Capitulo 91: Dejar atrás el pasado.
Jayden observó el gran edificio frente a él. La última vez que había puesto un pie allí fue cuando tenía seis meses de embarazo de los mellizos. Es más, ni siquiera se había atrevido a hablar con esa persona, solo la había observado en silencio y en la distancia.
Pero ahora debía hacerlo, necesitaba dejar de sentirse culpable, herido. Necesita sentirse libre, feliz y bien consigo mismo. Si seguía odiandose, jamás sería realmente feliz, y al contrario, se seguiría atormentando.
No tenía planeado ir a verla, iba a esperar un poco más, pero se atrevió a ir tras recibir una llamada del centro.
Ella estaba enferma. Y quería verlo.
Él castaño soltó un suspiro antes de adentrarse al edificio, las enfermeras y doctores iban de un lado para el otro. Hace tiempo que no entraba al centro de salud mental.
Se acerco a recepción y la secretaria lo vio con cierto toque de sorpresa, había creído que el castaño jamás iba a volver, no después de que la loca que tenía de madre intento ahorcarlo la primera vez.
— Estoy buscando a la señora Victoria Borges. — la mujer lo observó.
— Firme aquí, y aquí. — dice pasándole una carpeta y señalando los lugares donde debía firmar. — La señora Borges se encuentra en su habitación, es en el segundo piso, habitación 208.
— Gracias.
Jayden le da una sonrisa de cortesía, y se dirige al ascensor. No podía negar que se sentía nervioso a medida que el ascensor se movía. No la había visto desde hace tiempo, es más, Victoria le había causado demasiado daño, jamás pensó que una madre podria causarle tanto daño a un hijo.
Cuando estuvo frente la habitación doscientos ocho, soltó un suspiro y tomo el perrillo de la puerta. Un escalofrío recorre su cuerpo cuando siente la ráfaga de viento chocar contra su rostro al momento de adentrarse a la habitación.
Entonces la vio, vio a la causante de su dolor, a la mujer a la cual le rogo amor, la mujer que jamás lo vio o siquiera quiso como su hijo.
— Ma...— mordió su labio. — Victoria. — se corrigió.
La rubia se volteo y lo miro. Jayden notó el odio en los ojos de esa mujer, pero también la sorpresa, al parecer ella no creyó que él iria a verla.
— Viniste. — ella sonrío e intento acercarse, Pero Jayden retrocedió.
— ¿Que deseas? — pregunta Jayden cruzándose de brazos. — Me han informado que estás enferma, pero yo te sigo viendo igual. — Jayden tomo asiento bajo la mirada intensa de Victoria.
La mujer tomo asiento delante de Jayden, observandolo con detenimiento. Ese niño frente a ella había cambiado bastante, se veia más maduro, más serio, pero al mismo tiempo se veia feliz, alegre, divertido.
Esos ojos verdes que eran como dos esmeraldas. Esa piel, ese cabello rizado y de color castaño oscuro, esos rasgos y facciones.
Jayden era la viva imagen de Anthony.
No.
Anthony era Jayden.
Era su karma, su dolor, era...su hijo.
— No me mires así. — Victoria lo observó — No me tengas lastima, no necesito tu lastima.
— No te miro con lastima... Es solo que tú te pareces a...— ella guardo silencio.
Él no necesitaba saberlo.
— ¿Me parezco a quién? — inquiere Jayden.
— A nadie.
— ¿Me parezco a Anthony? — ella lo observó con sorpresa.
— ¿Cómo...?
— ¿Cómo lo se? — sonrió con ironía — Me he enterado de bastantes cosas durante todo este tiempo; por ejemplo Danil además de ser mi padre adoptivo, era mi tio, que tu jugaste con dos hermanos, que mentiste acerca de ser violada, que él lo sabía todo, que mi abuelo estaba vivo. — Jayden observó como el rostro de victoria palideció — ¿Por qué? ¿Por qué tantas mentiras? ¿Porque me negaste el hecho de tener un padre que me ame? — ella negó con una sonrisa cargada de ironía.
—Sabía que serias una completa decepción cuando te tuve. — Victoria dijo con desprecio en su voz, Jayden se detuvo de que algo saliera de su boca, solo limitándose a morder sus mejillas por dentro. —¡No puedo creer que tuve un hijo tan estúpido como tú!
—No estoy aquí para escuchar como te desagrado, tampoco para escuchar que fui una decepcion cuando me tuviste. Así que habla de una maldita vez antes de que me largué de este lugar. — Jayden se cruzó de brazos, suprimiendo las ganas que tenía de gritar. Había pasado 15 años escuchando ese tipo de comentarios viniendo de su madre siempre, así que sorpresa para el, no era escucharlos.
— Necesito un transplante de corazón. Necesito uno, pero nadie quiere donar. Creí que podrías hacerlo tú. — Jayden soltó una risa.
— ¿Quieres que te dé mi corazón? ¿A ti? Acabas de decirme que sabías que sería una decepción cuando me tuviste, que soy estúpido. Y ahora pides mi corazón — Jayden negó. — Eres ridícula. — el omega suspiro y se puso de pie, caminando hacia la puerta.
