Capítulo 20
Los pasos que se escucharon afuera de aquella habitación habían sido ahogadas por los pequeños gruñidos que emitía desde el fondo de su garganta mientras miraba aquella puerta de madera oscura. Su cabello platinado estaba un poco desordenado al que su camisa, mientras sus ojos de un azul más pálido observaban como una tormenta aquella puerta de madera donde él estaba. Donde por su orgullo lo había dejado al menos unas tres horas atrás, tal vez más, mientas el lobo en su pecho, lo araña y gruñía con enojo.
El vínculo se había creado de una vez por todas y pudo sentir, a través de este, lo herido y avergonzado que había quedado su omega cuando se largó sin más que decirle, dejándolo en un estado donde lo necesitaba. Aeron jamás había lidiado con omega, se había acostado con una que otra beta, pero no con omegas, ni mucho menos había producido vínculos con ellos, y ahora que tenía uno y un vínculo con uno, que era suyo, era el doble de lo peor que había imaginado. Sobre todo por esas emociones confusas que no podía entender o mejor dicho, no quería hacerlo.
- Maldigo a los dioses - Grupo en medio de la soledad mientras apoyaba su espada contra la pared rocosa de la fortaleza y las velas a medio desgastar en el pasillo era lo único que lo iluminaba.
Aeron esquivo cualquier mirada de los esclavos que pasaban por ahí, antes de simplemente entrar a la habitación que había dejado horas atrás. Vio el pequeño bulto envuelto en sábanas de seda y lino, blancas y rojas. La respiración de aquel bulto era uniforme y no como la respiración que él le había provocado anteriormente.
Se deshizo de su armadura y apago la única vela encendida, era su esposo, su Omega, esta era su habitación de casados y sería raro y extraño para los demás que el alfa recién casado no estuviera con su pareja durante las noches llenas de "pasión y dulzura" en las parejas.
Subió a la cama y se quedó petrificado al ver la ligera mancha de sangre en el cuello del omega, mirando la marca recién abierta sobre su cuello expuesto. Pensó que Lucien no la había curado, pero en él Fondo sabía que esa era su responsabilidad como su alfa.
- Carajo - gruño el alfa, antes de tomar las sabanas y echarlas sobre su cuerpo con la tenue luz de la chimenea que comenzaba a apagarse iluminando la habitación
Tomó la cintura de su esposo y lo acerco a su cuerpo con cuidado, antes de sentir a su lobo cuando el olor a miel y vainilla golpeó su nariz. Lo sintió de moverse y sus manos se congelaron antes de maldecir y lamer con cuidado la zona herida, sintiendo el dulce saber metálico en su boca, lo esencial para un omega era que su propio alfa lo cuidara y Aeron había fallado en eso.
Aeron no estaba seguro de poder hace eso, pero aun así lo hizo, quedando encantado con el sabor de la sangre de su pareja, después de lamer y curar su marca quiso ir por las vendas y cubrirla, pero la imagen de su marca sobre el pulcro y pálido cuello de su esposo, lo hacían sentir una rara satisfacción que no pudo ocultar, ni tampoco intento hacerlo.
- Aeron - murmura el pequeño omega aún dormido.
La azulada mirada del ala fue hasta el omega, pero Lucien seguía dormido y lo había visto en sus sueños. Lo soltó y se acomodó a su lado, permitiéndole a su lobo dejar salir su aroma y sintiéndolo pegarse a su cuerpo minutos después, susurrando incoherencias y su nombre en maldiciones y sueños que le causaron diversión. Pero sobre todo Aeron no pudo conciliar el sueño esa noche.
El sanador lo miro desde su lugar mientras el castaño terminaba de ponerse la camisa, podría ser el sanador de confianza de sus suegros, pero el niño no le permitiría tocarlo más allá de su torso. Aeron solo lo miro desde su sitio con una copa de vino en mano y sus piernas abiertas recostado en uno de los asientos de la habitación con la cabeza inclinada hacia atrás. Lucien término de abrochar su camisa con sus mejillas coloreadas de un pálido rosa. La mirada del sanador se posó sobre el alfa mientras terminaba de guardar todo y Lucien aparto su mirada.
- No tiene nada de que preocuparse, su marca estará bien, mi príncipe - dijo finalmente sanador luego de unos minutos llenos de silencio entre el y la joven pareja. - Ahora, el deber del príncipe Aeron es mantenerla fresca e intacta. Pero dada la situación de que son destinados, no creo que sea difícil.
