Capítulo 64

Amelia se sentía demasiado confundida por sus sentimientos y pensamientos hacia su yerno, Lucien Thorne, desde su nacimiento, solo podía sentir desprecio, y dentro de ella sabía que estaba mal, pero su hermano y padre siempre le recordaban que tenía el derecho de hacerlo, de odiar a la familia Thorne, a Valérie y a sus hijos, quienes se burlaban de la corona ante la falta de compromiso por ella, nunca dio el brazo a torcer para acercarse al niño o Darren, menos para reconciliarse con su ex mejor amiga, Amara, sentía que no debía, que era incorrecto, o así lo pensaba antes de que el rey decidiera casar al menor de sus hijos con el primer hijo de su rival amorosa, quien después se volvió su amiga.

Lucien le recordaba tanto a Valérie en su juventud, fuerte e indomable, también había un poco de sumisión y fragilidad en él, pero no era un impedimento para alzar la cabeza y enfrentarse a cualquier persona que quisiera pisotearlo, Amelia no había sido una de esas personas, pero su hermano, la mano del rey, sí, y Lucien parecía evitarlo lo más que podía, pero cuando no podía le rugía como un dragón cuando se sentía amenazado por el hombre.

Sus sentimientos por el chico cambiaron abruptamente cuando, en silencio, observaba como ese "bastardo", a quien creyó producto de una aventura, cuando fue lo contrario pasaba tiempo con Grace, sacándola muchas veces de su mundo y haciéndola sonreír, también como había formado una relación sana con Liam, y aunque afirmaron que solo era una relación tranquila, Amelia se los encontró varias veces discutiendo por los problemas que Liam tenía con el alcohol, Lucien reprendiéndolo, haciéndole ver que sus problemas no se irían por ahogarse con licor, aparte de que su hijo mayor ya no se escapaba a los burdeles, sino que intentaba hablar con su "esposa" aunque siempre terminaba fallando, algo que sí había dejado del todo era buscar peleas y comportarse de una manera desagradable, ahora simplemente ignoraba todo y se enfocaba en mejorar.

No sabía cómo lo lograba, pero Lucien parecía sacar lo mejor de sus hijos, incluso en Aeron, puede ser que entre ellos no lo notaran, tal vez porque se la viven creyendo que el otro lo odiaba a muerte, pero la reina era testigo de cómo su hijo siempre esperaba que Lucien fuese el primero en ir a dormir, o como en las celebraciones siempre cuidaba del más pequeño, dándole una mirada de advertencia a cualquier persona que se acercara con otras intenciones, sus celos eran otro factor que su madre notaba en él, Lucien no se daba cuenta, pero era hermoso, incluso más allá de la palabra misma, así que llamaba mucho la atención de hombres y mujeres, en más de una ocasión Aeron ardió en cólera por las miradas lujuriosas que le daban a su esposo y al final del día, siempre se pegaba silenciosamente al más joven, ahuyentando aquellas miradas e insinuaciones.

Con tres años de matrimonio, la reina había notado muchas cosas en la relación de los niños, y en un mes había notado muchas cosas más.

Con Lucien era igual, el niño gritaba a los cuatro vientos que odiaba a su esposo, pero siempre tenía una pequeña sonrisa de orgullo cuando Aeron era reconocido por su fortaleza en batalla, ganaba algún torneo, cuando su hijo tenía que participar en estas o cuando su hijo estaba ocupado y llevaba tarde, veía a Lucien mirando hacia el cielo, lo hacía cada mañana sin falta, y cuando Aeron regresaba dejaba de hacerlo, y si hablamos de celos, el niño era menos evidente, al igual que su hijo, lo hacía de forma inconsciente, si las miradas mataran, más de una doncella en Ciudad de Bronce estaría muerta.

Ella siempre tuvo en mente que el menor de sus hijos terminaría siendo un hombre muy solitario, esto por la forma en que creció, se dedicaba a estudiar y entrenar como nadie en el palacio, se volvió frío y distante, no había perdido la devoción por su familia, pero no buscaba su calor cuando lo necesitaba, solo se encerraba en sus aposentos o entrenaba sus habilidades de combate, su corazón de madre se sentía afligido, aún así no podía hacer algo contra aquello, era demasiado tarde.

