Capítulo 06
Su padre siempre tuvo a su hijo favorito; Grace, para su madre, siempre fue Liam, su hermano mayor. Pero ¿y el? ¿De quién era el favorito? Para ser justos, había alguien que había hecho el papel de padre, más que su padre verdadero, y ese era su hermano mayor, Liam. Aunque su padre lo había enviado lejos, a custodiar las fronteras, a pesar de ser el príncipe heredero. Este le enviaba cartas cada que podía, le mandaba rutinas de entrenamiento escritas y siempre le decía lo orgulloso que estaba de el, cuando Aeron le contaba lo que había hecho en el entrenamiento o a quien había derrotado. El joven príncipe Albino, de diecisiete, era el orgullo de su hermano mayor de veinticinco. Aeron era la versión joven de Liam, solo que su hermanito pequeño era más sensato y más inteligente. Siempre intento que no imitara sus pasos, que no se perdiera en el alcohol, ni que anduviera en burdeles. Y esa era una de las razones por las que Aeron Delroy quería tanto a su hermano mayor, aunque rara vez se lo decía.
Lucien Thorne, sin embargo, era suyo, lo quisiera o no. Ya estaban comprometidos y la palabra del rey era sagrada, y cualquiera que estuviera dispuesto a cuestionarla sufría las consecuencias y lo sabía bien, había visto a alguien a quien quería sufrir por cuestionar su palabra.
Aun así, no puede aceptarlo. Se arrepiente de haberlo marco, de haberse dejado llevar por su impulsó, de tomarlo como suyo, de haber dejado que su alfa tome el control. Tal vez si su madre o la esposa de Lord Byron no hubieran llegado, hubiese tomado a Lucien como suyo y no solo en el término de marcarlo.
- Maldito mocoso egoísta, primero me desfiguraste el rostro. Y ahora querías arruinarme - se rio sarcásticamente dentro de su garganta, sonriendo amargamente a destino, con los ojos cerrados.
Todavía recuerda la disculpa que salió con lágrimas de ese chico, recuerda su voz aunque no quiera. Su vos, aquella vos condenadamente melodiosa que podría volver loco a cualquier.
- Aeron...
Su voz resonó desde la ventana; el príncipe Alfa pensó que se estaba volviendo loco, era imposible. Desde aquella última noche que había estado en la habitación del Omega, había controlado sus impulsos de tomarlo como suyo, tomando todo tipo de tópicos y remedios con hierbas que le daban los sanadores y más aún que estaba en celo.
- Príncipe Aeron - aquella vocecita seguía llamándolo
- es una jodida alucinación mía - se dijo a sí mismo, despojándose de la ilusión que estaba creando mientras intentaba recuperar el aliento para bajar el pulso.
Antes de que escuche que la ventana se desbloquea y se abre, el príncipe se da cuenta de que el espejismo que generó es bastante real, demasiado real, porque su nariz puede oler la esencia de Lucien. Aquel exótico aroma dulce, que es muy raro de encontrar en un Omega o tal vez no fue un espejismo.
Abre el ojo para atrapar una mano ágil que alcanza su rostro. Lo jala hacia él con fuerza y encuentra un par de ojos verdes mirando hacia atrás, su dueño trepando sobre su cama, casi sobre su cuerpo.
- Dime niño, ¿Cuál es el propósito de que estés aquí a pesar de que no quiero verte?
La voz fría pero traviesa del príncipe mayor lo sobresaltó. Su comportamiento es plácido, pero siempre se presenta la astucia dentro de su sonrisa; incluso en su estado vulnerable, la "Bestia platinada" siempre será intimidante, al menos para el niño más joven con cabello rizado. Aeron se niega a soltar la mano de Luke, jalándolo lentamente hacia adentro, y el joven príncipe está demasiado asustado para hablar, o tal vez todavía está atrofiado por el olor a alfa, que de repente comienza a vagar por la habitación: sangre y acero.
