Capitulo 90: Vendetta (2)

— Aún sigo pensando que debes decirle a tu esposo.

— Emiliano, has estado repitiendome eso desde que volvimos. — dice Jayden bajando del coche junto con su cuñado.

— Y lo seguiré diciéndo. — dice el Italiano y le hace una seña a los enfermeros que habían llegado en otro coche.

Estos se apresuraron a ir dentro de aquella casa, y llevaron aparatos medicos consigo. Todo por órdenes del omega de cabello castaño.

— Solo...déjame hacer las cosas a mi manera, ¿Está bien? — Emiliano entrecerró sus ojos un poco pero asintió.

— Bien. Pero estaré ahí.

— Como quieras.

Jayden camino hacia la casa y se adentro en esta, rápidamente los gritos del que alguna vez fue su hermano comenzaron a invadir sus oídos.

— ¿Cuánto tiempo lleva gritando? — pregunta Jayden a los hombres que yacían entrenando en la casa.

— Desde que los hombres han comenzado a golpearlo por órdenes del señor Emiliano. — responde uno dejando de entrenar.

— ¿Me estás diciendo, que lleva gritando tres horas? — sus hombres asienten y Jayden suelta una sonrisa — Quien diría que ese alfa es más débil que un Omega. Ni yo cuando me sometió a los jodidos Electroshocks grite tanto como él. — él castaño suspira y se adentra a la habitación.

Roan efectivamente estaba gritando, además, estaba hecho un desastre, su camisa blanca estaba cubierta de sangre, tenía la mitad del rostro hinchada y ni hablar de la sangre. Jayden sabía que sus hombres se estaban desquitando, pues, aquella organización le tenía respeto y Jayden estaba seguro en que podía confiar ciegamente en ellos sobre la seguridad de su familia.

El castaño hizo una seña a sus hombres y estos se apartaron, dejando de golpear al rubio, al mismo tiempo que este se quejaba por el dolor.

— ¿Conoces la palabra resistencia? — pregunta Jayden cruzándose de brazos — Significa tolerar, aguantar, soportar. Mis hombres solo te han proporcionado unos golpes, una cálida bienvenida, y tu, solo te quejas. — chasqueo la lengua.

— ¡Maldito! ¡Suéltame!

— Shh — Jayden puso un dedo sobre sus labios. — Aquí nadie te ayudara. Nadie te escuchará, y si así fuera, no lo harían tampoco.

— ¡¿Que piensas hacer?! — grita con una ira descomunal, pero Jayden no se inmuta solo hace una mueca de desagrado por tanto griterío.

Ni siquiera sus hijos que estaban en la etapa de niños rebeldes y curiosos gritaban tanto como lo hacía Roan.

— ¡Suéltame joder!

Jayden sonrió, le gustaba verlo de esa manera; vulnerable, desesperado, molesto. Le daba una satisfacción y alegría que jamás pensó que sentiría y eso que ni siquiera había comenzó a hacerle todas las cosas que tenía pensado.

— Respondeme. — encara molesto — ¿Que planeas?

— Ayudarte. — sonrió — Estás mal, dulzura. Muy enfermo — responde fingiendo preocupación.

— Él que está mal eres tu, si crees que puedes salirte con la tuya. — increpa con rabia—, no se que pretendes hacer, pero cuando salga de aquí me las vas a pagar bastardo. — Jayden sonrió con malicia.

Sus amenazas ya no tenían ningún efecto en él. No después de todo lo que tuvo que afrontar bajo el poder de Roan.

— Tú, Roan Borges, me jodiste la vida — da un paso hacia delante — Me arrebataste cuatro años de la vida de mis hijos, cuatro años de la vida de mi esposo, me jodiste la vida, ¿Entiendes? ¡Me jodiste la vida! ¡Me hiciste mierda! — grito con rabia y dió otro paso —. Me lastimaste de la peor manera, decías quererme y me sometían a drogas. Tu no sabes lo que es amar, tu no sabes lo que es ser amado, ¡No lo sabes! Y me encargaré de que jamás lo sepas. — le reprocha.

