Capítulo 53

Aeron salió de la casa del gobernador, le había dicho a Liam que recorrería la ciudadela, a pesar de que su hermano se negó varias veces de que fuera solo, la terquedad del príncipe albino siempre ganaba. A regañadientes el príncipe heredero lo dejó salir, pero Linus debía ir con él, Liam insistía en que la ciudadela era peligrosa.

— Mi señor, ¿que es lo que busca? Llevamos horas recorriendo las calles — se atrevió a preguntar Linus estando alerta de cualquier movimiento o persona que actuara raro. Pero todos actuaban raros, al menos para él.

— ¿Recuerdas el grupo de personas que estaban mirandonos a solo unos pasos de distancia cuando llegamos? — Pregunto Aeron viéndolo y Linus asintió.

— Lo recuerdo, aquellas personas actuaban raro — Aeron asintió.

— Necesito saber el porque.

— ¿Pero no son solamente un grupo de personas como todos estos? — pregunto en un susurro mirando a su alrededor.

Las calles estaban hechas un desastre, la corrupción era notable, incluso la mala economía en la ciudadela. Las casas casi en ruinas, algunas con grietas con las paredes, otras con las ventanas rotas, incluso había vagabundos. Realmente no era un lugar para vivir, ni aunque se haya cometido un delito. Era peor que estar en la prision de ciudad de bronce, al menos ese lugar te protegía de las lluvias.

— No, por alguna razón extraña siento que esas personas saben algo — Dijo el principe albino, su lobo le advertía el peligro, pero su instinto rebelde lo instaba a inspeccionar.

Aeron se detuvo mirando a su alrededor, intentando encontrar a algúna de las personas que había visto hace ya tres días. Pero no obtuvo éxito, estaba por darse por vencido hasta que;

— ¿Daemon? — Aeron miro a la mujer frente a él.

Una mujer de muy avanzada edad, quien se sostenía de un bastón de madera, vestía de manera pobre y desdichada. Su cabello blanco canoso recogido en un rodete, su rostro suave pero a la vez arrugado.

Aeron miro con confusión a la mujer frente a él, bastante confundido por el nombre que salió de sus labios.

— ¿Disculpe? — pregunto confundido y la mujer se acercó a él lentamente.

— ¿Que haces aquí Daemon? — pregunto la mujer — ¿Donde está la niña Valérie?

— Señora...

— ¿El bebé ya nació? — pregunto la mujer confundiendolo aún más

Aeron se acercó a ella y la mujer se aferró a sus brazos mirándolo con una sonrisa.

— Lucien...

— ¿Que?

— Tu bebé, Daemon, tu bebé...tú lo llamaste Lucien — Aeron estaba confundido.

¿Que tenía que ver su tío con su esposo? ¿De donde conocía esa mujer a su tío y a su omega? ¿Quien es Valérie? ¿Quien es esa mujer?

— Daemon...

— No soy Daemon — la mujer pareció reaccionar al escuchar las palabras del príncipe.

— ¿Quien eres entonces? — pregunto alejándose de él

— Soy Aeron — respondió — Aeron Delroy, mi señora.

Los ojos de la anciana se llenaron de lágrimas al escuchar el nombre del príncipe. Era Aeron, era el niño que había visto nacer, era el niño que había visto ser envenado, era el niño al que apenas logró salvar de aquel fuego que incendiaba la habitación, era el niño por el cual la habían acusado de conspiración.

— Has crecido, has crecido — ella extendió una de sus arrugadas manos hacia el rostro del Albino.

— ¡Madre! — Aeron miro detrás de la mujer y se encontró con el grupo de personas que estaba buscando.

— Hijo...lo encontre, es Daemon. Es Daemon — dijo feliz la mujer mirando a su hijo con una sonrisa.

«Que no soy Daemon» pensó para si mismo el príncipe, pero se contuvo.

