Capítulo 59

Lucien sintió un dolor en su frente, llevo una de sus manos hacia su cabeza sintiendo la tela sobre ella, lo habían vendado. En ese momento los recuerdos llegaron a su mente, después de que su espo...Aeron había salido de la habitación, después de llorar y llorar incluso gritar, recuerda querer vomitar e ir hacia el baño, también recuerda que cuando estaba volviéndo se sintió mareado, luego sintió un golpe en su cabeza y todo se volvió negro. Al parecer se había golpeado con el mueble de su habitación, el que estaba cerca de la cama y el baño.

Se incorporó en la cama apoyándose en el respaldo de esta observando a su alrededor, cuando intento moverse sintió un apretón en su mano, Lucien bajo la mirada y se encontró a Leysa arrodillada en el suelo con la cabeza apoyada en el cama durmiendo, pero sin soltar su mano. Lucien sonrió cariñosamente y con una mano libre acarició el cabello de la joven apartando cabellos rebeldes de su rostro.

- Leysa...- susurro cariñosamente - Leysa - volvió a llamar a la joven, después de unos segundos la doncella abrió los ojos encontrándose con la mirada verde de su príncipe.

- ¿Alteza? - los ojos de la niña se volvieron a cristalizar

- ¿Tanto te sorprende verme? ¿A quien sirves además de mi? ¿ah? - bromeó el omega y en un abrir y cerrar de ojos sintió un peso sobre su cuerpo, la joven se había abalanzado a abrazarlo, Lucien la escucho sollozar - Esta bien, esta bien, dulce flor, no llores - Luke acarició el cabello de la joven.

- No estoy llorando - respondió leysa alejándose del omega y sorbiendo su nariz - Solo tengo alergias - Lucien río ante la mentira ridícula de la joven

- Dulce flor no sabes mentir - dijo Lucien dando un golpecito en la frente de la joven quien arrugó la nariz.

Ambos se quedaron en silencio, el sentimiento de felicidad y alegría había cambiado por uno triste y amargo, algunos sentimientos le pertenecían a él, pero los otros eran de Aeron.

- ¿Cuanto tiempo he estado inconsciente? - pregunto Lucien a su doncella

- Un día, alteza, mi tía dice que el impacto del golpe en su cabeza fue fuerte y que ha sufrido una gran pérdida de sangre, así que era normal que estuviera inconsciente por un día o tal vez más - explicó la joven.

Lucien solo asintió y se perdió en sus pensamientos. ¿Donde estaría Aeron? ¿Habia vuelto a Rothnia? ¿Seguia en Edoril? ¿O había ido de regreso a la ciudadela?

Lucien sintió náuseas, creyó que tal vez era por no tener nada en su estómago, pues había estado inconsciente un día y antes del incidente no había comida nada. Las náuseas se hicieron más fuertes lo que obligó al príncipe a ir corriendo al baño, poniéndose de cuclillas vomitando.

- Llamen al sanador - ordenó la joven dándole la orden a las doncellas que estaban en la habitación.

Lucien mojó su rostro viendo su palidez y ojeras, cuando salió del baño y vio a Leysa parada de la cama, el omega le sonrió.

- No debiste hacerlo, no quiero molestar al sanadoe - Leysa mordió su labio - Además no es nada, debe ser el hecho de no tener nada en el estómago. Estoy bien, Leysa, no tienes que preocuparte. - Luke le sonrió pero ella no lo hizo - Leysa - el se acercó a ella pero la joven bajo la cabeza.

Lucien fruncio el ceño ante la actitud de la joven, pues estaba actuando de una manera extraña. Las únicas ocasiones en las que la joven se comportaba de esa manera, era por que algo le preocupaba o algo le ocultaba.

- ¿Estas bien? ¿Sucede algo, Leysa? - pregunto Lucien un poco preocupado.

- Alteza usted...- las palabras de la joven fueron interrumpidas por el ruido de las puertas abrirse.

- Sanador - el viejo sanador hizo una reverencia ante el príncipe - Le acabo de decir a mi dama de compañia que estoy lo perfectamente bien - El sanador miro a Leysa quien asintió.

- Es mejor prevenir alteza, usted sufrió un golpe fuerte, es mejor examinarlo - Lucien suspiro rendido y asintió.

Tomó asiento en uno de los cómodos sillones de la habitación, mientras que el sanador acercó un banco para sentarse en frente del príncipe, primero examinó el golpe en la cabeza, curó y vendo la herida.

