Capítulo 48
Un bulto pequeño se removió incómodo en la cama. Abrió sus ojos lentamente mientras se intentaba acostumbrar a la luz que entraba por la ventana de la habitación. Se incorporó en la cama y miro a su alrededor un poco confundido.
Llevo una de sus manos hacia atrás de su cabeza y sintió una tela en ella, lo habían vendado. En ese momento el pequeño recordó el incidente. Aun recordaba los golpes que el hombre que le había dados, recordaba los gritos de su madre, la furia de su padre.
El pequeño miro a su alrededor y vio a su padres en la cama de la habitación continua, las puertas de su habitación estaba abiertas. Se bajo de su cama con cuidado y fue hacia la habitación de sus padres. Su papá Aeron abrazaba a su papi Luke, el pequeño sonrió antes de subir a la cama y meterse en medio de la pareja, la cual no se percató de la pequeña figura que había intervenido entre ellos dos.
Su pequeño cuerpo dolía, más su estómago, pero cuando estaba con sus papis se sentía tranquilo, protegido y amado. El pequeño sonrió aun más y se acurruco en medio de sus padres. Seguramente cuando se despertaran se llevarían una sorpresa.
El niño comenzo a jugar con las manos de sus padres, no sabía que hora era, ni tampoco le importaba, solo quería que sus padres despertaran y lo abrazaran.
El omega se movió un poco incómodo cuando sintió un cosquilleo en su mano, abrió sus ojos por un solo momento encontrándose con la mirada castaña que tanto adoraba y una de las radiantes sonrisas que atesoraba.
- Mami, te ves horrible - dijo el pequeño mirando al omega.
- ¿Eirian? ¿Eres tú mi niño? - el omega se incorporó rápidamente en la cama y tomó el rostro de su hijo, asegurándose de que sea él, de que era real y no un sueño.
- Soy yo, mami. A menos que me hallas reemplazado por dormir mucho - el omega nego y comenzó a repartir besos por todo el rostro de su niño - ¡Mami! ¡Mami para! - el niño comenzo a reír - ¡Papa ayudame! ¡Papa! - la risa del niño aumentó mientras que con una de sus manitos despertaba a su padre.
El alfa abrió los ojos preocupado por los movimientos un poco bruscos y por el ruido en la habitación, se incorporó en la cama rápidamente y podría decirse que el corazón del alfa dejó de latir por un momento cuando vio a su pequeña bestia despierta y riendo.
- ¡Papa ayudame! ¡Mami no me deja! - Luke detuvo sus cosquillas cuando vio a su esposo despierto, el niño miro a su padre y salto a sus brazos - Hola papa - el alfa sintió como su corazón volvía a latir y abrazo al niño en su pecho.
- Pequeña bestia, me asustaste, nos asustaste - el alfa acarició el cabello de su niño y miro a su omega. Luke le sonrió y se unió al abrazo.
- Lo siento - se disculpó el pequeño - No pude protegerme - el alfa se separó del niño - Quería ser como ustedes, fuertes y valientes - el niño bajo la cabeza apenado.
- No cariño. Esta bien, fuiste valiente muy valiente - el omega beso la frente de su hijo - Eres la persona más valiente que conozco, eres mi pequeño guerrero. - los ojos del niño se iluminaron.
- ¿De verdad?
- De verdad - respondió el alfa - Eres fuerte y valiente, pequeña bestia. - el alfa desordeno despacio el cabello de su hijo teniendo cuidado con la herida.
- Lo que pasó no fue tu culpa, pequeño. Fue la de nosotros, debimos estar contigo, debimos haber llegado antes. Lo sentimos mucho, pequeño - el omega sintió sus ojos cristalizarse.
- No mami, no fue su culpa - el pequeño se arrodilló en la cama - Ustedes me salvaron, vinieron cuando los llame - el niño sonrió y dejó un beso en la mejilla del omega y otro en la mejilla del alfa.
Luke sonrió y abrazo a su niño al igual que fueron abrazados por el alfa, finalmente estaban los tres, juntos, otra vez.