Uno de los hombres se acercó a ella y la alejo de Aeron.

— él no es el príncipe Daemon, madre. Él es su sobrino.

— No...no, él es Daemon, el esposo de la niña Valérie — insistió la mujer pero su hijo negó.

— No madre, Daemon murió hace diecisiete años — susurro el hombre un poco triste — el es su sobrino, hijo de la reina Amelia, él es el esposo de el niño Lucien — intento explicarle el hombre pero la mujer aún no entendía del todo las palabras de su hijo.

— ¿El niño Lucien? — pregunto la mujer sonriendo — ¿el niño Lucien esta aquí? — el hombre negó

— No madre, el niño Lucien no está aquí.

Aeron estaba desconcertado, ¿Quienes eran esas personas? ¿De donde conocían a su omega? Aeron estaba seguro de que Lucien  no los conocia, pues su esposo le hubiese dicho, Lucien tiene un corazón muy noble e inocente, si el supiera que las personas que conoce viven en estas condiciones, inmediatamente los iría a buscar y les ofrecería mejores oportunidades.

— ¿De donde conocen a mi omega? — pregunto el alfa acercándose al hombre quién se puso frente a la mujer en forma de protegerla.

— Perdonela Alteza, a veces no sabe lo que dice — respondió el hombre e hizo una seña para que se llevarán a la mujer.

— Entiendo que ella no pueda saber lo que dice. Pero estoy seguro de que tú sí — el hombre trago en seco al ver la manera en que el principe lo miraba y hablaba.

Aeron se acercó al hombre de manera dominante e intimidante, con sus manos detrás de su espalda, la armadura de plata con la capa negra que tenía el principe albino, más el parche en su ojo, su cabellera platinada y mirada azulada. Intimidada a cualquiera, se corría el rumor de que el príncipe albino era lo contrario al principe heredero. El principe Aeron no dudaba en contarte la garganta con tal de proteger a su omega o proteger a los que amaba.

— Respondeme — insistió — ¿De donde conocen a mi esposo? ¿De donde conocen a mi tío? ¿Quienes son? — el hombre frente a él, tal vez de unos más que Liam, lo miraba como si le tuviera lastima.

— ¿De verdad no nos recuerda, Alteza? — pregunto una mujer poniéndose al lado del hombre sosteniendo su vientre hinchado.

Aeron negó, realmente estaba confundido y la duda lo carcome por dentro.

— Solíamos servir en el Palacio, en la fortaleza — dijo la mujer y Aeron vio como su rostro cambio — Para ser exactos, éramos sirvientes del antiguo Palacio, antiguo hogar de El príncipe Daemon Delroy, tu tío...y su esposa, la princesa consorte Valérie Aldmin — Aeron retrocedió un poco al escuchar las últimas palabras de la mujer.

Aldmin...Aldmin

Ese apellido resonaba en su cabeza una y otra vez.

— ¿Aldmin? ¿Que quiere decir con eso....?

— ¡Aeron! — el principe Albino miro detrás suyo encontrándose a su hermano. Liam al ver al grupo de gente frente a su hermanito se apresuró a ir a su lado.

— Solo recuerde una cosa Alteza — dijo el hombre llamando la atención del principe Albino — Nada de lo que le han dicho es cierto, toda su vida, todas sus creencias e historias son mentiras e incluso...su enfermedad — Aeron miro sorprendió al hombre quien se apresuro a irse con el grupo de gente.

— ¡La niña Valérie! — grito la mujer de avanzada edad — ¡La niña Valérie sigue viva! ¡Sigue viva! — grito la mujer aun las siendo callada y arrastrada en la multitud perdiendolos de vista.

El príncipe miro hacia su hermano, Liam parecía preocupado.

— ¿Estas bien? ¿Que te han dicho? — pregunto el príncipe heredero preocupado una vez que llegó al lado de su hermano, sosteniendo su rostro asegurandose de que no estuviera herido o algo — ¿Que te han dicho? — volvió a repetir su pregunta.