Lucien vio como Leysa se ponía cada vez más nerviosa. El sanador miro a Leysa y esta asintió.

- Mi príncipe - Lucien lo miro - Hay que debe saber, algo que hemos descubierto con la sanadora Arwen - Lucien fruncio el ceño

- ¿Que es? - pregunto sonriendo.

- Esta en cinta, alteza.

Solo los dioses y los presentes en aquella habitación vieron como la sonrisa y el brillo de los ojos del niño se apagaron al escuchar al sanador. Solo los dioses fueron testigos del dolor que atravesó al niño al escuchar la palabra.

- ¿Quiere decir...que estoy embarazado? - El sanador asintió.

Lucien río pero esa risa luego se convirtió en sollozos.

Los dioses realmente eran crueles, jamás había pensado que jugarían con él de tal manera.

- No, no es posible- dijo el omega

- Debe tener cuidado con su embarazo alteza - dijo el sanador viendo al omega negar

- No puede ser.

- Le recuerdo que debe mantener un embarazo saludable, sobre todo no hacer fuerza, su alteza. Su embarazo es certero, si. Pero apenas tiene dos semanas así que deje cuidarse y....

- No, no, no - Lucien se levantó del sillón y comenzó a dar vueltas por la habitación.

- Mi príncipe se que esta asustado pero usted estára bien y el bebé que carga también

- No sanador, no - Lucien lo miro con los ojos cristalizados - Usted no lo entiende, este bebé - llevo una mano a su vientre aún plano - este bebé no puede nacer.

«me da asco tu familia, me da asco la sangre que corre por tus venas»

Lucien cerro sus ojos con fuerza al recordar las palabras de Aeron, si al alfa le daba asco las sangre que corría por sus venas ¿Que pasaría con el bebé?

- Mi príncipe, el bebé que espera es también del príncipe Aeron. Su embarazo es un milagro usted...

-¡Este bebé no puede nacer! - grito Lucien con lágrimas en sus ojos - ¡No dejaré que eso ocurra! - el sanador asintió.

- en ese caso, prepare un té abortivo - declaró el sanador antes de salir de la habitación.

Lucien se sento en la punta de la cama, cuando cubrio su rostro con sus manos y lloro, sintió a alguien abrazarlo.

- Esta bien - escucho un susurro en su oído - Esta bien, todo está bien - Lucien se aferró a la joven quien acarició el cabello del príncipe.

- Leysa...no puedo - la joven dejó que el príncipe llorara en sus brazos.

La joven conocía los sentimientos del príncipe, sabía cuanto había deseado Lucien un bebé, pero que estuviera en cinta ahora era el momento menos indicado. Leysa sabia que Lucien amaba al príncipe, pero también sabia que el niño estaba dolido por las mentiras y los secretos que salieron a flote.

-Shh, esta bien....todo estará bien.

El sirviente se apresuró a llegar al gran comedor donde la familia Domhell y miembros de la familia Thorne cenaban entre risas y charlas.

La reina de poniente miro al sirviente que entró apresurado al gran comedor y captó la atención de todos los demás.

- ¿Que sucede? - pregunto bebiendo un sorbo de vino.

- Acaba de llegar una carta para los señores de Edoril, Majestad - dijo el sirviente haciendo una corta reverencia.

El sirviente se acercó a Byron y Eliza y les entregó la carta, el señor de las mareas volvió a sentir lo que no sentía hace mucho tiempo; miedo. Mientras que el rostro de la señora de las mareas palidecio, al leer las últimas palabras de la Carta.

«Los príncipes se han enterado de todo»

Eliza miro a su esposo, Byron arrugó la carta y la tiro al fuego ardiente de la chimenea que había en el gran comedor. Las gemelas fruncieron el ceño ante el acto de sus abuelos.

- ¿Sucede algo? - inquirió Astrid a sus abuelos.

- Debemos volver a Edoril, ha surgido un problema - aclaró Eliza y le dio una rápida mirada a Katherine.

- Se que es muy repentino - Byron se puso de pie al igual que Eliza - Pero debemos de ir, lo lamento Astrid - La princesa heredera le sonrió a su abuelo comprensiva.

- Ordenare que les preparen un carruaje - dijo la reina poniéndose de pie y llamando a los sirvientes, los señores de Edoril le sonrieron agradecidos.