Ese día, el alfa se prometió proteger a su familia, pase lo que pase, cueste lo que cueste, sin importar si debía derramar sangre o quemar un pueblo entero, él haría lo que sea necesario para proteger a su familia incluso si debía dar su vida por ellos.
- Mi señor - Bernard se dio la vuelta y miro a sirviente - El príncipe Eirian despertó, según las doncellas, el niño está bien y el sanador ahora mismo lo esta revisando.
- ¿No hiciste lo que te pedi? ¿No le diste dinero al sanador? - pregunto enfadado el alfa.
- Lo hize, mi señor. Pero el sanador Atkins se negó a aceptar el trabajo, dijo que no envenenaria al príncipe ni que tampoco le haría daño a algún miembro de la familia Thorne - Bernard golpeo la mesa furioso.
- ¡Y ahora me lo dices! ¡Idiota inservible! - el sirviente retrocedió ante el grito del hombre.
- Tranquilizate, gritarle no servirá de nada - Bernard miro al hombre que estaba buscando algo en los estantes del estudio - No es su culpa de que algunas ratas insolentes no sepan aprovechar las oportunidades.
- Ese mocoso esta vivo ¿y quieres que me calme? Deshacernos de el bastardo de Lucien es fácil, pero primero debemos dar con su punto débil - Verner miro al hermano de la reina.
- Vete - el sirviente asintió y salió rápidamente de el estudio de la mano del rey.
Bernard se sentó furioso de nuevo en el sillón, Verner se acercó a pasos tranquilos sentando en frente.
- Eres impulsivo - fue lo primero que dijo - Crees que tu mayor enemigo es Lucien, pero te equivocas - Bernard miro con confusion al hombre - Tu mayor enemigo, es Aeron, tu sobrino. Es de él, del cual tienes que deshacerte primero. Mi sobrino y su bastardo, después de la muerte de tu sobrino, será fácil deshacernos de ellos - el hombre sonrió con cinismo mientras bebía un poco de vino de su copa.
- ¿Porque Aeron? - El hermano del señor de las mareas bufo, a veces consideraba a la mano del rey estúpido.
- Por que lo ama, Bernard. Tu sobrino ama al bastardo. Y le diste ese privilegio cuando aconsejaste al rey de que permitieran la Unión - el alfa negó.
Imposible. Era imposible, su sobrino, el más querido, el único que valía la pena entre los hijos de su hermana. ¿Realmente amaba a ese bastardo?
Si, había visto las veces en las que se rehusó a tomar otra esposa, pero fue porque pensó que solo quería engañar a Lucien, había visto las veces en las que lo había protegido, pero había pensando que era por el deber. Y ahora resulta que su sobrino, el niño filial, obediente, frío y sin sentimientos, amaba al bastardo de la difunta Valérie y el idiota de Anthony, si es que lo era.
- Imposible.
- Bernard, Bernard, Bernard. ¿Eres idiota? - pregunto Verner - Creeme cuando te digo, que ese muchacho caminaría sobre fuego y espadas si Lucien estuviera del otro lado.
- Aun así, ¿quieres que mate a mi sobrino? - Verner se acarició el puente de la nariz, aquel hombre estaba acabando con su paciencia.
- ¿Quieres deshacerte de Lucien? - Asintió - Entonces deshazte de Aeron, si matas a Aeron, matas a Lucien. Es fácil, querido amigo. Solo deshazte de tu sobrino - Verner sonrió dejando pensativo al hombre delante de él.
Bernard Kouchner, hermano de la reina y mano del rey. No se lo podía considerar como un buen consejero, un buen hermano, o un buen tio, mucho menos una buena persona. No, Bernard es una persona cruel, rencorosa, es una persona a la que le gusta adueñarse de cosas que ni siquiera son suyas; se adueñó de la vida de su hermana, tomando desiciones que la destrozaron. Arrebató muchas vidas contratando a personas desagradables o a base de envenamientos.
