Capítulo 26
El alfa está profundamente irritado al encontrar a Lucien inclinado sobre un juego del Norte con su anfitrión, quien le toca la mano en cada oportunidad.
- ¡Príncipe Aeron, mi amigo! - Dice Osferth, abriendo los brazos - Estaba hablando con su esposo sobre sus tontas políticas de Rothnia.
- No son tan tontas cuando te crías con ellas - dice Lucien, sonriendo.
- ¿Así que ahora eres un príncipe de apellido Delroy? - Pregunta el príncipe, Lucien asiente - Estoy confundido, ¿Tu padre no es un Thorne?
- Mi padre es un Thorne de sangre pura - el niño da una pausa - Debido a que mi madre es la hija del príncipe del valle, la línea de sucesión pasa por ella - El príncipe lo mira aún más confundido. Hablar de su familia y origen es complicado - No creo qué debería cambiar mi apellido. Mi hermano Darren tomará el apellido Aldmin cuando herede. Pero yo solo seré un Señor. Estoy, en esencia, dando un paso hacia abajo. Tomé el apellido de mi esposo en honor a su posición, pero nuestros hijos serán Delroy-Thorne.
- Pero seguirás siendo un príncipe - dice Osferth, lentamente.
- Sí - dice Lucien, levantando los hombros en un encogimiento de hombros.
- Y tus hijos no serán legítimos de sangre real - vuelve a hablar el príncipe.
- Sí, y no - el niño se ríe, ante la mirada de incomprensión en el rostro de Osferth - La línea de sucesión pasa por mí.
- Ustedes, Rothnianos, están tan preocupados por los apellidos - suspira Osferth, sacudiendo la cabeza. Luego le sonríe a Aeron.- ¿Te importaría unirte a nosotros?
- Ven - habla Aeron en dirección a Lucien por el vínculo, ignorando al otro alfa.
Lucien le da una pequeña sonrisa con los ojos entrecerrados, una pierna cruzada sobre la otra, una pieza de juego de dragón brillantemente decorada que sostiene con cuidado en su mano.
- ¿Y adónde vamos? - pregunta el menor por el vínculo.
- A las galerías que tanto querías ver - gruñe el alfa.
- Eso suena encantador - dice Lucien.
- ¿Puedes... - Aeron hace una pausa, haciendo sus manos puños - venir conmigo a ver las galerías?
- Gracias por el juego - dice Lucien, poniéndose de pie - Y por su paciencia. No tenemos tal cosa en Oriente.
- Estoy seguro de que hay muchos juegos en Oriente, que son extraños para ti -dice Osferth sonriendo con indulgencia- Solo necesitas aprender las reglas, con un maestro paciente.
-Lo recordaré -dice Lucien, mientras Aeron se acerca a él y le ofrece el brazo en un gesto de impaciencia.- Buenos días, príncipe Osferth.
Toma el brazo de Aeron y le da una sonrisa tan dulce y satisfecha que le quita el enojo rápidamente. Cuando escapan de la mirada mal disimulada de los guardias, Aeron empuja a Lucien contra la pared y lo besa. Se besan y se besan y se besan, profundos y desesperados, Lucien ahueca su rostro como si tuviera miedo de que Aeron se vaya si lo suelta. Se retira solo para darse la cantidad mínima de espacio necesaria para presionar una hilera de besos en el cuello de Lucien, chupando insistentemente la dulce carne.
- Aeron -gime Lucien, apretando sus hombros.
- Mm -dice Aeron, mordiendo el vínculo de Lucien.
- Dioses - jadea Lucien.
Aeron mete la rodilla entre las piernas de Lucien, presionando con insistencia contra el calor de arriba, admirando la forma codiciosa en que su omega lo muele. No se detiene hasta que está completamente satisfecho, hasta que está seguro de que habrá moretones en lo alto de la piel de Lucien, un collar de besos para complementar lo que ya lo marca como atado.
- ¿Vamos a visitar las galerías? - Pregunta, después de un momento.
- ¿Qué? Oh, sí - Lucien jadea.
Se retuerce cuando Aeron le quita suavemente la rodilla, agachándose para tirar de sus pantalones de seda.
Las galerías de arte que estaba tan ansioso por ver representan un arte hermoso y variado, desde estudios simples hasta figuras encapuchadas con el cosmos por rostro. Aquí hay viajeros de todo el mundo, y también una sorprendente cantidad de ciudadanos de Oriente que sin duda reconocerán a sus príncipes, si sus miradas y susurros han de interpretarse correctamente. Se topan con más de algunos de los amigos que Lucien hizo, ese primer día en la mansión, cuya genuina alegría al verlo podría haber hecho que un Aeron más joven se pusiera verde de envidia.
No se van hasta que el sol está bajo. En lugar de regresar a la mansión, Lucien lo lleva a una de las destartaladas tiendas del mercado abierto.
