Capítulo 36

El ruido detrás de las puertas de sus aposentos despertó al omega, quien abrió sus ojos y se encontró solo en la cama. Por instinto tocó el lado vacío de su esposo y lo sintió tibio, Aeron no se había levantado hace mucho. Los ruidos volvieron a aparecer, así que se incorporó en la cama apoyándose en el respaldo de esta.

- ¿Aeron? - pregunto y los ruidos cesaron. Lucien se puso de pie y camino hasta fuera de la habítacion con su batalla blanca cubriendo su vientre de cuatro meses. El sanador le había dado una fecha equivocada, el omega en realidad tenía un embarazo de cuatro meses, casi cinco.

A pasos lentos el omega se acercó hacia la habitación continua, donde se podía oir el fuego de la chimenea. Pero aquellos ruidos nuevamente hicieron que detuviera sus pasos. Logró escuchar murmullos de unas voces que claramente desconocia. Así que se oculto entre la pared que tenía un espacio cerrado y la puerta. Viendo como unas personas entraban a su habitación, llevo sus manos a su boca para intentar callar cualquier sonido.

- Aquí no hay nadie - dijo uno de los hombres y Lucien pudo ver que el hombre tenia el rostro lleno de cicatrices.

- Debe estar por aquí, él nos dijo que estaría aquí. Ese omega debe morir - dijo el otro hombre quien tenía una daga en mano soltando un gruñido. Lucien abrió sus ojos con sorpresa al escuchar esas palabras.

- Pues nos mintió. Además lo hubiésemos encontrado fácilmente si no te hubieses puesto a pelear con ese alfa.

- el maldito me ataco primero, le hubiese arrancado el ojo, porque al parecer alguien lo intento y no lo logró - contesto molesto y a Lucien le dio un mal presentimiento

«Alfa, Alfa, ¿Donde estas? » pregunto el niño por el vínculo. Temia que estuvieran hablando de su esposo.

- Estamos perdiendo el tiempo, vámonos de aquí - dijo el hombre de cicatrices en su rostro.

Ambos hombres salieron de la habitación, y Lucien solto un suspiro cuando escucho la puerta de la habitación continua cerrarse. Necesitaba ver a Aeron, necesitaba asegurarse que estuviera bien y el no obtener respuestas de su alfa a través del vínculo lo estaba desesperado. Salió de su escondite y se encaminó hacia la puerta, pero antes de lograr abrirla, una voz áspera lo detuvo.

- Pero miren quien decidió salir de su escondite. - Lucien se volteo rápidamente con temor encontrándose al hombre del rostro desfigurado. Pudo notar entre la tenues luz de la chimenea la sonrisa macabra y el brillo del filo de la daga, en la oscuridad.

- ¿Que quieren? ¿Quien eres? - pregunto asustado. No traia su daga, la dejo debajo de la almohada. Así que por instinto de su omega cubrió su vientre con ambas manos.

El hombre bajo su mirada hasta el vientre del omega y su sonrisa se ensancho más. Un escalofrío recorrio la espalda de Lucien al ver que el hombre dio un paso adelante, mientras el otro sonreía a su lado.

- Tu, joven omega. Tienes que pagar por robar lo que no te pertenece - dijo el hombre acercándose cada vez más, mientras tras el omega retrocedía.

- Yo...yo no hice nada. - se aferró más a su vientre.

- ¿Estas seguro? - pregunto el otro hombre - Descuida, Omega. No queremos lastimarte - le dijo el hombre - Solo queremos darle una lección a tu esposo, y que mejor lección que hacerlo con su omega y su cachorro - sonrió macabramente y Lucien solto un grito cuando sintió el frío del filo sobre la fina bata apuntando a su vientre.

- Por favor, no me hagan daño - suplico y sus ojos se empeñaron de lágrimas.

- Robaste lo que no te pertenecía. Y tu esposo, te ayudó. Entonces, él debe pagar por ayudar a bastardos hijos de puta, como tú - Lucien negó varias veces. Miraba a su alrededor buscando cualquier forma de salir, pero no podía. Tenía miedo, mucho miedo, temía por él, por su esposo, por su cachorro.

