Capítulo 18

«Toda una putita. Igual que su madre»

Lucien Thorne podría permitir cualquier insulto hacia su persona, excepto hacia su familia o hacia su madre biológica. No importaba si su madre era una prostituta, o mejor conocida como una cortesana. Nadie hablaría sobre su madre, nadie la insultaría, nadie insultaría a la mujer que le dio la vida, no en su presencia.

Y en un solo movimiento que solo Liam y Aeron notaron, Lucien le cortó el cuello de un tajo, dejando que se desangrara enfrente de todos, en el lugar reinó el silencio porque nadie creía capaz que Lucien, aquel dulce y maravilloso Omega matara a alguien con tanta maestría y frialdad, nadie podía creerlo. Pero el Omega tenía sus razones para tener ese lado, nadie dijo nada hasta que Aurel le grito al príncipe enfrente de todos.

- Príncipe, si usted derramó lodo o sangre encima de la ropa, yo mismo... - llegó a mirarlo y sorprendentemente el traje estaba pulcro, sin una mínima mancha

- ¿Usted qué? - pregunto burlón el príncipe.

- Iba a decir que lo iba a matar aquí con las propias mangas del vestido, pero mira, quien lo diría. - Lucien sonrió con pequeñez ante la expresión y el coraje del hombre mayor.

El corte en la garganta fue tan fino y preciso que el castaño no había tenido la necesidad de acercarse mucho para cometer tal acto. Lo que comprobaba ciertos rumores que se oían en Edoril y que llegaron a Rothnia. Lucien era letal y magnífico, un Omega exótico y cautivador que aunque no lo digiera hacía que Aeron lo deseara más. Quería tenerlo en ese momento, quería besarlo como lo había hecho hace casi dos años aquella noche, quería llenarlo de su olor y hacerlo suyo hasta que ese niño le duplicará más, quería romperlo y a la vez volverlo a armar.

- ¡Mataste a un hombre! - le grito el rey al Omega, quien estaba con su nieta de casi un año.

- Corrección mi rey, mate a un desgraciado - se explicó el niño sin mirarlo.

Todos en la sala estaban sorprendidos, claro, a excepción de sus abuelos, tía y prima. Ellos estaban acostumbrados a esa faceta del niño. Había que tener valor para corregir al rey y no mirarlo al hablar.

- ¿Por un insulto? - pregunta la mano del rey.

- Por una calumnia, Sir Bernard. - respondió aun sin dejar de mirar a su sobrina pequeña.

- Lo que has hecho merece un castigo, le cortaste la cabeza al señor de la casa Barrister ¡Una de las casas importantes! - Exclamó Sir Bernard

- Ohm, la familia Barrister no era la única casa prestigiosa de comerciantes - Dijo restándole importancia.

- ¡Lucien! - grito el rey llamando por primera vez la atención del niño.

Nadie se atrevía a decir nada, la mirada furiosa del rey al ver como el niño hablaba del tema como si fuera un asunto trivial, se podía ver desde lejos incluso el rostro despreocupado del niño, quien con delicadeza devolvió a la niña a su cuñada.

- Puedo disculparme con usted por haber causado un problema, pero no me disculparé con aquella familia por haber hecho lo que hice.

- Muchacho... - el niño vio solo un segundo a su abuelo y volvió a mirar al rey.

- Si la familia Barrister se disculpa conmigo, yo me disculparé con ellos. - la sala volvió a quedar en silencio, sabían que eso jamás pasaría. Así que el rey se dio por vencido.

- Está bien, tú ganas - suspiro frustrado el Rey - este asunto se olvidara, una boda se acerca y no por algo tan... trivial, se cancelara. Pero hasta entonces debes intentar controlar tus impulsos y no dejarte llevar por insultos. No es una sugerencia, niño, es una orden.- Lucien odiaba recibir órdenes, así que solo asintió de mala gana.

Dijo intentar, no evitar. - el niño sonrió para sus adentro ante aquel pensamiento. Seguiría las órdenes del rey, pero eso no evitaría que mate a todo aquel que se atreva a manchar su apellido o insultar a su madre. Pero si sentía pena, no por el hombre al que asesino, ni por los problemas que causo, sino que sentía pena por su hermano, podría apostar todo lo que quisiera de que Darren cree que el honor que defendió fue el de su madre adoptiva, pero aunque quisiera decirle que defendió a su madre biológica, no podía.