— No te victimices que tú no eres una víctima. — rie con ironía — ¿Se lo has dicho? ¿Le has dicho a tu esposo, la verdad? — sonrió — Finges ser feliz, Finges que dejaste el pasado atrás y que los recuerdos no te atormentan por las noches. Pero yo sé la verdad, aun cuando él te toca, sigues recordando cuando abusaron de ti, cuando te besa, cuando te acaricia. Aún así, a pesar de que finges que no odias, que no te afecta, lloras por las noches y te preguntas; ¿Cuando seré libre de mis propios demonios? — se burla.

— Cierra la boca. — ordena Jayden entre dientes y Roan suelta una risa.

Jayden abre la boca para intentar decir algo que sus palabras se ven interrumpidas por un enfermero cuando entra a la habitación.

— Perdone, doctor. Pero quería informarle que todo esta listo. — informa el enfermero al entrar a la habitación.

Jayden mira a los hombres que estaban en la habitación y hace una seña para que lo desaten y saquen a Roan de la habitación a la fuerza.

— ¡¿A dónde me llevan?! — grita y patalea, intenta golpear a los hombres que lo sostienen pero no puede por la fuerza que estos ejercen.

Lo llevan a la habitación que parece un quirófano, cuando es una enfermería, habitación que usaban los hombres de la organización cuando hacían alguna misión ilegal fuera de la fachada de lo legal; Sus hombres batallan para acostarlo en la camilla donde le ajustan los cinturones de seguridad que lo inmovilizan y sigue gastando energía en querer liberarse.

— ¡Sueltenme! — grita — ¡No saben con quién se están metiendo!

Un enfermero se acerca con una jeringa y la desesperación de Roan aunmenta.

— No — lo detiene Jayden y el enfermero lo observa —  No lo hagas, es mejor sin anestesia. — demanda.

— Pero señor, ese no es el protocolo para llevar a cabo este tipo de terapia.

— Y soy consiente de eso, pero es mejor sin anestesia, él es alérgico y...— miente.

— ¡Mentira! —. Grita rápidamente — ¡Todo lo que les haya dicho este hijo de puta es mentira!

Los enfermeros y médico presentes lo miraron confundido, Jayden se encogió de hombros y negro.

— Siempre me ha odiado. Pero él está mal de la cabeza, y debemos ayudarlo.

El grupo de servicios médicos asiente y no se atreven a cuestionar nuevamente las órdenes del castaño.

Jayden se acerca y le pone la mordaza para que no hable más, mientras sigue gritando en vano, forcejeando inútilmente a la vez que le conectan los electrodos en la cabeza.

Ve como se sigue agitando de un lado para otro con todas sus fuerzas pero ya no hay vuelta atrás cuando la corriente lo invade entero.

Se retuerce, se contrae con espasmos que Jayden sabe como duelen y su mirada que destellaba irá se había apagado.

No puede sentir culpa ni lástima por él al recordar que hace años estuvo en las mismas condiciones.

—Una más —ordena.

Lo ven raro, pero no se atreven a cuestionarlo ya que por ser una persona con bastante poder le da esa posición de respeto como psicólogo.

Lo llevan a la habitación de antes, y está tan débil y desorientado que no siquiera sabe cómo mantenerse de pie.

—Te vas a arrepentir de esto... —su voz le sale como un susurro.

—¿Tú te arrepentiste? —Le murmura.

—No.. Pero cuando salga de aquí...

—Cuándo salgas de aquí no sabrás ni quién eres — sentencio en su oído. — Y es más, si sales de aquí, será muerto.

— Miserable...— Jayden sonrió al verlo querer dormirse.

