Capítulo 52
Algunos decían que los tripulantes encargados de los barcos de la familia Thorne eran hombres aburridos, hombres que odian que se les acerquen y hombres desaliñados y sucios que pueden tirarte en pleno viaje. Pero los que verdaderamente conocían a los tripulantes sabían que era todo mentira.
Los marineros del barco "La sirena" eran amables, divertidos, amigables y muy responsables con su trabajo. La tripulación estaba conformada por alfas y betas, aunque por precaución, el dueño del barco "La sirena" no permitía a los omegas en la tripulación, no por no confiar en su grupo sino por respeto a los omegas.
Lucien salió de su camarote y recorrió su barco, los tripulantes cantaban y bebían, no estaban borrachos, Luke podía notarlo, porque estaban lo demasiado sobrios para realizar su trabajo.
— ¡Señor Luke! — uno de los marineros exclamó su nombre feliz mientras levantaba una de sus manos con el jarro de cerveza.
Todos los marineros copiaron el acto del marinero felices de poder viajar con el deleite de las mareas. No porque fuera un omega sin igual, sino porque aquel principe a pesar de ser de la realeza los trataba como su igual y festejaba con ellos. Lucien les sonrió y sintió un tirón en sus prendas, miro a su costado, Eirian estaba sostenido a sus ropas, escondiéndose de manera tímida.
— No te harán daño, mi pequeño leon — Luke se inco hasta la altura de su hijo y dejó un beso en su mejilla — Este barco también es tuyo, puedes ir y explorar — los ojos del niño se iluminaron.
Eirian dejó un beso en la frente de su mami omega aprovechando que estaba a su altura y comenzó a caminar por el barco, recibiendo sonrisas, y una que otra reverencia por los marineros que miraban con cariño y diversión al pequeño alfa.
Luke sonrió al ver como los marineros le enseñaban al pequeño a hacer nudos, le hablaban sobre las aguas y muchas cosas más que llamaban la atención del niño.
El omega camino hacia la borda de madera del barco y se apoyo en ella, disfrutando de la vista de las olas y la brisa fresca que chocaba contra su rostro. Sintió un peso sobre sus hombros y una presencia a su lado. Miro a su lado y vio a Leysa, la joven estaba apoyada en la borda, pérdida en sus pensamientos.
— ¿Lo extrañas? — pregunto suavemente el omega acomodando el despeinado cabello de su joven dama, Leysa asintió.
Últimamente Leysa y Linus habían comenzando a volverse cercanos, fueron muchas las ocasiones en donde a su doncella le eran dado regalos, como joyas, vestidos, flores, libros o postres. Como también, le eran dado regalos a la mano derecha del príncipe Aeron, como fundas para espadas, botas hechas por la misma joven, bordados que fueron aprendidos del príncipe, comidas o pasteles preparados por ella.
Aeron y Lucien, muchas veces habían hablado con ambos individualmente, para intentar concertar una union, pero a las personas de confianza de los principes no les daba la valentía.
— ¿Usted extraña al príncipe? — pregunto Leysa y Luke asintió, la joven sonrió un poco decaída, pues extrañaba mucho al general.
— No te preocupes — Luke se volteo de costado para mirarla mejor, Leysa imitó su acto — Volverán cuando menos te lo esperes — Luke dejó un corto beso en el frente de la joven dama.
La joven de quince años cerro sus ojos ante el tierno acto de cariño del principe. Para Lucien Thorne, Leysa era mucho más que su sirvienta, era su amiga, su compañera, su confidente, era como una hermana.
— ¡Mami, Leysa miren! — Eirian llamo la atención moviendo felizmente el nudo de cuerda que había realizado.
— ¡Felicidades! — exclamó la joven omega dando aplausos entusiasmando aún más al principito.
Lucien sonrió al ver a su dama y a su hijo jugar. Pero ni la felicidad y tranquilidad de ver a su hijo feliz, podía calmar la tormenta de emociones que había dentro de él y su preocupante corazón.
