Capítulo 49

- Bella, por favor, no llores - la princesa intentaba acercarse a su hija, intentando calmarla, pero la princesita solo daba pataletas al aire, por lo que la princesa mayor dejó de caminar.

Grace se sentó en el suelo, apoyando sobre uno de los sillones de la habitación, aquel acho captó la atención de la princesita. La princesa mayor no estaba dispuesta a gritarle a sus hijos ni mucho menos a golpearlos, solamente esperaría a que dejarán de llorar intentando consolarlos de la manera en que lo hacía su madre; un abrazo, una caricia, una canción, haciéndoles cosquillas.

- ¿Quieres jugar? Puedo jugar contigo ¿Quieres? - Grace agarro las muñecas de su hija y las agitó un poco intentando llamar su atención

La niña detuvo su rabieta mirando las muñecas que tenia su madre. Se puso de pie y camino hacia su madre dando pasos un poco torpes, su carita estaba roja por el llanto y algunos sollozos escapaban de boquita.

- Ven pequeña - Grace agarro a su hija y la sentó sobre sus piernas, mientras la princesita agarraba las muñecas y jugaba con ellas.

La niña comenzo a sonreír de repente mientras que una risita escapaba de sus labios, Grace nego divertida, hace seis años le había sucedido lo mismo con los gemelos, sus niños cambiaban constantemente de humor, a veces feliz y otras veces malhumorados. Creyó que esa etapa había pasado pero se equivoco, ahora estaba pasando por eso nuevamente debido a su niña. Grace beso la mejilla de su niña y ella río aún más.

- ¡Mama! ¡Manzanita! ¡trajimos galletas! - Los gemelos entraron a la habitación corriendo con una bandeja de galletas, Grace estaba segura que algunas galletas se habían caído en el camino.

- Lelos - exclamó la pequeña feliz levantándose de el regazo de su madre y camino hacia los gemelos.

- Manzanita - los gemelos se arrodillaron hasta quedar a la altura de su hermanita, rápidamente la pequeña comenzo a dejar besos babosos en los rostros de sus hermanos, haciéndolos reír.

- Niños, no molesten a su hermana - Grace miro a su caballero de confianza, Henry acarició el desastroso cabello de los gemelos y acarició con suavidad la mejilla de la princesita.

Se acercó a la princesa mayor y le tendió su brazo, Grace aceptó la amabilidad de su caballero quien la ayudó a ponerse de pie. Se tambaleo un poco pero fue sostenida por una mano en su cintura, el joven caballero estabilizó a la princesa y se alejó de ella.

- Gracias - él solo asintió.

- Mami - Grace miro al primero de los gemelos - Sir Harry, hoy nos hizo luchar entre nosotros - Grace sonrió ante la emoción de su hijo al mencionar su entrenamiento.

- Mama - Grace miro a su segundo hijo - el primo Eirian ¿volvera a entrenar con nosotros? - La princesa mayor se agachó a la altura de su niño.

- Eirian aún necesita recuperarse de su lesión en la cabeza, pero el Sándor dice que muy pronto mejorará. Tal vez puedan ir a visitar después - los ojos de los gemelos se iluminaron tras las palabras de su madre.

- ¡Gracias mamá! - exclamaron al mismo tiempo dejando un beso en las mejillas de sus madres

- Ma..ma - la pequeña princesita se acercó a sus hermanos y madre, pero cayó al suelo al dar un paso mal.

- Arriba pequeña - Henry cargo a la niña de dos años, quien formo un pequeño puchero en sus labios - Sin llantos, mi dulce niña. Una caída no es razón para que llores así que endereza esos labios señorita - Henry acarició el cabello negro de la niña y acarició su mejilla, sacando una sonrisa de la niña.

Grace miraba la dulzura, el cariño y el afecto que tenía el caballero por sus hijos. La forma en que los trataba era la forma en la que deseaba que Darren los hubieses tratado, pero eso no era posible. Podía soportar la humillación que recibía por sus hijos, podía soportar todos por ellos. Y ahora, ahora debía soportar a su "esposo" por orden del hombre al que llama padre.

Henry trataba muy bien a sus hijos, los cuidaba, los adoraba, e incluso se preocupaba por ellos. Ella no sabía si era porque la había estado cuidado desde que se casó, o si había algo más.

La princesa salió de sus pensamientos, entretenida con la dulce escena frente a sus ojos; sus dulces niños jugando con la pequeña bella, dejando que ella se suba a la espalda de ellos, una vez cada uno.