Bueno, lo era para ella.

Aeron era la viva imagen de Daemon, cuando lo veía a él, ella no sabía que hacer, sino fuera por la cicatriz en su ojo o por su color de cabello, Amelia podía confundir muchas veces a Aeron con Daemon. Pero eso también era un problema, porque James no podía tolerarlo, no podía querer a Aeron, ni podia considerarlo su hijo.

Desde que se casó con Lucien, Aeron pasaba más tiempo con sus hermanos, cuando no encontraba al más joven, buscaba a Grace, quien primero le hablaba de una y mil cosas y daba sermones antes de decirle el paradero de Lucien, y con Liam volvió a tener la relación de antes, incluso eran más unidos que en aquel tiempo, siempre buscaba los consejos o el consuelo burlesco del mayor.

Sin darse cuenta Lucien había unido a sus hijos, haciéndolos más felices, por este motivo, se sentía amarga cuando se encontraba al niño escondido en alguna parte del palacio, algunas veces solo miraba hacia la nada, inmerso en sus pensamientos, otras veces lo escuchaba llorar, pidiendo por su familia, por su madre, pidiendo olvidar todo, culpandose a a si mismo y a los dioses.

Nadie lo sabía, pero cuando Lucien se mostraba infeliz y deprimido, Amelia enviaba un cuervo a Eliza, a Katherine o a algunas de las jóvenes, pidiéndole que alguno llegara a Rothnka para alegrar al niño, no lo decía en voz alta, pero le calmaba el corazón cuando Luciem sonreía ante la llegada de alguna carta de su familia o cuando Katherine venía al menos por dos dias.

Intentó muchas veces decirse así misma que su lucha interna solo era porque Lucien se había vuelto parte de su familia, pero incluso ella sabía que se mentía, el niño se había ganado su afecto, incluso si no hablaban más de lo necesario.

- ¿Sabes si han tenido intimidad? -Dejó sus pensamientos a un lado, quitando su mirada de la ventana y llevándola a su hermano, el anciano se mostraba amargo, quizás más cansado de lo habitual - Aeron y el bastardo, ¿Sabes algo? - Aclaro su pregunta, su hermana no mostró ninguna emoción, simplemente habló mientras volvía a mirar hacia la ventana.

- Están casados, es normal que pase.

Ni ella misma se lo creía, su primera noche como un matrimonio nada sexual paso, Katherine se lo dijo, conociendo a su sobrino y sabiendo que seguía virgen en ese momento, pero ahora, antes de aquella pela, ella podria estar de que ellos durmieron en una habitación, en una misma cama, por esa razón sabía que cualquier cosa pudo pasar.

- Entonces es posible que haya un bebé en camino. - Amelia cerró los ojos al escuchar las palabras llenas de desprecio de su hermano

Ella también lo noto, había tenido tres embarazos, conocía muy bien los síntomas de uno y un malestar estomacal no duraba tanto tiempo, pero escucharlo de otra persona era una reafirmación que la ponía tensa.

Entre las cartas que se mandaba con Katherine, está, preocupada por su niño, le había informado lo complicado que sería si Lucien quedará embarazado, no solo por los problemas que podría traer sino porque un bebé complicaría las cosas y más ahora que la verdad había salido a la luz. Sobre todo el embarazo era peligroso, porque que dos destinados, un alfa de sangre pura y un omega también de sangre pura, concretarán su Union y dieran viva traía consecuencias y una de esas era la cercanía del padre hacía "la madre" del bebé.

Amelia temía que el orgullo de esos dos dragones impidiera ese acercamiento.

Pero Bernard estaba angustiado por otro motivo, y aunque no quisiera, aquello enojaba a Amelia. Su hermano quería a su sangre en el trono y el que más tenía su sangre era Aeron, el niño era más Kouchner que todos los demás hijos de su hermana. No le importaba si Aeron lo odiaba y le detestaba llevar su sangre, Bernard sabía que solo necesitaba la oportunidad perfecta para poder usarlo a su favor, había una opción y era usar a su hija, casarla con Aeron, pero era una jugada arriesgada y más si "el bastardo" de Lucien esperaba al hijo de su sobrino.

