Capítulo 24

El viento azotó con fuerza el cabello del príncipe del norte, la llegada de Lucien Thorne y su familia lo inquietaba, pues se corría el rumor de que el joven príncipe Omega era el corazón de Edoril, la joya del reino. Pobre de aquel que se atreviera a insultar de alguna forma al joven príncipito, sus abuelos estaban dispuestos a crear una guerra solo por su nieto. También se decía que el niño tenía cierta habilidad para que los comerciantes calleran a sus pies y aceptaran sin vacilar los tratos que ofrecía el niño.

- Mi señor - un sirviente se acercó al príncipe de Arcop.

- ¿Que sucede?

- La familia Thorne y el príncipe Aeron Delroy, llegaran dentro de un día y medio. - informó el sirviente recibiendo un movimiento de mano por parte de su príncipe en señal de que se retirara.

El principe mira hacia la puerta asegurándose de que no había ningún sirviente o persona además de él.

- ¿Estas seguro de lo que quieres hacer? - pregunto el príncipe a la sombra del rincon.

Un hombre salió desde las sombras con una sonrisa cínica y mirada firme, un alfa.

- Muy seguro, ese niño me debe mucho - comentó el nombre.

- No quiero que halla una guerra. - Le recordó el príncipe y el hombre rodo los ojos.

- Tu solo callate y haz lo que debes hacer - comentó con fastidio mientras se acercaba a la barandilla - Veremos que tan bueno eres jugando, Príncipe Lucien.

La decepción era clara en el rastro de su Omega, pero por una vez él príncipe guarda silenció. El rostro del niño se ilumina cuando Aeron inclina su cabeza hacia arriba para otro beso. Aeron nunca ha estado con nadie que ansíe tanto los besos. Aeron nunca ha estado con nadie que permitiera un beso sin paga extra.

Besarlo hace que Lucien sea dócil, tímido, presumido e inofensivamente satisfecho consigo mismo. Sus viajes por Edoril han estado marcados por las pequeñas sonrisas privadas de Lucien, con los ojos ocultos bajo el abanico de sus pestañas, después de intimidar con éxito a Aeron para que lo besara.

Cada vez que hacen una pausa para respirar, Lucien lo mira como si él fuera el responsable de la ubicación de las estrellas arriba, algo embriagador y aterrador.

Primero descienden del nido del cuervo y extiende sus manos para que Lucien las tome en su camino hacia abajo, lo que lo hace sonreír. Él es tan fácil de complacer. ¿Cómo no se había dado cuenta antes? Le devuelve el telescopio al tripulante que espera y finge que no ve el brillo de alegría en sus ojos.

Juntos recorren la cubierta, alimentando entre ellos un silencio que se siente extrañamente delicado. Sin palabras, Aeron dirige a Lucien a su lado derecho, para que pueda verlo mejor a la luz parpadeante de las antorchas. Lucien, vacilante, toma su brazo entre los suyos, y después de esperar un momento, su agarre se aprieta, su cabeza rizada descansa baja.

Hacia la proa del barco, hay un ídolo del Rey Rehagi; rey de las mareas y las tormentas. Que han observado tocar a los tripulantes cada día al amanecer, inclinando la cabeza. El ídolo representa al Rey Rehagi como una figura rugiente con cabello largo y rizado. Grandes aletas se abren en abanico desde el costado de su cabeza, y dos esmeraldas brillantes están fijadas en sus ojos hundidos.

- Mi abuelo me dio un libro sobre él - dice Lucien, en voz baja, mientras se acercan al ídolo - Es un dios bastante posesivo.

- Los dioses a menudo lo son - dice Aeron, pensando en el atestado panteón de dioses de Antigua.

- ¿Crees en la Congregación de los nueve? - Lucien pregunta llamando la atención de su esposo.

- Trato de seguir las enseñanzas, aunque solo sea por el bien de mi madre - Lucien asiente.

- Puedo entender eso. En verdad, siento que cualquier creencia que pudiera haber tenido en ellos ha sido.... - se queda en silencio buscando la palabra para describirlo, Aeron sonríe.

- ¿Interrumpido? - Lucien asiente.

- Me gusta más tu palabra.

