Capítulo 04

- Lucíen ha mejorado mucho en estos días, los sanadores dicen que es un milagro que haya despertado e incluso que la fiebre haya disminuido, no saben como paso - dijo Grace de la forma más tranquila llevando la taza de té a sus labios.

- Hum - fue la única contestación que recibió de su hermano menor. Aeron tenía al pequeño Aiden en sus piernas, mientras que su otro sobrino tenía apoyada su cabecita de cabellos negros en el abultado vientre de su madre.

Había ido a visitar a su hermana, no la veía a menudo por su avanzado embarazo y por los constantes entrenamientos que tenía. Finalmente, había tenido la oportunidad de venir a visitar y se la encontró sola, bordando, estando únicamente acompañada por sus gemelos. Darren tenía un asunto importante que atender, pero le prometió volver lo más pronto que fuera posible. Grace era la única persona con la que puede hablar con tranquilidad, sin tener que preocuparse por nada a su alrededor y sin sentir un cambió de actitud por la cicatriz en su ojo y su extraño, pero a la vez encantador, como le dice su hermana, cabello rubio platino.

-Hum ¿es todo lo que dirás?

- ¿Qué esperas que te diga, Hermana?

- No lo sé, tal vez podrías decirme ¿qué hacía tu aroma por toda la habitación de mi cuñado? - Le preguntó alzando a su segundo hijo y acariciando su cabello mientras este apoyaba su cabecita en el pecho de su madre.

- No sé a qué te refieres, hermana - el alfa se removió de su asiento nervioso.

- No soy tonta, Aeron. Debes agradecer que los demás estaban pendientes de Lucien y no del aroma que se podía sentir en aquella habitación ¿Por qué fuiste a su habitación? - Grace lo miro con una ceja levantada

- Solo... solo quería ver si estaba bien, nada más - intento explicarse, haciendo reír a su hermana.

Y era cierto, el joven alfa no podía dormir tranquilo por las noches sin saber si aquel problemático niño de cabello rizado estaba bien, desde aquella noche en donde se dejó llevar por su instinto de alfa y lo marcó. Se ha estado atormentando y lo hizo aún más cuando los sanadores informaron que el Omega no despertaba y que tenía una fiebre que lo hacía delirar. Entonces hace tan solo unas noches se escabullo hacia la habitación del menor, sin ser notado por algún guardia, o si lo fue sabia que ninguno diría nada, el príncipe de cabello rubio platinado daba terror y más por su habilidad con la espada. Cuando entró a la habitación pudo ver el pequeño cuerpo del omega en la cama a pesar de la tenue luz de las velas. Se acercó despacio intentando no hacer ruido, sabiendo que aunque lo hiciera el pequeño no despertaría, al acercarse pudo ver las gotas de sudor en su frente y un paño de trapo sobre esta. El color había abandonado su rostro, su piel más blanca de lo normal, sus labios que antes estaban teñidos de rosa, ahora estaban de color morado, sus mejillas pálidas, el color de esta se había ido, su cuerpo temblaba ligeramente a pesar de estar cubierto de las pieles más cálidas y gruesas de toda la capital de Rothnia.

- maldito mocoso - murmuro el alfa apartando mechones rizados rebeldes del rostro del omega con un toque suave.

Esa noche el alfa había ido por agua y trapos limpios, para limpiar las gotas de sudor que cubrían el rostro del omega.

- Aeron... lo siento

El mocoso estaba delirando nuevamente, al terminar de limpiar las gotas de sudor del menor, lo arropó aún más con las pieles intentando que dejará de temblar, pero fue imposible. El pequeño tembló más y más, mientras incoherencias salían de sus pálidos labios, cosas sin sentido, sin fundamento, cosas que el mayor apenas podía comprender; Lo siento, Aeron, y por favor. Eran una de las cosas que lograba escuchar, pero aun así no tenían sentido.

- no puedo creer lo que haré - dijo para sí mismo el alfa soltando un gruñido.

Había leído en un libro antiguo de Rothnia en el que un omega se enferma por la falta de atención de su alfa, muchas veces el omega puede considerar que su alfa no lo quiere, lo considera como rechazo y puede llegar a morir. Aunque detestara al mocoso de ojos verdes, no estaba dispuesto a dejarlo morir, al menos no todavía, quería que sufra y eso haría. Pero para hacerlo necesitaba mantenerlo vivo.

- No puedes morirte, niño - susurro el alfa y se acostó al lado del omega, quien comenzó a moverse buscando al alfa.

- Alfa...