- Sir Henry - el caballero miro a la mujer que amaba - ¿Me acompañaria a dar un paseo? - el caballero fruncio un poco el ceño ante tal peticion - No se preocupe por mis niños, las nanas se harán cargo - el caballero asintió.

Grace se acercó a sus hijos y planto un suave beso en las cabecitas de cada uno. Los niños solo sonrieron ante el acto de su madre, incluso la pequeña Bella, que apesar de tener solo dos años entendía varias cosas, tanto palabras como acciones.

El caballero acompaño en silencio a la princesa en todo el camino hacia el jardín. Cuando llegaron Grace soltó un suspiro mientras caminaba por los rosales.

- Sabías que el rey concedió que la princesa siguiera casada con el príncipe Darren apesar de su infidelidad - Grace apretó sus labios al escuchar a una de las sirvientas hablar mientras se acercaban.

- La princesa se lo merece, ya era hora de que salga de su cuento de hadas....

- ¿Que están diciendo? ¿Quieren que les corte la lengua? - pregunto Sir Henry molesto, haciendo un amague de sacar su espada. Las sirvientas rápidamente se asustaron y se arrodillaron.

- ¡No era nuestra intención, princesa! ¡Perdonenos la vida! - Grace negó con lentitud, no le sorprendia que los rumores se hallan esparcido rápido.

- Váyanse de aquí, no quiero verlas nunca más apartir de ahora - ambas sirvientas asintieron y se fueron rápidamente.

Grace volvió a retomar su camino jugando nerviosamente con sus manos, Henry miro aquel comportamiento pero antes de poder decir algo, la princesa detuvo sus pasos.

- Princesa...

- ¿Sabe lo que hablan de mí, Sir Henry? - pregunto sin mirarlo, pero si mirando las flores

- No - Ella sonrió al oirlo

- Eso es raro, todos en la ciudad lo saben, incluso lo saben los sirvientes - Cuestionó la joven arrancando una de las rosas, una rosa un poco marchita.

Como ella.

- Mi padre, se negó a disolver mi matrimonio - continuó - dice que todavía tengo un deber que cumplir - ella sonrió forzadamente - Para mantener la paz, como todos le dicen, debo soportar que mi esposo me sea infiel con quien quiera.

- Lo siento

- No me tengas lastima, no me gusta - ella miro a su caballero y el asintió - Sir Henry, puedo preguntarte algo - el volvió a asentir

- Adelante princesa.

- ¿Que significa el amor, para ti? - él la miro extrañada por un segundo. El caballero pensó sus palabras antes de hablar.

- Un sentimiento - contesto

- ¿Que más? - inquirió

- Una palabra - ella lo miro confundida

- ¿Que?

- El amor tiene muchos significados, princesa. Un sentimiento, una palabra, una accion, un carta u hasta una mirada. Cada una de ellas se puede definir como amor, depende de quien lo diga.

- Para tí, ¿El amor es una palabra? - el asintió

- Para mí, el amor es solo una palabra, nosotros decidimos si darle significado o no - Ella asintió y volvió a perderse en sus pensamientos mirando las flores, sintiendo la brisa azotar su rostro.

Henry estaba a punto de decirle algo, pero se contuvo, sus palabras podrían hacerla sentir incómoda o incluso podría decir lo que tenía enterrado en el fondo de su corazón.

- Henry ¿Que haces cuando te enamoras de alguien que no se lo merece? - aquella pregunta lo desconcertó un poco.

¿A donde iba la princesa con ese tipo de preguntas? ¿Que era exactamente lo que quería saber? ¿Realmente le dolía que su esposo no la haya amado?

- Princesa, perdóneme si soy irrespetuoso, pero ¿A que viene esa pregunta?

- Solo responda Sir.

El caballero hizo puño sus manos, quería abrazarla, quería besarla, quería decirle sus sentimientos, pero no podía, ella era una princesa y el un simple caballero. Ser su protector y estar ahí para ella, ya era un honor y un privilegio que atesora siempre.

- Creo que el amor no es algo que deba darse como si nada - ella lo miro atenta a sus palabras - Creo que es algo que debas darle a una persona que realmente valga la pena.

- Entonces, ¿Crees que enamorarse de alguien es un castigo?

El castaño lo medito por unos segundos, segundos que a la princesa se le hicieron eternos. Él sabia la respuesta, enamorarse si era un castigo, porque el la amaba, pero no podía tenerla.

- Si.

- ¿Por qué?

