Capítulo 61
El sanador entró a la habitación del príncipe Lucien, e hizo una reverencia al ver a los señores de Edoril, Byron estaba sentando en uno de los asientos de la habitación con una Copa de vino en mano, mientras que Eliza estaba cerca de la ventana mirando a través de ella.
Byron no le creía a su nieto, no creía que el niño estuviera esperando al hijo del bastardo de Daemon. Si su nieto realmente quedaba en cinta, sus planes no funcionarían, pues Lucien demostró que no permitiría que Byron dañara a Aeron.
El sanador se puso al lado del niño y volvió a examinarlo, Byron estaba impaciente, Elíza estaba nerviosa y Lucien parecía tranquilo por fuera, sin que los demás supieran de que el omega por dentro temia por la vida de su bebé, de hijo y de su esposo.
- ¿Y? - cuestióno Byron impaciente.
- Efectivamente esta en cinta, mi señor - afirmó el sanador, Byron se tocó el puente de la nariz frustrado, mientras que Eliza estaba feliz por su nieto pero aún así lo oculto.
- ¿Desde cuando? - pregunto Eliza acercándose un poco a su nieto.
- Desde hace unas semanas, mi señora. El embarazo del príncipe esta asegurado - aseguró el sanador.
- Gracias sanador, lamento haberlo molestado - El sanador mira al príncipe y le sonríe fugazmente.
- Con su permiso - dice el sanador antes de salir de la habitación del príncipe.
Lucien se sobresalta cuando un ruido de algo estrellarse retumba en la habitación. Su abuelo había tirado la Copa de cristal contra la pared, estrellándose sobre ella y esparciendo vidrios por todos lados.
- ¡Byron! - exclama Eliza al ver la repentina acción de su esposo
- ¡Cierra la boca mujer! - exclama de igual manera el hombre - Si no lo hubieses mimado todos estos años nada de esto hubiese pasado, tu lo sabias Eliza, él tenía un deber ¡Solo un deber! - grito el hombre rojo de la ira, la mujer retrocedió y por instinto se posiciono delante del niño.
- No le harás daño Byron, es tu propia ambición la que estas persiguiendo - el hombre la miro incrédulo - Te dije perfectamente desde que nos casamos, que dejaras tu ambición por el trono de Rothnia, ¿No te das cuenta? - La mujer se acercó a él - He perdido a mi hija, a mi hijo, a mi nieto y ahora incluso quieres arrebatarmelo a él también - Eliza señalo a su nieto - ¿No hemos sufrido lo suficiente? - indago la mujer con sus ojos cristalizados
- ¡Lo hize por nuestra familia! ¡Lo hizo por nosotros! ¡Por nosotros Eliza!
- ¡Lo has hecho por ti mismo! ¡Los hecho por ti y por la vibora de tu hermano! ¡Has destruido a esta familia! - Lucien se puso de pie al ver las lágrimas bajar por las mejillas de su abuela.
Byron negó abre las palabras de su esposa, eso no era cierto. Él había sacrificado muchas cosas por ellos, le habían prometido a su esposa volverla dueña del mundo, y eso era lo que haría, solo que Eliza aún no entendía, estaba confundida, estaba dejando que su corazón se ablandara. Ellos habían perdido a dos de sus hijos, eso era cierto, pero aún se tenían unos al otro y podrían ser felices, solo que las ambiciones de su esposa no eran tan grandes como las de él.
- Estas equivocada, Eliza - la mujer nego.
- El que esta equivocado eres tú, no permitiré que dañes a Lucie ni al bebé que lleva en vientre - aseguró la mujer.
Byron no podía creerlo, su esposa estaba de acuerdo con que Lucien cargará al hijo del bastardo del príncipe canalla, Daemon Delroy. Lucien vio como su abuelo los miro a ambos con reproche antes de salir de la habitación dando un portazo, sobresaltandolo.