Alcanza al ídolo, y luego rápidamente retira su mano cuando alguien que se aclara la garganta justo a la izquierda de ellos. Desde debajo de una esquina sombreada de la proa, Verner se pavonea al aire libre, con las manos entrelazadas a la espalda. Lucien se presiona al costado de Aeron.

- Yo no haría eso, mi príncipe - dice Verner, con los ojos brillantes. Él mira entre ellos descaradamente, deteniéndose en donde las manos de Lucien yacen enroscadas alrededor del brazo de el alfa quien lo mira serio - Es mala suerte para un Omega tocar la efigie.

- ¿Incluso si ese Omega va a ser el Señor de las Mareas? - Lucien pregunta, con una desafiante inclinación de su barbilla.

- Sí, incluso si ese Omega va a ser el futuro señor - dice Verner con veneno en su lengua - Una cosa que debes aprender sobre el mar, sobrino, es que los marineros mantenemos nuestras supersticiones. - Dice el hombre mayor pero la sonrisa falsa e inocente del niño lo desconcierta

Manteniendo el contacto visual, Lucien alcanza al ídolo. Pero están siendo observados. Todos los ojos cortésmente desviados de la tripulación mínima se han posado en ellos tres, Aeron suelta un suspiro al ver cómo su Omega es realmente terco. Una de sus manos se pone detrás de la espalda de su omega interceptando a Lucien, quien esta tocando al propio ídolo. Resoplando por el acto de su esposo, Lucien aparta su mano y entrelaza sus dedos y apretándolos con fuerza. Verner les sonríe fuertemente y se aleja.

- Eres una cosita descarada -sisea Aeron al oído de Lucien - Vamos a dormir, criatura insoportable.

Lucien lo sorprende con una carcajada. Se ríe por lo bajo todo el camino de regreso a su cabaña y se tapa la boca cuando Aeron le lanza una mirada de censura con los ojos muy abiertos, sus hombros temblando.

- Ese es un hombre decidido a socavarte. ¿Por qué darle la munición? ¿Por qué todavía te ríes? - Él gruñe.

- No es nada - dice Lucien ahora sonriendo.

Se desata y quita las botas y luego se quita los pantalones, con movimientos tan rápidos e irreflexivos que Aeron se da cuenta de que no tiene la intención de ser tentador, pero lo es de todos modos. Se hace a un lado mientras Lucien se sube a la cama y, mientras se quita la ropa de abrigo, Lucien lo mira con ojos somnolientos y entornados.

Él no puede tomar esos ojos. Él da la espalda. Lucerys le pasa un brazo por la cintura, le aparta el aire y le besa la nuca. Aeron no duerme esa noche.

Navegan durante otro día y medio antes de que, finalmente, la dorada ciudad libre se presente ante ellos. El puerto está lleno de vida, barcos mercantes y pequeñas embarcaciones y audaces gaviotas que se zambullen en busca de comida arrebatadora. Lucien felizmente entrega un poco de cecina a uno de esos pájaros, sonriendo con deleite. A su lado, Astrid pone los ojos en blanco cariñosamente.

Son saludados por un verdadero batallón de guardias, todos vestidos con extrañas y escasas armaduras. Están siendo recibidos por el Príncipe del Norte. Cuando Byron informa irónicamente que no es el mismo Príncipe que el anterior, Astrid se desinfla aliviada desde su lugar en el carruaje sombreado. Lucien toma su mano y la aprieta con fuerza, luego rápidamente saca la cabeza por la ventana, exclamando oh y ah ante la vista.

La ciudad es una mezcla de altas torres cuadradas, cúpulas que brillan a la luz del sol y edificios achaparrados con ventanas abiertas de par en par. Todo está cercado por grandes murallas, lo que le da la ilusión de una ciudad suspendida en ámbar. La gente es variada y hermosa, con rostros sonrientes y balbuceantes, morenos y blancos y todo lo demás, y regatean abiertamente en el aire.

- Aquí en Arcop, el Príncipe es elegido por el magistrado de una selección de cuarenta grandes familias - explica Byron, captando la atención de Lucien - El nuevo príncipe siempre debe ser un Alfa, y es su responsabilidad dirigir ceremonias importantes y atraer aliados. El nuevo Príncipe está tratando de ganar influencia, creo, a través de sus fiestas. Ambos nos estamos beneficiando de él y ayudándolo.