La princesa consorte miro a través del cristal mientras sentía el filo del cuchillo atravesar su piel, odiaba cada vez que debía cortarse la piel, si tan solo los sanadores le dieran otras alternativas.

Alyssa mordió su labio e hizo una mueca pero aún así no apartó la vista de la ventana de sus aposentos, Liam estaba entrenando con Aeron. A la princesa le llamaba la atención la habilidad del príncipe, o eso era lo que se decía a si misma, pero cualquier cosa era mejor que tener que recordar que la estaban cortando y que estaba recibiendo tratamiento para su maldita enfermedad.

Alyssa suspiro cuando sintió el frío metal retirarse de su brazo, miro su brazo y vio como el sanador limpiaba la incisión que le hizo para comparar y examinar su sangre. El sanador se alejo de la joven y después de hacer unas pruebas, la miro.

- Diga lo que tiene que decir.

- El veneno en su cuerpo es fuerte, princesa. Por suerte pude retenerlo en un lugar de su cuerpo, pero corremos el riesgo de que se expanda y si llega a expandirse y llega a su corazón, usted...

- Moriré - terminó la oración la joven y el sanador asintió.

- Hay un tratamiento, Alteza. Pero es riesgoso, la mínima equivocación incluso el mínimo detalle puede costarle la vida - advirtió el sanador.

- Mi cuerpo ya no tolera más tratamientos sanador, llegó en tratamiento desde que tenía ocho años de nacida, ¿Cree que pueda otra tratamiento más salvarme? - el sanador no respondió, no se atrevía a responderle a la joven. - Si debo morir, moriré, mientras tanto prefiero seguir tomando los tes, al menos no me siento tan mal después de beberlos - pidió la joven y el sanador asintió.

- Como usted ordene, princesa - el sanador hizo una reverencia pero antes de salir de la habitación Alyssa lo detuvo.

- Sanador - lo llamó y el la miro - Nadie inclusive mi esposo deben enterarse de esto ¿Quedo claro? - el sanador asintió y salió de la habitación dejando a la joven sola.

Alyssa comenzo a sentir ganas de vomitar, rápidamente Zehra se apresuró a traerle un contenedor para que la joven vomitara, al principio fue lo que ingirió pero después Alyssa escupió sangre, no le sorprendía, escupir sangre era expulsar el veneno en su cuerpo. Alyssa limpió su boca y sus doncellas la ayudaron a recostarse, la joven estaba pálida, extremadamente pálida.

- Puedo informale a la reina que esta enferma, últimamente ha salido mucho al aire libre, así que puedo decirle que cogió un resfriado y no podría asistir a la cena de hoy - Sugirió Sienna, pero Alyssa negó.

- Soy la princesa consorte, futura reina de los siete reinos. Hoy toda la familia se reunirá a cenar, además he rechazado cenas durante días, si sigo así me acusaran de no cumplir con mi papel. - dijo la joven tratando de acomodarse en la cama.

- Princesa...

- Solo necesito descansar, necesito descansar un poco, pueden retirarse - sus doncellas asintieron e hicieron una reverencia antes de salir de la habitación de Alyssa.

Sienna y Zehra, salieron de las habitaciones de Alyssa y les dieron órdenes a los guardias de que nadie podría molestarla. Cuando ambos jóvenes estaban por irse se chocaron con una doncella, quien traía algo envuelto muy delicadamente.

- Detente - ordenó Sienna - ¿a donde te diriges? - la sirvienta sonrió.

- Traigo un regalo para princesa consorte - respondió la sirvienta extendiendo el paquete.

- ¿Quien lo envía? - pregunto Zehra agarrando el regalo.

- El príncipe heredero, señoritas, dice que espera que la princesa, lo lleve puesto en la cena de hoy - les aviso la joven sirvientas antes de inclinarse y dar media vuelta para seguir con sus deberes.