- Por favor deja...- pero sus palabras quedaron estancadas en su boca, cuando el hombre enterró el filo de la daga en el vientre del omega. - No... - lágrimas bajaron por sus mejillas y sintió el filo de la daga volver a incrustarse en su piel.

- Esto le servirá a tu esposo para que aprenda a no meterse y tomar lo que no le pertence - el hombre retiro la daga, limpiandola con su ropa, mientras el omega caía al suelo, aun cubriendo su vientre ensangrentado.

- Vamos antes que...- intento hablar el hombre pero la puerta de la habitación fue abierta en un estruendo, revelando al Alba de cabellera platinada y al príncipe heredero, ambos cubiertos de sangre.

Al entrar a la habitación, Aeron se encontró con la escenas más desgarradora de su vida. Al ver a su omega tirado en el suelo, dejado de un charco de sangre, con sus manos protegiendo su vientre. Aeron corrió hacia Lucien y tomó entre sus brazos al omega inconsciente. Mientras que Liam, junto a los Caballeros leales, herian a los hombres y los arrestaban.

- Vete de aquí, yo me encargó - le dijo Liam a su hermano poniendo una mano en su hombro. Aeron le agradeció con la mirada. Y salio disparado hacia la Sala de sanadores.

Lucien llevaba inconsciente tres días, según el sanador había perdido mucha sangre tas las dos apuñaladas que fueron profundas. Y lamentablemente, habían perdido al bebé. El alfa estaba destrozado, habían herido a su omega y se habían llevado a su cachorro, a un cachorro suyo y de su dulce esposo. Por quien le rogaba a los dioses que le permitieran ver de nuevo esos hermosos ojos esmeraldas.

- Hijo - Aeron volteo su rostro hasta encontrarse con su madre. La reina estaba de pie junto a la cama de su yerno. - Liam, dice que ha encontrado información, pero te necesita.

- Yo no puedo dejarlo, madre - respondió el alfa mirando de vuelta a su esposo y besando sus nudillo.

- Ve, yo me quedaré con él. Nada le pasará, te lo prometo, cielo. - el alfa noto la sinceridad en las palabras de su madre y asintió, levantándose para irse, no sin antes dejar un beso en la frente de su omega.

Cuando el omega despertó, un poco después de que el alfa se halla ido, se encontró a la reina, sentada en la cama, con la mirada perdida.

- ¿Su...su Alteza? - pregunto en un susurró débil. Amelia miro al niño y su ojos se iluminaron, al mismo tiempo que se cristalizaron.

- Oh Luke, por fin despiertas - Amelia se acercó al niño y lo ayudó a incorporarse en la cama. - Ve y avisa que Lucien despertó, y llama a mi hijo y al sanador - le ordenó la reina a su doncella quien asintió rápidamente y salió de la habitación.

- Yo...¿Cuanto tiempo dormi? ¿y aeron? ¿Mi bebé? - pregunto el omega al verla sola a ella en la habitación.

- Llevas inconsciente tres días, y Aeron fue a encargarse de algo, pero ya ordene que lo llamaran. - la explicación de la reina fue corta pero suave, evadiendo la última pregunta del niño.

- ¿Y mi bebé? - pregunto y Amelia mordió su labio - Mi reina...¿mi bebé esta bien? - Amelia le dio una mirada triste y Lucien negó.

- Lucien, el bebé...

- ¿Mi bebé? ¿Que le pasa al bebé? ¿Que pasa con mi cachorro? - pregunta desesperado. - ¡Digame! ¡Digame algo! - exclamó desesperado al ver el silencio de la reina.

- Lo siento mucho. Tuviste un aborto - la reina no sabía que le dolía más, decirle al niño que perdió a su futuro nieto o nieta o escuchar los gritos desgarradores del niño.

- ¡No! ¡No! ¡No! - grito mientras las lágrimas mojaban su rostro. Con miedo, temor y sin poder creerlo, el niño apartó las sabanas de su cuerpo relevando una venda envolviendo su -ahora- plano vientre.

- Luke....

- ¡No, por favor no! ¡Mi bebé! ¡Mi bebé! - el niño se levantó de la cama y cayó de rodillas gracias al mareo y dolor de cabeza.

- ¡Lucien! - grito la reina preocupada intentando ayudar al niño

- ¡Usted miente! ¡Mi bebé no está muerto! ¡Mi bebé no está muerto!