- Por lo que somos - dice Lucien y su abuelo asiente - Los Delroy tienen una historia en el Norte, y es un buen augurio comenzar un nuevo capítulo de esa historia por su cuenta - dice con simpleza sorprendiendo un poco al alfa, pues creyó que su omega no conocía las historias de su familia.

- Sí, muy bien, Luke - responde Byron con una sonrisa - No olvides que tú también eres un Thorne. La Serpiente del Mar no sería nada sin sus aliados en el Norte.

Su anfitrión vive en una mansión grande y cerrada. En poco tiempo, un verdadero enjambre de esclavos los conduce a través de los sinuosos pasillos para ser lavados y vestidos apresuradamente. Aeron viajó muchas veces pero la vista de sus cuellos gruesos y aburridos hace que se le revuelva el estómago. Lucien se aleja de un niño incómodo, todo ojos grandes y cabello oscuro. Byron lo aparta a un lado, le pone las manos en los hombros y comparten unas palabras en voz baja. Lucien asiente vacilante y Byron le da una palmada en el brazo antes de despedirlo con un beso corto en su frente.

Aeron no sabe qué hacer con Byron Thorne. Su apoyo a Liam y a su nieto ha sido inquebrantable, pero también es un hombre conocido por su ambición, nacido de una larga línea de Alfas tan orgullosos como poderosos. Es difícil no entender los intentos impenitentes de Verner de cuestionar el trémulo reclamo de Lucien al trono Thorne, especialmente ahora que ha tomado el apellido Delroy. Es extraño que Byeon no tenga sentimientos similares y querer robar el trono de la familia Delroy, además de solo querer apoyar a su nieto.

Cuando su grupo se reúne, llevan varias formas de vestimenta Arcoposhi. Las túnicas sedosas con estampado de flores de Lucien son coloridas y ajustadas en un elegante rojo y negro de la casa Delroy, como un reflejo de las de Aeron.

El Príncipe los espera en los jardines, rodeado de una ridícula variedad de gente pintoresca. Aeron ve su entrada programada por lo que era, ya que los invitados comienzan a susurrar en el momento en que cruzan las puertas principales hacia un jardín en expansión, con curiosidad abierta en sus rostros.

- ¡Mis amigos! Lord Thorne, eres bienvenido aquí - dice el Príncipe, abriendo los brazos.

Es un hombre esbelto y larguirucho de piel morena y pelo largo del color de la tinta. Sus cálidos ojos color avellana brillan mientras abraza a Byron, como si fueran viejos amigos. Al príncipe albino no le gusta el principe del norte.

- Este es el Príncipe Osferth- dice Byron, haciéndose a un lado.

Presenta su pequeño grupo uno por uno. Primero está Verner, quien solo parece encontrar buenos modales cuando no se espera que los dirija a su familia. El siguiente es Astrid, quien hace una reverencia en lugar de tomar la mano de Osferth. Osferth saluda a Aeron a continuación, juntando y estrechando sus manos con fuerza exagerada.

- Gran tipo, ¿no es así? - Aeron no dice nada.

La expresión jovial del Príncipe Osferth se agudiza, casi imperceptiblemente, un hoyuelo aparece en su mejilla mientras mira a Lucien de arriba a abajo. Agitando su mano entre los dos.

- Estos son los recién casados, ¿no?

Ante la afirmación de Byron, el príncipe Osferth toma la mano de Lucien entre las suyas.

- Encantado de conocerte, príncipe Lucien - el saludo del príncipe no es gentil, es insinúante y coqueto.

- Tú como... Oh - dice Lucien, cuando Osferth presiona un beso en el dorso de su mano.

Le lanza una mirada a Aeron, luego a su abuelo y luego a los invitados que se encuentran más allá. Él sonríe e inclina la cabeza en tímido reconocimiento. El príncipe deja otro beso en el dorso de la mano del niño y lo suela, entonces Osferth regresa al lado de Byron, pasando un brazo por encima de sus hombros, y son absorbidos por la multitud. Lucien, nervioso y avergonzado, se pega al lado de Aeron pero decididamente no lo mira a los ojos. Aeron rechina los dientes con tanta fuerza que le provoca un dolor en la mandíbula al saber que ese estúpido príncipe del Norte se atrevió a tocar la suave piel de su omega.