- ¿Se lo decimos? - inquirió Zehra.

- Si no quieres perder la cabeza, es mejor que le demos el regalo y el mensaje del príncipe - contestó la joven e hizo una mueca.

Ninguna de las jóvenes doncellas estaba de acuerdo con esa union, pero no podían cuestionar a Alyssa, la joven les había salvado la vida, así que lo mínimo que podían hacer por ella, era seguir sus órdenes en silencio y no desafiarla.

Cuando Lucien volvió a la fortaleza se encontró con la reina, esperándolo en la entrada, Amalia lo miro buscando algún indicio de dolor, al no ver nada su cuerpo se relajo.

- Su majestad. - Saludo sin hacer alguna reverencia, ya habían pasado ese límite hace mucho, su suegra tenía una expresión que no podía descifrar, casi siempre la tenía, pero esta vez sintió un poco de reproche, cosa que lo alertó.

- Vamos Lucien, tengamos un pequeño paseo- Invito con una voz suave, la misma que usaba cuando quería llamar la atención de Grace sin asustarla o hacerla sentir mal.

El menor solo asintió, siguiéndola, ambos entraron a los jardines, siguiendo su sendero en una caminata lenta y silenciosa, muy silenciosa, solo se escuchaban sus respiraciones y pasos, pero no se sintió inseguro.

- He sido devota al rey y a la corona, incluso desde antes de casarme, siendo amiga de tu madre - cuando Amelia empezó a hablar una pequeña sonrisa se formo en sus labios, ya no se ocultaba en una máscara fría y sin emociones, Lucien se sintió un poco fuera de lugar, pero no hablo - Me enoje mucho cuando Valérie dijo que estaba embarazada de Anthony, crei que empezó a hacer menos devota, un enojo que cegó mi juicio, y que, lo admito, me arrepiento de aquello, porque la juzgue mal - El joven bajó un poco la cabeza, entendiendo a lo que se refería la reina, todos crían que su madre le había escupido a la corona cuando tuvo un hijo por fuera de su matrimonio, habían creído que ella engaño a Daemon y así había ensuciado el apellido Delroy.

Lucien era más maduro ahora, entendía mejor las cosas, y admitía, que a su pesar, era un bastardo ante la sociedad, pero no entre su familia, después de todo tuvo un padre, y fue su tío que lo crió y lo amo como su hijo, y su abuelo, Byron Thorne lo había hecho su heredero, sin importarle que no llevara su sangre.

No entendía porque su madre no dijo que su "padre" la había violado, no entendía porque ella no se defendió y dejó que la llamaran "prostituta" o "seductora", él cree que ella debe tener sus razones y además no se atreve a juzgarla; de todos modos el ser llamado bastardo ya poco o nada le importaba, su enojo siempre llegaba porque al señalar su bastardía siempre atacaban a su madre, llamándola golfa, puta o perra, eso no lo permitiría, mientras tuviera vida, iba a defender a la mujer que le dio la vida, iba a defender a la mujer que lo amo, aun siendo producto de una violación.

- Yo fui quien le metió a Aeron a la cabeza que tú eras un bastardo, no fue Liam, no fueron los demás - Lucien detuvo su caminar al escuchar aquella confesión, alzó su cabeza, mirando con ojos abiertos a la reina, quien caminó dos pasos más antes de parar y voltear su cuerpo, quedando cara a cara con el joven - Aeron es un buen hijo, no quería que el rey me castigara o los demás me acusara, ahora pienso que debió hacerlo, pero eso ya no importa, el odio que ustedes dos se tienen es mi culpa, mi culpa y la de mi hermano - Juntó sus manos, mirando a Lucien con seriedad, mostrando arrepentimiento en su voz.

- ¿Por qué me dice todo esto? - No quería mostrarse dolido, pero no podía hacer nada, estaba muy sensible, sus sentimientos salían por sí solo - ¿Qué gana al hacerlo? - Sabía que su suegra, no tenía mucho cariño hacia él y su hermano, mucho menos hacia su familia, pero saber que ella era la responsable que la relación con Aeron, Grace y Liam se haya arruinado, era simplemente doloroso, más aún si pensaba en su infeliz matrimonio.