Eliza soltó un suspiro tomando asiento y llevando una mano a su cabeza, estaba agotado y cansada, ya no tenía edad para estar preocupándose. La señora de las mareas miro a su nieto y le dio una pequeña sonrisa.
- ¿Realmente quieres tenerlo? - Lucien se sorprendió ante la repentina pregunta de su abuela - ¿Estas seguro de querer traer al mundo a un descendiente de sangre Delroy? - volvió a indagar la mujer, para estar segura de que su nieto no se arrepentirá
- Abuela...
- Podrá ocurrir una guerra, Lucien. Una no muy lejana, lo único que evitaba que la familia Thorne luchará por el trono de Rothnia, eras tu y Aeron. Ustedes son inocentes, querido. Tu abuelo solo buscaba una simple oportunidad para atacar y ahora tu se las dado, al decirle que estas en cinta - Lucien fruncio el ceño.
- No entiendo ¿Por que quería el trono de Rothnia? - Eliza suspiro antes de tomar las manos de su nieto
- Hace muchos años, tu abuelo y el difunto rey Tiberios lucharon encontra de un rey tirano de Oriente, Orgumleidi Ofeigsson, ambos eran generales de muy alto rango, cuando lo derrotaron, el Rey Tiberios envió a tu abuelo a Edoril, pidiendole que asegurara las flotas y los soldados por una carta anónima que hablaba sobre un posible ataque. Cuando tu abuelo regreso a Rothnia se entero de que Tiberios se habia nombrado Rey de los siete reinos; tu abuelo se sintió traicionado, pues Tiberios era su mejor amigo y lo apuñalado por la espalda al nombrarse rey, cuando la gloria le correspondía a ambos. - Eliza dio una pausa antes de continuar - Con el tiempo ambos llegaron a un acuerdo, tu abuelo gobernaría Edoril, con el título y privilegios de un rey, su descendencia recibiría el título de príncipe y princesa y el primogenito heredaría el título de rey también. Pero tu abuelo es codicioso, no más que Verner, eso te lo aseguro, pero si codicia lo que ya no se le puede otorgar.
- Eso quiere decir ¿Que estoy en peligro?
- Eso quiere decir, que ya no eres un niño, que debes comenzar a defenderte Lucien, no importa quién se meta en tu camino, debes deshacerte de esa persona si quieres proteger a los tuyos y a los que amas - ella puso una mano en su vientre plano
- Abuela, yo...
- Aeron te ama - ella acarició su rostro - Y puedes estar seguro de que amara a este bebé, pero debes darle tiempo, porque el debe encontrar el perdón en su corazón, como tu también debes perdonarlo. Ustedes han demostrado amarse de miles de manera, este bebé es una de ellas, Eirian es una de ellas, si pudieron afrontar los demás obstáculos que les puso la vida en su camino, se que podrán afrontar estos; pero para que eso suceda, debes volver a Rothnia y resolver tus problemas con tu esposo y padre de tus hijos ¿Te ha quedado claro? - el niño asintió y Eliza dejó un beso en su frente.
- Perdón abuela, no debi haberme molestado contigo, fui impulsivo, no creo poder gobernar - Eliza negó con una pequeña sonrisa.
- Perdoname tú a mi, mi niño. Yo no tenía idea de que Anthony había abusado de tu madre, crei que fuiste parte de una aventura. Me equivoqué tanto, que una vida no será suficiente para disculparme contigo y con tu madre - ella volvió a dejar un beso en la frente del niño - Y serás un gran gobernante algún día, se que no quieres ser el futuro señor de las mareas, me lo has dicho incontables veces al igual que te has negado a ser el futuro señor de las mareas; se que quieres que Darren sea el siguiente gobernante, pero no es posible, mi niño y lo sabes - Lucien arrugó un poco su nariz en forma de disgusto.
- No lo creo justo.