— Oye dulzura, yo no te tendré aquí cuatro años y te visitaré cada vez que lo recuerde. A diferencia de lo que me hiciste a mi, tu no podrás cerrar tus ojos ni siquiera una vez. — Jayden miro a sus hombres.

— ¿Que...? ¿Que dices?

— Mis hombres se aburren demasiado. Creo que es hora de que tengan un poco de diversión. — Jayden ve el miedo hacerse presente en la mirada de Roan. — ¿Estás de acuerdo, emiliano? — mira a su cuñado y este asiente y le susurra algo a sus hombres. Jayden sonrió y volvió a mirar a Roan. — Tú, Roan Borges, sentirás diez veces más de lo que yo sentí esos cuatro años, si yo sentí que me moría, tu querrás morir. Tú, vas a llorar lágrimas de sangre y hasta que no te vea ser reducido a nada, no descansaré en paz.

Se alejo de él y le hizo una seña a sus hombres. Uno de ellos se acercó con un barrote de hierro caliente, al mismo tiempo que otro se acercó con un bate de béisbol con clavos.

— Pueden jugar con él. Solo asegurensen de no matarlo, y dejarlo vivo. Aún tengo cosas que hacer con él — ordenó a sus hombres antes de salir de aquella habitación ignorando los gritos que comenzaban a oírse.

No podía sentir culpa, ni siquiera lastima. No después de todo lo que Roan le había hecho, no después de las veces que abuso de él bajo los efectos de la droga, no después de las veces que lo golpeó, sometió a drogas, Electroshocks, e incluso no después de haberle jodido la vida de la manera en que lo hizo.

Él lo haría sufrir. Lo haría pagar y hasta que su corazón no se sintiera en paz, no lo dejaría.

•••••

— ¡¿Que hiciste que?!— Jayden miro a su esposo por el reflejo del espejo.

— Lo que oíste.

— ¡Te pusiste en peligro!

— No me grites. — amenaza Jayden y se acerca a su esposo. — Mi amor, se que estas molesto por lo que hice — enrolló sus brazos en el cuello de su esposo, colgándose. — Pero estoy bien, además, no fui sólo. Tuve cierta ayuda — dejo un pequeño beso en los labios del albino.

— Te arriesgaste. — murmura Aleksander poniendo sus manos en la cintura de su omega.

— Lo se. Y te pido disculpas por lo que hize a tus espaldas. — se disculpo dejando otro beso en los labios de su esposo. — Alek, se que hice mal al no contarte, pero entiéndeme, necesitaba dejar de vivir con miedo a que él volviera. Queria sentirme seguro, quería dejar de tener que el pudiera hacerme algo, o incluso a nuestra familia.

Él albino permaneció en silencio y finalmente soltó un suspiro dándose por vencido antes de abrazar a su esposo. Jayden soltó un suspiro de alivio cuando los brazos de Aleksander lo rodearon.

— Además, a veces eres impulsivo...

Cuando el alfa lo volteo de golpe, el omega soltó un gemido de sorpresa, sobre todo al ver la facilidad con la que el alfa lo volteo y lo acercó aún más.

— Impulsivo, ¿Eh? — Jayden trago en seco.

— Alek...los niños... — se quejó el omega pero el alfa atrapó sus labios con lujuria.

El castaño se quedó quieto unos segundos. Parpadeó un par de veces, sorprendido por el gesto. Dudó. Pensó por un momento en alejarse pero no notó ni un rastro de dominancia en Aleksander. No era un beso para callarlo o hacerle saber que era superior. Era... diferente. Algo que era ajeno y al mismo tiempo solo Aleksander podría hacer.

Cerró los ojos y cedió al beso, inclinándose un poco más para poder corresponderle. Largos segundos después, se separaron. Se miraron mutuamente. Podían decir muchas cosas, tal vez. Pero decidieron dejar que esa sensación en su pecho hablara por ellos.

Se necesitaban nuevamente.