Lucien lo miro. Eran destinados, casi no entendía muy bien los términos relacionados a ese tipo de unión. Pero lo que su padre, Sir Anthony, solía decirle que todos tenían una pareja destinada en el mundo, algo así como su otra mitad. Grace también se lo había mencionado en alguna ocasión. El complemento de sus almas y la persona con la que estarían atados hasta el fin de sus días, pero el omega no estaba seguro si Aeron era ese tipo de pareja. Un suspiro pesado salió de sus labios cuando el té que las asistentes del sanador solían darle para aumentar su fertilidad, llego, captando la atención inmediata de su marido, quien lo miro desde su lugar.
- Hum - emite su alfa sin más.
Lucien lo mira, sostiene su mirada verdosa con braveza porque sigue sin olvidar lo ocurrido hace tres noches. Aeron parece irritado pero usa toda su fuerza para no demostrarlo, aun cuando sabe que él puede sentirlo luego de que su Omega ignorara por completo a su lobo.
- El rey sigue esperando noticias - el sanador vuelve a mirarlo, captando la atención del Omega. Lucien apenas sonrie sabiendo a lo que se refiere - Los dejaré solos, sus altezas. Volveré la próxima semana. - Tras aquello el sanador y sus asistentes no tardan mucho al salir, dejando detrás de ellos la tensión que se podía sentir en aquella habitación.
Al salir el sanador y sus asistentes, es cuando la habitación se inunda en un silencio perturbador mientras que Aeron solo lo sigue con la mirada. Hace tres mañanas, el Omega habia despertado envuelto en el aroma del alfa y con el terminando de vestirse, Aeron seguramente esperaba alguna palabra mordaz o una cizaña por parte de su esposo. Pero no espero el silencio sepulcral que su esposo le había declarado. Lucien solo lo miraba en silencio, sin decir nada, mientras en fundaba su filosa y majestuosa daga en silencio.
Los ojos esmeraldas del omega se dirigieron hasta su arma, colocándola sobre su cinturón y tomando su capa, luego de terminar de colocarse sus botas. El alfa dominante y arrogante que estaba en la habitación solo guardo silencio en todo ese tiempo, antes de verlo con las intenciones de salir, lo que hizo que el alfa se levantará de su lugar.
- ¿A donde piensas ir? - escucho preguntar al alfa, pero Lucien no le respondió, enfureciendo e irritado aún más al mayor - Te he preguntado ¿a donde vas? - cuestionó nuevamente.
Lucien ignoro a su esposo y siguió su camino, dispuesto a salir de la habitación, siendo interceptado por un rábioso e irritado perro sarnoso, Aeron, que no podía soportaba tener a su lobo rasguñando y torturandolo en todo momento. Tomó el brazo del omega fuertemente y sus dedos se ciñeron en la tela de su camisa.
- Te he preguntado: ¿A donde vas? - lo volvió a cuestionar entre dientes sin esperar que su omega, su esposo, se girará y la palma suave y pequeña de su mano se estampara contra su mejilla.
El golpe en seco de la bofetada resonó en toda la habitación, pero eso ni siquiera inmutó al mayor de ambos quien se quedó estoico y neutral en su lugar mientras el más bajo lo miraba con las lágrimas acumulándose en sus ojos. Lucien lo miro con rabia, dolor y lo empujó con enojo, moviendolo unos centímetros lejos de él, sin despegar su mirada herida de esos ojos azulados.
- Dime Aeron, ¿Con que derecho vienés ahora a hablar de esa forma y a exigirme respuesta cuando yo jamás obtuve las tuyas? - Le reclamo dolido. Aeron solo lo observo - No me vuelvas a tocar de esa forma, Aeron. Soy un omega, si, pero eso no me hace inferior a ti con respecto a las peleas, Si fuese tu mantendría tus dos malditos ojos intactos. - una amenaza débil pero firme a la vez salió de sus labios.
Aeron se río y eso lo enfureció aún mas. Pero no se inmutó y no hizo nada mientras el niño lo miraba de esa forma. Lucien chasqueo su lengua y limpio sus ojos mirándolo.