— Mi principe — un noble caballero, Sir Érik, junto con Sir John se acercaron al joven omega — Estamos llegando, ¿Cuales son sus órdenes? — pregunto el joven caballero, un beta.
— Cuando lleguemos...tendremos que tener cuidado, tal vez me halla criado aquí, pero conozco al Consejo de mí abuelo, durante mi estadía en Edoril, los del consejo se opondrán a cada cosa que diga o lo quiera hacer.
El principe levanto su mirada apartadola de las aguas, mirando hacia lo alto, en la distancia un edificio logró ver; era la fortaleza del Tritón.
Lucien sabía que ya habían entrado a Edoril y que ahora se estaban acercando a la península de las anclas, un lugar donde muchos barcos se habian estrellado o hundido y algunos pedazos de barcos habían quedado estrellado ante una gran roca, al igual que algunas anclas.
— ¡Wooa! — Eirian se acercó a la borda mirando sorprendido y feliz aquella gran roca que tenía pedazos de barcos y anclas.
Y admirando aún más la estatua del Dios de los mares, con su tridente y corona, una corona que usaban todos los que heredarán el continente portarian esa corona, según sus abuelos esa corona fue portada por dos personas, el dios de las aguas y su abuelo. Los demás descendientes antes de su abuelo, habían portado la corona de "Rey" una corona con joyas blancas. Pero la verdadera corona era "la corona de los mares" una corona de soporte negro, con piedras azules, como el díamante, el circonio o el zafiro.
— ¿Te gusta? — pregunto pasando una mano por el cabello de su hijo, Eirian asintió eufóricamente.
Luke se acercó a su hijo y se puso detrás de él, sosteniendo la pequeña cintura de su niño, para evitar que el niño se siguiera asomando aún más a la borda para evitar que se caiga.
— Alteza — Luke miro a su costado, Sir John se acercó — Estamos llegando la península, debe prepararse — Luke asintió.
— Es hora de prepararnos cariño — le dijo al pequeño alfa y dejó un beso en su mejilla.
El niño asintió y se fue corriendo hacia el camarote, Lucien miro nuevamente hacia la fortaleza y sonrió, le alegraba estar de nuevo.
Fue hacia su camarote y comenzó prepararse con ayuda de Leysa. La península no era un lugar demasiado cálido, sobre todo por las aguas y la brisa. Así que se aseguró de abrigar bien al pequeño niño emocionado que no paraba de correr, saltar y decir lo cual emocionado estaba de poder conocer Edoril.
Cuando desembarcaron en el muelle de las anclas, Lucien sostuvo la mano de Eirian y se encontró con un grupo de gente, algunos eran los ciudadanos del pueblo, otros eran soldados que venian a escoltarlo a la fortaleza, y por último eran algunos sirvientes y una mujer de avanzada edad a la que conocía bien.
— ¡Niño Lucien! — exclamó feliz la mujer acercándose al omega
— ¡Nana Arwen! — el omega sonrió al ver a la mujer y la abrazo cuando ella se acercó.
— Pero mira cuanto has crecido — ella se separó un poco de él y le sonrió. La mirada de la mujer se desvío al niño de ojos negros que sonreia tímido — ¿Este es...? — Luke asintió y la mujer sonrió aun más.
Eirian movio tímidamente su mano en forma de saludo a la mujer.
— Eres muy tierno — dijo Arwen acariciando el cabello del niño
— Y tímido — comentó Leysa y la mujer la miro — Tía Arwen — la joven dama hizo una reverencia ante la mujer. Arwen miro a la niña y podría decirse que un vago recuerdo paso por su mente.
La madre de Leysa, había muerto al darla a luz, entonces para la mujer ver a su hermana reflejada en su sobrina era algo que siempre le traería melancolía y dolor. Pero eso no quería decir que odiara a su sobrina.