Byron agarro la mano de su esposa y ambos salieron del Gran comedor para ir a sus habitaciones a preparar todo para partir. A los minutos, Katherine también se puso de pie y dejó un beso en las frente de sus hijas, e hizo una reverencia a la reina y a su yerno antes de salir del comedor e ir a las habitaciones de sus suegros.

Eliza, sabiendo que su nuera iría, dejó la puerta abierta, así que la mujer pudo entrar sin tomarse tiempo en golpear.

- ¿Por que tan repentino regreso? - pregunto llamando la atención de los señores pero no se sorprendieron - ¿Que ocurre? - Eliza soltó un suspiro y le hizo una seña a su nuera para que se sentara.

- Antes de venir aquí, hemos dejado un informante en Edoril - confeso la señora de las mareas

- ¿No confian en Lucien?

- No es en Lucien de quien desconfiamos, es de la Corte. - aclaró Byron.

- Nuestro informante nos dio noticias, noticias que temiamos que se hicieran realidad - dijo Eliza, Katherine fruncio el ceño.

- ¿Que noticias?

- Lucien se enteró que Valérie esta viva, que su deber era asesinar a Aeron en la noche de bodas, que Liliane, una mujer que jamás conoció era su tía y sobre todo, Aeron también se enteró de muchas cosas - Katherine comenzo a jugar con sus manos.

Ella sabía, ella lo intuía, sabía que a el no le podrían ocultar la verdad ¿pero que podría hacer ella? Si ella se había enterado hace tan solo una noche, que su mejor amiga vivía, que su niño fue entrenado para asesinar a el hijo de su otra mejor amiga, que Liliane, quien era una bruja y murió quemada por haber planeado el emveneamiento de Aeron, había condenado a Amelia y a Lucien.

Ella no era inocente, jamás lo fue, incluso creía ridículo que la familia de su esposo buscara justicia por Liliane pero no por Maximilian, Liliane era culpable de muchas tragedias, al igual que lo era Verner y Bernard, al igual que Eliza, Byron y James. Ella no era del todo una víctima, pues error fue guardar silencio, conociendo las atrocidades que hizo la familia Thorne, pero ella también era miembro de la familia Thorne, ella tenía dos hijas, dos hijas que llevaban la sangre de Byron y Eliza, incluso la de Liliane.

Lucien lamentablemente también llevaba esa sangre y a ella le dolía, como también le dolía que sus hijas fueran miembros del clan Thorne.

Katherine lo amaba como si fuese su propio hijo, y no era mentira decir que a la princesa viuda muchas veces se le llenaban los ojos de lágrimas cuando lo veía sufrir las mortificaciones del humo seco y áspero del resto de la familia por las mentiras que decían y los secretos que ocultaban detrás del "honorable" apellido que llevaba la familia.

Aeron destruyó todo, absolutamente todo lo que había en la habitacion, en la habitacion de la fortaleza que compartía con su omega.

El sonido de cosas rompiendose y maldiciones por doquier se escucharon por todos los pasillos de aquella fortaleza mientras el alfa de cabello platinado se sumia en una incontrolable furia llena de dolor y resentimiento.

El dolor en los ojos de Lucien lo perseguían mientras veía lo destrozada que aquella habitación habia quedado.

«¿No prometimos no volvernos nuestras familias? ¿No prometimos ser nosotros contra el mundo? ¿No estamos juntos en esto?»

La confusión golpeando su pecho mientras observaba el fuego frente a él. Quería sanar, olvidar todo el rencor que tenía guardado en su pecho por toda su familia y ser feliz junto a su omega, aceptando su rendición por lo que sentía y lo que ese omega lograba provocarle, no quería perderlo de esa forma, pero entre más lo pensaba, se daba cuenta de que poco a poco lo haría. El odio y resentimiento que creyó olvidar, estaba volviendo a aparecer y lo peor era que estaba comenzando a consumirlo.

« ¡Eres mi esposo, Aeron! ¡Eres mi esposo y me odias! »

Al resonar esas palabras en su cabeza tomó uno de los pequeños espejos que había en lugar rompiéndolo contra la pared, seguido de muchos muebles que habia en el lugar, desatando la furia de su lobo hasta ahogar un gemido cuando la palma de su mano fue herida y la sangre se derramó, escuchando la puerta ser abierta mientras sus ojos se llenaban de lágrimas acumuladas que no había soltado en muchos años, mientras intentaba no romperse.