- No vuelvas a dirigirte de esa forma hacia mi. No me exijas respuestas ni palabras, luego de haberme abandonado la noche en que me marcaste, ni se te ocurra volver hacerme sentir miserable - le dijo en forma de advertencia mientras se giraba.
El menor de ambos intento salir de la habitación, pero su mano fue tomada por una más fuerte y callosa antes de ser estampado contra la pared y sentir como unos labios ajenos se estampaban con los suyos sacando su daga y llevando la hoja afilada hasta la garganta del alfa, mientras este lo pegaba a su cuerpo y lo besaba con firmeza.
- Tu no vuelvas a hablarme así, omega - lo escucho decir cuando se separó y sus mejillas se encendieron.
Un día de estos, Lucien moriría por los constantes cambios de frío a caliente de su esposo. Un gemido escapo de sus labios cuando este lo pego aún más y lo volvió a besar esta vez un poco más suave a pesar de la daga en su cuello, antes de separarse y mirarlo.
- Iré contigo.
- Puedo ir solo - escupió el omega tratando de sostenerse de la pared por lo desestabilizador que había sido ese beso.
Aeron solo una risita mientras tomaba el cinturón con su arma y lo miro serio.
- No lo creo. Soy tu alfa, voy a ir contigo - volvió a decirle. Lucien hizo una queja en protesta y Aeron lo miro - Iremos en mi caballo, el tuyo aún sigue herido, puede moverse pero no contigo de jinete.
- ¿Por qué? - Lucien pregunto y Aeron solo suspiro antes de salir de la habitación.
Su esposo no confiaba en él, es idiotes, lo supo desde el inicio y eso lo dejaba muy en claro. Habia un excelente clima y tiempo como para calbagar, quería hacer, pero sólo. Su caballo había sido un regalo de su tío, Maximilian, cuando este había cumplido diez años. Y cuando su tío murió, su caballo era lo único que le quedaba de el. Aun así apesar de haberse negado ante su esposo, Lucien lo miro adelantarse y corrió hasta estar a su lado, a propósito tomó su mano y se abrazo a su brazo, sientiendo la endurecida mirada del alfa, la cual, Lucien ignoro con falsa inocencia como si no se diera cuenta de lo tenso que estaba el alfa. Sonrió sintiendo la endurecida mirada del alfa, pudo sentir lo tenso que Aeron estuvo en todo el trayecto hasta salir del Castillo y mirar a los caballos listo. Lucien sintió una mirada aparte de la de su esposo sobre el, haciéndolo sentir increíblemente incómodo a su que por instinto alzó si mirada, observando a Bernard, el tío de su esposo, la mano del rey, en una de las habitaciones del castillo mientras Aeron preparaba a su caballo.
Apartó la mirada cuando la de su español se poso sobre el y camino hasta su caballo, de pelaje marrón donde lo acaricio con cuidado y el pequeño caballo correspondio a su jinete con la misma alegria de verlo, Lucien sonrió y apoyo su cabeza contra el hocico de su caballo, mientras este daba golpes en la tierra, como si estuviera feliz de ver a su jinete después de mucho tiempo.
- Parece que te extraño - Aeron comentó a dos metros de distancia de él. Lucien sonrió acariciando a su caballo y asintió.
Cuando todo estuvo listo, Lucien quiso subirse a su caballo siendo detenido por el brazo de Aeron en su cintura que lo detuvo y lo echo como un costal de papas a su hombre haciendo que el omega soltara un chillido de sorpresa. Sintió a su alfa subir al caballo y lo dejó sobre su regazo frente a él, sintiendo como hacia que su corazón lata fuertemente por la cercanía que la pareja estaba manteniendo.
- ¿Quieres llevarme aquí contigo para tirarme cuando estemos calbagando, esposo? - pregunto burlón observando como las manos de Aeron se prepararon para tomar las tiendas sobre el caballo. Su esposo lo miro ante su pregunta.
- Debo admitir que es una idea interesante y muy tentadora - le contesto sin problemas haciendo que el menor se alertara ligeramente sobre él, haciendo que el alfa por instinto pegara su nariz a su cabello para tranquilizarlo y hacerle saber que bromeaba.
Aeron movio y acomodo a su omega con una facilidad que sorprendió un poco al menor, dejando que la cabeza de su omega chocará contra el pecho del alfa.
- Arre, tormenta - escucho a su alfa ordenarle a su caballo. Mientras que su pequeño caballo se quedaba quieto por seguir herido.