— ¿No piensas abrazarme? — pregunto la mujer y Leysa la miro sorprendida, rápidamente se acercó a la mujer y la abrazo, Arwen correspondió el abrazo de su sobrina. La única que quedaba de su familia.
La mujer miro en dirección al omega de ojos verdes, vio como este acomodaba el abrigo del niño y le sonría. A la mujer le dolio, le dolió ver al niño haciendo lo que le habían negado a la madre de este; ser madre.
Arwen había estado presente en el nacimiento de Lucien, había visto crecer al niño y las mentiras que le habían dicho, si la anciana permanecía en Edoril, era por el niño y porque aunque nadie sabía, Arwen le debía la vida a la madre del omega.
El lugar era frío y desolado, piedras por todo el camino, árboles secos y hogares en mal estado. Los príncipes no se sorprenden del mal estado de la Ciudadela, sabía que en ese lugar habitaban los exiliados, los delicuentes o los que vivieron en el antiguo Palacio durante la rebelión de hace más de 20 años. La gente salió de sus casas, las personas miraban a los principes que montaban a caballo vestidos de armadura.
Muchos tenían odio hacia la familia real, especialmente los exiliados, pero ningúno tenía nada en contra de los hijos de la reina Amelia ni muchos estaban en contra del esposo del futuro señor de las mareas, hijo de una mujer encantadora y de buen corazón.
Cuando ambos principes llegaron a la mansión del gobernador de la ciudadela, lugar donde se hospedarian y llevarían a cabo su tarea. Al bajar de su caballo, Aeron pudo notar como un grupo de personas, a solo unos metros de distancia susurraban y lo miraban fijamente. El príncipe Albino dio un paso hacia esas personas, pero la mano de Liam sobre su hombro lo detuvo.
— No hagas nada inapropiado, son personas que odian al reino. Centrémonos en los que hemos venido a hacer — Dijo rápidamente el príncipe heredero al ver las intenciones de su hermano de acercarse al grupo de personas.
Liam conocía alguno que otro rostro y las ropas que vestían, al igual que las heridas en su rostro y cuello, eran personas del antiguo Palacio, personas que fueron exiliadas a la ciudadela cuando la guerra que se llevó a cabo hace veinte años término. La herida en sus cuellos o en sus hombros, eran la herida del hierro quemados en ellos, como una marca. El principe heredero, no se atrevía a pedir perdón, a pesar de que el no tenía nada que ver, se sentía culpable por los actos cometidos por su familia.
Aeron asintió y camino hacia la entrada de la mansión del gobernador acompañado de Linus. Liam miro al grupo de exiliados e intento sonreír, definitivamente ayudaría a esas personas. El grupo hizo una reverencia al príncipe heredero y se dieron media vuelta alejándose de la casa del gobernador, aunque los exiliados no tengan intenciones dañinas, Liam sabía que debía terminar con este asunto rápidamente si queria que su hermano y Luke viviera en paz.
Cuando entraron a la mansión del gobernador, la encontraron en muy buen estado a comparación de los hogares y cuidad fuera de la mansión. El jardín, que era con lo primero que se encontraban al entrar, estaba muy bien cuidado, muy verdoso a comparación de la seca tierra fuera de la mansión.
— Creo que ya se donde ha de parar todo el oro que se envía cada mes — comentó Aeron mirando a su alrededor cuando sintió a su hermano a su lado.
— A nuestra madre no le gustara esto, mucho menos al rey — dijo Liam al comenzar a caminar hacia las puertas que los adentrarian por completo a la mansión.
El gobernador Rowan salio bastante nervioso cuando escucho que los príncipes ya habían llegados, los esperaba para el anochecer, no para el medio día.
— Mis principes — saludo el hombre nervioso haciendo una reverencia.