- ¿Acaso has venido a retractarte de tus palabras? Mocoso - Preguntó el príncipe albino, con una sonrisa maligna en su rostro. - ¿O tal vez quieras cortar la otra parte de mi rostro esta vez?
- ¿Que palabras? - Pregunta confundido Lucien, ignorando deliberadamente los comentarios sobre el príncipe de su "otra parte del rostro"
Aeron deja escapar un leve 'huh' dentro de su garganta, junto con una sonrisa y una pequeña risa ahogada. Su voz se mantuvo severa a pesar de lo inestable que era en ese momento y más al tener cerca el motivo de su estado.
- Por supuesto, no lo recordarías
- Si me acusas de decir algo que te irrita, tienes que ser más claro, principe - Lucien ya se estaba desesperado ¿A que palabras se refería?
- Las palabras no son necesarias para que me irrites, mocoso - Lucien entrecerro los ojos al escucharlo.
Lucien podría estar en medio de su calor, pero su mente está lo suficientemente clara por los tópicos que había tomado que sintió el tirón, la forma en que el principe lo jaló de la mano para que se acercara. Su pulso latía a la velocidad de un carruaje tirado por caballos. Sin embargo, no luchó contra eso. El príncipe Omega sintió el aliento acalorado de su "enemigo" y cómo su cuerpo comenzó a reaccionar. Incluso entonces, mantuvo su enfoque inconfundible.
- No estoy aquí para enfurecerte; estoy aquí para declararte mi gratitud - dice, sin dejar de mirarlo - aunque no debería hacerlo, después de todo me marcaste
Aeron, sin embargo, no puede concentrarse con precisión en lo que el mocoso podría tener que decir, su mirada se dirigió hacia los labios de Lucien. Su nariz olió el aroma de lo que maldecía y anhelaba. Miró hacia atrás para ver al niño mirándolo a los ojos.
- Excitarme no significa solo enfurecerme, Bastardo - El hombre mayor logró insultar al joven príncipe y burlarse de él simultáneamente. Entre su sonrisa astuta, su aliento vuelve a una frase frenética antes del té porque cada segundo que respira el aroma de Lucien es su perdición, pero Aeron se niega a alejarlo. Al anciano le resultó difícil controlar sus modales en todo su espectro, se distrajo con el omega que tenía delante, quien, desde que se despertó, se volvió más encantado con sus ojos: rostro deslumbrante, ojos verdes, cabello rizado.
El par de ojos verdes entrecierra los ojos; Lucien sintió que su rostro se sonrojaba, desviando la mirada de su tío, escondiendola bajo sus hermosas pestañas, lo que lo hacia aún más hermoso. En su época, los catorce años era la edad en que un joven corría libre por la Calle de placer, pero el Príncipe Lucien se crio con honor y tradiciones. A diferencia de Darren, que es Alfa y tiene su rutina habitual además de su matrimonio activo, Luke no tiene mucha experiencia. Tiene catorce recién cumplidos, pero todavía no comprende completamente el dicho que hizo su prometido o tal vez lo hizo, más bien debería pasarlo por alto. Pero no era precisamente ingenuo y sabía que no era de puro corazón ni de intención moral. Así que hace lo que venía a hacer, para cambiar de tema.
- Gracias, Aeron, por esa noche -Dijo, por fin, dejando todo su orgullo a un lado - Y me disculpo por causar que estés en este estado y permitir que me hallas marcado.
Si supieras cuanto intente controlarme aquella noche - penso.
- ¿Crees que lo que hicimos esta bien? - pregunto Amelia tomando la mano de su esposo entre las suyas.
James soltó un suspiro ante la pregunta de su esposa, el tenía su opinión acerca de su decisión y de la situación, pero su esposa tenía otra completamente distinta, ese era uno de sus problemas maritales. Jamás estaban de acuerdo cuando se trataba de sus hijos.
- Es lo mejor para el reino, esposa - fue su respuesta, una cortante y fría.