Desea un trono y una corona que no le pertenecen, solo porque su padre fue un gran ministro parte del Consejo del difunto rey. Cometió muchos errores al igual que actos imperdonables, eso lo sabía muy bien, incluso él mismo sabia que cuando la verdad saliera a luz debía tener un plan para escapar, porque detrás del envenenamiento de su sobrino y de la muerte de la madre de Lucien y miembros de la familia Thorne, estaba él.
¿Pero quien iba a notarlo? ¿Quien pensaría que la mano "fiel" del rey era que la estaba llevando a la casa Delroy y Thorne a la ruina?
A fin de cuentas, todos éramos monstruos, todos teníamos un secreto que ocultar, un pasado del cual avergonzarnos, una mentira dicha, una máscara que usamos para cubrir nuestras intenciones; pero la verdad era, que muchos humanos son monstruos y que muchos monstruos saben jugar a ser humanos.
Era como el lobo y la oveja, a muchos lobos les gustaba disfrazarse de ovejas, como a muchas ovejas les gustaba fingir ser víctimas. Entonces en este mundo ¿Quien miente y quien no? ¿Quien es víctima y quien es victimaria? ¿Quien es quien?
La princesa se detuvo enfrente de las puertas de los aposentos del rey. Si no lo hacía ahora, jamás lo haría.
Solto un suspiro largo y dio tres golpes en la puerta de madera.
- ¡Adelanté! - escucho la voz de su madre del otro lado.
Grace empujó las puertas de los aposentos del rey, llamando la atención de los Reyes, los cuales estaban teniendo una conversación, pero se detuvieron cuando vieron a su hija entrar. Estaban confundidos, era muy raro que la princesa entrara a los aposentos del rey.
- Hija mía - James le sonrió a su hija y Grace intento hacer lo mismo, aunque apenas logró levantar las comisuras de sus labios.
Amelia miro extrañada a su niña, sentía que había algo en ella, algo diferente.
- Querida - Grace miro a su madre acercarse preocupada - ¿Estas bien, mi pequeño capullo? - Amelia tomó el rostro de su hija suavemente en su manos y lo acarició con ambos pulgares, sin despegar su mirada de los ojos azulados de su niña.
La princesa mordió su labio inferior mientras sus ojos se cristalizaban.
- Mi pequeño capullo, mi hermosa flor ¿Que sucede cariño? - Grace soltó un sollozo.
Amelia miro a su esposo preocupada, James se puso de pie al ver a su hija sollozar.
- Mama...- lágrimas descendieron por las mejillas de la princesa.
- Mi flor ¿Que sucede? - volvió a preguntar.
- Mama - Grace se tiró a la brazos de su madre siendo sorprendida por ella. Su niña, su flor, no la había abrazado desde que tenía dieciséis.
- Oh mi hermosa flor ¿Que sucede? - Grace acarició el cabello de su hija.
- Me engaño....él me engaño mamá, Darren me engaño - la princesa rompió en llanto en brazos de su madre.
Amelia miro rápidamente a su esposo ante las palabras de su hija, pero la reina no sabía que le daba más coraje y la enojaba más, Si era el hecho de que a su niña la habían engañado o el hecho de que su esposo, no parecía molesto ni mucho menos enfadado.
- ¿Lo sabias? - pregunto la reina sin dejar de abrazar a su niña - Contesta James ¿Sabias sobre el engaño de Darren? - el rey guardo silenció. - ¡Contesta! ¿Sabias sobre la infidelidad? - grito la reina a su esposo.
No le importa si su esposo tenía más autoridad por ser el rey, no le importaba que él sea un alfa y ella una omega. Eran sus hijos, su niña, su flor, su milagro con la que se habían metido, humillado y engañado. Eran sus bebés, sin importar la edad que tuvieran ellos siempre serían sus niños, sus estrellas y su razón de vivir y soportar todo. Y lo menos que quería, era que su hija sufriera lo que ella sufrió.
- Papa ¿lo sabias? - Grace se separó de su madre pero se aferró a su brazo - ¿Sabias lo que hacia mi esposo? - el rey miro a su hija y asintió.