- Princesa, son muchas preguntas - Bromeó pero aún así respondió - Porque las personas se enamoran en contra de su voluntad, se enamoran de personas que jamás pidieron ese amor o personas que no lo merecen - él se acercó a ella - Porque amamos a personas que no podemos tener, que no podemos desear - el dio un paso hacia ella tras cada palabra pronunciada mientras que a ella se le aceleraba el corazón ante la cercanía de su caballero - Porque nuestro amor comienza a anhelar a aquella persona, comienza a quererla, a extrañarla, a desearla, e incluso a soñar con ella. Y algunas veces...- su miraba bajo a los labios entre abiertos de la joven princesa - comienzas a amarla, a esperar un beso suyo, una caricia, una mirada - el volvió a mirarla.

Grace sintió algo dentro de ella, algo que jamás había experimentado, ni siquiera con Darren. Miro los ojos del hombre frente a ella y ambos se perdieron un momento en la mirada del otro, negro y azul. Estaban tan cerca, pero a la vez tan lejos.

Ella aparto el rostro rápidamente al darse cuenta de lo que estaba pasando, su corazón parecía querer salir de su pecho. Henry retrocedió y volvió a ponerse firme, tomando una distancia respetable.

Pero lo que la princesa no sabía, era que el corazón del joven caballero dolio deseando a una mujer y sobre todo un beso que no podía permitirse.


- No lo entiendo, ¿No pueden quedarse un poco más? - pregunto por undécima vez las reina.

Luke sonrió divertido, mientras que su esposo miraba a su madre agotado. Se habían reunido a desayunar con la reina para pasar tiempo con ella e informarle sobre su viaje a Edoril y al norte. Pero Amelia adoraba mucho la compañia de su yerno, hijo y nieto.

- Madre - Luke soltó la mano de su esposo y se levantó de su asiento, para sentarse al lado de Amelia - Volveremos muy pronto, además mis abuelos se fueron a Poniente, el trono de Edoril esta vacío, el consejo no tiene a quien presentarle sus quejas y la gente necesita que alguien ponga orden - el omega agarro las manos de las reina con suavidad y le sonrió cariñosamente - Prometo que volveremos antes de la boda de Liam, él necesitará todo nuestro apoyo, y además Eirian los extrañara muchos, no pretendo hacerlo sufrir - Amelia suspiro, el omega tenía cierta habilidad para hacer que la gente cediera ante él.

- Esta bien, esta bien. Pueden ir, pero deben enviarme cartas, quiero saber todo de ustedes - Luke asintió sonriente y beso la mejilla de la reina.

Aeron sonrió al ver a su esposo tan feliz, pero había algo extraño en su madre, podia notarlo, podia sentirlo. Su madre estaba más cambiada, sabía que no era su salud. No, él mismo le había preguntando a la doncella más vieja y fiel que acompañaba a su madre, y ella le había confirmado que la reina estaba bien de salud.

- Esposo - Luke lo llamó pero el alfa no respondió - Alfa - Luke detuvo sus pasos y miro a Aeron, había estado perdido en sus pensamientos desde que habían salido de la habitación de la reina.

- ¿Hum?

- ¿Estas bien? - pregunto con un tono preocupado acunando el rostro del alfa - desde que salimos de la habitación de la reina, haz estado en silencio, ni siquiera me escuchas cuando te hablo - Aeron suspiro y tomó las manos de su omega.

- Lo estoy, pequeño. Solo...creo que debo hablar con mi madre de algo - Luke fruncio el ceño.

- ¿Puedo saberlo? - él negó, pero su esposo solo sonrió - Entonces no te obligare a que me digas, esperaré a que quieras decírmelo - El omega se puso de puntillas y beso los labios de su esposo.

- Iré con Eirian, tú ve y habla con tu madre - Luke acarició su mejilla - preparare todo para el viaje de mañana - Aeron asintió, pero antes de que el omega se fuera lo agarro de la muñeca jalandolo hacia el para atrapar sus labios en un beso profundo y necesitado.

- Aun sigo esperando...- susurro el alfa y el omega sonrió divertido.

- Muy pronto mi principe - Luke se acercó al oído del alfa mientras una de sus manos bajaba por su cuerpo - En unos días me tendrás - el omega acarició la entrepierna de su esposo, volviendo loco al alfa, pero antes de que el alfa hiciera algo el omega se apartó de golpe y se fue corriendo por los pasillos de la fortaleza escapando de su esposo.

- Condenado omega - murmuro el alfa entre divertido y excitado.