— Gobernador Rowan, linda casa — el hombre trago en seco al escuchar la voz grave del príncipe heredero. Sabía que si daba un paso en falso, su malversación con respecto al oro y plata que debían administrarse en la ciudad saldría a la luz
— Mi esposa....ella...ama decorar y cuidar bien este lugar — esquivo rápidamente el hombre.
Liam miro a Aeron y este negó, dándole a entender que el hombre no era tan idiota como para confesarse así de rapido.
— Seguramente deben estar cansados. Por favor, vayamos adentro — el hombre se hizo a un lado y extendió su brazo señalando a la entrada.
— Linus, dile a los soldados que descansen. Ayudalos a armar el campamento en tierras sin niños y mujeres cerca — ordenó el alfa de cabellos plateados entrando a la mansión.
— Si, Alteza.
Rowan miro a la mano derecha del príncipe irse, espero a que los príncipes entraran a la mansión para acercarse a su sirviente de confianza.
— Envía una carta a la mano del rey, informale que los príncipes llegaron. Y que espero sus órdenes. Debe decirme cual será el destino de Aeron Delroy — susurro el hombre cerca de el oido del sirviente antes de ir detrás de los principes.
El día que él y su hermano nacieron, supo que su padre no había estado presente. Que había vuelto al día siguiente, pero que en cuanto los vio, solo dijo;
— Comenzaré a dormir en otra habitación, los llantos de los bebés son intolerables.
También supo que su madre se había dedicado a ellos en cuerpo y alma, adorandolos y amandolos de una forma que era envidiable para muchos. Que su abuela, la Gran Reina, había ayudado mucho a su madre cuando ella entró en depresión posparto.
A medida que pasaba el tiempo, él y su hermano se habían criado sin una figura paterna y solo teniendola a su madre. Su dulce madre, que irradia alegría con su sonrisa. Su dulce madre, quien era risueña, inocente, calida. Su dulce madre que por el día irradiaba alegría, pero por las noches quisieras abrazarla.
Él lo sabía, él la había visto. Había visto la primera pelea con su padre, donde su madre comenzo a sospechar, donde ella intentaba no levantar la voz por miedo a despertarlos, sin saber que el estaba despierto.
Recuerda cuando la vio en el suelo, llorando, con una mano en el pecho.
Recuerda cuando su padre le grito y ella solo retrocedió.
Recuerda cuando ella tenía esos momentos que decía incoherencias y su padre se iba.
Recuerda cuando su madre quedo embarazada y cuando casi pierde la vida al intentar dar a luz a su hermana.
Recuerda la noche en la que su madre confirmó sus sospechas.
Recuerda la noche en donde ella y su padre gritaron, en donde ella lo corrió.
Recuerda la noche, en donde su madre grito, una y otra vez asustada llamando a su padre y a los sanadores. Pero su padre jamás apareció.
La noche en donde la reina los había alejado de su madre, cuando esta gritaba llorando al ver la sangre en sus sabanas y ropa. Recuerda, cuando su abuela les dijo que su madre había perdido al que sería su siguiente hermanito.
La luz en los ojos de su madre se había apagado, ella se había distanciado, la estrella brillante que irradiaba alegría y siempre brillaba, se había apagado aquella noche cuando perdió al bebe.
Él recuerda cuando su madre les había dicho que debían mantenerlo en secreto, que quería que fuera una sorpresa. Él recuerda la felicidad de su madre aquella noche, cuando se había preparado y vestido de la forma más hermosa, no como una princesa, ni como una reina, sino como una diosa. Él recuerda haber pensado;
Mi mamá es hermosa.
Antes de despertarse por los gritos de su madre y padre, antes de acercarse a la puerta y ver a su padre irse, mientras su madre, quien parecía fría e indiferente se había derrumbado cuado la puerta se cerró. Recuerda que escuchar el llanto de su madre, le rompía su corazoncito. Y que miraba a su madre, preguntándose por que alguien tan dulce y cariñosa lloraba.