El alfa entró con una sonrisa a la habitación por el despertar de su omega, pero cuando entró y lo vio tirado al suelo de rodillas llorando y rasgando sus brazos, viendo cómo su madre intentaba ayudarlo. Su corazón se partió en mil pedazo, más de lo que ya estaba.

- Luke...- el alfa se acercó hasta su omega y este lo miro.

- Dime que no es cierto, Aeron. Dime que no perdí a nuestro bebé - suplicaba con vos rota. El alfa se acercó hasta y lo ayudó a levantarse - ¡Dime que no es cierto! - grito golpeando el pecho de su esposo - ¡Di algo!

- Lo perdimos, cariño.

- ¡No! ¡No, Aeron, No! - grito y el alfa lo estrechó entre sus brazos, mientras el niño se aferraba a su camisa - ¡Alfa no es cierto, nuestro cachorro no puede estar muerte! Dime que no es cierto...

- Pequeño....

- ¡Mi bebé! ¡Mi bebé! ¡Nuestro cachorro aeron, no nuestro cachorro!

El omega se levantó exaltado y con la respiración entre cortada, con las mejillas rojas y lágrimas cayendo de su mejilla. El recuerdo de cuando la reina le anuncio la pérdida de su cachorro lo atormenta nuevamente, sintiéndose culpable por no haber podido protegerlo. Miro a su lado y se encontró el lado de la cama donde dormía su esposo vacio. Apenas unos rayos de sol entraban por la ventana gracias a un pequeño movimiento en las cortinas. No tenían idea de cuanto tiempo había dormido. Se levantó de la cama y se preparo, despojandose de su ropa para dormir y poniéndose una cómoda para comenzar el día. Una vez listo, salió de las habitaciones abriendo la puerta y encontrándose con Leysa y unas sirvientas más de confianza, que al verlo guardaron silencio.

- ¿Que hacen todas ustedes aquí? - pregunto Lucien con el ceño fruncido.

- Su Alteza - saludaron las tres damas inclinándose.

- ¿Leysa? - Lucien miro a su doncella quiero mantenía la cabeza agachada. - mirame - le ordenó y la joven lo miro a los ojos.

- Es su esposo, mi principe - respondió la joven.

- ¿Que hay con mi esposo? - pregunta, sin poder evitar que el sentimiento de preocupación se apodere de su pecho.

- Ha pedido una audiencia con el Rey, Alteza. Quiere que el rey le otorgue su permiso para divorciarse de usted. - el rostro del omega palicedio al escucharla.

-¿Quieres divorciarte?
- Si.

Esas palabras, esas malditas palabras que escaparon de su boca, palabras que había dicho sin deseo o anhelo alguno, palabras que era solo una mentira, una mentira dicha por un momento de dolor. El omega se arrepientio una y otra vez al recordar el rostro herido de su esposo cuando lo dijo.

- ¿Donde esta? - pregunto.

- Entrenando su Alteza, el rey le permitió la audición hoy por la tarde. - le dijo la otra doncella y sin perder tiempo el omega salió corriendo hacia los campos de entrenamiento de la fortaleza.

«Lo siento, lo siento, alfa. Lo siento»

Lucien le rogaba a los dioses que le dieran un poco más de tiempo, le pedía con todas sus fuerzas de que su esposo aún estuviera en los campos de entrenamiento y no en la Sala del trono con el rey. Porque Lucien lo sabía, si perdía a Aeron. Ya no tendría razón para seguir viviendo, porque con el paso del tiempo eso se había vuelto Aeron; su vida, su aire, su compañero, su confidente, su esposo y sobre todo el hombre al que amaba y amara siempre.

- ¡De nuevo! - Le grita el príncipe bestia al caballero recién reclutado, que intenta levantarse del suelo.

La gente se reunió alrededor del patio únicamente por la forma en que el princesa Aeron estaba probando a los caballeros recién reclutados. Sabe empuñar una espada y aprendió a usarla. Pero se dio cuenta hace mucho tiempo, desde que era más joven, incluso cuando tuvo que entrenar con Liam, la espada siempre fue fuerte. El peso y la longitud se sintieron bien en sus manos, incluso había superado a su hermano.