Dio media vuelta para retomar el camino hacía los aposentos de su madre, desde hace unos días, Aeron tenía una pregunta que hacerle a su madre, que había surgido cuando sin querer escucho una discusión entre el rey y su madre, después de que vio a su hermana salir de la habitación.

El alfa entró a la habitación de la reina, sabiendo que estaria bordando, y efectivamente cuando entró ahí estaba la reina, bordando tranquilamente mientras las doncellas ordenaban la cama. Amelia miro un poco confundida a su hijo menor por haber vuelto, pero aún así le sonrió

- Cariño, ¿Que sucede? ¿Por qué has vuelto? - Aeron se acercó a su madre y tomó asiento a su lado.

- Hay algo que debo preguntarte, madre - ella asintió esperando que continuará - a solas, madre. Por favor - pidió el príncipe viendo a las doncellas en la habitación.

- Pueden irse - hablo fuerte y claro la reina. Todas las sirvientes presentes dejaron de hacer lo que estaban haciendo y se despidieron con unan reverencia. Las únicas personas que quedaron en la habitación, fueron la reina, el alfa y la doncella de confianza de la reina.

- Bien, ya estamos solos ¿Que eso que quieres preguntarme? - Amelia dejó el bordado de lado y agarro la taza de te, ofrecida por su doncella.

- ¿Te arrepientes de no haberte escapado? - Amelia trago con un poco de dificultad el té y dejó la taza de te sobre la mesa para girarse y mirarlo.

- Aeron, hijo mio, ¿Que quieres decir con eso? Además ¿Porque debería haberme escapado? - Aeron pudo notar a su madre un poco nerviosa por su pregunta.

- Dejame hacerte otra pregunta más fácil, madre - ella lo miro confundida - ¿Es Daemon Delroy, mi padre? ¿Soy un bastardo?

El corazón de la reina se detuvo en aquel momento, tras aquellas preguntas. Rápidamente miro con sorpresa a su hijo.

- ¿De donde haz sacado tal idiotez? ¿Que clases de preguntas son estas?

- Responde madre - insistió el alfa.

- Aeron, esto es suficiente.

- Responde - volvió a insistir, Amelia negó derrotada.

- Tu eres un Delroy, Aeron. Y eso es lo único que importa - la reina acarició la mejilla de su hijo - Quiero descansar, retirate por favor - Aeron asintió y beso la mejilla de madres antes de levantarse y salir de la habitación.

Amelia soltó un suspiro y se agarro la cabeza con ambas manos, aun no podía creer y seguía sin entender porque su hijo le había preguntado aquello de golpe.

- Mi señora - la reina miro a su doncella de confianza - ¿Porque no le ha dicho la verdad? - Amelia negó

- No puedo hacerlo, Sra. Naida - la reina mordió su labio - Dime, si le digo que Daemon, era el hombre que amaba ¿Crees que me perdonaría? ¿Crees que me perdonará si le digo que fue por la culpa de la familia Delroy que Lucien perdió a su madre? ¿Crees que me perdonará si le digo que él fue envenenado por la familia Thorne?

- Mi reina...

- ¿Como crees que reaccionará cuando le diga que Daemon, lo quería como a un hijo, pero posiblemente pueda ser el padre de Lucien? ¿Como crees que reaccionará, Naida, cuando le diga que su matrimonio fue planeado para ocultar el nacimiento de ambos? Y sobre todo, que fue una venganza de ambos lados - Amelia se puso de pie y se acercó a la ventana.

- Usted sabe que tarde o temprano se revelara la verdad.

- No me preocupa que se enteren. Pero si me atemoriza lo que pasará con ellos - la reina miro a través de la ventana.

Aeron tenía abrazado a Lucien, mientras que Eirian jugaba a su alrededor con sus otros nietos. Veía de la felicidad de su hijo junto el hijo de su difunta amiga. La reina a veces sentía lastima, sentía dolor al saber lo que la verdad podría provocar en ellos dos.

Porque ella misma sabia que ambos bandos habían causado muertes, enfrentamientos. Ella sabía que había más mentiras de las que se creían, mentiras que habían marcado y arruinado vidas inocentes.

Lucien sintió su cuerpo relajarse cuando el agua caliente cubrió su cuerpo, Leysa cubrió el agua con pétalos de la flor favorita del omega y con un aceite del mismo aroma.

Su esposo estaba en una reunión con Liam y el Consejo por algunos asuntos. Lucien estaba agotado tras planear todo su viaje para el día de mañana, Eirian estaba más energético por conocer el Reino de Edoril y ver los barcos y mares que su abuelo Byron le había contado.