- El príncipe Omán dijo que tendremos que vestirnos discretamente para la salida de mañana - dice Lucien - Debemos cubrir ese cabello.
Aeron se ve obligado a comprar capas de algodón andrajosas y sombreros demasiado grandes para sus cabezas. Juguetonamente, Lucien lo lleva a un callejón, donde se ponen su ropa nueva y deambulan sin rumbo fijo. Lucien está demasiado emocionada por la perspectiva de mezclarse con estos derrochadores, de los extraños eventos que seguramente les esperan.
- Un día tu amabilidad te pondrá en peligro - dice Aeron, aunque solo sea porque el sentimiento se ha estado acumulando en su cabeza, demasiado urgente para dejarlo desatendido.
- ¿Crees eso? - pregunta Lucien, sorprendentemente imperturbable.
Su viaje los ha llevado a uno de los muchos muelles, y Lucien se detiene, tomando una respiración profunda mientras mira hacia el mar. Mira por encima del hombro a Aeron.
- Confías demasiado. El príncipe Osferth piensa que puede llevarte a la cama - dice Aeron en un gruñido
- Lo sé - dice Lucien, sonriendo de manera inocente.
- ¿Si lo sabes por qué lo entretienes? - pregunta el alfa.
- Porque opino que estará más dispuesto a las propuestas del abuelo Byron si cree que eso le hará ganar mi favor y llevarme a su lecho- Explica, encogiéndose de hombros. Luego, su tono de voz se vuelve más suave - Y porque esperaba que lo notaras.
- Así que me insultas a propósito - adivina Aeron.
- No pongas palabras en mi boca -responde Lucien con acero en su voz - Solo desearía que me vieras como algo más que un deber al que debes responder.
- ¿Llamarías a nuestro beso anterior un acto de deber? -pregunta Aeron, reduciendo el espacio entre ellos, hasta que su frente se presiona contra la espalda de Lucien.
- ¿Lo harías? - Lucien responde una pregunta con otra pregunta y Aeron no tiene una respuesta adecuada.
Lucien se aleja de él, con las manos entrelazadas con fuerza, el pulgar trazando un patrón en su piel. Es un gesto similar que Aeron ha visto emplear a su madre cuando su temperamento está aumentando y debe calmarse a sí misma.
- No te entiendo -admite Lucien. - Cada vez que siento que te has ablandado conmigo, demuestras lo que realmente piensas de mí en unos momentos. ¿Soy realmente tan horrible?
- Creo que es hora de que consideres que si estás pidiendo algo que no puedo darte, Lucien - dice Aeron con firmeza.
- Prometiste intentarlo -le recuerda Lucien.
Un ruido fuerte y repiqueteo se filtra desde los muchos niveles altos de la ciudad, hacia el agua. Es fuerte e inquietantemente hermoso, un sonido tan triste que suena casi como el grito lastimero de un animal herido. Lucien sale corriendo, antes de que Aeron pueda hablar, antes de que pueda detenerlo, e inmediatamente lo persigue.
Aeron es alto y fuerte, pero Lucien suele jugar juegos idiotas de recuperación. Salta por encima de las mesas y se agacha para pasar por debajo de los brazos extendidos, se disculpa profusamente mientras cae sobre los ciudadanos que maldicen. Él mira por encima del hombro solo una vez, su rostro se cierra y avanza con energía renovada. Solo titubea cuando el ruido vuelve a sonar, más fuerte y urgente, tan estruendoso que Aeron puede sentirlo vibrar en el adoquín de abajo.
- ¡Solo vete! - Grita, cuando se da cuenta de que Aeron se le acerca sigilosamente.
Hay un gran grupo de personas de pie entre ellos. Atrae muchas miradas boquiabiertas y aprovecha la oportunidad para correr de nuevo, haciendo rechinar los dientes a Aeron. Varias personas preocupadas se acercan a él a medida que avanza, con la esperanza de evitar que este extraño Alfa persiga a un joven Omega. Aeron golpea y empuja su camino hacia Luke, su ira crece.
- ¡Lucien! - Grita, una vez que finalmente reconoce la figura encapuchada, doblada y jadeando en uno de los caminos empinados y en espiral que conducen a los niveles superiores de Arcop.
- ¿Me odias o me amas? - Lucien pregunta en un jadeo.
- Ninguna de las dos, Lucien - dice Aeron, impaciente - Ya sea que te odie o te ame, las dos están a tu favor, si te amara siempre estarás en mi mente y si te odiara siempre estarás en mi corazón.
- ¿Entonces? - los ojos esmeraldas del niño se cristalizan.
- Te detesto.
Lucien se ríe y él agacha la cabeza justo cuando una lágrima rueda por su mejilla.
