirando a su esposo, Liam la miro y tomó asiento a su lado.
- Quería pasar a verte, desde que volvi no he hablado mucho contigo - Alyssa asintió y ambos se quedaron en silencio.
Desde aquel día antes de que Liam partiera al norte su relación había cambiado, cuando Liam se había ido Alyssa había comenzado a recibir constantes visitas "amistosas" de su padre, quien solo venía para recordarle cual era su deber; darle un hijo a Liam.
Pero Alyssa no quería hacerlo, no porque no quisiera ser madre, ni mucho menos por su maldita salud, sino, que no quería que su hijo sea un objeto de ambición, su padre era aliado de Bernard, eso era peor, ambos hombres estaban cegados por la ambición y cosas que no son de ellos. Ella tampoco quería usar a su esposo, Liam, a pesar de que al principio la había tratado cruel solo por parecerse a su difunta esposa, mientras este estaba de viaje, las cartas que le enviaba, le hacían saber que el principe no era malo, solo que fue obligado a crecer muy rápido y que le enseñaron de la manera más cruel en quien debía y no debía confiar.
- Sobre aquel día antes que partieras...- ella mordió su labio
- Alyssa..
- Necesito que olvides ese beso - dijo finalmente la joven.
- Princesa - él sostuvo su mentón para que lo mirara - En mi vida olvidaría ese momento.
- ¿Por qué no? Simplemente sacalo de tu memoria. Haz como si nunca hubiera sucedido
- No quiero - contestó seriamente.
- Por favor, Liam - suplico - Necesito que lo olvides para que podamos seguir fingiendo nuestro matrimonio con tranquilidad. Ahora mismo me cuesta mirarte sin pensar en aquel momento - sus mejillas se tornaron de rojo al recordarlo.
- A mi me cuesta mirarte sin imaginar cómo sería besarte de nuevo - Alyssa lo miro sorprendida.
- ¿Que? - pregunto sin poder creer las palabras de su esposo - ¿Que quieres decir con eso? - pregunto, temiendo su respuesta. Ella no estaba preparada para ninguna respuesta que el alfa pudiera darle, se supone que debe tratarla de manera fría, no que tuviera ganas de besarla.
- Que me muero por besarte otra vez, Alyssa - contestó - ¿Sabes los días que me la pase imaginando como sería volver a besarte? ¿Volver a probar tus labios? No sabes la alegría que sentí cuando te bese por primera vez - él acarició los labios de su esposa con su pulgar delineandolos mientras se acercaba a ella. - Y lo peor es que fue mil veces mejor de lo que había imaginado.
- ¿Me estas diciendo que llevas tiempo queriendo besarme?
- Te estoy diciendo que llevó días enamorándome de tí.
Antes de que ella pudiera responder él la beso, al principió intento apartarse pero los brazos de su esposo a su alrededor lo evitaron, al cabo de los minutos término cediendo, no sólo a su esposo sino a también a sus sentimientos.
¿Pero...estaba bien hacerlo? Le estaba dando una oportunidad al amor, y darle una oportunidad al amor es como saltar al vacío sin saber si habrá una red de seguridad dejado de él, pero también puede ser la aventura más emocionante de nuestras vidas por más que el amor paralice en algún momento.
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