— Que mientras nosotros gozamos de lujos y festines, ellos lloran las muertes de los aman por el frío, el hambre y las inundaciones — mintió.

Aquello era un mentira tan perfecta, que el príncipe heredero no cuestionó, pues sabía que las personas de la ciudadela habían perdido a muchos familiares por las lluvias, inundaciones, el frío y el hambre. Si algo había aprendido el príncipe albino, era mentír, se había criado casi toda su vida dentro del Palacio que las mentiras eran su fuerte, al igual que el ocultar sus sentimientos.

— Te dije que no te alejaras tanto, te fuiste hace cinco horas ¿Que haces por estos lados? Es peligroso — susurro lo último

— ¿Por estos lados? — inquirió — ¿Es que no lo ves? Toda esta cuidadela esta en ruinas, mujeres y niño sufriendo por las inundaciones y la hambruna. Es peligroso donde sea que valla, ya sea a un metro de la mansión del gobernador o por esas malditas calles de lujo que usan los nobles — Liam pudo notar la ira en las palabras de su hermano.

Era cierto, desde que había llegado a la ciudadela, se habían dado cuenta de el mal Estado de la ciudad, pero lo que enfureció a los príncipe fueron las calles y hogares donde vivían los nobles, lugares en muy buen estado, los nobles vivían el triple de mejor que los del antiguo Palacio o los exiliados.

— Se que estas molesto, yo estoy igual. Pero no podemos correr el riesgo de que algo suceda, tal vez son exiliados y viven en malas condiciones, pero eso no nos asegura de que no nos harán daño — el puso una mano sobre el hombro del albino — Somos príncipes, Aeron. Descendientes de la dinastía Delroy, nos guste o no debemos soportar a la Corte y sus conspiraciones, incluso el mal trato que les ofrecen a estas personas.

Liam miro a su alrededor, mujeres, niños, hombres. La gran mayoria vivía en muy mal estado, el príncipe heredero odiaba su posición por esa misma razón, estaba atado de manos, podría ser el Principe heredero, el futuro señor de los siete Reino, pero había un problema, su mala reputación le daba pocas oportunidades de poder hacer algo, tal vez podría enfrentarse a la Corte e ignorar a su padre, pero aún así debía seguir las órdenes y leyes del Reino.

— Volvamos a la mansión, hay algo que hemos descubierto — Aeron bufo y asintió.

— Ve tu primero, yo iré detrás tuyo — el príncipe heredero asintió. Cuando su hermano estuvo a unos pasos lejos de él, Aeron miro Linus y se acercó a su mano derecha.

Linus asintió ante la orden del príncipe, era una orden arriesgada sobre todo por en la ciudadela no se sabía en quien confiar ni mucho menos a quien creerle. La única persona que era de confianza era Liam pero ahora mismo, Aeron estaba desconfiando de su hermano, no quería hacerlo, pero la actitud de el príncipe no le dejaba alternativa.

Nadie sabía que lo que estaba por hacer el príncipe albino podría o no destruir todo; porque hacia falta solo una mentira o peor aún una verdad para poner en duda hasta la existencia de uno mismo, especialmente la de Aeron y Lucien.

La música era encantadora y divertida, las personas vestidas de colores tan vividos bailaban sin cesar, los aplausos, gritos y silbidos aumentaban la felicidad y alegría de aquella fiesta de bienvenida al corazón del pueblo.

Azul, blanco y celeste. Esos eran los colores que vestían las personas de Edoril, especialmente los de la casa real, pero se dice que si un miembro de la casa real se casa este cambiará sus colores y usará los de su casa matrimonial. La gente del pueblo del Edoril, estaban acostumbrados a ver al príncipe heredero Lucien, futuro señor de las mareas y un Omega de buen corazón, vestido de azul, blanco y celeste. Así que mucha fue su sorpresa, cuando el príncipe bajo del barco vistiendo los colores rojo, negro y dorado de la casa Delroy. Aunque debían admitir que además de la sorpresa los colores destacaban la figura del principito.