- Parece que todo lo que hago es hacerte llorar - dice Aeron con voz agotada. El alfa se da la vuelta decidido a irse lejos del omega. Pero sorpresivamente unos frágiles y largos brazos se envuelven en el alfa, abrazándolo por la espalda.
Lucien se aferraba al cuerpo de su esposo, no queriendo dejarlo ir.
- Luke, debemos irnos. Tenemos cosas que hacer...
- Lo único que quiero hacer es abrazarte, hasta que el deber no duela., hasta que el futuro no duela - sollozo el niño contra la espalda del mayor.
- No creo que alguna vez deje de dolor - susurro el alfa.
- Entonces jamás voy a soltarte - El alfa sintió la humedad en su espalda. Con cuidado se volteó viendo al niño con los ojos llorosos frente a el.
- Luke...
- ¿Puedes amarme? - pregunto el niño en un susurro casi inaudible, sorprendiendo al alfa. - Por favor, solo ámame. Y abrázame tanto y tan fuerte que sienta que estoy loco. - Pidió entre lágrimas el niño.
Era incapaz de decirlo, pero su omega quería gritar hasta desgarrarse los pulmones, suplicando;
«Ámame hasta que olvide que esto no debe ser real...»
- No puedo hacerlo.
Amar a quien no te ama, desear a quien no te desea, es como abrazar a un cactus, mientras más lo abrazas... más te hiere.
El viaje desde el pueblo a la mansion es incomodo y dolorosamente silencioso. Mientras el alfa se reprochaba por lo que dijo hace unas horas, el omega tenia la abeza baja sin aquel brillo en sus ojos, estaba perdido. Cuando llegan a l mansion, no encuentran forma de volver a esonderse en sus habitaciones, sino que son conducidos desde las puertas hasta la sala principal por no menos de cuatro guardias.
Hay un grupo de personas esperándolos; Byron y Verner, el último de los cuales está sonriendo; el príncipe Osferth, que les dirige una mirada de simpatía estremecedora ; y Astrid, que no los mira a los ojos.
- ¿Dónde han estado ustedes dos? ¿Qué llevas puesto? ¿Por qué hueles a ceniza? - Exige Byron, lanzando fuego.
- Estábamos explorando, como dijiste...- dice Lucien con la voz apagada.
- ¡Cuando te di permiso para hacer eso, no quise decir que tú y el Príncipe Aeron pudieran fugarse sin apenas un guardia entre ustedes dos! ¡Astrid pensó que pasaríamos la noche sin verlos a ninguno de los dos! - Grita Byron y su nieto retrocede.
- No necesitábamos guardias - dice Aeron, insultado.
- ¿Astrid? - pregunta Lucien, dirigiendo una mirada herida en dirección a su prima.
- Eso no es lo que quise decir, príncipe Aeron - dice Byron con firmeza.
- Estaba preocupada, Luke - dice Astrid en voz baja.
- Abuelo - habla luke, solo para quedarse en silencio cuando Byron levanta las cejas en señal de advertencia.
- Ustedes dos son algunas de las personas más importantes de Rothnia. Me gustaría creer que estarás a salvo en una ciudad como esta, pero no hay garantías. Los traje aquí porque pensé en aclimatarlos a sus nuevas vidas de manera constructiva, pero ahora veo que quizás me apresuré demasiado - dice Byron frustrado.
Cada palabra cae como un yunque, con Lucien encogiéndose gradualmente sobre sí mismo, retrocediendo como si fuera a castigarlo.
- No fue idea de Lucien permanecer lejos tanto tiempo. Sólo quería visitar las galerías de arte. Fui yo quien insistió en explorar. -dice Aeron, ignorando la forma en que Lucien levanta la cabeza.
- Hablaremos de esto en la mañana. Me alegro de que estés a salvo - dice Byron por encima de las crecientes protestas de Lucien, en un intento obvio y fallido de disminuir el aguijón de sus palabras.
Ambos jovenes se despiden sin protestar y se van de regreso a sus habitaciones, mientras el silencio incomodo reaparece. Al llegar a la habitacion, Aeron intento acercarse a Luke pro este retrocedio.
- Buenas noches, su alteza. Espero que duerma bien.
El no miró hacia atrás, no cuando él lo llamó por su nombre y le suplicó; El corrió hacia la puerta antes de que él pudiera alcanzarla y la cerró detrás de el, entre ellos.
Al dia siguiente, Lucien no salio de la habitacion en todo el dia, simplemnte se quedo encerrado, mucho menos salio a la hora de la cena. Sus excusas en nombre de Lucien se aceptan con bastante facilidad, pero la hora de la comida es un asunto tenso y tranquilo. El Principe Osferth y Byron hablan vacilantes sobre socios comerciales, ropa y una industria en crecimiento, pero su conversación es dolorosamente alta en su pequeña burbuja de silencio.