- Grace yo...
- ¿Desde cuando? - pregunto la princesa interrumpiendolo - ¿Desde cuando sabias? - pregunto dolida
- Desde hace un año.
Grace se hizo para atrás apuntó de caerse sino fuera por el agarre de su madre.
Un año.
La princesa negó, una y otra y otra vez. No era posible, era su padre, su padre..y lo sabia, sabia que su esposo la engañaba y aún así no hizo nada.
- Grace...
- ¡Callate! - grito dolida sorprendiendo al rey - ¡Eres mi padre! ¡Mi padre! ¡Soy tu hija, maldición! ¡Soy tu hija! - la princesa se llevó ambas manos al rostro con enojo, dolor, ira, todo mezclado.
- ¡Era lo mejor, Grace! - la princesa apartó sus manos de su rostro y miro a su padre como si no creyera lo que acababa de decir.
- ¿Lo mejor? - pregunto - ¡Me engaño! ¡Se acosto con quien sabe cuantas mujeres! ¡Soy su esposa! ¡Tu hija! ¿Y aun así dices que es lo mejor? ¡Eres mi padre! ¿Que clase de padre permite que le sean infiel a su hija?
- ¡Tu matrimonio desde un principio estaba destinado al fracaso! ¡La estupida que entregó su corazón, que se enamoró eres tú!
- ¡James! ¡Fue suficiente! ¿Como le dices eso? - Amelia miraba furiosa a su esposo.
- ¡Cierra la boca! ¡Soy tu rey!
- ¡Y yo tu reina! ¡Tu esposa y la madre de tus hijos!- el rey tiro todo lo que se encontraba en la mesa furioso. Un objeto de cristal que habia sobre el escritorio se estrello contra el suelo esparciendo los cristales en el suelo, pero un cristal salio disparado y rasgo un poco de la piel de la mano de la reina, quien por instinto puso a su hija detras de ella.
- ¡Madre! - Grace tomó la mano de la reina preocupada. Amelia le sonrió y negó lentamente.
- Tienes un deber - Grace miro a su padre
- ¿Ser la persona más cornupeta de toda cuidad de bronce? - pregunto la princesa
- ¡Tu deber es cerrar la boca, no contradecir mis órdenes, abrirle las piernas a tu esposo y darle herederos!
- ¡Ya cumplí con mi deber! ¡He sido obediente, sumisa e idiota! - los ojos de la princesa volvieron a llenarse de lágrimas - ¡He soportado la humillación de mi esposo, de mis suegros y de todo el palacio! ¡He sido fiel a mis votos! ¡Y le he dado a esta dinastía dos príncipes y una princesa! ¿No hize suficiente? - Amelia tomó la mano de su hija.
- ¿Entonces que quieres?
- ¡El divorcio! Disuelve mi matrimonio, padre, te lo suplico, por favor - la princesa se arrodilló ante el rey - Permíteme divorciarme de él, permíteme conservar mi orgullo y dignidad, ahorrame la humillación de ser señalada por los demas, ahorrame la humillación ante mis hijos, ante mis niños - James veía las lágrimas caer en el rostro de su hija.
Veía la mirada suplicante y dolida de la princesa, y fue en ese momento cuando su mente lo llevó hacía el pasado, cuando la princesita tenía tan sólo seis años de edad. Lo llevo en el momento en que la princesa había roto la corona favorita de esmeraldas de la difunta reina. Donde su niña, su princesita, había corrido hacia el y le había suplicado que la proteja de la reina, que no fue su intención y que era una buena niña.
Pero ahora, quince años después, ya nada era igual, quería hacerlo. Quería decirle a su hija que lo haría, que cumpliría con su petición; pero no podía hacerlo, necesitaba que el matrimonio siguiera, sin importar los engaños, las mentiras o la humillación, necesita que ella entendiera.
- No.
- ¿Que? - pregunto con la voz rota la joven de veintiún
- James, tu no puedes decirle eso...