Y esos dos días pasaron tan rapido que el niño era un completo manojo de nervios. Lucien jamás pensó que se casaría alguna vez. Apenas tenía quince años, casi dieciséis, y lo único que estaba en su revoltosa mente era el hecho de seguir al lado de sus abuelos y volverse un gran regerente algún día y huir de su deber que podría estar seguro de que lo condenaría a la infelicidad. El rey y su abuelo estaban emocionados con la unión de un Thorne con un Delroy. Su compromiso, con nada más y nada menos que el alfa que más lo detestaba en la vida, Aeron Delroy.

Y ahora estaba ahí, en sus habitaciones, siendo preparado para "La gran unión" como todos decían, una unión que fortalecería a ambas casas y evitaría una guerra, una guerra estúpida por una boba corona de plata. Puede escuchar a los invitados desde la habitación donde está siendo preparado, las llamas que hacen la madera crujir en las hogueras, la gente del reino junto con su pueblo danzan, cantan y comen en celebración, ¿Por qué no lo harían?, es la boda que une y evita cualquier problema entre ambas familias.

Así que él se calla y deja que lo vistan con las prendas que Aurel hizo para él, prendas blancas con bordados dorados, peinan su cabello y lo adornan con joyas de oro y piedras de cristal rojo y azul. Puede sentir los ojos de su tía en el, incluso si no pudiera verla en el reflejo del gigante espejo, trata de sonreírle pero lamenta que haya salido más como una mueca que no ayuda con su angustia, pero aún así sigue sin hablar hasta que las mujeres terminan con él.

- Déjenos solos - Pidió Kate sin dejar tiempo a vacilación o negacion. Cuando las mujeres se fueron y quedaron solos ellos dos, ella tomó su velo rojo y le cubrió el rostro - te ves hermoso, mi dulce niño.

- Fui adornado para la ocasión... a partir de hoy ya no seré un niño, tia. - Kate suspiro, ella no estaba de acuerdo con esta union, no después de como vio a su dulce sobrino sufrir por el alfa mayor.

Sus miradas siguen entrelazadas, tia y sobrino, ningúno quiere perderse nada, no están dispuestos a ceder. A la lejanía se escucha la música cambiar a un ritmo de tambores y cascabeles, la típica música tradicional que se usa para celebrar un matrimonio, una union, un enlazamiento. Kate lo abraza por un momento, era un abrazo dulce, cariñoso, pero con tristeza, antes de tomar su mano y guiarlo a la salida.

- Es hora, afuera ya te esperan.

El aún no había visto nada así que la curiosidad fue genuina al salir. Su boda fue una de las afortunadas que pudo darse antes del invierno así que los pasajes podrían ser decorados con flores Rojas, tradición de Tierra de Bronce. Las bodas como eran tradición en Tierra de Bronce y en la Península, se realizó dentro del castillo. Había una gran alfombra roja en el suelo, como un altar, pétalos de flores blancas esparcidas por el suelo. Al final del altar, en donde se encontraba su futuro esposo, había tres mesas detrás de él y del clan de sanadores y oficiantes; las que estaban a los lados se reunían las personas de mayor jerarquía y en la del medio era para la familia principal; frente esta última será donde se enlazarían.

Darren le extendió la mano mientras que Grace se puso a su lado, una vez que entraron al gran salón. Según la tradición de la casa Thorne era el padre y la madre quienes debían entregar a la novia, pero en el caso de Lucien, al novio. Solo que el niño no quería tener ningún contacto con su padre y su madrastra, ni siquiera quería verlos. Así que su hermano y su cuñada, fueron quienes se ofrecieron para llevarlo al altar.

Recorrió todo el camino junto a su hermano y cuñada, todos los observaban mientras lanzaban sus buenos deseos con la música de fondo. Al llegar el oficiante tomó su mano y la unió a la de quien sería su alfa, haciendole entrar al círculo de flores blancas con cuatro velas colocadas en orden cardinal donde solo ellos pueden entrar. Algo que podría ser peligroso si una de esas velas caía sobre la alfombra y quemaba todo el castillo.