- Estoy junto a ti omega

Aeron se acomodó mejor en la cama, acercándose al omega, el que con rapidez se abrazó al torso del alfa y apoyo su cabeza en su pecho. Aeron gruño, pero aun así abrazo al niño aún más en su pecho, con una de sus manos acaricio los rizos suaves del niño, mientras que con la otra daba leves caricias sobre la descubierta espalda del niño.

Para muchos había sido una alegría, pero a la vez una sorpresa, cuando los sanadores informaron que el joven principito de Edoril había despertado, Aeron se sintió satisfecho y muy en el fondo feliz. Sabía que ya no era necesario que se escabulla a altas horas de la noche para ira verlo y asegurarse de que este estuviera bien. Pero su alfa necesitaba al omega, así que después del que el pequeño mejora lo fue a ver solo unas veces más, pero no se acercaba, no quería ser descubierto. A pesar de que el pequeño había mejorado, no había tenido la oportunidad de encontrarse con el, según Grace, Eliza no quería despegarse de su nieto en ningún momento.

- Aeron, Aeron ... - Grace llamo a su hermano varias veces, este sacudio su cabeza y la miro

- ¿Que decias? - pregunta y Grace solto un bufido con los ojos entrecerrados

- Mama dijo que nuestro tio vendria hoy - volvio a decirle a su hermanito - Se quedara por un tiempo, aqui en la fortaleza, me pidio que te avisara y que te quiere presente en la reunion de hoy - su hermano asintio

- ¿Estaras a mi lado? - pregunto sin mirarla

- ¿Que quieres decir con eso?

- Cuando nuestras familias se vuelvan a dividir, los negros de un lado y los azules del otro - le respondió mirandola a los ojos haciendo referencia a la familia Delroy y a la familia Thorne

- soy nuera de la familia Thorne - le recordó - estoy casada con Darren, tenemos dos hijos y estamos en la dulce espera del tercero - Aeron solo asintió y volvió a bajar su mirada hacia su sobrino quien llevó uno de sus dedos a su boca dejando saliva escapar de su boca - Pero aún así, también soy hija de la familia Delroy, la sangre corre por mis venas, ya sea que este casada o no, si debo elegir un bando será el de mi familia - Aeron sonrió ante las palabras de su hermana - pero se que no hay una guerra, así que apoyaré a mi esposo. Estaré a tu lado, ya sea en el bando de los negros o los azules, tu eres mi hermano, donde sea que estes sin importar nada, estaré para ti, puedes venir a mi cuantas veces quieras, como iré a ti cuantas veces te extrañe - sin soltar a su segundo hijo estiró su mano libre y agarro la mano de su hermano.

- Tengo suerte de tener una hermana tan maravillosa como tu - dijo el príncipe dejando un suave y corto beso en la mano de su hermana mayor.

El momento de la reunión había llegado, el gran Salón del trono estaba repleto por gente del consejo, nobles de grandes casas y prestigiosas. Los dos bandos se observaron negro y azul, llenos de odio y rencor, pero tenían que dejar de lado sus problemas, pues tenían que escuchar las palabras del rey, quien estaba sentado en el trono con semblante serio.

Negro y azul, dos familias en guerra desde hace años, dos colores que podrían traer el caos y la guerra entre sí, miradas de odio y rencor, de dolor y vergüenza. Aunque para nadie era desapercibido las miradas entre la reina Amelia y la nuera de la casa Thorne, Amara. Aquellas dos amigas que alguna vez se miraron con admiración y cariño, ahora se miraban con odio y desprecio.

Amara observó al bando frente a ella y se sorprendió de no ver a los hijos de su ex-mejor amiga, pues pensó que estarían todos juntos, pero vaya sorpresa que se llevó al ver solo a Reina, el hermano de la reina, la mano del rey y su hijo junto con su esposa e hijos.

Anthony junto a ella apretó su brazo llamando su atención. Esta se giró encarando a su esposo, quien le dio una mirada reprochadora, pues ella no había dejado de ver a los negros.

- Contrólate - le susurro bajo solo para ella.

Byron tocó con gentileza y dulzura el brazo de su esposa llamando la atención de esta.

- Lucien no esta aquí - le susurro en el oido tan bajo, que solo ella logró escuchar

Eliza iba a responder cuando la puerta fue abierta y Lucien entro por esta con paso tranquilo y suave, dejando un camino de su delicioso aroma a caramelo, un olor que muchos veían exótico y peculiar, pues los omegas de la región tenían olores más maderosos llegando casi a confundirlos con los de los alfas.