Lucien, que pasó gran parte de su juventud resguardado cuidadosamente en Edoril, sorprende a todos las personas presentes, quienes se sorprenden por la habilidad del niño de quince años al hablar de negocios y entretener. Responde preguntas sobre vimos, barcos, mercaderías que Aeron personalmente rechazaría, comparte historias sobre las mareas, se rie de uno que otro chiste de las personas de Arcop, cautivando a todos aquellos comerciantes y magistrados con aquella dulce risa y rostro tierno. Byron y Astrid se sienten orgullos del niño pero deben cuidarlo junto a Aeron de las miradas lascivias de algunos y de los comentarios coqueteos y cada vez que lo hacen, Verner se vuelve más y más contrabandista.

Lucien bebe dos vasos enteros del vino ámbar de Arcop, del cual Aeron tomó un sorbo y rápidamente lo apartó debido a su sabor demasiado dulce, y rápidamente se pierde. Es excitable, hablador, cariñoso. Toca a Aeron en cada oportunidad, estirando la mano para encontrar su mano y sostenerla con fuerza. A veces, frota los brazos de Aemond con movimientos lentos y apreciativos, o apoya la cabeza contra el brazo de Aeron, mientras que el alfa no hace nada para apartarlo.

Algunas personas intentan entablar una conversación con Aeron, pero él está demasiado nervioso como para reconocerlas más allá de las más débiles respuestas evasivas. Hay una amabilidad extrañamente indiferente en los Arcoposhi, y pocos de ellos parecen demasiado ofendidos por ser despedidos, no cuando Lucien está allí para entablar una conversación animada.

Superado por la irritación, Aeron conduce a Lucien detrás de uno de los amplios arcos que se abren a los altos muros que rodean el jardín. Está mal sombreado en el plano abierto de esta gran casa, y hay algunos invitados dispersos que sonríen detrás de sus copas de vino al verlos. Lucien tira de la camisa de Aeron e inclina su cabeza hacia arriba, rogando en silencio por un beso. Aeron acepta solo porque la huella de los ojos del Príncipe Osferth aún persiste en su piel. Lucien sonríe cuando se separan y golpea su frente contra la de Aemond.

- ¿Alguien te ha dicho alguna vez que eres asquerosamente guapo? - Lucien susurra.

- Si - el niño frunce el ceño- tú, cuando estas terriblemente borracho.

El niño ríe tímidamente ante la respuesta de su esposo y luego sonríe.

- Espera aquí - ordena Aeron.

- Está bien - repite Lucien más suave, casi tímida.

Cuando cree que Aeron ya no lo está mirando, suspira y se golpea las rubicundas mejillas. Luego se cubre la cara con las manos, riendo vertiginosamente. La euforia pulsa a través de su vínculo.

El príncipe Osferth se encuentra con su mirada por encima de la multitud y se endereza mientras Aeron se dirige directamente hacia él, sin preocuparse por los curiosos asistentes a la fiesta que se hacen a un lado para él.

-¿Qué puedo hacer por ti, Príncipe Aeron? - pregunta el Príncipe Osferth.

- Me preguntaba si podrías enviar a alguien para que nos muestre a mí y a mi esposo nuestras habitaciones. Mi esposo está muy metido en sus copas y necesita un descanso temprano para poder cumplir con sus deberes - dice Aeron recalcando la palabra esposo.

- ¿Él está bien? - pregunta Byron, levantando las cejas con preocupación.

- Estará bien, con descanso - Byron asiente y le da una mirada de agradecimiento a su nieto político

- Te llevaré. No es ningún problema - Osferth sugiere.

Antes de que Aeron pueda hacer sus protestas, o tal vez señalar sarcásticamente la descortesía de abandonar a los invitados, Osferth se va. Lucien ha atraído una vez más a varios oyentes divertidos en el pasillo, pero se separa de ellos lo suficientemente feliz como para volver al lado de Aeron mientras siguen a su anfitrión. Puede sentir a Lucien esforzándose por admirar su hogar temporal, distraída y sin recordar en absoluto el camino a sus habitaciones, la tonta criatura.