El oficiante comenzó el rezo mientras le daba una daga de acero a Aeron, él está dispuesto a aceptar que por un momento imagino a este alfa cortándole el rostro y reclamando su venganza; pero no hizo eso, solo tomó la mano derecha de Lucien y le cortó la palma para luego hacer lo mismo con la suya y luego unirlas. Una tira de tela blanca e inmaculada fue puesta sobre sus manos unidas, cada uno tomó un extremo y comenzaron a envolverse las manos hasta terminar con un lazo. En este punto la voz del oficiante era un zumbido en su oído, este había recolectado la sangre que derramaron en un copa y paso la copa a el alfa quien sin dudarlo tomó un trago.

Tiene un vago recuerdo de esta ceremonia, él presenció la unión de Darren y Grace, recuerda todo hasta el final y si es honesto está en su parte favorita, donde los dioses los bendicen y cubren con su manto una unión que tiene el deber de perdurar hasta el final de sus vidas. Sus ojos que habían permanecido en la unión de sus manos miran hacia arriba sin poder atrapar el de quien en este momento se está convirtiendo en su alfa. Aeron no lo ha mirado ni por un solo segundo, su mirada está fija en el fuego danzante detrás del oficiante, aquel fuego sobre aquella cosa metálica, iluminando sus ojos. Él lo ve, el reflejo de alguien quien está siendo enlazado con quien lo desfiguró de niño, la vergüenza lo atrapa y aparta la mirada, agradece el velo que tapa su rostro, que lo vean lagrimear sería demasiado para él.

- El enlace debe ser completado...

Aeron toma una respiración profunda y con su mano libre libera el velo dejándolo caer a la espalda de Lucien quien no lo mira, el alfa quien se inclina para alcanzar sus labios, en todo este proceso sigue sin mirarse a los ojos. Unos labios sobre los suyos, un beso cargado de odio y rabia lo trae de regreso al presente.

- Te odio - susurra sobre sus labios.

Aeron se separa de él y ambos se dan la vuelta quedando frente a sus familias.

El resonar de tambores empieza antes del cántico y los aplausos, él mira por curiosidad a su familia. Sus abuelos le sonrien, la reina Amelia hace una mueca parecida a una sonrisa de piedad mientras asiente con la cabeza, su tia sigue teniendo esa mirada que no encaja por completo en tristeza pero mucho menos llega a ser alegría, Su padre y su esposa sigue sin reflejar emoción, Grace solo sonríe feliz junto con los pequeños, Astrid, Rosalie y Darren solo mantiene una mirada de compañerismo con él y parado a un lado de su prima Astrid, Liam mira fijamente sus manos aun enlazadas, casi parece anhelo. Cuando salen del círculo, Amelia se les acerca y los bendice con fertilidad.

- Tendrán hermosos niños, me darán nietos a los que atesorar y expandiran esta familia hasta los confines - dice mientras toma los lados sueltos del lazo hecho con la cinta ahora bañada en su sangre y lo arroja al fuego pues el lazo que los une ahora es eterno e intangible.

- ¡Que empiece la celebración! - declaró el Alfa James, sus pueblos empezaron a reunirse en familia, los omegas y mujeres repartieron la comida y las danzas empiezan una vez más mientras se sienta junto a su esposo frente a todo el Salón.

Una fiesta a la que cualquier Omega y alfa traería felicidad, una fiesta que alegraría el corazón y le traería paz a cualquiera. Pero a ellos no, Lucien solo tiene quince años y Aeron dieciocho. Ninguno de los esposos digo una palabra, todos podían notar eso.

- Mi príncipe - Lord William se acercó a el con una sonrisa radiante.

- Lord William - respondió al saludo el menor con una de sus agradables sonrisas.

- ¿Me concedería el honor? - pregunto extendiendo una de sus manos hacia el Omega.

Lucien le dio una rápida mirada a su alfa, quien tenía la mandíbula apretada ante la presencia del otro alfa que le estaba pidiendo un baile a su esposo.