De vez en cuando, el peso penetrante de la mirada de Astrid hace que su piel hormigue. Hace poco para ocultar que está mirando, pero sus ojos se desvían rápidamente cada vez que Aeronse detiene sobre ella. Verner toma un gran sorbo de su vino, sonriendo, como lo hace cuando hay algo realmente desagradable en su lengua.
- ¿Cómo está Lucien?- pregunta el Príncipe Osferth, a la ligera.
- El Príncipe Lucien - corrige Aeron, ignorando la forma en que Byron se aclara la garganta -está cansado de su trabajo y decidio descansar.
Osferth sonríe, y Aeron se tensa por el desagrado hacia él. Hay una mezquinidad en su sonrisa que es particularmente evocadora, a pesar de que él es el opuesto visual del hermano en el que Aeron no puede evitar pensar. Es la mirada de alguien profundamente autorizado, alguien que preferiría no compartir sus juguetes, alguien que tiene planes y hará cosas imprudentes para llevarlos a cabo.
- Sí, me imagino que estaba sobrecargado por la terrible experiencia de anoche- dice Osferth.
- Bastante- dice Aeron.
- Eres un Alfa, pobre si no puedes asegurarte de que tu omega este bien atendido - continúa Osferth.- ¿Te ocupaste de él?
- Está perfectamente contento - dice Aeron, permitiendo que las palabras se queden cortas y entrecortadas.
Marca el comienzo de un completo silencio sobre la mesa de la cena. Aeron aprieta el cuchillo de la cena. Es aburrido, requerirá mucha fuerza para penetrar. Respira hondo, lo deja a un lado y no termina su comida.
Con el tiempo, su grupo se aleja lentamente de la mesa, murmurando sus excusas. Byron dura más, dirigiendo una mirada de advertencia entre Aero y Osferth. Sintiendo que no se le permitirá demorarse, Aeron se levanta, lentamente, en toda su altura. Es un príncipe del reino, si Byron lo dejara solo con alguien por quien ha mostrado un disgusto tan obvio, la responsabilidad de las consecuencias recaería sobre sus hombros, y probablemente llegaría a Lucien de una manera a medio formar de la que ninguno de ellos podría recuperarse.
Osferth sonríe a su delgada copa de vino y toma un sorbo.
- Ven conmigo, mi príncipe - dice Byron, su tono no deja lugar a discusiones.
- No puedo imaginar que estés sufriendo por las conexiones en esta ciudad miserable - dice Aeron, en el momento en que escaparon de la casa principal.
- No lo estoy - dice Byron, inclinando la cabeza en señal de aceptación - Pero Lucien debe aprender a ser diplomático. Él se reunirá con muchos líderes mundiales en el futuro. En ese sentido, creo que ha tenido éxito en su primer intento, aunque de manera dudosa.
- Hmm - es todo lo que Aeron puede decir.
Suspirando, Byron se apoya en una media pared de piedra y contempla la ciudad que se encuentra debajo.
- Anticipé el conflicto. No solo en esto: anticipé conflictos en mi casa en el momento en que me enteré de que ustedes dos serían puestos a mi cuidado.
- Te consideraría un tonto si no lo hicieras - admite Aeron.
Byron se ríe. Luego apoya la barbilla en la mano, solemne.
- Soy viejo, príncipe Aeron. No soy ingenuo ante los desafíos que enfrentará Lucien mientras se prepara para tomar mi lugar. Estoy tratando de enseñarle, este es solo uno de ellos, esto pasará y sucederá de nuevo - Aeron aprieta los dientes
- Así que debo prepararme para una flagrante falta de respeto en los próximos años.
- Sí, muchacho - dice Byron de inmediato tanto la exasperación como la diversión se filtran en su voz - Y cómo reaccionas a eso importa. Déjame al Príncipe Osferth a mí, no pondría a Lucien en peligro, también debes saber que no tienes nada que temer de que te sea infiel, está enamorado de ti.
Sus palabras lo desestabilizan por un momento en su lugar. Como si esperara tal reacción, Byron le permite guardar silencio por un tiempo, antes de seguir hablando.
- Está en la naturaleza de un Alfa desafiar, especialmente cuando son jóvenes. Usted y el príncipe Osferth son de la misma edad, no hay duda, pasará, ño que no pasará es tu reclamo sobre Lucien.
Tras eso, Byron le da una palmada en el hombro y se vuelve hacia la mansión. Aemond lo sigue en silencio, perdido en las palabras de Byron.
«Esta enamorado de ti»
«¿Puedes amarme?»
«No tienes nada que temer de que te sea infiel»
«¿Podemos intentarlo?»
- ¡Maldición! - el alfa golpeo la pared frente a el con fuerza una y otra vez, hasta que vio la sangre gotear de sus nudillos.
«Por favor ámame...»
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