- Nada en esta vida es justo, cariño - Eliza dejó un último beso en la frente de su nieto antes de ponerse de pie - Prepara tus cosas, debes volver a Rothnia. Además, creo que debes preguntarle a el sanador, que ocurre cuando el padre del bebé no está cerca, él te sabra explicar mejor - le recomendó Eliza antes de salir de la habitación.
Lucien llevó una de sus manos hasta su vientre plano y lo acarició, mientras una sonrisa pequeña se formaba en sus labios.
- Volveremos a ver a tu papa, pequeño.
- ¡¿Divorcio?! - exclamó el rey molesto al escuchar las palabras que su hijo le había dicho a la reina. - ¡Ese niño esta loco! no permitiré que la Unión que he formado con la casa Thorne sea rota por el estúpido capricho de tu hijo. Debe aprender a madurar Amelia - la reina solo negaba ante las palabras de su esposo, era increíble como aquel hombre se enfocaba cada día más en arruinarles la vida.
- Eres increíble, James. Tu eras el que más deseaba que nuestro hijo se divorciara de Lucien, y ahora que Aeron esta dispuesto a hacerlo, no quieres hacerlo ¿Que es lo que realmente pretendes? - cuestióno la reina.
- Pretende evitar una guerra con los Thorne, Amelia ¿No lo entiendes?
- Sabias que esto ocurriría, sabias la verdad saldría a la luz tarde o temprano. Aeron no es idiota, James. Cuando algo se le mete a la cabeza, se obsesiona con eso, hasta que consigue lo que quiere, Lucien no fue la excepción - le recordó la reina, sabiendo que su hijo había estado obsesionado con Lucien desde que supo que el niño se habia presentado como omega, tal vez mucho antes - Nuestro hijo...
- ¡Tu hijo! - exclamó el rey, harto de escuchar la palabra "nuestro hijo"
- ¡Nuestro hijo! ¡Tuyo y mio!
- ¡No soy padre de ese bastardo...! - la mejilla del rey ardió en cuanto su esposa lo abofeteó.
- ¡Ese bastardo es tu hijo! ¡Me obligaste a alejar a Aeron de Daemon por celos, cuando tu tuviste más bastardos que cualquier otro! - grito la reina con la sangre hirviendo.
- ¡Soy el rey, puedo hacer lo que se me plazca!
- ¡Y yo soy tu reina! ¡Madre de tus hijos! - le recordó.
- No me desafíes, Amelia - la reina sonrió irónica - Me debes respeto...
- ¿El mismo respeto que tu me ofreces? - cuestionó - Me has engañado más de dos veces. Si, he cometido errores, lo admito. No soy una santa, ni cumplo con el papel de mujer fiel y devota a su esposo, pero a comparación de tí, solo te he engañado una vez, una vez de la cual me arrepiento. ¿Pero tu? - ella río - Me has engañado durante catorce años, James, catorce malditos años ¿Y quieres echarme la culpa?
- No vengas de víctima
- James
- Amelia...
- No quiero que tengan la misma vida que nosotros - confeso la reina con los ojos cristalizados antes de dar media vuelta.
- Lo siento Amelia, pero mi decisión sigue siendo la misma. Aeron y Lucien seguirán casados, por más que su matrimonio sea un fracaso como el de nosotros, ambos aprenderán a tolerarse - a la reina se le hizo añicos al escucharlo.
Ese era su matrimonio, y no quería eso para sus hijos. Ella sabía lo que era vivir en un matrimonio que solo se volvió costumbre, un matrimonio donde los sentimientos y las emociones ya no estaban, donde solo había lugar para el dolor, las mentiras, y los engaños. Ella debía luchar por sus hijos, pero era débil y siempre lo sería.
- Como su majestad ordene - dijo la reina antes de salir de la habitación.
En los recuerdos de la reina, recuerdos de su juventud, existía amor, cariño, aprecio y consideración, en sus recuerdos, ellos estaban juntos, sin mentiras ni contratiempos, eran felices, eran una familia. Ahora, solo vivían en una mentira, algo que ya no tenía valor pero era algo politico que los del Consejo podían usar a su favor. Ella tenía un deseo, y volver el tiempo atrás y quedarse en los recuerdos para siempre, donde sus hijos vivían felizmente, donde podían dormir en paz sin pensar en una conspiración, donde ella sabía lo que era amar y donde alguna vez...sintió amor.