Lucien Thorne, era un príncipe que se había ganado el corazón del pueblo desde que era un niño, pues la gente del pueblo consideraban al principe el mejor candidato a rey que pudiera existir por muchas razones.

Principalmente por el interes del niño en el pueblo, Lucien los trataba bien, los defendía de las injusticia de la corte. Con diez años, y después de que el pueblo haya sufrido por una guerra, el niño fue a la Corte y pidió que se haga un lugar para las personas que no tuvieran hogar o estuvieran en mal estado por la guerra, después les había pedido a su abuela y tía que lo ayudarán a repartir comida y agua a las personas, para que no sufrieran, le había pedido a todos los médicos que había en el Reino y que servían a su familia que ayudarán a los heridos y a los enfermos, el acto del príncipe fue tan conmovedor y tierno que se ganó el afecto de todos, dejando asi las rebeliones contra la familia real y la corta, acabando con las guerras civiles y viviendo en paz. Era por esa misma razón, que la ciudad de Edoril era poderosa y codiciada, porque gracias al Omega la gente copero sin rechistar, el comercio se extendió y la agricultura aún mas.

— Había olvidado lo hermoso que eran estas fiestas — comentó el Omega mientras veía a las personas celebrar y las calles animadas.

— Estuvo lejos dos años mi príncipe, es normal que olvidará — dijo Leysa mientras caminaba por las calles acompañando al Omega y al pequeño alfa.

— ¿Has pensado en lo que te propuse? — le preguntó el Omega cambiando de tema. Luke noto como las mejillas de la Omega se tiñeron de rojo.

— Es mucho para una simple sirvienta como yo — respondió la joven cabizbaja, Luke bufo ante las palabras de su doncella.

— Leysa, tienes dieciséis años me has servido desde hace ya nueve años, eres mi mejor amiga y eres como una hermana para mí. ¿Porque sería mucho querer ascenderte a Noble Dama? — pregunto y ella mordió su labio.

— Sería impropio Alteza. No tengo familia además de mi tía, no tengo títulos ni siquiera una fortuna ¿Como podría ser digna de obtener el título de Noble Dama? — pregunto un poco triste.

— Aeron y yo te lo hechos dicho desde ya mucho tiempo, no importa si no eres de alta cuna o si tienes una fortuna — el Omega detuvo sus pasos y le sonrió a la joven que lo miraba atenta — Él y yo seremos tu respaldo, y puedo asegurarte que nadie cuestionara tu autoridad si aceptas mi propuesta, ser una Noble Dama, te abrirá muchas puertas y nuevas oportunidades. Después, puedes elegir si quieres seguir a mi lado, sirviéndome o si quieres irte y hacer tu vida — Ella sonrió con lágrimas en los ojos.

— Si yo aceptó, ¿Podre quedarme con usted? — Luke asintió y dejó un beso en la frente de la niña

— Sea cual sea tu decisión, te apoyaré Leysa — la sonrisa de la joven se ensancha y asiente.

Eirian soltó la mano de su papi omega y fue corriendo hacia el montón de gente que bailaba, cantaba y algunos nos que jugaban  entre la multitud.

— ¡Eirian no te alejes! — grito el omega al niño de cabello marrón que corría entusiasmado hacia el montón de gente.

Luke sabía que su pueblo por más que este en paz, había personas que no estaban de acuerdo en que él sea el siguiente rey y señor de las mareas de Edoril. Mucha gente de su pueblo lo quería pero Luke no estába completamente seguro de que Edoril era el mejor lugar.

— ¡Eirian! — volvió a gritar Luke adentrándose en la multitud.