Aeron es un poco más alto en comparación con otros señores o caballeros; la longitud de su brazo siempre le daba ventaja cuando sostenía una espada, especialmente con una mano. El próximo rey consorte, si que lo sería, aprendió a usar la espada gracias a su hermano, su entrenamiento fue supervisado por su hermano y tio.

«Eres más fuerte de lo que crees» Le había dicho Liam, un vez. Aún así, por más simple que pareciera la espada, era una joya y arma letal ante los ojos de los nobles cuando el príncipe la usaba.

«Si no quieres mostrar debilidad, entonces sé más fuerte» Liam también le enseñó eso.

Cuando la espada golpea, Aeron sabe cómo esquivarla. Hay principalmente cinco formas de defender un ataque; retroceder, proteger, parar, esquivar o contrarrestar. La mayoría de los caballeros abandonaron las opciones cuarta y quinta porque no es digno, demasiado atrapados en su orgullo. Pero Aeron no es un caballero sino un luchador.

Entonces, cuando la espada del caballero lo golpea en una línea diagonal, esquiva y se mueve rápidamente hacia el lado izquierdo; es rápido debido a su estructura ordenada, usa el extremo de su espada para insertarse entre el juego de pies del caballero. Cuando el hombre de la armadura cae, el joven príncipe golpea, soldando y girando el extremo afilado de la espada de atrás hacia adelante, contrarrestando el ataque perforando el espacio entre su armadura; estaba apuntando al cuello.

El caballero se congela antes de quedar aturdido y vuelve a caer al suelo. Y la multitud se vuelve loca por el príncipe del reino.

- Me rindo, mi príncipe - responde el caballero mientras levanta la mano en señal de derrota. El alfa suspira, tratando de recordar calma y serenidad, comprendiendo el cambio en su estilo de ataque, normalmente, no es tan salvaje mucho menos con los recién reclutados.

- Me disculpo por mi comportamiento de ataque - se disculpa mientras camina hacia el pobre hombre y le da la mano para sostenerlo - Luchó bien y con valentía, Ser. Si tuviera la oportunidad de entrenar más, la próxima vez te llamaría - el alfa le ofrece un mínimo levantamiento de labios en forma de aprobación.

El caballero de brillante armadura asintió hacia él ; El alfa también notó que la multitud todavía estaba sorprendida por lo que podía hacer.

- ¿Hay alguien aquí que quisiera ser mi siguiente oponente? - La multitud detiene los aplausos y se divide en dos cuando una persona interviene.

- Yo lo hare.

El alfa no tiene que voltear para saber a quién le pertenece aquella vos; Lucien.

Al verlo, el joven príncipe se queda quieto. Una sonrisa estaba en el rostro de su omega cuando levantó su arpón para señalar a su esposo.

- Alfa, ¿me permite acompañarlo? - El príncipe albino le devuelve la sonrisa.

Toda la multitud estaba sorprendída por el arma que traía el omega en manos. Un arpón, un simple y sencillo arpón, uno que Lucien podría volver su arma mortal si lo deseaba. Había prácticado con la espada, pero no negaría que la espada jamás fue su fuerte, en cambio el arpón algo que usaban los pescadores allá en Edoril, si lo era. Después de casi dos años con él en la mano, puede moverlo como un tercer brazo, soldarlo y girarlo como una ola de agua, convirtiéndolo en una marea si lo necesita. Utilizar un arpón no requería tanta fuerza como sostener un claymore o una espada larga; si aprende dónde sostener y equilibrar el peso, entonces es un arma. Usar un arpón no requería que fueras vital sino sabio. Aún así, no es un arma de un caballero o un señor, solo una herramienta del plebeyo a los ojos de los nobles. Pero para la delicia de las mareas incluso una herramienta común podría ser el arma más afilada si sabes cómo usarla lo suficientemente bien.

«Si no puedes ser tan fuerte como los demás, entonces sé más sabio» su tío le había enseñado eso.

Independientemente, su crecimiento estaba oculto detrás de las mareas. A ningún señor le gusta un omega que suelda una espada, y mucho menos un arpón y una red de arrastre. Se sabía que estaba entrenado, pero tenía que mantener su habilidad alejada de la multitud, y cuando llegó el momento de prepararse entre otros, nunca hubo un arpón en el jirón para elegir. Pero él tiene el suyo, uno específico, no hecho por el marinero de los hombres de Byron sino que le dio el pescador de buen corazón que una vez lo cuidó en la orilla durante sus tres días varado después de la guerra que sufrió su pueblo.