- ¿Pero lo es para nuestro hijo? - vuelve a cuestiónar soltando la mano de su esposo incrédula.
- Estuviste de acuerdo - le repite - Lo siento Amelia, ya sufri una decepción por parte de uno de nuestros hijos, no permitire que pase lo mismo con Aeron - comentó poniéndose de pie, molesto por la conversación
- James...lo estamos condenando a la infelicidad - el rey cerro sus ojos cansado al escuchar los lamentos de aquella mujer
- ¿No paso lo mismo con nosotros? - pregunto encarando a su esposa, quien ya tenía los ojos cristalizados
Débil - pensó.
- Lo de nosotros fue diferente, tu me aceptaste porque así lo quisiste - la reina imitó el acto de su esposo poniéndose de pie.
- Te equivocas, te acepte por que en aquel momento tu padre era un hombre importante, era alguien que podía asegurar mi reclamo al trono. No seas ingenua Amelia - puso sus manos tomando los hombros de su esposa con firmeza - Tu sabias desde un príncipio que nuestra union solamente era política, lo sabias y aún así aceptaste. Lo de nuestro hijo es lo mismo, su union será un gran beneficio para reino, evitara que una guerra con Edoril se desate. Le agradezco a los dioses por haber permitido que Aeron sea débil cuando se trata de aquel niño - tras decir eso solto los brazos de su esposa y se dio media vuelta, dispuesto a irse, pero la rota vos de su esposa lo detuvo
- ya perdi a un hijo, James, por favor no permitas que pierda a otro - suplico con la vos rota.
- sabes las consecuencias de cuestionar mi palabra - advirtió el rey sin girarse a mirarla.
- James, por favor...
- Sigue rogando y no sólo perderás a un hijo - amenazó saliendo de la habitación con un portazo.
Amelia cayó sobre la cama al escucharlo, aquel ya no era el hombre con el estaba dispuesta a casarse, ese hombre que alguna vez le juro amor eterno, que juro protegerla y amarla, había desaparecido por completo, ya no quedaba ni un raro de el. Maldijo a los dioses, al trono, a la corona e incluso se maldijo a si misma por permitir que sus hijos sea usados por el beneficio del reino y quedarse callada.
Qué ironía que Lucien se mantenga en la oscuridad; no sabe cuánto trató el hombre mayor de refrenar su deseo en este momento. ¿Disculpa? El príncipe Aeron se reiría. Él no quiere una disculpa; lo único que quiere en este momento es follar a su prometido sin sentido hasta el punto en que Luke solo puede llorar lágrimas debido a su polla. No puede, por supuesto, pero un hombre soñaría un poco antes de volverse loco, se supone que lo odia, pero en ese momento juzga los deseos de su alfa y más a su impulso que lo llevó a marcarlo. Aeron sonríe burlonamente, girando su rostro hacia el otro lado por un segundo antes de responder entre su jadeo.
- Si ya sabías que eres la causa de mi sufrimiento, ¿por qué estás aquí, para burlarte de mi dolor? - pregunta con burla
- No - dice Luke rápidamente, mordiéndose el labio.
Quiero saber si estás bien. Quería darte las gracias por salvarme a pesar de cómo me despreciaste. No quiero verte lastimado por mi culpa otra vez.
Los pensamientos pasaron por su mente pero las palabras se enredaron dentro de su boca.
- Esa no era mi intención - logró decir
- Entonces di lo que tengas que decir rápidamente y desaparece de mi vista mocoso - Aeron dijo esas palabras despiadadas con una sonrisa sarcástica
Pero Lucie quería saber toda la verdad; vio la vacilación de su abuela cuando pregunto que paso y cómo su pregunta había sorprendido a su abuela sobre si era un problema que Aeron lo haya marcado como suyo. Por lo tanto, se armo de valor y traga saliva para preguntar mientras cierra los dedos en un puño; sus nudillos se están poniendo blancos.