Todo por lo que has pasado te hace fuerte; la reina sabía que esas palabras eran mentiras, sabia que eso era una vil y cruel mentira de los demás. Porque ella no necesitaba ser fuerte, necesitaba ser feliz, sentirse protegida; necesitaba no tener miedo y no llorar por las noches cuando era obligada.
Ella no necesitaba ser fuerte, necesitaba que la quieran, necesitaba pensar que importaba como persona y sobre todo, necesitaba ser ella.
Muchos conocen a la reina como; la serpiente codiciosa, la seductora de hombres, la reina cruel, la reina sin amor. Habían muchos apodos, pero ninguno se acercaba. Pues nadie conocía la verdadera historia detrás de la personalidad de la reina, nadie sabia por que la reina evitaba acercarse a sus hijos, nadie sabia porque la reina a veces era fría, porque a veces bajaba la cabeza y no decía nada, nadie sabia porque la reina cedía después de discutir con el rey.
Algunos se preguntaban si la reina, ¿Lo hacía por amor o por poder?
- Madre - Amelia miro a su hijo menor cuando salió de la habitación.
La reina sonrió y se acercó a su luz, apoyando una de sus manos en el rostro de su hijo, Aeron cerro sus ojos disfrutando de la caricia de su madre.
- Mi pequeña luz ¿Acompañarias a tu madre a dar un paseo? - pregunto la reina y Aeron asintió, Amelia se engancho del brazo de su hijo y ambos caminaron por la fortaleza.
Amelia cerro sus ojos por un momento cuando sintió la fruta brisa golpear su rostro, ambos madre e hijo estaban perdidos en sus pensamientos.
- Aeron - el albino la miro - Lucien deben regresar - el alfa se tenso - Lo lamento tanto mi amor, lo intente, pero falle - Aeron se separó de su madre.
- ¿Volver? No, no madre. - Amelia vio el dolor y la desesperación en el rostro de su hijo - Luke no puedo volver, no puede madre ¿Como podré protegerlo si vuelve? - Amelia mordió su labio al ver como el miedo se apoderaba de su hijo.
La reina jamás lo había visto preocuparse tanto por alguien, jamás había visto a su niño temer por alguien. Ella sabía que Lucien era la debilidad de su hijo, pero ella también sabia que eso era algo que los sentenciaran a ambos.
- Aeron, tú no tienes la culpa - ella sostuvo el rostro de su hijo entre sus manos - él tampoco tiene la culpa, perdonalo hijo, o perderás al amor de tu vida. Encuentra el perdón en tu corazón, ninguno de ustedes es culpable, no cometas el error que cometieron nuestras familias en el pasado.
- ¿Cual?
- Sacrificar a quien amas.
- Se ve realmente hermosa, su alteza - Alyssa se sintió rara al escuchar aquel título con el que se referían a ellas las doncellas.
- No estoy casada con su alteza aún - aclaro la joven - así que no vuelvan a llamarme su alteza - las doncellas asintieron ante la petición de la joven dama.
La costurera ajustó el vestido rojo y dorado de la joven, los colores de la casa Delroy. La figura de la joven era como un reloj de arena, una figura que la costurera adoraba, pues ajustarlo al cuerpo de la joven era fácil.
Las doncellas murmuraban en voz muy baja, sobre la actitud de la futura reina. La joven estaba perdida en sus pensamientos, en su rostro y mirada no había una pizca de emoción, mucho menos un destello de felicidad en sus ojos.
- Su atuendo de bodas aún necesita unos ajustes, mi dama. - confeso la costurera pero la joven estaba perdida en sus pensamientos - Se ve realmente hermosa, le deseo felicidad en su matrimonio con el príncipe - Alyssa salió de sus pensamientos al oir aquello y miro a la costurera.