Si Aeron no lo odiara, si tan solo el incidente en el que le lastimó el rostro no hubiese sucedido, si tan solo no hubiesen tantas mentiras y secretos quizás estuviera teniendo un matrimonio tranquilo y feliz con su esposo y ambos estarían disfrutando de la notica del bebé.

- No gano nada, solo quiero que entiendas el motivo de tus peleas con Aero , ese motivo soy yo, envenené a mis hijos en contra de tu familia, y a la vez, hacia tí, tenía miedo - Admitió - aún tengo miedo que tu familia, gane la guerra que tanto esperan, tengo miedo de que tu familia, mate a mis hijos, he vivido con ese miedo durante mucho tiempo - Lucien se horrorizó con lo último, las lágrimas que estaba reteniendo cayeron al mismo tiempo que se acercaba a la reina, sujetando sus manos y llevándolas a su pecho.

- ¡Eso jamás sucederá! -Alzó la voz, sintiendo la adrenalina del momento, por su parte Amelia miró fijamente los ojos del menor mientras sus manos eran sujetadas delicadamente, sintiendo un calor familiar - Mi familia nunca le haría daño a sus hijos, ni a usted, mi abuelo quiere la corona porque cree que le pertenece, por que cree que el tiene que ser Rey, pero mi abuela no cree eso, y ella dice que si mi abuelo, se vuelve Rey, entonces pensó en darles un lugar apropiado en su corte, incluso ahora con mi matrimonio, habló sobre tener a Aemond a su lado en futuras batallas -Sonrió al decir lo último, recordando cuando su abuelo lo mencionó en una de sus visitas.

Amelia imitó los ojos llenos de lágrimas que su yerno le daba, aquel calor familiar llegó a su pecho, recordando como una joven Valérie sujetaba sus manos para reconfortar sus momentos tristes, Lucien la hacía sentir igual.

- Incluso si algo malo pasara y mi familia cambiara de opinión al querer poner a Darren en el trono, no dejaré que lastime a Aeron, Liam, Grace y los niños tampoco a usted - Lucien hablaba con toda la sinceridad que podía sentir en ese momento, sintiendo que su pecho dolía al ver a la reina llorando, soltó sus manos y la abrazo, Ameloa se derrumbó aún más, hundiendo su rostro en el hombro del menor.

- ¿No me odias? -Pregunto lo mejor que puedo, aferrándose a los hombros de Lucien, quien de una forma protectora la acunaba en sus brazos.

- Me siento un poco enojado y algo decepcionado, eso lo debo admitir -Amelia cerró sus ojos al escucharlo, más lágrimas salían sin control - Pero usted fue la persona que mi madre más amó en su juventud, fue su confidente, su amiga, o eso dicen los sirvientes, y estoy seguro que si le guardara rencor, mis abuelos vendría y me reprocharían por ser bueno con usted, tampoco quiero odiarla, es la madre de mi esposo y la abuela de Eirian incluso si no es de sangre - Se separó un poco de la mujer, quien abrió los ojos, encontrándose con una hermosa sonrisa - Usted Ama a sus hijos, nadie puede juzgarla por ello, así que no lo haré, pero le pido que me crea cuando le digo que peleare con el que sea por ustedes.

Su devoción estaba con su madre, quien sufrió injusticias, y con su familia porque en el fondo, Luke creía que le habían arrebató lo que les correspondía, pero su corazón no le permitía pensar en un futuro en donde no bromeara con Liam, en el que Grace no fuese su confidente y mejor amiga, donde Amelia, aunque distante y silenciosa, le diera una mirada llena de reproche a su hijo o hermano cuando comenzaban una disputa con él, incluso a un sobrino que intentaba sobrepasarse.

Tampoco quería un futuro en el que no viera a Aeron, aunque quiso darle la razón de aquello a su hijo, no quería que su bebé ni tampoco Eirian crecieran sin su padre, y por ello tenía tanto miedo. Amaba a su esposo, y a pesar de todo el daño que se causaron él no quería que nada le pasara.