— Han pasado más de quince años. Supuse que me visitarías, esperaba que lo hicieras. —reclama Victoria. Jayden se detuvo y rodó los ojos con fastidio, tenía 26 años, y no podía creer que todavía tuviera que aguantar los comentarios denigrantes de su madre.
El castaño soltó una risa sarcástica ante el comentario que había hecho Victoria. Negando levemente con la cabeza.
— He estado ocupado. —responde sintiendo el enojo querer salir de su cuerpo.
—¿Durante quince años?— Jayden se encogió de hombros. —¿No pudiste sacar unos minutos para tu madre?—en realidad si que pudo hacerlo. Tuvo tiempo de sobra para ir a visitarla, pero no quiso.
No quería verla.
No quería tenerla en su vida.
—Como te lo dije, he estado ocupado. Durante quince, y agradables años, lejos de ti. — Jayden soltó cada palabra con burla en su voz.
—¿Ahora eres altanero?—soltó Victoria con veneno en su voz. — Sabía que serias un desperdicio de tiempo desde el momento que supe que serias un omega. Jamás fuiste capaz de enorgullecerme a mi o a tu padre. ¿Y sabes? Ahora me doy cuenta de que eres un malagradecido, yo te ayude a servir como omega. Tu no sabías absolutamente nada. Te ayude a qué aprendieras a complacer a un hombre. Te ayude...
—¡No me ayudaste en nada carajo! —Jayden interrumpió a su madre con irá mientras se acercaba y colocaba sus manos en el cuello de la mayor.
— Solo hiciste de mi vida un infierno. Jamás fuiste una madre para mí. Jamás serás mi madre. Para mí, solo eres una mujer sin vida, una mujer sin corazón, una mujer que hizo que un niño de seis años, fuera abusado más de siete, malditas, veces, durante años, ¿Y tú? Tu estabas más que contenta porque ahora podrías ir a cerrar tratos uno tras uno y llenar tus bolsillos de dinero. Eres una maldita escoria, arrancándole la vida a la personas, solo por no tener una propia.
— Hijo...
—¡Cállate! — apreto más su agarre en el cuello de Victoria. — Eres una mujer desagradable. Creí ver un poco de cariño en ti cuando era niño. Por años creí que había sido todo mi culpa, pero ahora se, que aquí, la única culpable eres tú, y el idiota que tienes por esposo. El sabía lo que hacías conmigo. Y...eso el lo aprovecho para llenarse los bolsillos de dinero...
—Ya estabas sucio. — Victoria acercó su rostro al de Jayden, hablando con ironía y burla en su voz. — Que alguien más lo hiciera no revertirá la clase de hombre...
—¡No era un hombre! ¡Era solo un niño de seis malditos años! — Jayden alejó bruscamente sus manos de la garganta de la mujer.
— Mirate. Ni siquiera tu te reconoces. — Jayden vió de reojo a la mayor, observando como sonreía. — Veo un poco de mi en tus ojos.
— ¡Cállate jodida cobra venenosa! — grito con rabia y Victoria se sorprendió.
Jayden soltó un suspiro y desordeno su cabello frustrado antes de girarse a verla nuevamente.
—¿Por qué...?— Jayden preguntó con un nudo en la garganta mientras caminaba hacia Victoria.
Sentía sus ojos comenzar a cristalizarse, no quería mostrarse débil ante la mujer frente a el.
No lo merecía.
— ¿Por qué jamás me quisiste...? ¿No fuí suficiente?— el castaño dejo caer las primeras lágrimas. —¿Es por qué no fuí un alfa? ¿Por qué me vendiste a esos hombres? — el castaño apretó sus labios sintiendo sus mejillas mojadas por las lágrimas que corrían una y otra vez por sus mejillas. — Me hacían daño...me dolía mucho...yo les decía que pararan, pero no me hacían caso...
— Solo era cuestión de tiempo para que te acostumbres...
— ¿Acaso tienes corazón, madre? — pregunto Jayden con ironía. —Siempre deseé que fueras una madre para mi. Que me amarás...yo iba a perdonarte... —el labio inferior de Jayden tembló, al igual que sus manos. —Tu me trajiste al mundo, pero nunca pudiste amarme... Me amenazabas o me insultabas, no importaba para ti si estábamos en público, siempre me insultabas por lo más mínimo que dijera. Hacías comentarios negativos en relación con mi género y en todo lo que vestía. Siempre me despreciaste. Te burlabas de mi o me gritabas, te burlabas de mi constantemente...¡¿Sabes que se siente para un niño de seis años en adelante escuchar esa clase de comentarios?! ¡De su maldita madre, carajo!
— No seas ridículo, tu...
Ella no sabía que decir. No era capaz de decirle algo sin sentirse culpable.
— No volvere a visitarte. Es la última vez que me veras. — informo el castaño y agarro sus cosas.
— No puedes librarte de mi. Soy tu madre, mi sangre por tus venas, estas atado a mi. — dice ella escupiendo cada palabra con veneno.