Normalmente no usaba el arpón, sus abuelos le habían dicho muchas veces que apesar de ser su fuerte, aun debía pelear con la espada, pero no hoy. Definitivamente no hoy, no después de todo el sentimiento reprimido que tiene. El príncipe Aeron camina en el círculo con las manos detrás de la espalda, una manera que siempre usaba: una postura intimidante de un depredador. Sin embargo, la presa, que tiene un arpón en la mano, ya no es una presa, hoy la presa cazará también .

- ¿Bailamos? - pregunta el asesino de Reyes, como solían decirle con una sonrisa arrogante.

- Comencemos la balada, entonces - responde el placer de las mareas con una sonrisa desafiante. Y como si fuera la palabra final, la tormenta sopla.

Luke no espera una señal para atacar; sosteniendo su arpón, se aleja de la longitud de la espada de Aeron, gira la muñeca y suelda el extremo afilado de su arma, con el objetivo de perforar el ojo derecho del príncipe albino. El asesino de Reyes, siendo el hábil espadachín que es, usa su espada para detenerlo justo a tiempo. El joven príncipe anotó en su mente; parar es algo que generalmente se hace equipando el escudo debido a la superficie de protección más alta: poder parar con una espada es otro nivel de maestría. Pero ninguno de ellos usa escudo, ni lleva armadura.

Aeron, después de la parada, contraataca, moviéndose para reducir la distancia entre ellos, cortando su espada hacia arriba en una línea diagonal. El joven príncipe lo sabe mejor; esquiva agachándose y, mientras lo hace, lanza una red de arrastre para enredar la mano izquierda de su esposo, tirando del extremo de la red de arrastre, lo que hace que el príncipe mayor pierda su postura defensiva. Solo entonces Luke ataca de nuevo, girando su muñeca una vez más, usando el extremo de madera de su arpón para golpear la mano derecha de Aeron, con el objetivo de desarmarlo. Pero Luke no se ha dado cuenta del cuchillo en la mano izquierda de su alfa, cortando su red de arrastre y protegiendo el golpe. Con la red siendo cortada y el joven príncipe todavía tirando de ella, lo envía hacia atrás, casi cayendo, pero no debe tropezar, solo retrocede para tomar una posición defensiva en la distancia más larga que la espada entre ellos.

Ambos jadeando un poco, con los ojos fijos en el otro. El próximo Señor de las Mareas tira su red de arrastre rota.

- Te estás conteniendo - le dice.

- Sin embargo, peleaste mejor de lo que recuerdo. No sabía que podías pelear así, Príncipe Lucien - se burla Aeron mientras gira el cuchillo alrededor de sus dedos llenos de cicatrices.

- Te dije que puedo cazar, príncipe Aeron- responde Lucien mientras suelda el arpón alrededor de su cuerpo, de la mano izquierda a la derecha.

El príncipe albino sonríe, y una risa baja está en su garganta. Se mueve, por lo que Luke lo sigue, dando vueltas entre sí, sin dejar de mirar a los enemigos. El aroma de alfa y omega chocan en uno, haciendo que la atmósfera se vuelva pesada con el olor a acero, sangre, miel y vainilla para la audiencia.

- Supe que pediste una audiencia con el rey.

- Si, para cumplir tu deseo.

- ¿Realmente lo haras?

- Como dijiste, nuestro deber término.

- No, tu deber conmigo aún no ha terminado - La sonrisa arrogante está en el rostro de el placer de las mareas reflejando una que tiene el alfa, por lo que continúa el diálogo.

- Hace unos meses, dijiste que nuestro deber no importaba.

- Cierto.

- ¿Entonces porque ahora?

La pregunta se responde con un destello de llama en el iris de circón. Brilla intensamente con llamas, Aeron como esa sombra en él. El dueño de esos ojos responde, al final.

- Porque soy culpable, Lucien. Soy culpable por haberte protegido, por no haber protegido a nuestro cachorro y sobre todo soy culpable por amarte.