Al primer beso le siguió otro y otro más. El aire se helaba conforme la madrugaba se asentaba pero Jayden y Aleksander parecían ajenos al clima. Sus labios se tocaban una y otra vez, memorizando la forma del otro, descubriendo la mejor manera de encajar uno con otro. Se acercaron hasta estar prácticamente entrelazados.

La temperatura entre los dos subía y las manos de Jayden habían pasado ya del pecho de su alfa a sus hombros y su espalda. Estaba sentado sobre sus piernas y se sentía atraído por una fuerza desconocida y magnética.

— Jayden... —murmuró Aleksander entonces cuando se separaron para recuperar el aliento — No tienes idea de lo mucho que te deseo en este momento — continuó. Tragó saliva —Pero... Sé que aún piensas en... — el castaño negó con la cabeza y le cubrió los labios.

— Sé lo que pienso — respondió — Pero también puedo cambiar de opinión. Esta vez yo quiero estar en control. Esta vez tú me escuchas a mi.

El alfa obedeció y fue en un abrir y cerrar de ojos, que el alfa levanto el camisón de su omega y se adentro en él de una estocada.

Era como una visión. Aleksander creyó que podría estar alucinando por la falta de oxígeno. Detrás de su omega, a traves del cristal de la ventana, la luna brillaba más que nunca y parecía que a su alrededor había un halo que lo hacía ver divino.

No tenía idea de cuándo ni dónde había aprendido a mover así sus caderas pero le daba lo mismo, luego recordo que no era la primera vez que estaban en esa posicion. Su omega lo estaba montando como nunca antes nadie lo había hecho. La mano de su omega le apretaba el cuello al apoyarse en él para mover su cuerpo mientras se daba placer. Jayden marcaba el ritmo, la profundidad, la velocidad. Aleksander solamente se había recostado el respaldo de la cama de la mejor manera y dejaba escuchar a su esposo sus jadeos y sus gemidos graves, tal como se lo había pedido.

Jayden lo miró y se perdió unos segundos en los brillantes destellos de los ojos azules, oscurecidos por el placer, la lujuria y deseo de su esposo. La tensión y molestia había sido olvidado, olvidado como el resto de su camisón. En ese momento se sentía en la cima del éxtasis. Las manos de Aleksander le daban apoyo en la espalda y los muslos. Subía y bajaba o dibujaba círculos amplios con la cadera. El sonido húmedo de su piel chocando interrumpió la noche y rompía el silencio de la madrugada. Cuando le soltó el cuello a Aleksander, se aferró a la espalda del mayor para obligarlo a sentarse y besarlo con un deseo que se había negado por meses.

Sus cuerpos se movían al unísono, en un ritmo que finalmente era solo de ellos dos. Jay guiaba y Alek seguía, invirtiendo así los papeles de su baile de bodas.

Jayden echó la cabeza hacia atrás y Aleksander le cubrió de besos el cuello y el hombro.

— Me fascina tu piel... —susurró en su oído — Me encanta tu aroma... Tus ojos, tu cabello. Adoro sentirte. Adoro hacerte mio, Jayden...

— Y yo adoro que lo hagas — gimió el omega aumentando el ritmo de sus movimientos — Soy solo tuyo, solo de ti, mi alfa — gimió en respuesta el omega —No quiero que pares nunca... No quiero que te alejes de mí.

— Eres mío, nadie puede tocarte, nadie más que yo. — gruño el alfa agarrando las caderas de su omega y aumentando el ritmo — Eres mi primera opción, destruiré el mundo por tí, si tengo que hacerlo. Matare, torturare y mutilare por tí. Haré cualquier cosa por tí, solo por ti.

Aleksander le juró entre besos que le pertenecía. Que haría cualquier cosa por él. Si tenía que quemar una ciudad hasta las cenizas para que Jayden fuera feliz lo haría sin dudarlo. Si le pedía su corazón, no dudaría en arrannacárselo del pecho. Ese era su acuerdo. Y el amanecer lo selló.

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