- Le agradezco sus servicios costurera, creo que me gustaría estar un tiempo a solas, para disfrutar de mi...alegria - la costurera sonrió y asintió, las doncellas hicieron una reverencia y salieron de la habitación.
Alyssa se miro al espejo y soltó una risa, sus doncellas de confianza que habían entrado en la habitación de la futura princesa, sintieron un poco de lastima.
- ¿Es increíble saben? - las doncellas cerraron la puerta de la habitación y se acercaron - Soy igual a su difunta esposa - los ojos de la joven se llenaron de lágrimas - Y ahora, estoy a tan solo pocos días de ser desposada por un hombre, que al verme me odia, porque soy igual a su esposa
Alyssa se miro al espejo, vestida de novia. Esa no era ella, no era ella.
¿Donde había quedado la niña feliz? ¿Donde habían quedado la niña que le prometió a su madre irse lejos? ¿Donde estaba la niña sin preocupaciones?
- Señorita...
- Lo que dijo mi madrastra era cierto - la joven se limpio sus lágrimas - Solo sirvo para ser vendida al mejor postor, abrir las piernas y darle a mi futuro esposo cuantos hijos quieras - a las doncellas de la joven se les rompió el corazón al escucharla.
Servían a la niña desde que tenían trece años, la habían visto sufrir y llorar, habían visto cuando la niña perdió a su madre y hermanos al mismo tiempo, la habían escuchado gritar y patalear cuando vio a su madre ser cortada y abierta para salvar al niño dentro de ella, un niño que solo vivió durante tres días, antes de morir. Y ahora, estaban viendo la infelicidad en el rostro de la niña y la tristeza que la acompañaba.
- Esto no es una boda - susurro la joven - Esto es un funeral.
Alyssa se paro frente al espejo, mientras sus doncellas la ayudaban a desvestirse. Dentro de unos días, dejaría de ser Alyssa D'Arcy para ser Alyssa Delroy. Si había alguien que salía ganando con esa Union era su familia; su padre, sus dos hermanos menores, sus hermanas e incluso su madrastra.
Alyssa no quería casarse, no el importaba el título de princesa heredera o de reina de los siete reinos, ella solo quería volver a ser la primera señorita de la casa D'Arcy del magistrado del condado de Landrock. Quería volver a abrazar a su abuela, sentirse protegida entre sus brazos, quería ver a su hermano mayor, abrazarlo, hablar con él y escuchar las historias de sus viajes.
¿Pero como...? Si los únicos que sabían de su boda era la esposa de su padre, sus hermanas, sus dos hermanos menores y los sirvientes. Su abuela y su hermano no tenían idea de nada, de absolutamente nada. Se la habían llevado a escondidas, cuando su abuela enfermo y cuando su hermano se había ido de viaje.
- Señorita, he escuchado decir a los sirvientes que el príncipe heredero no es malo, usted lo vio ¿No está satisfecha con él? - pregunto su doncella, Zehra
- ¿Como puede alguien como yo no estar satisfecha con cualquiera? - las jóvenes vieron la tristeza en el rostro de la joven - La hija mayor del magistrado, la hija de una mujer seductora, la loca, la enferma - Alyssa río con ironía - ¿Quien se preocuparía por mis pensamientos? ¿A quien le importaría lo que siento? Simplemente soy una hoja de césped flotando con el viento. - la joven comenzo a toser, preocupando a sus doncellas.
Sienna, su segunda doncella se apresuró a traerle un pañuelo a la joven, Alyssa limpio su boca y volvió a toser, esta vez su rostro se puso pálido y sonrió tristemente al ver el pañuelo.
- Solo tengo algo que hacer - susurro la joven - Casarme con Liam Delroy y alejarme de él o de lo contrario le traere problemas - confesó viendo la sangre en el pañuelo blanco.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top