« ¡Me estas lastimando ahora, Aeron! ¡Me lastimas! »

Él no quería lastimarlo, el había jurado protegerlo, pero estaba fallando a su promesa pero también le estaba fallando a su familia. El alfa siguiente destruyendo la habitación sin importarle la sangre que caía de la palma de su mano y las heridas que los cristales estaban creando en sus brazos y manos.

- ¡Ahhhhh! - el grito del príncipe fue tan desgarrador y doloroso que la reina, quien había entrado a la habitación, retrocedió al escuchar el grito de su hijo.

Amelia conocía ese tipo de grito, ese tipo de sentimientos, ella sabía que cuando una persona gritaba de ese modo, algo dentro de él moría. Los ojos de la reina se cristalizaron cuando vio a su hijo, su milagro, su tercera estrella, caer al suelo de rodillas temblando y llorando, sin importarle los cortes en las palmas de sus manos y la sangre que caía de ellas.

Aeron miro hacia arriba encontrándose con la preocupada mirada de su madre; Amelia al ver a su hijo menor en ese estado se acercó con cuidado, liberando su maternal aroma para que el lobo de su hijo la reconociera, observando lo destruida que la habitación matrimonial había quedado y lo destruido que estaba su niño.

Aeron la miró y con pasos cortos ella se acercó, Aeron vio a su quien lo miraba con una sincera mirada llena de maternidad que hizo latir al alfa. Amelia se arrodilló delante de su hijo sin importarle los vidrios debajo de sus rodillas y acarició la mejilla de su hijo y Aeron cerró sus ojos, deseando que Lucien estuviera ahi aún odiándose por la intensa necesidad que sentía de verlo.

- Mamá - Amelia abrazo a su hijo dejando que el niño llorar a en sus brazos.

- Esta bien, mi luz, mamá esta aquí - dijo la reina acariciando la cabellera de su hijo mientras el príncipe se aferraba aún más a su cuerpo.

La reina estaba haciendo lo que alguna vez deseo que hiciera con ella; darle apoyo y consolarla. Ella también había estado destrozada, ella también necesito compresión y consuelo, y saber que lo mismo le estaba pasando a su hijo, a su milagro, al fruto de su amor prohibido, le partía el alma y el corazón.

- Esta bien, mi luz. Esta bien - ella beso su frente - Debes ser fuerte mi luz, debes ser fuerte - Aeron miro a su madre con los ojos cristalizados

- ¿Como puedo hacerlo, madre? Él es mi todo, mamá ¿Que hago sin él? - pregunto el príncipe con la voz rota, intentando limpiar su rostro pero era inútil las lágrimas seguían saliendo - Lo extraño mamá, extraño su risa, su voz, su mera presencia. Pero también odio extrañarlo, una parte de mi lo odia, mamá. Pero la otra otra lo ama, lo desea, lo anhela, lo extraña. - Amelia intentaba no llorar al escuchar a su niño.

Jamás había escuchado a su hijo hablar de esa manera, tan profunda, tan dolorosa. Y se culpó, se culpó por haber permitido que su hijo, su niño, su luz, viviera en una mentira, en un mundo lleno de conspiradores y secretos. Ella odiaba eso, e incluso en momentos como ese, se arrepentia de no haber huido con Daemon, solo porque no quería que su niño sufra. Ella también era parte del dolor de su hijo y eso dolía aún más.

- ¿Porque mamá? ¿Porque duele? - Amelia dejó varios besos en el rostro de su hijo, creyendo que de esa manera a su hijo le dolería menos. - Duele, mamá, duele mucho - se quejó el príncipe.

- ¿Donde te duele, mi luz?

- Dentro, mamá. La herida esta dentro, en mi corazón

Amelia lo volvió a estrechar en sus brazos, dejando que el príncipe llorara en su pecho, en aquel momento, ella no era la reina y el no era el príncipe; en aquel momento, ella era una madre que consolaba a su niño, y él era niño que necesitaba a su mamá.

En ese momento ya no existía nadie, pero absolutamente nadie, solo ellos dos. Ya no exista el Reino, la Corte, las obligaciones, el trono, las peleas, los problemas, las ambiciones, los secretos, las mentiras, los ensago y la traición. En ese momento ya no existian los títulos, los deberes y el chantaje; en ese momento, solo existía una madre desesperada que tenía el alma en pedazos al ver a su hijo llorar, y solo existía un niño que tenía el corazón roto y un debate de emociones en su cabeza que solo quería estar en los brazos de su madre y llorar como un niño.

- Esta bien, mi luz. Mamá esta aquí, mamá siempre estará aquí...

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