Luke lo buscó y buscó pero no lo encontró, fue en ese momento en que el sentimiento de miedo y ansiendad apareció en su pecho. Sus manos comenzaron a temblarle, su pecho comenzaba a doler, miraba a todos lados buscando la silueta de su pequeño.

Tenía miedo, y el maldito ataque de ansiendad y pánico se estaba haciendo fuerte, era en esos momentos en los que necesitaba aún más a su alfa, necesitaba escucharlo, necesitaba sus besos, sus abrazos.

— ¡Mami! — el omega sintió el aire regresar a sus pulmones cuando escucho la dulce vos fuerte y clara de su niño entre la multitud.

Luke suspiro aliviado cuando vio a su hijo sonriente y sosteniendo una paleta de azúcar con formas en su manito. El omega junto a la doncella se acercaron rápidamente a Eirian y Luke se agachó a su altura abrazando a su hijo, y besando su rostro, haciendo reír al pequeño.

— Alteza — Luke levanto la mirada y miro a la mujer de una edad no muy avanzada hacer una reverencia al igual que otras dos jovenes.

— Disculpen...¿Quienes son ustedes? — pregunto poniéndose de pie y sosteniendo la mano de Eirian.

— Soy Twyla, Alteza — se presentó la mujer — Y ellas son mis hijas, Cassidy y Hadly — las señalo y ambas jóvenes hicieron una reverencia.

— ¿Puedo ayudarlas en algo? — pregunto cortésmente al sentir las extrañas miradas de las tres mujeres en él.

Twyla dio un paso acercándose al niño quien por instinto retrocedió y posicionó al pequeño alfa detrás de él, para protegerle.

— Eres igual a ella — susurro la mujer en voz casi inaudible mirando con detenimiento al omega

— ¿Que?

— Tu madre, tu padre, tu nacimiento...¿Realmente no sabes nada acerca de eso? — pregunto la mujer, Lucien fruncio el ceño confundido.

— ¿Que es lo que debería saber acerca de mis padres y nacimiento? — inquirió el omega.

— Alteza, usted tan solo era un bebé, un bebé que fue arrebatado de los brazos su madre al nacer — la mujer negó tristemente — Ahora has crecido y por lo visto bajo mentiras, o sino....jamás te hubieses casado con Aeron Delroy, maldito sea su apellido — la mujer escupió y Lucien la miro sorprendido.

— ¿Que estas queriendo decir? Explicate —le ordenó.

— Hay muchas cosas que usted debe saber Alteza, cosas que a nadie le gustaría saber. Usted, vive en una mentira, la historia que le han contado, es mentira...incluso su matrimonio también es una mentira — Luke retrocedió ante las palabras de la mujerlsdm

¿quien era ella? ¿Por que le estaba diciendo todo eso? ¿Que era lo que buscaba? ¿Oro? ¿Poder? ¿A él?

— ¡Mami! — Eirian se soltó de la mano suave del omega distrayendolo por un momento.

Cuando Lucien volvio su visita al frente, las tres mujeres que habían hablado con él, las buscó con la mirada en medio de la multitud pero aún así no logró encontrarla.

«Incluso su matrimonio también es una mentira»

El omega solto un quejido al sentir dolor en su pecho. No se sentía bien, su cuerpo estaba comenzando a arder.

— ¡Alteza! — Leysa se acercó al príncipe y sostuvo su rostro en sus manos — Alteza mireme, regresaremos a la fortaleza ¿Me oye? No cierre sus ojos, necesito que este despierto — Luke asintió como pudo pero estaba comenzando a sentir su cuerpo pesar.

La joven dama hizo una seña a los guardias que los seguían para que despejaran el camino, luego le hizo otra señas a unas sirvientas que también lo seguían para que la ayudarán a llevar al príncipe de regreso a la fortaleza. Claramente pudo haber usado la ayuda de los caballeros pero Leysa sabía que a Lucien no le gustaba que otro caballero lo tocará y más si era un alfa, además en las condiciones del príncipe este podría actuar impulsivamente o peor aún podría ser profanado por algún caballero.