- Si puedo preguntar, ¿cuánto tiempo han estado casados ​​ustedes dos? - pregunta el Príncipe Osferth.

- Dos lunas - dice Lucien al ver que su esposo no respondio, prestando atención con rapidez. - Y cinco días.

Está a la izquierda y, por lo tanto, apenas es visible para él; cuando Aeron se gira para mirarlo, Lucien rápidamente agacha la cabeza.

- Y te casaste en la... tradición de tu casa - insinúa y Lucien asiente.

- Sí, según lo ordenado por mi padre, el rey - dice Aeron -Debemos mantener la sangre pura. - El príncipe Osferth se ríe.

- Creo que descubrirá que los tres compartimos un deber sagrado, Príncipe Aeron. Espero verlos a ambos cuando rompamos nuestro ayuno.

- Buenas noches, príncipe Osferth - dice Lucien con seriedad al ver la tensión entre su esposo y anfitrion, aunque apenas es de noche - Le agradezco por recibirnos.

- Estoy seguro de que será un placer -dice Osferth con calidez.

Lucien aprieta el brazo de Aeron arrastrándolo dentro de sus habitaciones. Aeron lo permite, agarrando la perilla de la puerta para cerrarla tras ellos. Una bota le impide hacerlo por completo.

- ¿Puedo decirle algo, Príncipe Aeron? -pregunta Osferth, en voz tan baja que Aeron casi no lo oye.

- Quiero que me beses de nuevo - dice Lucien, pasando una mano por la espalda de Aeron, incapaz de ver más allá del cuerpo más alto de Aeron y la grieta en la puerta - Me gustaría que me abrazaras.

Osferth hace una pausa, sus labios se curvan hacia arriba en las comisuras.

- Por favor, Aeron.

- Ve a beber un poco de agua y acuéstate - espeta Aeron.

Resoplando, Lucien golpea la parte posterior del brazo de Aeron, pero lo hace sin la fuerza que Aeron sabe que tiene. Luego se adentra más en sus habitaciones, suspirando.

- Solo quiero advertirte que alguien más competiría gustosamente por el afecto de tu dulce esposo si continuas siendo tan frío - dice Osferth, una sugestión profunda y sonriente se apodera de su rostro - pero creo que eso no te molestaría.

Aeron no quiere nada más que estrangularlo. Él puede ver la oportunidad. Lo arrastraría a sus habitaciones por el cuello y lo golpearía hasta dejarlo sin sentido, simplemente por la indignidad de hacer insinuaciones sobre su servidumbre, por cuestionar a sus superiores.

Pero Lucien está bostezando desde la otra habitación, y Osferth está rodeado de personas que juraron protegerlo a toda costa.

- No necesito ningún consejo de un testaferro que ha consentido en que le corten la garganta ante el menor indicio de superstición en sueños - dice Aeron arrastrando las palabras - Pero te agradezco tu preocupación.

Le produce una gran satisfacción dar un portazo en el pie del Príncipe del Norte. Oye la cascada de maldiciones detrás de la puerta cuando la cierra y bloquea.

- Lo dije en serio, ¿sabes? - dice Lucien, cuando Aeron cruza el luminoso salón hacia el dormitorio contiguo. Su omega esta acurrucado en la cama baja y afelpada somnoliento - Puedes quitarme el ojo, si lo deseas. Si eso aliviará tu ira.

- Es poco lo que se puede hacer para calmar mi ira, Luke - dice Aeron.

Se sienta en la cama en el espacio que queda entre la forma supina de Lucien y el borde de la cama. Las piernas de potro de Lucien se doblan hacia adelante para enmarcar su espalda. Aeron aparta el cabello de su frente y Lucien presiona su mano como una flor que busca la luz, un ronroneo retumba en su pecho. El Omega que una vez amenazó con matarlo ahora ronronea por él. Aeron niega con la cabeza, asombrado.

- Duerme - dice Aeron -Tenemos mucho que hacer.

- ¿Te quedarás? - pregunta.

- Me quedaré - promete el alfa.

Y así lo hace, admirando como los ojos esmeraldas del pequeño se cerraban, mientras una dulce y pequeña sonrisa yacía en sus labios al ver que su alfa no lo dejó.

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