El joven príncipe ataco de nuevo al escuchar a su alfa, usando la ventaja de su constitución, Luke se mueve rápidamente para cerrar la distancia, va al lado izquierdo de su esposo y golpea el extremo de madera de su arpón en la mano del asesino de Reyes. Pero Aeron tiene el reflejo y el instinto de un soldado combinado con recuerdos musculares de la guerra: sabe que llegará el ataque. Así que el príncipe albino contrarresta, esquivando el golpe, se mueve al lado derecho de su omega y corta su espada desarmando el arpón en la mano de Luke. Sin embargo, es más lento que el más joven, y un cuchillo de su mano izquierda vuela. Pero su contraataque no va en balde; El placer de las maderas retira su mano para evitar el corte, pero pierde un arpón a cambio.

- ¿No nos hicimos ya mucho daño? - pregunta el omega.- ¿Acaso no te dolió?

- Si, pero me dolió mucho más saber que perdimos lo único bueno que te podía dar, amor.

En ese mismo segundo, hay una apertura. Mientras el cuchillo cae, Luke ve su reflejo en el cielo; lo coge con la mano derecha, cuando Luke atrapa el cuchillo, Aeron empuña su espada y ambos golpean al mismo tiempo. La sangre de dos dragones sangró en el campo, en su pista de baile, los cortes se hacen en la nariz y se cruzan en la cara.

El pecho de ambos príncipes jadea al mismo ritmo mientras la multitud vitorea en un apuro por el entretenimiento. Pero esos sonidos les resultan ensordecedores. Es un silencio en comparación con la tormenta que ruge dentro de su corazón, su alma. Mientras se miran, sus ojos lo dicen todo, las palabras tácitas que nadie entendería excepto ellos, un tempo roto que espera ser cumplido. La forma en que ambos son brisas violentas, la forma en que Aeron solo podía traer la corriente loca de Lucien, y solo Lucien podía hacer que la tormenta de Aeron cambiara de patrón. Han visto lo suficiente como para saber que no hay otros, no hay ruptura, que el dolor que ambos sentían era algo que solo podrían superar si permanecen unidos, solo ellos que podrían hacer que el otro esté vivo.

- Te contuviste - le dijo Luke, caminando hacia su esposo, su alfa - Desde esa distancia, podrías cortarme como un ave de corral tratando de volar contra un torrente. Entonces, ¿por qué no lo hiciste?

Aeron se queda en su lugar; él no planea moverse. La sangre de ambos aún corría, contaminando el suelo de la fortaleza.

- Alfa, eres como un viento violento - le dijo el omega sonriendo.

El príncipe albino se ríe entre dientes mientras se dirige hacia el más joven, con la espada todavía en la mano.

- Me llamaste viento violento; qué hipócrita; tú eres el que me derribó con solo su existencia. Eres mi lluvia.

Sus miradas eran como el fuego cuando se encuentra con la inundación.

- No quiero divorciarme de ti, pero prefiero tu felicidad antes que la mia - El príncipe mayor se acerca, dejando solo dos pasos de distancia.

Luke lo mira perdiéndose en esos ojos circon que lo atraparon desde niños. Y su mirada se vuelve hacia la cicatriz, cicatriz que casi le arrebata la vista.

- Nunca seré un omega que obedece con demasiada facilidad, Aeron. Puedo ser gentil y amable, pero por dentro, debajo del exterior suave, siempre seré un mar inquieto sin importar a dónde me lleve tu tormenta. Además tampoco se si podré darte un hijo en un futuro. - el alfa pudo sentir el dolor a través de su vínculo.

- Cuando el cielo esté oscuro y sople el viento violento, todos los que sean lo suficientemente sabios flotarán o estarán dentro, no me importa atravesar el muro por ti o todo el maldito mar. - Aeron da un paso más, colocando su frente contra la de Lucien con sus ojos en él, firmes, inquebrantables.

- No importa si puedes o no puedes darme un hijo, Pequeño. Estare a tu lado, pase lo que pase. Como dijiste; seamos tu y yo contra el mundo. No uno contra el mundo.

Y entonces se fundieron en un necesitado beso. Un beso que guardaba tranquilidad y protección en ambos...Una calidez en aquel mundo frío, uno de amor puro en una guerra infernal de corazónes. La union sincera de dos almas enamoradas, que estaba dispuestas a destruir todo por el otro.

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