- Perdóname Lucien - bajo la cabeza, pero el más joven acuno su rostro en su mano, limpiando como pudo sus lágrimas y haciendo que lo mirara.

- Perdóname también a mi por lastimar a Aeron, siempre he estado arrepentido de eso - Confesó, recibiendo la mano de la reina en su rostro, acariciándolo mientras limpiaba sus lágrimas.

- No te disculpes conmigo, eso debes hablarlo con Aeron - Lucien asintió, pero no estaba seguro si lo podría hacer, tocar el tema delante de su esposo lo aterraba y más ahora que nada era como antes.

Los dos trataron de calmarse, limpiando lo que quedaba de sus lágrimas, pero no se alejaron mucho el uno del otro, desde su lugar, Amelia le sonrió antes de que sujetara una mano de Lucien y volviera a hablar.

- La razón por la que decidí ser sincera contigo, es porque quiero que confíes en mí así que por favor dímelo, ¿Llevas el bebé de Aeron dentro de ti? - El menor se estremeció, sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas, empezando a entrar en pánico, temeroso y sintiéndose inseguro, si la reina lo sabía se lo diría a Aeron - Tranquilo, cálmate y respira lentamente - Miro a su alrededor, pidiendo ayuda pero estaban solos.

Amelia sujeto con cuidado al niño, llevándolo a un lugar en donde se pudiera sentar, cuando Amelia se agacho y sostuvo sus manos como él hizo con ella, pudo calmarse, respirando con normalidad y soltando las lágrimas que llenaron sus ojos.

- Por favor no se lo diga a Aeron...Yo aún... Aún no estoy listo, aún no quiero decirle -Amelia asintió, respetando su decisión, aquello logró hacer que volviera a la normalidad, mirando a la mujer, abrió la boca para decir algo más, pero fue interrumpido.

- el bebé se siente angustiado, quiere a su papá. -Los dos miraron a Grace, quien apareció de repente acompañada de su caballero, tan silenciosa como siempre, su madre le iba a preguntar qué hacía allí y de qué hablaba, pero un quejido la alertó.

Los tres vieron como Lucien se tocaba el vientre mientras empezaba a quejarse de un fuerte dolor bajo, cuando el chico empezó a desesperarse, Amelia le ordenó a Henrik que lo cargara para llevarlo a dentro del palacio, Grace les indico que debían buscar a Aeron, solo él podía calmar el dolor de Lucien, Amelia sabía que era necesario, así que dio la orden de buscar a su hijo.

Por su parte, Lucien llevo una mano a su vientre cuando fue cargado por Henrik, empezó a asustarse, no escuchaba lo que los demás decían, ni siquiera supo que su cuñada había llegado, solo podía pensar en el dolor punzante que sentía, pero lo que más le aterraba era la posibilidad de que su bebé estuviera sufriendo y entre más su miedo aumentara, su dolor le seguía el paso, uniéndose para atormentarlo.

No supo cuando habían entrado al palacio, solo veía como recorrían los pasillos sin ser muy consciente de lo que pasaba, solo quería que el dolor parara y que su hijo estuviera bien, quería que Aeron estuviera con él, solo él podía detener el dolor, aunque provocara más miedo e incertidumbre dentro de él, la presencia de su esposo ayudaría a su hijo, solo eso importaba, pero Aeron no estaba allí, y dudaba que llegara a su rescate o que tan solo le importara, pensar en ello provocaba más dolor y una sensación amarga en su pecho.

Pero cómo llegó, empezó a irse poco a poco, y cuando el dolor en su vientre casi desaparecía por completo fue cuando se percato de su situación.

Ya no estaba en los brazos de Sir Henrik, otros brazos lo rodeaban, casi meciéndolo con delicadeza, estaba aferrado al cuerpo de otro hombre, su rostro enterrado en su pecho, inhalando un aroma tan conocido y excitante a la vez.

Estaba en los brazos del padre de su hijo, Aeron Delroy.

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