- No se disolverá tu matrimonio con el hijo de Lord Anthony. No me importa lo que sea que tengas que soportar - ella se puso de pie al escucharlo - si pudiste soportar seis años, podrás soportar mucho más.
La princesa comenzo a reír. Era increíble, la persona que más quería aparte de su madre, hijos y hermanos. Era la persona que la había ofrecido en bandeja de plata, como un pedazo de carne.
- Jamás creí que me venderías de tal manera - pronuncia con dificultad la joven princesa - Eres mi padre...eras mi héroe, te amaba y me entregas como carne de mercado a un hombre y una familia que solo saben humillarme, a una familia que ha provocado muertes, que ha sembrado discordia y dañado a los inocentes - la princesa pronunciaba cada palabra con rabia y dolor - Jamás te perdonaré por esto, Su majestad - la princesa dio una rápida inclinación y beso la mejilla de su madre.
James solo veía como su hija se iba de los aposentos sin mirar atrás. La había perdido hace mucho, la había perdido en el momento que la caso, en el momento que no la defendió, en el momento que permitió que la lastimaron. Ella ya no era su niña, no era su flor. Ella ya no era su dulce Grace y sabía que jamás lo volvería a ser.
- ¿Sabes algo James? - el rey miro a la mujer quien miraba el camino por donde su hija se había ido.
- ¿Que?
- Me arrepiento de no haber escapado con tu hermano cuando me lo pidió - Amelia miro a su esposo, quien estaba rojo por las palabras de su esposa - Te duelen mis palabras ¿no es así? - ella sonrió.
- Amelia...- advirtió
La reina se acercó a su esposo, le daba gracia como su esposo, el hombre que alguna prometió amarla, protegerla y adorar a la familia que hicieran juntos, era el mismo que la estaba destruyendo.
- ¿Recuerdas lo que me prometiste cuando nos casamos? - James se dio la vuelta ignorandola - Me prometiste una vida, me prometiste honestidad, felicidad...amor - ella se acerco - Prometiste amar a nuestros y a mí. Prometiste darnos el mundo, darnos paz. Pero cuando ascendiste al trono, te olvidaste de todos nosotros - él la escuchaba pero aún así no se giro.
«Se que no deseábas casarte conmigo, pero te prometo que te amaré a ti y a los hijos que me des» «Prometo protegerte, serte honesto, fiel. Prometo darte el mundo, y toda la paz que halla en el»
- Pero me equivoqué, crei en ti ciegamente e incluso...
- ¿Te arrepientes? - pregunto él.
Ella solto un suspiro profundo antes de responder a su pregunta.
- No - él giro y la miro - No me arrepiento de haberme casado contigo, ni mucho menos de haber tenido a esos tres maravillosos niños - ella sonrió triste - de lo que sí me arrepiento, fue de no haberme esforzado más como esposa y compañera, ya que por eso te olvidaste de mí, de nuestros hijos, de nuestros planes y sueños juntos.
- Amy...
- No me arrepiento de ser tu esposa, pero si me arrepiento de ser débil, me arrepiento de no poder proteger a mis hijos de tí y de tus desiciones injustas en contra de ellos. Quiero creer que lo que haces esta bien, pero tu y yo sabemos que no es así - soltó un suspiro. Ya no había nada que pudiera hacer. Lo hecho, hecho esta.
- Amelia, lo siento - ella negó.
- No es tu culpa, ni tampoco mia. A fin de cuentas, Majestad. El amor que decíamos tener, no lo puede todo - Amelia hizo una reverencia ante su esposo y se dio media vuelta cambiando hacia la salida.
El amor es una palabra peligrosa, es una palabra compleja y muy engañosa. Una palabra difícil de definir y fácil de malinterpretar. En cambio, la palabra Amar es que te abriguen o protejan, no importa de que o quien; del frío, del miedo, de las dudas, de la tormenta, y a veces hasta de ti mismo. Amar, era proteger a esa persona, abrazar a esa persona, sin importar el caos interno de esa persona, sin importar quien llegase a sus vidas.
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