El viento golpeo de forma magistral su rostro mientras cerraba sus ojos a medida que el caballo aumentaba su velocidad entre los árboles verdosos del bosque y el camino de tierra, mientras una pequeña risa eufórica y libertadora emergía desde lo profundo de su garganta liberando todo el estres, la frustración y el enojo que sentía en un momento de paz mientras calbagaba sobre aquel caballo. Lucien se aferró a las mangas de la camisa de su esposo, cuando el caballo de este aumento aún más su ritmo, mientras su cabeza golpeaba con pequeñes el pecho de su esposo y subía su mirada esmeralda hacia el cielo. El caballo se detuvo en la cima de una montaña verdosa con la hierba un poco alta, que daba vista al mar.
La tarde estaba cayendo mientras que el cielo se coloreaba de distintos colores en una mezcla de rosado, anaranjado, celeste y rojizo que lo hacían lucir hermoso. El caballo se movió un poco más llegando a una altura que mostraba el sol ocultarse lentamente, mientras el viento era suave permitiendo al Omega ver el atardecer por un momento.
- Es hermoso - Susurro mientras liberaba feromonas de emoción al ver tan bello paisaje.
Aeron lo miro por instinto y su mirada de circon se fijó en el brillo que aparecía en los ojos del menor. Podía ver la forma en que su cabello castaño rizado se movía, con la suave fuerza del viento, sus mejillas pálidas estaban coloreadas de un leve color rosáceo, al igual que sus labios, sus manos se aferra van a sus brazos inconsciente, pero también por temor a que su eso son lo dejara caer, sin saber que su alfa jamás dejaría que eso sucediera.
Su corazón frío y duro, vibró por unos segundos mientras observaba los tonos verdosos en el iris del omega, odiando la forma en la que hizo vibrar su corazón porque lo encontraba, aterradoramente encantador.
- Lo es. - dijo por fin el alfa. Aeron apartó la mirada de él, tratando de olvidar por completo lo que había sucedido por un instante con él. Obligando a su caballo a darse la vuelta y volver abruptamente asustando al omega frente a él, escuchando como este soltaba un grito y viéndolo maldecirlo por el susto que le había causado.
- Aun no hay noticias, mi señora - una criada informó a la mujer vestida de verde.
- ¿Aun no? Se han casado hace ya casi cuatro días, y todavía nada - la mujer soltó un suspiro de alivio
- Según los criados de la fortaleza dicen que el príncipe Lucien paso la noche de bodas solo y que el príncipe Aeron paso la noche en otra habitación - Amara sonrió.
- Eso está mucho mejor, le ruego a los dioses que esa relación siga asi. - comentó la mujer
La charla de ambas mujeres fue interrumpida por Sir Anthony, segundo hijo de la casa Thorne. Quien entró a la sala en donde se encontraba su esposa y una de las criadas
- Puedes irte - la mujer mayor hizo una señal para que la criada se retirara, esta hizo una reverencia ante sus señores y se fue de la Sala.
- ¿A que ha venido? - pregunto el hombre tomando asiento al lado de su esposa.
- Ha traído buenas noticias - dijo la mujer sonriente, su esposo levanto una de sus cejas en forma de señal para que prosiguiera. - Tu hijo, aquel niño bastardo, no está en cinta - informó como si aquella fuera la mejor noticia que recibió en su vida.
- ¿Y eso que trae de bueno? - pregunto molesto.
- ¿Eres idiota, esposo? - pregunto la mujer - Si tu hijo bastardo llega a quedar en cinta y da un varón, será su heredero. Y si algo llegara a ocurrirle al príncipe heredero, Aeron y tu bastardo ascenderían al trono.
- ¿Y eso te molesta?
- Si y mucho, porque no quiero a tu bastardo en el trono. Quiero a mi hijo en él, y si debo hacer que tu hijo jamás logre dar a luz para que mi hijo, mi Darren, sea rey algún día. Puedes confiar en mi palabra, esposo, lo hare.
Anthony suspiro ante las palabras de aquella mujer, aquella mujer que es su tormento y arrepentimiento. Se arrepiente de haber desposado a la mujer equivocada, por un simple malentendido. Se arrepiente de estar atado a esa mujer malvada que ama ver la sangre correr y todo por una estúpida y absurda ambición. Una en la que el también está claramente involucrado.
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