- Con gusto - responde el Omega levantándose de su asiento y aceptando la mano del noble.

Luke y William llaman la atención de varias personas, pero ninguna dice nada. Además nadie sabía de las intenciones del Ave de poniente al sacar a bailar a la delicia de las mareas.

- ¿Que pretende mi Lord? - Pregunta divertido el niño cuando el pretendiente de su prima lo toma de la cintura.

- Seguir obteniendo su permiso - dice el principe de poniente mientras ambos bailan al compás de la música.

- ¿Mi permiso?

- Aun no me ha dado su permiso del todo para contéjarla, su otra prima, Lady Rosalie, no me permite acercarme, pero creo que se de quien fue la idea - Luke suelta una risilla nerviosa ante la insinuación del hombre.

- Tiene razón, la idea fue mia. - Confiesa - Dígame Lord Domhell, ¿si yo le permito cortejarla, realmente será sincero con ella? - Pregunta.

- Lo sere - responde sin siquiera vacilar

- Muy bien - ambos jóvenes se separan - Fue un gusto bailar con usted - dice el niño haciendo una leve reverencia una vez que la canción término.

Ambos se alejaron del otro, Lucien se acercó nuevamente a su Mesa, pero esta vez acercándose a su prima.

- Astrid - la joven se levanta de su asiento al ver la mirada de su primo.

- ¿Sucede algo? - pregunta rodeando la mesa hasta llegar a su lado, bajo la atenta mirada de sus abuelos y madre.

- Respondeme algo - ella lo miro confundida - ¿Realmente quieres ser cortejada por aquel ave vieja de poniente? - Ella lo miro sorprendida.

- Yo...- comenzó a balbucear.

- Respondeme ¿Realmente lo quieres? ¿De verdad lo deseas? - vuelve a preguntar y ella asiente eufóricamente.

- Si, si, si quiero ser cortejada por el. - responde con un brillo que Lucien no había visto desde la muerte de su tío.

Ver la sonrisa de su prima, aquella sonrisa que no muchos veían era algo que le generaba paz y felicidad, al menos ella no sería forzada a casarse con alguién a quien no siquiera, y aunque no lo quiera admitir, el principe de poniente era un buen candidato para su dulce y querida prima.

- Si es tu decisión, así será. - Luke sonrie en respuesta después de un rato en silencio - Entonces, Princesa Astrid, acompañeme, debo presentarle a un nuevo candidato para pedir su mano - Luke le extendió su mano a su prima quien con una sonrisa la aceptó gustosa.

Ambos primos ahora con la princesa enganchada a su brazo, se acercaron a Lord Domhell bajo la atenta mirada del príncipe Albino quien hacia puños sus manos. El ave de Occidente sonrió feliz al verlos y más al ver a la joven y hermosa princesa aferrada al brazo del deleite de las mareas.

- Príncipe William - saludo Luke con cortesía esta vez sin llamarlo Lord

- Mi principe - William hizo una reverencia en forma de saludo.

- Dejeme presentarle a mi prima, Astrid Thorne, princesa del Valle de Coral y señora del arrecife de Edoril. - dijo el principe Omega

- Mi princesa - William volvió a hacer reverencia.

- Mi principe, es un gusto conocerlo - Su prima imitó su acto.

- Si me disculpan, debo retirarme, aun tengo invitados a los que saludar - se disculpó el principe Omega antes de dar media vuelta y dejar a los dos jóvenes detrás de él con una sonrisa.

De regreso a la mesa principal, su tía le dio una sonrisa al ver que su sobrino permitió el cortejo. Pero un apretón en su muslo lo hizo dar un brinquito de la sorpresa, al sentir una mano fuerte y áspera.

- Voy a romperte Lucien Thorne - susurro su esposo, mirandolo por primera vez en la noche, era un voto mas que una promersa, un voto de odio.

En ese momento se da cuenta que aquella unión nunca podría tener amor, Son un tratado de paz obligado a la fidelidad del cuerpo, ellos no obtendrán paz. Ni siquiera un poco de amor, apesar de los deseos y los sentimientos que esconden en su corazón.

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