— Tienes razón. — Victoria sonrió.— Eres mi madre, por desgracia, y tienes razón cuando dices que tú corre por mis venas. Pero aún así, el hecho de que seas mi madre no significa que deba darte mi corazón. Tal vez no puedo evitar compartir tu sangre, pero para mí, tu estás muerta. Moriste el día que firmaste aquellos papeles y renunciaste a tus derechos como madre.
— Jayden...
— Ante la ley, tu en mi vida eres una completa desconocida, es más, eres una extraña. No estoy atado a tí, ya no. — la sonrisa de la rubia desapareció. — Adiós, Victoria.
Él castaño agarro sus cosas y dió media vuelta dirigiéndose a la puerta.
— ¡Jayden! — el omega se detuvo — Moriré. Por favor, necesito un corazón. ¿Acaso no te preocupas por mi? — el cerro sus ojos — ¿No puedes perdonarme? ¿Quieres que me arrodille y suplique tu perdón? ¿Quieres eso? Entonces lo haré. — Jayden se volteo.
La rubia se puso de rodillas delante del omega. Jayden negó, no iba a perdonarla, no después del daño que ella le causo, no después de que lo vendío como si fuera un pedazo de carne.
— Perdóname, hijo mío. Perdóname.
Él castaño suspiro, y la ignoro. No podía seguir allí. Antes de salir por la puerta, él se giro para mirarla.
—No necesito tu perdón, Victoria Borges. Jamás te preocupaste por mí. No cuando todos ellos me lastimaban. — se dió la vuelta — Yo no tengo porque que preocuparme por ti. No cuando tú no lo hiciste por mi.— finalmente salió de la habitación, cerrando la puerta detrás de él.
— ¡Jayden!
Él la ignoro y se apresuró a salir de aquel lugar. El peso que había en su corazón había desaparecido, ya no se sentía mal consigo mismo, no como antes. Llegó a su coche y se encerró allí. Entonces finalmente se permitió llorar libremente.
Ya no tendría que verla. Ya no tendría que sufrir por su culpa. Era libre, libre de los demonios de su pasado, libre de las cadenas que lo ataban a ella.
Limpio todo rastro de sus lágrimas, y condujo nuevamente a su hogar. Él hecho de llegar a la mansión, y ser recibido por sus hijos más pequeños era lo mejor.
Sentir esos pequeños brazos rodearlos, sentir los besos de los mellizos en sus mejillas, ver la sonrisa de Aleksei al verlo, y escuchar el saludo de Cassandra, todo eso le agradaba, lo hacía sentir seguro, a salvo, y sobretodo; feliz.
— Regresaste. — Jayden voltea a ver a su esposo.
Aleksander tenía la camisa cubierta de sangre, las mangas subidas hasta los codos, el cabello desordenado, y el sudor se podía observar en la frente.
— ¿A quien le llegó la hora? — pregunta Jayden observando a su esposo. Aleksander le dió una sonrisa dejando su arma en la cama.
— No asesine a nadie, mi amor. — responde tomándolo de las caderas.
— Tampoco fue entrenamiento. ¿Que hiciste? — cuestiona el omega frunciendo el ceño.
— Le corte los dedos a Roan. — responde sin más y deja pequeños besos por el cuello de su omega.
— ¿Murió? — susurra Jayden cerrando sus ojos disfrutando de los besos de su esposo.
— No, cariño. — responde el alfa separándose de su cuello. — Se que ordenaste no asesinarlo, no te iba a llevar la contraria. Solo perdió ocho dedos, cuatro en cada mano, un dedo por cada año que estuviste lejos. — aclara.
Jayden negó divertido. No le sorprendía, es más, sabía que Aleksander iba a hacer algo cuando se enterara que tenía a Roan.
— Pero no estuve lejos ocho años. — sonríe divertido.
— Soy consiente. Pero quería que sufriera el doble. — Jayden suelta una risa y niega divertido.
— ¿Hablaste con ella? — Jayden asintió.
— Lo hice. — Aleksander dejo un beso en su frente.
Jayden llevo sus manos al torso de su esposo, desabrochando la camisa del albino, Aleksander se quedo en silencio dejando que su omega lo ayudara a limpiar el desastre que era.
—... Creí que ella sentía algún tipo de apreció hacía mí. Creí que en algún momento sentiría pena o...se arrepentiría, pero ahora veo que solo viví en un entorno donde decidí que esperaría su perdón...— el castaño sintió el nudo en su garganta, el cual le hacía dificultad para tragar. —Siempre creí que era yo quien era el culpable de todo lo que sucedía, pensé que tal vez era mi culpa no haber sido lo que ellos deseaban, pensé que si hacía lo que ellos querían, me amarían, mi madre me amaría...se preocuparía por mí...— el nego levemente.
Aleksander puso sus dedos debajo del mentón de su omega y lo obligó a mirarlo a los ojos.
— Tú, eras más de lo que ella merecía. Tú, vales mucho más de lo que crees. — susurro y dejo un pequeño beso en sus labios.
El castaño enrollo sus brazos en el cuello de su esposo y sin importarle las salpicaduras de sangre que había en su rostro, el omega capturó los labios de su esposo en un beso apasionado.
— Aleksander...
— ¿Mhm?
— Vamos a casarnos.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top