- ¿Qué pasó exactamente esa noche? Siempre te sales con la tuya con tu instinto, Aeron. ¿Por qué soy yo la razón por la que estás en este estado? ¿Sufres por mí? - pregunta una y otra vez rápidamente que apenas lo había podido escuchar claro, Aeron no respondió, ni siquiera lo miró.
El príncipe Albino sabe la razón. Él sabe por qué siente tanto dolor, pero el deber, el odio de niños, es como una soga alrededor de su cuello como un collar. Sus lágrimas tiran de él como una correa. El odio por lo que había hecho lo aprisionaba como una jaula de plata. Su prejuicio hace que su cabeza esté ensangrentada pero erguida. Aemond quería admitirlo, pero no podía. Él no. Su sentimiento se atasca y las palabras no encajan. Su lengua está atada por las palabras honestas que nadie ha escuchado todavía.
Porque se supone que debo odiarte. Porque se supone que eres mio. Por que eres aquello que me llevará a la ruina, a la lujuria. - quiso decir el príncipe albino, pero se mordió la lengua.
- No te consideres tan importante - hablo finalmente - Soy un perezoso sin límites; tu olor accidentalmente desencadeno a mi lobo - aquellas eran mentiras, pero lo que realmente quería decir no podia hacerlo.
Eres lo único en este mundo manchado que estoy seguro de que es mio.
- Supongo que debes estar en lo alto de la vindicación en este momento para saber el efecto que tienes en mí. Así que sal de mi territorio, jodido Omega bastardo - veneno salía de sus labios.
Aeron piensa en las verdades que quiere decir, pero su boca escupe veneno, palabras acaloradas expresadas en un tono frío, con los ojos aún bajos mientras jadea por aire, incapaz de volver a mirar a Lucien. Ya no estaba seguro de si su palabra tenía la intención de lastimarlo a él o al pequeño mocoso más. Era bastante extraño, pensó; el cuchillo que sostenía estaba dirigido hacia el objeto de su ira, pero la hoja afilada lo atravesó en el pecho. Porque podía sentirlo, sintió el dolor dentro del corazón de su prometido, rompiéndose. Cada palabra que decía el príncipe albino era como óxido en la navaja que amenazaba la garganta de Lucien.
Malditos sean los dioses por haberme permitido marcarlo - pensó.
Fue un insulto innecesario. Los ojos de Lucien se hicieron añicos y el dolor se reflejó en su rostro. Había dejado su orgullo y los rencores que le guardaba para decir estos comentarios, para darle las gracias y por pedirle por perdon por aquella noche, a pesar de que ahora estaban comprometidos en contra de su voluntad y que el alfa había sido el principal causante, pero esto es lo que obtuvo.
Mentira sería decir que no le dolió, que las frases de sus enemigos no le hacen sentir dolor, pero sí. Le dolían tanto que quería alejarse. Pero bien podría tener que seguir su sentimiento hasta la tumba.
- ¿Por qué me despreciaste tanto, Aeron? - Habla, tratando de retirar su mano de Aeron. Con su otra mano se empuja fuera del cuerpo del hombre mayor -¡Corte tu rostro para proteger mi vida! Antes de todo eso, éramos amigos y familia; crecimos juntos en la guerra política de adultos que escupen toxinas en nuestra mente. Me odiabas simplemente porque te lo dijeron. Antes todo esto, tú eras el que me tomaba de la mano cuando me asustaba, el que me decía que sería un gran príncipe algún dia
- Lucien...
- Podría haberme burlado de ti entonces, pero todos lo que nos hicimos fue por la influencia de los adultos; sé que he sido infantil, pero era un niño, Aeron. Y tú has sido cruel, despiadado y mas despiadado. Ibas a matarme - Lucien continuó con lágrimas en sus ojos verdes.
- Yo realmente no iba a...
- Si existiera la posibilidad de tener un milagro, haría retroceder el tiempo, me cortaría el rostro para que estés satisfecho y así este absurdo odio no existirá.
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