Lucien, le sonrio a su abuelo y su abuela, en forma de saludo, estos respondieron de igual forma, mientras que a sus padres solo les dio una mirada fría y un asentimiento de cabeza. Miro a su hermano y cuñada y les sonrió, dando una leve reverencia en forma de respeto, más hacia la princesa.

Amelia no quito los ojos del omega fascinada ante el despliegue de elegancia y belleza del chico, pues los omega que habia visto a lo largo de su vida eran toscos y algo bruscos para su gusto, pues al rodearse de alfas era una costumbre que los omegas tomaran mas parecido a estos. Algo que Lucerys parecia no hacer, eso muy intrigante para la reina. A pesar de haber estado conviviendo con el niño hace masomenos un mes, jamás lo había visto bien ni mucho menos lo había visto seguido, más porque el joven había permanecido enfermo y se sentía avergonzada y culpable.

La reina lo miro y por primera vez le sonrio con amabilidad al chico frente a ella. Lucien le devolvio el gesto incluso se inclino con educacion hacia la reina conociendo el lugar de esta. Pero los del consejo se sorprendieron aún más, pues todos los presentes conocían el accidente que habían tenido el hijo de la reina y el joven Omega y al verlos sonreírse se les hacía más extraño, pero a la persona que definitivamente no le agrado para nada, fue a la madre del niño, a quien se le revolvió el estómago al ver la dulce mirada que le daba la reina a su hijastro.

Bernard Kouchner, hermano de la reina, estaba sorprendido pues nunca habia presenciado algo asi, un omega en la casa Thorne no lo admitiria pero era magico, puede que el chico fuera un bastardo pero tenia sangre Thorne corriendo por sus venas y eso era notable pues la belleza era casi mistica su alfa le pidio acercase a él pues su olor era tan atrayente casi embriagador. Bernard iba a dar un paso hacia el muchacho cuando la puerta fue abierta bruscamente y un enorme alfa entro por esta provocando que todos se giraran hacia él. Olor a madera quemada, hierro, sangre, lluvia y menta invadio el lugar provocando que el omega soltara un jadeo. Pero aún así intento controlarse.

Menta, caramelo y sangre se mezclaron por primera vez, provocando una combinacion arrebatadora, el omega pues se sentia mareado por el olor tan exquisito que habia llenado el lugar, todos los alfas ahi reunidos se sentian abrumados por la explosion de feromonas.

Apesar de las miradas que se daban ambos príncipes, uno de nacimiento y el otro por título, Aeron Delroy se posicionó al lado de su madre aferrado al brazo de esta. Mientras que Lucien Thorne daba un paso adelante y se reverencio ante el rey, quien no había hecho ningún comentario, pero quien estaba feliz de ver al Omega de pie y con buena salud.

- Mi rey, mi reina - comenzó a decir dando nuevamente una reverencia ante ellos - Lamento haberlos preocupado estos días también lamento los inconvenientes que les cause, mis más sinceras disculpas - se disculpó el Omega y por primera en toda la reunión, una sonrisa pequeña pero gentil apareció en el rostro del rey.

- No nos has traído problemas, nos alegra que estés bien - le respondió la reina sin soltar a su hijo menor, Lucien solo asintió.

Se dio la vuelta y se acercó a su familia, pero no imitó la acción de Aeron al acercarse a su madrastra quien le sonreía, al contrario se acercó a su abuela y sostuvo el brazo de esta, quien dejó un pequeño beso en los rizos del niño. Bajo la atenta mirada de su hijo, nuera y de los presentes.

- Ahora que estamos todos reunidos - hablo el rey poniendose de pie, captando la atención de todos - me gustaría anunciar algo importante, algo que después de considerarse por un tiempo, hemos decidido que será lo mejor - todos en la Sala comenzaron a murmurrar acerca de que sería aquella noticia.

- He decidido comprometer a mi hijo, el principe Aeron Delroy, con el nieto menor de Lord Byron, Lucien Thorne, futuro señor de las mareas. Para así terminar con la enemistad de ambas casas y poder tener una era de paz.

Ojos azules y verdes se encontraron tras aquellas palabras, miras cargas de dolor y odio. Los presentes comenzaron a abrumarse, desde los alfas hasta los omegas. El olor antes exótico y dulce, había desaparecido por uno agrio, al igual que el intenso olor a sangre y madera quemada se hacía cada vez más fuerte e intolerable.

Lo que ambos niños no podían decir, se lo estaban demostrando a todos los presentes con sus aromas; ninguno estaba contento con la noticia.

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