— ¡Llamen a la sanadora Arwen! — grito Leysa obligando al omega para que caminará a la habitación.

— ¡Mama! ¿Leysa que le pasa a mi mamá? — pregunto preocupado el niño, corriendo al lado de la joven que se apresuraba a llegar a las habitaciones.

— El estaba bien, mi príncipe — dijo la mujer con vos un poco agitada — tu mamá necesita descansar.

Las sirvientas abrieron la puerta con rapidez cuando vieron a la dama del príncipe y a este llegar, Leysa se apresuró a acostar al príncipe y cubrirlo con las mantas. Leysa se acercó al niño de cinco años y le sonrió.

— Escuchame, debes ser un buen niño y obedecer ¿si? — él asintió — necesito que salgas de aquí, ve a la cocina, diles que tu mami dijo que te preparen mucha comida, o puedes ir a jugar. Solo no entres aquí ¿esta bien? — él niño asintió.

— ¿Puedo buscarle flores? — pregunto inocentemente el niño

— ¿Flores?

— Papa siempre le da flores a mamá cuando se siente mal o esta enojado con él — Leysa sonrió y asintió.

— Si, ve y buscale todas las flores que quieras, solo que alguien debe acompañarte — Eirian asintió y dejó un beso en la mejilla de la joven para luego salir corriendo de la habitación.

Leysa volvió a acercarse al príncipe y comenzó a desvestirlo, fue en ese momento cuando su tía llegó a los aposentos del principe dando la orden de que nadie podría entrar.

— Por los dioses...— exclamó Arwen al poner su mano sobre la frente del niño — Esta hirviendo en fiebre...

— ¿Sera posible....? — Arwen asintió.

— Ve, apresurate a enviarle una carta al príncipe Aeron o a quien sea que pueda contactarse con él, para que le informe que hay un asunto urgente que tiene que ver con el Principe Lucien.

La joven apenas espero que su tía terminara de hablar para salir corriendo de la habitación.

— Aeron...— murmuro el joven moviéndose en la cama

— Aguanta mi niño, él llegará muy pronto.

Bernard golpeo la mesa una y otra vez sintiéndose frustrado por no poder firmar aquella maldita carta. El corazón que solían decir que tiene todo humano, peor aún los sentimientos que todo ser humano tiene lo estaba afectando.

Solo debía firmar, agarrar la jodida pluma y firmar aquel pedazo de papel. Pero no puede; ¿Como acabaría con la vida de su sobrino?

Tal vez uso a su hermana e incito peleas dentro de la Corte, tal vez odiaba al rey por múltiples razones, pero Liam, Grace y Aeron eran sus sobrinos, había visto la felicidad en los tristes ojos de su hermana cuando ellos nacieron, había visto cada avance de sus sobrinos, su nacimiento, sus primeras palabras, sus primeros pasos, lo que les interesaba incluso había visto casarse a dos ellos con las personas que eligió. Tal vez Liam era un caso perdido, tal vez Grace era su favorita... Pero Aeron, el milagro de su hermana, el niño que casi muere el día que nació junto con la reina.

Siempre había tenido cierto afecto por sus sobrinos, pero aún así sus deseos y ambcuones podían más.

— Lord Bernard, hemos recibido información de que el magistrado de Landrock vendrá en unas semanas con su hija Lady Alyssa, para llevar a cabo la ceremonia de matrimonio — informo el sirviente.

Bernard golpeo la mesa con frustración, primero no se podía decidir si acabar con la vida de su sobrino o no, y ahora tendría que soportar al viejo buitre de Landrock junto con la ramera de su hija quien es hija de una concubina. Peor mujer no se podría haber elegido.

— Enviale una carta a Lord Verner, dile que es hora de que los lobos salgan de su curva....

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