¿Estaba mal ser gentil? ¿Ser buena? ¿Querer a una persona? ¿Estaba mal desvelarse por una persona, como lo hacía su madre? ¿Estaba mal ser risueña? ¿Estaba mal amar?
Su madre era perfecta, ante sus ojos y los de su hermano, su madre era perfecta, dulce, risueña, cariñosa, amorosa, cálida. Siempre los arropó, no había una noche en donde ella no les cantara o contara cuentos. No había día en donde ella no jugara con ellos. No había día en donde su madre no se alegrará por la mínima cosa que hicieran. No había día en donde su madre no mantuviera una sonrisa en su rostro a pesar de el mal sueño o peleas de la noche anterior. No había día en donde su madre se demostrara débil, triste o infeliz delante de ellos.
Entonces ¿Por que su padre la ignoraba? ¿Por que su padre la hacia llorar? ¿Por que su padre, nombraba a otra mujer cuando volvía borracho?
Ella era perfecta, "Una flor" la llamaba su abuela, "Una soñadora" la llamaba su abuelo, "Una guerrera" la llamaban sus tíos, "Una gran mujer" la llamaba Sir Henrik.
Entonces...¿Porque? ¿Que había mal en ella?
Ayden dejó la espada de lado, distrayendose en su entrenamiento, mirando a su madre. Grace sonría y reía mientras jugaba con Bella, Sir Henrik estaba a su lado, sonriendole a su madre y hermana.
Sir Henrik era bueno, los quería e incluso quería a su madre, jugaba con ellos, entrenaba con ellos, salía a acompañar a su madre en sus paseos, estuvo ahí cuando su madre casi moría en el parto de su hermanita, estuvo ahí abrazandola, apoyándola cuando ella lloraba o cuando tenía miedo de no ser la mejor madre. Sir Henrik estuvo ahí, pero sir Henrik no era su padre, pero...si hacia reír a su madre, si los quería ellos, si los cuidaba y sobre todo, él lo veía como su padre.
— Mamá — Grace levanto la mirada al oir la vos de su niño, Ayden vio como su madre le sonrió y extendió una de sus manos para que se acercara
— ¿Que sucede, mi principe? — pregunto suavemente, usando el tono de voz que siempre lograba transmitirle confianza.
— ¿Puedo hacerte una pregunta? — Grace asintió ante la seriedad de su hijo pero aún así no dejó de sonreír.
Ayden mordió su labio, ¿Estaria mal preguntarle? ¿Estaria mal querer saber?
Tenía siete años, tal vez era pequeño, tal vez no entendía muchas cosas, pero tampoco era tan ingenuo para no saber algunas cosas que pasaban a su alrededor.
— ¿Tu...nos ocultarías algo que te lastimara? — la princesa miro confundida a su hijo.
— ¿Por que preguntas eso? — respondió con otra pregunta la princesa.
— ¿Tu nos mentírías? — pregunto esta vez Rayden, sabía lo que pasaba con su madre, Ayden se lo había contado.
— No se a que vienen estas preguntas. Pero no, no sería capaz de mentirles — los gemelos asistieron y se pusieron uno de cada lado.
— Mamá, si te preguntamos algo ¿nos dirás la verdad? — Grace asintió y acarició el cabello de su primer hijo, Ayden era mayor solo por dos horas.
— ¿Papa te esta engañando?
Y por primera en sus vidas, los gemelos vieron como el brillo en los ojos de su madre, se apagó.
No hizo falta que contestará, la princesa ya había demostrado lo que ellos necesitaban saber, la mirada dolida de su madre, el desvanecimiento de su brillo en su mirada, como su sonrisa se apagó, fue suficiente para que ellos supieran la verdad.
Ambos niños abrazaron a su madre, incluso la pequeña Bella quien no sabía que pasaba abrazo a su madre. La princesa estaba anonada y fue en ese mismo momento, en donde siendo refugiada por los brazos de sus hijos, la primera lágrima cayó.
Se había roto...estaba rota.
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