- Jamás me cansaré de estos baños - comentó el omega relajado, mientras disfrutaba del baño. La doncella sonrió y guardo el aceite esencial de peonias

- Las peonias siempre han sido sus flores favoritas Alteza - Luke sonrió ante el comentario de la joven, Leysa se arrodilló en el suelo mientras ayudaba al omega limpiar sus brazos.

- Leysa - ella lo miro - ¿Tienes algún sueño? - la joven doncella lo miro confundida

- ¿Mi príncipe, que quiere decir con algún sueño? - pregunto sin entender.

- Me has servido desde que tenías cinco años de vida, Leysa. Pero jamás te he preguntado que quieres hacer, tampoco si tienes la intención de casarte - él agarro la mano de su doncella y ambos comenzaron a jugar con los dedos del otro.

- Usted sabe cual es mi deseo, Alteza - Lucien solto un suspiro ante las palabras de la joven.

Él lo sabía, claro que lo sabía, muchas veces la había escuchado rogando a los dioses por que su deseo se cumpla. A pesar de que él estaba haciendo todo lo posible para intentar buscar alguna pista sobre la familia de Leysa, también sabia que la joven si tenía intenciones de casarse pero que tenía miedo de que la persona a la que amaba la joven doncella no correspondiera sus sentimientos.

- ¿Quieres que hable con mi esposo? - le preguntó a la joven - Tal vez puedas casarte con Linus - Luke sonrió divertido al ver el sonrojo en las mejillas de la omega

- Alteza, no creo que sea bueno hacerlo. El general Linus, es la mano derecha del señor, no me atrevo a pedirle tal cosa al príncipe - Lucien río ante la timidez de su doncella.

- Eres una joven estupenda, solo que no puedo retenerte a mi lado, Leysi. Pronto cumplíras dieciseis años y si no te caso, según las reglas alguien te forzará - él acarició su mejilla

- ¿Permitirá que me aparten de su lado? - pregunto con temor y él negó.

- Eres como mi hermana, te vi crecer Leysi - la llamó cariñosamente - Te adoro, te aprecio y haré lo que sea para protegerte, si no quieres casarte no te forzare ni mucho menos dejaré que alguien lo haga

- Pero mi padre...- ella lo interrumpió nerviosa y asustada

- No, nadie ni mucho menos tu padre pueden obligarte a casarte con alguien a quien no quieres. Legalmente, tu padre te vendió, eres una sirvienta sin derecho a nada, eres...mi esclava - dijo la última palabra con asco - Pero personalmente, eres mi confidente, mi amiga, mi doncella, mi dama de compañia, mi hermana, como quieras llamarlo no me importa - continuó el omega y beso la frente de la joven de quince años - Tú estás bajo mi cuidado, si quieres casarte, te casaras, tendrás a lo grande, tendrás mi respaldo, mi apoyo y tendrás una fortuna con la que te mantendrás. Sino quieres casarte, no voy obligarte, pero aun así, te cuidare, voy a protegerte, tendrás mi apoyo, respaldo, tendrás una fortuna por servir a mi lado.

- Mi príncipe - a la joven se le cristalizaron los ojos al escucharlo.

- Sea cual sea tu decisión, siempre estaré ahí para protegerte Leysi. No importa que, yo a ti te quiero mucho - la joven sollozo y abrazo al joven príncipe, sin importarle que este estuviera mojado.

No importaba si para la Corte era raro que el príncipe Lucien mantuviera a una doncella desde pequeño, según los rumores la doncella del príncipe era acompañante de cama del Príncipe Aeron y era por esa razón que el principe Aeron se negaba a tomar una segunda esposa y que la joven doncella no estaba casada. Pero eran solo rumores, nadie sabía que el príncipe quería a la doncella de su esposo, como una hermanita pequeña o una hija, que adoraba a esa joven que le sacaba sonrisas a su omega o a su pequeña bestia. Al igual que el príncipe Lucien, nadie sabía que fue el mismo príncipe que con tan solo ocho años de edad se enfrento a toda su familia para que Leysa estuviera a su lado, que cuando se lo negaron, el principito de ocho se arrodilló tres días y tres noches solo para que Leysa se quedará a su lado.

Nadie sabía, que la joven doncella era más que una sirvienta para los príncipes, nadie sabía que esa sirvienta tenía la autoridad de una dama de clase alta sobre las personas que se atrevían a cuestionar a sus príncipes y que se atrevían a hablar mal de ellos.

Nadie sabía que esa doncella era un destello de luz en la vida de los principes, sobretodo en la vida de Lucien Thorne.

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